Este artículo ofrece una síntesis cronológica del contenido de los principales trabajos de Milton Friedman traducidos al castellano y publicados en España durante las dos décadas comprendidas entre 1956 y 1977, así como la influencia de sus ideas en las medidas de política económica, especialmente de la monetaria, aplicadas en el Plan de Estabilización de 1959 y en los Pactos de la Moncloa de 1977. Se distinguen tres tipos de publicaciones: los trabajos incluidos en revistas especializadas de economía; los libros y colaboraciones en libros, entre ellos Capitalismo y libertad y Ensayos sobre Economía Positiva; y finalmente nos referimos a la difusión de las ideas de Friedman a través de los manuales utilizados en el ámbito universitario.
This article provides a chronological summary of the most important works of Milton Friedman translated into Spanish and published in Spain in the two decades between 1956 and 1976, and discusses how the ideas contained in these works influenced economic policies, especially monetary policy, in the Stabilization Plan of 1959 and the Moncloa Agreements of 1977. We distinguish three kinds of publications: articles included in economic journals, such as Revista de Economía Política and Información Comercial Española; and books and collaborations in books, such as Capitalism and Freedom and Essays in Positive Economics. Finally the spread of Friedman's ideas through university manuals is described.
Milton Friedman, fallecido en noviembre de 2006 a los 94 años de edad, fue distinguido, como es sabido, con el Premio Nobel de Economía en 1976 «por sus estudios en los campos del análisis del consumo, historia y teorías monetarias y por su demostración de la complejidad de la política de estabilización»1. Además, en 1951, había sido galardonado con la medalla John Bates Clark de la American Economic Association para investigadores menores de 40 años.
Este neoyorquino, nacido en Brooklyn el 31 de julio de 1912, vivió en el seno de una familia judía de escasos recursos económicos que había emigrado desde la región de Cárpato-Ruthenia, perteneciente entonces al Imperio Austro-Húngaro. Su formación la inició en la Escuela Pública de Rahway (New Jersey), donde su familia se había trasladado en 1913. Milton al quedar huérfano de padre a los quince años, tuvo que buscar trabajo para costear sus estudios y ayudar económicamente a su familia. En el Rahway High School, gracias a la enseñanza de geometría euclidiana recibida, empezó a interesarse por las matemáticas, que como el propio Friedman señaló, le acompañaron desde entonces (Friedman, 1993, p. 117).
En 1928, con 16 años, ingresó en la Universidad de Rutgers con una beca para estudiar matemáticas (Cole, 2007, p. 1). Allí entró en contacto con Arthur F. Burns y Homer Jones, profesores que le hicieron interesarse a fondo por la Teoría Económica, así como por el estudio de la Estadística. Graduado como Bachelor en Matemáticas y Económicas en la Universidad de Rutgers, recibió varias becas, para ingresar tanto en la Brown University como en la Universidad de Chicago, optando por esta última. En esta Universidad conoció, entre otros, a distinguidos economistas como Knigth, Viner, Schultz y Simons, y en 1932 se licenció en Económicas. Dos años más tarde, con una beca como Fellow-ship, se trasladó a la Universidad de Columbia, donde contactó con Hotelling, Mitchell y J. M. Clark. Su formación se fue completando con una sólida enseñanza en Estadística, que inició con Schultz, y continuó con Hotelling y Mitchell. De vuelta a la Universidad de Chicago, Friedman ejerció como ayudante de investigación de Schultz, y como alumno de posgrado, al lado de George Stigler y W. Allen Wallis (Walters, 2008).
El origen de su tesis doctoral, que finalmente presentó en 1946 en la Universidad de Columbia, estuvo en un trabajo encargado por Simon Kuznets para el Nacional Bureau of Economic Research, en Nueva York, acerca de las rentas de los profesionales independientes. En definitiva, una formación amplia y cualificada en Teoría Económica, Matemáticas y Estadística aplicada a la Economía.
Difícilmente puede cuestionarse el importante papel que Milton Friedman jugó en la evolución del Pensamiento económico durante la segunda mitad del siglo xx. Mientras la fuerza argumental de Keynes iba adentrándose tanto en el campo de la teoría económica como en el de la economía aplicada, Friedman ponía el acento en los principios de la economía clásica para aplicarlos a los problemas económicos de entonces.
Este artículo indaga en la difusión que de su importante obra se hizo en España, especialmente durante el periodo en el que su influencia como economista aún permanecía en parte eclipsada por la teoría keynesiana. Nos referimos a la década de los sesenta y primera mitad de los setenta, o sea, hasta el inicio de la primera crisis del petróleo, momento en el que los planteamientos keynesianos empezaron a carecer de eficacia para remediar los problemas de inflación y desempleo generados2. A partir de entonces, como es sabido, las ideas monetaristas de Friedman cobraron un mayor protagonismo, extendiéndose aún más durante la década de los ochenta3. Una vez expuesta la difusión de estas ideas en nuestro país, analizaremos la posible influencia que éstas tuvieron sobre la política económica española, especialmente en la monetaria, desde el Plan de Estabilización de 1959, hasta los Pactos de la Moncloa de 1977.
Las principales contribuciones científicas de Friedman, que como acaba de indicarse se centraron en el papel del dinero en la economía, la teoría del consumo basada en la hipótesis de la renta permanente, la aparición de los retardos en el ámbito de la política económica, el trade-off entre inflación y desempleo, así como el funcionamiento de los tipos de cambio en el Sistema Monetario Internacional diseñado en Breton Woods, han sido objeto de difusión en nuestro país a través, como veremos, de artículos y libros traducidos y publicados durante el periodo indicado. Krugman (Krugman, 2007, p. 10) ha sintetizado las aportaciones económicas de Friedman, señalando que el protagonismo intelectual de este economista se concretó en el desempeño de tres importantes papeles: el de «economista para economistas», refiriéndose a sus estudios sobre el consumo y la inflación; el de promotor de políticas económicas, especialmente la conocida como monetarismo; y el de economista ideólogo, al popularizar la doctrina del libre mercado.
Por todo ello, el objetivo de este artículo es doble. En primer lugar se analiza la introducción de las ideas monetaristas desde tres ámbitos diferenciados: los trabajos de Friedman incluidos en las revistas especializadas de economía, como Revista de Economía Política e Información Comercial Española; los libros y colaboraciones en libros, entre los que cabe destacar Teoría de los precios, Capitalismo y libertad, Ensayos sobre Economía Positiva y El nuevo monetarismo; y la difusión de sus ideas a través de los manuales utilizados en el ámbito universitario, como el de Teoría Económica III del profesor Luis Ángel Rojo, quien se incorporó como docente en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid en 1959. Asimismo según Julio Segura (Segura, 2002, pp. 386-387), el profesor Vergara Doncel, catedrático en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Madrid, utilizaba para sus clases de Economía el libro de Friedman Price theory: a provisional text, publicado en 1962 y traducido al castellano en 1967 con el título Teoría de los precios. Al final de este trabajo se ofrece un Apéndice con la relación de libros, artículos y otros trabajos de Friedman publicados en castellano, así como algunas recensiones de sus principales obras, todo ello referido a las dos décadas comprendidas entre 1956 y 1976.
En segundo lugar, basándonos en la difusión de su obra, se analizará la influencia de las ideas de Friedman, en la política monetaria española desde 1959 hasta mediados de la década de los setenta, con especial referencia a las medidas adoptadas en los Pactos de la Moncloa.
2La introducción y difusión de las ideas de Milton Friedman en España2.1La Revista de Economía Política, pionera en la difusión de trabajos de M. FriedmanEl profesor Fuentes Quintana, director de la Revista de Economía Política entre 1954 y 1962, nunca fue ajeno a los debates y polémicas que iban surgiendo en el ámbito de la Ciencia Económica fuera de nuestro país, ya fueran pertenecientes al campo de la Teoría Económica, de la Historia del Pensamiento Económico o de la Metodología de la Economía. Por ello incorporó a la Revista de Economía Política una sección dedicada a «Temas y polémicas» y otra sobre «Estudios y Documentos de economías extranjeras», en las cuales una vez traducidas, se ponían al alcance del lector español destacadas obras, así como documentos e informes pertenecientes a otras economías y procedentes de organismos internacionales, lo que permitía estar al día de las corrientes y enfoques surgidos en el ámbito de la Ciencia Económica4. Como se mostrará a continuación, la figura de Friedman aparece unida en la década de los cincuenta a varias polémicas, entre ellas el debate en torno al concepto de utilidad, así como el método que los economistas debían utilizar en sus trabajos científicos.
2.1.1El debate en torno al concepto de utilidadEl primer artículo de Milton Friedman traducido y publicado en castellano, ha sido localizado en la Revista de Economía Política en el número de enero-abril de 1956, dirigida entonces por el profesor Fuentes Quintana como ya se ha indicado. En la sección titulada «Temas y polémicas», se dedicaba un apartado a la cuestión de la «utilidad», donde se incluían seis artículos, escritos por D. H. Robertson, L. Robbins, J. R. Hicks y M. Friedman. La polémica había surgido al pasar de la visión cardinal de la utilidad a la visión ordinalista establecida por Pareto, lo que suponía que no era posible establecer comparaciones interpersonales de la utilidad. Además, otra consecuencia de esa polémica afectaba al campo de la economía normativa, por las dificultades para realizar juicios de valor sobre medidas alternativas de política económica, al no poder ser ni comparadas ni sumadas las utilidades individuales. En esencia, el debate que se planteaba en ese número de la Revista de Economía Política, era la continuación del iniciado en 1930 por los economistas de la Universidad de Cambridge: Pigou y Khan, quienes habían introducido el término welfare economics en la Ciencia Económica. Esta iniciativa recibió años después una fuerte crítica por parte de Hicks y Allen, quienes reformularon la teoría subjetiva del valor, basándose en los postulados de Pareto y Slutsky, al mismo tiempo que Robbins publicaba en 1932 su conocido «Ensayo», en el que criticaba la incorporación de ese término a la Ciencia Económica. Toda esta polémica fue calificada de grave por Harrod, que instaba a los economistas a que continuaran profundizando en el ámbito de la economía normativa, para poder integrar en él de la manera más adecuada la «economía del bienestar».
Milton Friedman, en el artículo incluido en ese número de la Revista de Economía Política, titulado «Qué es la utilidad?»5, discrepaba con D. Robertson al considerar éste que la utilidad marginal de la renta era invariable, de forma que no existía ninguna diferencia entre la esperanza matemática de la renta y la esperanza matemática de la utilidad derivada de aquélla6. Friedman consideraba que no eran comparables la esperanza matemática de la renta, la cual venía expresada en unidades monetarias, y la esperanza matemática de la utilidad derivada de la renta, que se expresaba en unidades de utilidad. Asimismo señalaba que el problema de la mensurabilidad de la utilidad, que en opinión de Friedman (Friedman, 1956, p. 530) había dado lugar a una «copiosa e insatisfactoria literatura» sobre esa cuestión, se había originado al no haberse reconocido que el término utilidad significa cosas distintas para unas u otras personas. En definitiva, lo trascendental de la discusión planteada, radicaba en la idea de hallar aspectos normativos en la toma de decisiones sobre medidas alternativas de política social, considerando la hipótesis de que los individuos eligen entre alternativas que implican riesgo.
2.1.2Milton Friedman y la metodología económicaCinco años después de haber publicado Milton Friedman su conocido artículo «The methodology of positive economics»7 en 1953, como introducción de su obra Essays in positive economics8, el profesor Fuentes Quintana ofrecía en la Revista de Economía Política en el número de mayo-diciembre de 1958, la versión castellana de ese artículo, formando parte de un número monográfico sobre metodología económica. El profesor Fuentes Quintana (Fuentes, 1958, pp. 336-337), quien había encargado a T. W. Hutchison la dirección de este número de la Revista, se interesó por ese tema, dada la importancia que estaba adquiriendo en aquellos momentos la metodología científica en la literatura económica además de un trabajo de Hutchison, este número publicaba en castellano, entre otros, ensayos de F. Machlup, D. F. Gordon, K. Boulding, K. J. Arrow y R. E. Baldwin.
Los motivos que llevaron a Milton Friedman a adentrarse en el campo de la metodología económica parecen estar relacionados, de un lado, con los problemas a los que se enfrentaba en Nueva York cuando trabajaba en el National Bureau of Economic Research, donde empezó a colaborar en 1937 con Kuznets, y de otro, con los debates que él mismo protagonizó relacionados con las teorías sobre la competencia imperfecta y el análisis marginalista de los supuestos, según había señalado en su autobiografía (Ferrero 2002, p. 168).
El objetivo perseguido por Friedman con este artículo era doble: de un lado defender el equilibrio parcial marshalliano frente al equilibrio general walrasiano, y de otro, proponer un método de investigación que pusiera de acuerdo a los economistas (Ferrero, 2002, p. 168). En definitiva, buscaba un método que conciliara a las escuelas de metodologías imperantes entonces, que eran la neoclásica y la institucionalista, cuya discrepancia se centraba en la naturaleza de los supuestos de una teoría.
En el ámbito de la metodología económica, el artículo de Friedman se encuadra, como es sabido, dentro de la llamada visión «instrumentalista», según la cual la única prueba relevante de la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la experiencia. Por lo tanto, según esa visión, solo interesa la capacidad predictiva de la teoría y no el realismo de los supuestos (M. Friedman, 1958, p. 361).
Como el propio Friedman señalaba (M. Friedman, 1958, p. 368):
«el problema esencial en torno a los “supuestos” de una teoría no es si son descriptivamente “realistas”, porque nunca lo son, sino si constituyen aproximaciones lo suficientemente buenas para resolver el problema de que se trate».
Con este artículo, Milton Friedman generó una de las polémicas metodológicas más conocidas, en la que intervinieron varios Premios Nobel de Economía como Samuelson y Simon, así como un buen número de filósofos de la Economía.
Entre las críticas formuladas al instrumentalismo de Friedman, cabe señalar la realizada por Popper (1967), quien si bien consideraba que la propuesta de Friedman era lógicamente correcta, no era la mejor vía para conseguir el progreso científico. El objetivo del instrumentalismo para Popper no era lograr el aumento del conocimiento, sino más bien una formulación conservadora de las teorías científicas. Desde la óptica de esta crítica, con un marco instrumentalista por tanto, no importa lo que muestre la realidad, nada obliga a abandonar la teoría.
En esencia, puede afirmarse que la intención de Friedman era utilizar un método en la ciencia económica para que ésta fuese lo más objetiva posible, lo cual puede considerarse plenamente justificado. Sin embargo, las críticas a Friedman vendrían al querer aplicar los mismos métodos de las ciencias naturales a la Economía para hacer predicciones cuantitativas, ya que si se considera que las leyes de la ciencia económica son lógico-deductivas, solo cabría hacer predicciones de carácter cualitativo (Morillo 2009, p. 229).
2.2Milton Friedman y la revista Información Comercial EspañolaLos trabajos de Milton Friedman traducidos y publicados en la revista Información Comercial Española (ICE) durante los años en que fue dirigida por Enrique Fuentes Quintana (1959-69), son de temática diversa, aunque destacan sobre todo los dedicados a la política monetaria, la inflación y la defensa del libre mercado, como muestra el Apéndice de este trabajo.
2.2.1Friedman y sus ideas sobre el capitalismoLa primera referencia destacada a Milton Friedman que hizo en esos años la revista ICE fue en marzo de 1963, con motivo de la publicación en 1962 de su obra Capitalism and Freedom, traducida al castellano en 1966. En ese número, en cuya portada aparecía un retrato de Friedman realizado por Mampaso, se incluía un extenso resumen de esa obra de Friedman con el título «Un nuevo capitalismo». En él se vertían los principales argumentos del libro, analizando el llamado «capitalismo competitivo», del que según Friedman se derivan ventajas decisivas en la organización de la convivencia económica, social y política de los ciudadanos.
Dos cuestiones centrales son abordadas en este amplio resumen del libro de Friedman: el papel del Estado en una sociedad libre y la manera de aplicar la política monetaria. Respecto a la primera, la misión fundamental del Estado es asegurar el funcionamiento del «capitalismo competitivo», lo que en palabras de Friedman supone implantar las reglas del juego y hacerlas cumplir. A la consideración de Friedman de que la historia muestra que la libertad política y el mercado libre están íntimamente asociados, se le criticaba que aportara en este sentido más juicios de valor que apreciaciones de hecho, lo que suponía un comportamiento paradójico (ICE, 1963, p. 42).
En cuanto a la política monetaria, las ideas fundamentales de Friedman quedaban sintetizadas en los siguientes términos: normas frente a discrecionalidad. Los peligros de esta última fueron expuestos por Friedman en otro libro también traducido al castellano y publicado en 1962 con el título Un programa de estabilidad monetaria y reforma bancaria, que era el resultado de una amplia investigación llevada a cabo junto a Anna Schwartz con el patrocinio del National Bureau of Economics Research, sobre el comportamiento de la oferta monetaria en Estados Unidos durante un largo periodo de tiempo. En ese libro compuesto de cuatro capítulos (la política monetaria en perspectiva; los instrumentos del Sistema de Reserva Federal; la gestión de la Deuda y la Reforma Bancaria; y los fines y criterios de la política monetaria), se recogían los principios básicos de la doctrina monetarista de la Escuela de Chicago, y se planteaba una reformulación de la teoría cuantitativa del dinero. Como es bien sabido, esa teoría afirma que al considerar estable el valor de la velocidad del dinero, se establecía una relación directa entre la oferta monetaria y el nivel de precios, de forma que la primera se convertía en variable objetivo de la política monetaria. No obstante, tras el ataque al que se vio sometida esa teoría por parte del keynesianismo, al ser refutada por los hechos durante la década de los treinta, y considerar a partir de entonces que el valor de la velocidad era altamente inestable, la Escuela de Chicago ya no afirmaba que el valor de la velocidad era muy estable, sino que más bien la estabilidad se refería a la función de la demanda de dinero. Esta función se compone de unas variables independientes como son la «renta permanente», concepto acuñado por el propio Friedman, los rendimientos esperados de los activos financieros alternativos al dinero y el porcentaje de variación de los precios. La incertidumbre que según Friedman se derivaba de la falta de conocimiento de la función de velocidad del dinero, justificaba en buena medida su desconfianza hacia una política monetaria discrecional. Por ello, Milton Friedman proponía en ese libro que la Reserva Federal debía garantizar un incremento anual de la oferta monetaria en torno al 4 por ciento. Otra razón que justificaba el peligro de la discrecionalidad en política monetaria, según Friedman, era que ésta actuaba con retardos (comprendidos entre 4 y 29 meses). Además, la actuación en política monetaria debería completarse, para Milton Friedman, con el uso de la política de mercado abierto, descartando la política de redescuento y de variación de los coeficientes obligatorios de reservas. Otra medida propuesta por Friedman tendente a eliminar la inestabilidad, era el abandono del Sistema bancario de reservas fraccionarias, y su sustitución por un Sistema de reservas bancarias al 100 por cien de los depósitos.
2.2.2Política monetaria versus política fiscal: el debate entre monetaristas y keynesianosLa mayor parte de los trabajos de Friedman recogidos en ICE entre 1966 y 1970, se engloba dentro de los temas monetarios, con especial referencia a la evolución del nivel de precios y la inflación, como fueron «Oferta de dinero y variaciones de los precios y de la producción» (1966), «Discusión de la brecha inflacionista» (1966), «El precio del oro» (1968), «El precio del dólar» (1968) y «Los anticuados DEG» (1969). Al contenido de algunos de ellos nos referimos a continuación.
En el primero de los artículos citados, Friedman resumía los resultados del estudio empírico que había realizado junto a Ana Schwartz, al que antes nos hemos referido, entre cuyas conclusiones cabe señalar que para mantener la estabilidad de precios, era necesario aumentar la cantidad de dinero en función del crecimiento de la población y de la producción (Friedman, 1966, p. 125).
En cuanto a los artículos «El precio del oro», y «El precio del dólar», Friedman se mostraba en ellos partidario de la no intervención en el mercado para modificar ambos precios, lo que unido a la aplicación de políticas fiscales y monetarias adecuadas, haría que otros países vinculasen su moneda a la estadounidense, beneficiando así al comercio internacional (Friedman, 1966a, p. 55, y Friedman, 1966b, p. 57).
En enero de 1969, casi diez años después de la puesta en marcha del Plan de Estabilización español, las páginas de ICE profundizaban sobre la estabilización económica, con el sugerente título de «Friedman vs Keynes» y recogían, traducido, el famoso artículo de Milton Friedman «The role of monetary policy», que había sido publicado en American Economic Review en marzo de 19689. Este trabajo de Friedman, como es sabido, supuso el reconocimiento del carácter estabilizador de la política monetaria, lo que al mismo tiempo significaba una dura crítica al keynesianismo y a la relevancia de la política fiscal como principal vía para conseguir el pleno empleo, en un contexto de precios estables.
La dura crítica de Milton Friedman a la política fiscal con objetivos estabilizadores, se sintetizó unos meses después en su artículo «Taxes, money and stabilization»10, incluido también en ese número de ICE de enero de 1969 traducido al castellano. Este artículo de Friedman apareció con motivo de las modificaciones tributarias llevadas a cabo en Estados Unidos bajo la presidencia de Kennedy y Johnson, en la denominada «Nueva Política Económica». Concretamente este artículo respondía a la subida de los tipos impositivos propuesta por el presidente Johnson.
Para destacar la figura de Milton Friedman en ese número de ICE, se publicaba el trabajo anónimo «La vuelta a la política monetaria»11, en el que además de ofrecer una síntesis de su biografía, se exponían las propuestas y fundamentos para la aplicación de una adecuada política monetaria. Sus fundamentos se sintetizaban en tres: el deseo de sustituir discrecionalidad por regulación, la consideración de los retardos que caracterizan a toda acción discrecional, y la desconfianza en que la política monetaria sirva para equilibrar la balanza de pagos. Este último fundamento llevaba a Milton Friedman a proponer que para corregir el desequilibrio exterior de una economía había que hacer ajustes en el tipo de cambio, dejando que éste fluctuase libremente en el mercado según su oferta y demanda. Teniendo en cuenta que en esos momentos estaba aún vigente el Sistema Monetario Internacional diseñado en Breton Woods, caracterizado por tipos de cambio fijos aunque ajustables, la propuesta de Friedman de dejar fluctuar libremente a las divisas en el mercado puede calificarse de profética, adelantándose a lo que de hecho iba a suceder tras la crisis del Sistema Monetario Internacional, sobre todo a partir de agosto de 1971, con la suspensión por Nixon de la convertibilidad del dólar en oro12.
Por otra parte, la principal crítica de Friedman a la teoría keynesiana se centraba, como es sabido, en la función de consumo13, poniendo de manifiesto su carácter inestable. En este sentido, en 1963, Friedman y Meiselman habían publicado un trabajo14 en el que trataban de contrastar la validez de dos hipótesis: una keynesiana, que relaciona inversión y renta; y otra, en la que se apoya la teoría cuantitativa tradicional, o sea la relación entre oferta monetaria y renta. Se trataba de comprobar cuál de esas relaciones presentaba una mayor estabilidad relativa para elegir el enfoque más acertado y pronosticar así las variaciones de la renta a corto plazo. Sin embargo, en el análisis estadístico realizado por Friedman y Meiselman, consistente en establecer la correlación entre consumo y gastos autónomos de un lado, y entre consumo y renta monetaria de otro, no se descartaba ninguna de las dos hipótesis. En definitiva, y como se sintetizaba en ese trabajo de ICE (ICE, 1969, p. 61): «No hay, por tanto hoy, dos teorías incompatibles, una que niegue todo papel a la oferta monetaria y se afirme en el análisis elemental de las relaciones gasto autónomo-renta del tipo contrastado por Friedman-Meiselman, ni tampoco es admisible atribuir un papel excluyente a la oferta monetaria sin profundizar en las restantes relaciones que especifiquen las variables por las que ésta traduce sus efectos sobre las fluctuaciones de la renta monetaria».
Cabe afirmar que desde finales de los años 60 el profesor Luis Ángel Rojo, catedrático de Teoría Económica en la Universidad Complutense de Madrid, y especialista en el campo de la economía monetaria, fue contribuyendo a difundir en nuestro país las ideas monetaristas de Friedman15. Para Almenar (Almenar, 2002, p. 497) Rojo es además uno de los primeros economistas españoles en suscitar el debate entre monetaristas y keynesianos. Ya en sus conocidos Apuntes de Teoría Económica III, que servían de texto para sus clases en la Facultad de Económicas de la Universidad de Madrid, incluía en la parte II, dedicada a la «Demanda de dinero, renta y tipos de interés», un apartado sobre «El neocuantitativismo de Chicago». En él planteaba la revisión crítica de la teoría monetaria keynesiana a través del neoliberalismo de la Universidad de Chicago, con el protagonismo de Milton Friedman. El profesor Rojo se refería entonces a la aparición de una renovada teoría cuantitativa basada en 4 proposiciones:
1.a La demanda de dinero realizada por el público está libre de ilusión monetaria, es decir, es una demanda de saldos reales.
2.a La velocidad-renta del dinero es una función muy estable de las variables que la determinan.
3.a Existe un importante grado de independencia entre la oferta y la demanda de dinero.
4.a La oferta monetaria es clave para la determinación de las variables macroeconómicas fundamentales.
En síntesis, Rojo distinguía con extraordinaria claridad entre los enfoques keynesiano y monetarista, señalando que el neocuantitativismo de Chicago prefiere basarse en la estabilidad de la función de la demanda de dinero, con la oferta monetaria como variable clave con fines políticos y de predicción, mientras que el keynesiano se construye sobre la base de la estabilidad de la función de consumo, con el volumen de inversión como variable clave en la determinación de la renta.
A continuación, Rojo explicaba la función de consumo planteada por Friedman, suponiendo que el sujeto planearía su consumo en función de su «renta permanente», concepto que como es sabido, tiene en cuenta no solo la estimación que el individuo haga de su riqueza total, sino también del rendimiento que espere obtener de ella.
Este análisis del profesor Rojo, se completaba con el desarrollo analítico de la función de demanda de dinero establecida por Milton Friedman, destacando de ella tres aspectos: el concepto de renta permanente, la importancia del capital humano y de su contribución a la riqueza total, y la amplia gama de activos que consideraba. Para concluir su análisis de la demanda de dinero según el enfoque neocuantitativista de Chicago, Rojo señalaba que la velocidad renta del dinero era una función muy estable de las variables de las que dependía. Ello no implicaba que fuera constante a corto plazo, sino que sus movimientos no eran erráticos ni imprevisibles, es decir, que estaban ligados mediante una relación funcional estable a los cambios de una serie de variables identificables.
Por otra parte, aunque a Luis Ángel Rojo pueda calificársele de economista keynesiano, como lo muestran algunos de sus principales trabajos, entre ellos su libro Keynes y el pensamiento macroeconómico actual (1965), y Keynes, su tiempo y el nuestro (1985), también llamaba la atención sobre las limitaciones de esta corriente de pensamiento. Así, en 1968, en el libro titulado Crítica de la economía clásica, Rojo colaboraba con un trabajo en el que comenzaba señalando: «El tema de la revolución keynesiana está quedándose viejo y relegado a un rincón del ámbito académico» (Rojo Duque, 1968, p. 221). Con esta frase, el profesor Rojo daba a entender la incapacidad del keynesianismo para afrontar los problemas más acuciantes originados en esos momentos en las economías mundiales. Asimismo, Rojo culpaba al keynesianismo de la consolidación experimentada por el sistema capitalista, en respuesta a la creciente dirección estatal de las economías. Además, se refería al cambio en la dimensión temporal de los problemas a los que se enfrentaban las economías en esos momentos16.
Unos años después, con el creciente interés que los economistas estaban prestando a la teoría del dinero y al papel de la política monetaria como instrumento de estabilización, el profesor Rojo seleccionó y publicó en 1971 un conjunto de artículos con el título El nuevo monetarismo, con una extensa introducción escrita por él mismo, donde se recogían tres trabajos de Friedman. Los autores de los trabajos seleccionados eran representantes del New monetarism, con Friedman a la cabeza, y de la New Economics, como era el caso de J. Tobin.
En su introducción, Luis Ángel Rojo indicaba que aún estaba viva la polémica sobre «los grados de continuidad y de ruptura que median entre el pensamiento monetario clásico y el tratamiento del dinero en la Teoría General» (Rojo Duque, 1971, pp. 7-8). Para profundizar en esa polémica, el profesor Rojo realizaba un detenido recorrido por el tratamiento del dinero partiendo de los economistas clásicos y neoclásicos, siguiendo por la Teoría General, hasta llegar al nuevo monetarismo. Sobre el tratamiento que Keynes hacía del dinero, Rojo aclaraba que si bien confiaba en la política monetaria para mantener el equilibrio en la economía, el escepticismo sobre esa política surgía según Keynes en su eficacia para salir de una depresión.
El profesor Rojo apuntaba hacia 1959 como punto de inflexión a partir del cual se confiaba más en la política monetaria con carácter estabilizador. Entre las razones que lo explicaban, Rojo señalaba de un lado, la falta de eficacia en la aplicación de políticas fiscales como vía de estabilización a corto plazo y, de otro, el éxito en la aplicación de la política monetaria, a través del manejo de la cantidad de dinero.
Respecto al nuevo monetarismo, Rojo manifestaba las dificultades que existían para consolidar su posición teórica, al carecer de una teoría monetaria propiamente dicha, ya que si bien atribuía a los impulsos monetarios un papel dominante en la demanda de dinero, no se exponía ninguna teoría que detallase las conexiones a través de las cuales el dinero tenía tanta importancia. En este sentido señalaba con sentido crítico que «muchas de las afirmaciones peculiares del monetarismo están fundadas en trabajos empíricos17 de carácter estadístico o histórico más que en deducciones a partir de una estructura teórica bien especificada» (Rojo Duque, 1971, p. 22).
Tras la exposición de las ideas monetaristas, Rojo articulaba sus críticas hacia este enfoque cuestionando tres aspectos: el ritmo constante de crecimiento de la cantidad de dinero, la eficacia de la política fiscal en la regulación de la demanda, y la combinación entre las políticas monetaria y fiscal para conseguir objetivos de política económica (Rojo Duque,1971, p. 47). En definitiva, para Rojo no tenía sentido que la política monetaria quedase reducida al simple manejo de la cantidad de dinero en economías con objetivos cada vez más complejos, en las cuales la política fiscal tenía forzosamente que combinarse con la monetaria.
Unos años después, en 1974, Rojo publicaba su conocido libro Renta, precios y balanza de pagos, en el que incidía sobre el enfriamiento que estaban experimentando las ideas keynesianas, lo que tenía lugar paralelamente con un renacimiento de la atención sobre Friedman.
2.4La preocupación por la estanflaciónEn 1972, se publicaba el contenido de las sesiones de la II Semana Económica Internacional organizadas por el semanario Mundo, con el título de Problemas económicos actuales. Política monetaria versus política fiscal. Cuestiones españolas. En ellas intervinieron economistas españoles y extranjeros, encontrándose entre los primeros José Jané, Alejandro Pedrós, Ramón Roca-Sastre y Juan Sardá, y entre los segundos Richard Musgrave (Universidad de Harvard) y Milton Friedman (Universidad de Chicago).
Uno de los problemas económicos más preocupantes a los que se enfrentaban los países occidentales en aquellos momentos era la «estanflación», que estaba ya percibiéndose en algunas de las economías del mundo, incluso antes del primer choque petrolífero de finales de 1973. Esta inflación «de costes», se iba intensificando con la falta de libre negociación de los salarios, derivado de un mayor poder sindical, y con la posición de privilegio de la que disfrutaban muchas empresas para intervenir en la determinación de los precios de sus productos. En definitiva, se estaba detectando la falta de un adecuado funcionamiento de los mercados.
Milton Friedman intervino en esas sesiones con una conferencia titulada «Criterios para una política monetaria». Comenzaba su intervención señalando que la política monetaria era una rama importante de la política económica, y que planteada de manera incorrecta podía afectar negativamente a otras ramas de esa política. En este sentido afirmaba: «Lo máximo a que se puede aspirar con una buena política monetaria, es proporcionar una estructura favorable, un fondo más propicio para la acción de otras políticas» (Friedman, 1972, p. 141). Por otra parte, hacía hincapié en distinguir claramente entre «política monetaria»y «política crediticia», al entender que se tendía a incluir en la política monetaria tanto el manejo de los tipos de interés como las condiciones de los mercados de crédito. El origen de esta confusión, según Friedman, residía en la dificultad para diferenciar entre tipos de interés nominal y real, que ya había explicado Irving Fisher a finales del siglo xix.
Asimismo se refería a la importancia que la cantidad de dinero tenía en relación con la producción en el largo plazo, al constituir el principal factor del movimiento de los precios (Friedman, 1972, p. 148).
Teniendo en cuenta la experiencia histórica, Friedman se mostraba partidario de dejar al sector privado que invirtiese los recursos económicos con criterios de mercado, para lograr el desarrollo económico. Respecto al funcionamiento de las instituciones financieras, criticaba con dureza las intervenciones de las autoridades monetarias, ya que en su opinión impedían el desarrollo natural del mercado.
Como había manifestado en otros trabajos, Friedman defendía la adopción de un sistema de tipos de cambio variables, para evitar crisis periódicas en la balanza de pagos, ya que en caso contrario obligaría a intervenir a la autoridad monetaria ante alteraciones de los tipos, reduciendo así las ventajas de disponer de un Banco Central independiente.
En su intervención, el profesor Friedman propuso una serie de medidas concretas de política monetaria, para que España pudiese afrontar sus problemas económicos. Entre ellas las siguientes:
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Tomar conciencia de que el problema económico básico en nuestro país no estaba relacionado con aspectos coyunturales o de corto plazo, sino más bien de largo plazo.
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Eliminar los controles sobre precios y salarios, para evitar la aparición de una inflación reprimida18.
- -
Reducir al máximo las intervenciones y controles gubernamentales sobre las instituciones financieras.
- -
Adopción de un sistema de flotación de la peseta, con objeto de proteger la balanza de pagos de posibles restricciones que otros países o el propio gobierno español pudieran adoptar. Además, Friedman señalaba que la peseta era entonces una moneda fuerte y que sus reservas eran considerables. Por ello era el momento de dejarla flotar19.
- -
Unificar la peseta con la de otro país desarrollado con estabilidad de precios, o bien programar una tasa de crecimiento monetario moderada y estable.
Al hilo de esta conferencia impartida por Milton Friedman, el profesor Juan Sardá (Sardá, 1972, pp. 172-173) intervino para señalar que la filosofía económica del Plan de Estabilización español de 1959, estaba en sintonía con las ideas defendidas por Friedman. En este sentido, Sardá indicaba que con el Plan se había logrado la liberalización económica, la apertura al exterior de nuestra economía con la ayuda del establecimiento de un tipo de cambio fijo más realista de la peseta, así como la flexibilización del sistema para que el mercado dirigiese los rumbos de la economía.
2.5Un libro sobre cuestiones macroeconómicasUn interesante y extenso libro sobre cuestiones y problemas macroeconómicos, con el título Readings in Macroeconomics, editado por M. G. Mueller, fue traducido al castellano por José García-Durán y publicado por la editorial CECSA a principios de los años setenta, con una segunda edición en 1974. Compuesto de ocho capítulos y un total de 32 artículos de destacados economistas extranjeros, su principal objetivo no era contrastar o rechazar las cuestiones teóricas planteadas en la Teoría General o en otros escritos de Keynes, sino ampliar la comprensión de la macroeconomía, tanto desde los planteamientos keynesianos, como desde otros enfoques, entre ellos el monetarista (Mueller, 1974, p. XI).
En el cuarto capítulo, dedicado al «Dinero, interés y renta», se incluía el trabajo de Friedman «Nueva formulación de la teoría cuantitativa del dinero», cuya versión original en inglés fue publicada en 1956 formando parte del libro Studies in the Quantity theory of money. En él, Friedman aclaraba que la moderna teoría cuantitativa no era una teoría del nivel de precios, según la versión clásica, sino una teoría de la demanda de dinero. Ya no podía admitirse que el dinero fuese un «velo», sin tener influencia en el sector real de la economía.
Por otra parte, en el séptimo capítulo del libro, se recogía el artículo de Friedman «Un programa monetario y fiscal de estabilidad económica», que había sido publicado en American Economic Review en junio de 1948. La propuesta de ese programa realizada por Friedman, consistía en establecer los objetivos generales de un país a largo plazo, como la libertad política, la eficacia económica y la mayor igualdad en la distribución de la renta. Para alcanzar estos objetivos sería necesario establecer un «orden competitivo», basado en tres supuestos: 1) establecimiento de un sistema monetario adecuado a ese «orden competitivo»; 2) sometimiento del gobierno a la «primacía del derecho»más que a la autoridad discrecional de sus administradores, y 3) para conseguir reducir la desigualdad económica entre los individuos, podrían adoptarse medidas fiscales que completasen el funcionamiento del mercado. A continuación, apoyándose en los supuestos anteriores, Friedman formulaba una propuesta de política económica basada en tres aspectos (Friedman, 1974, p. 355-356): la reforma del sistema monetario y bancario, la racionalización del gasto público y el establecimiento de un sistema fiscal progresivo, basado principalmente en un impuesto personal sobre la renta.
3La influencia de las ideas de Friedman en la política monetaria española, entre 1959 y 1977Analizadas las vías de introducción y difusión de las ideas de M. Friedman en España, pasamos a estudiar los efectos que éstas tuvieron en las medidas de política económica —especialmente de política monetaria—, adoptadas a raíz de la entrada en vigor del Plan de Estabilización de 1959, así como en los Pactos de la Moncloa de 1977, momento en el que las ideas de Friedman empezaban a tomar mayor auge en el ámbito internacional.
3.1La política monetaria española desde 1959 hasta mediados de la década de los setentaEn 1959 la política monetaria diseñada para la puesta en marcha del Plan de Estabilización se caracterizó, entre otros aspectos, por la prohibición de la pignoración automática de la Deuda Pública en el Banco de España, que hasta entonces era un peligroso mecanismo de inyección de liquidez en el sistema; la limitación del crédito concedido tanto a los organismos autónomos como al sector privado; el alza en los tipos de descuento; y la constitución de depósitos previos a la importación.
Como señaló Juan Sardá (Sardá, 1960, pp. 32-33), principal artífice del Plan de Estabilización, las medidas monetarias se articularon en torno al volumen de medios monetarios disponibles y sobre el precio del dinero. Para controlar la inflación, se trataba de hacer una proyección de las necesidades futuras de crédito en términos globales o por sectores, en función del crecimiento previsto de la renta nacional, que según los cálculos de Juan Sardá, había registrado una elevación media en años anteriores del 5%.
En esencia, la política monetaria no asumió aún un papel activo y su actuación iba dirigida hacia el control de la cantidad de dinero, a través de la fijación de coeficientes líquidos, los depósitos especiales en el Banco de España, las reservas obligatorias en la Banca y la política de mercado abierto, dado que la fijación legal de los tipos de interés en España, era todavía muy rígida.
De lo anterior se podría deducir una mayor influencia del monetarismo que del keynesianismo en la aplicación de la política monetaria en España a principios de la década de los sesenta. Sin embargo, la instrumentalización de esa política solo respondía a la necesidad que nuestro país tenía de reducir su inflación y para ello solo disponía técnicamente y con mayor fiabilidad, de variables que incidían sobre la liquidez del sistema.
En los años sesenta, la política monetaria siguió caracterizándose por una «gran pobreza del instrumental a disposición de las autoridades para desarrollar una política monetaria activa» (Rojo y Pérez, 1977, p. 8). De hecho, las variaciones de la base monetaria eran solo la respuesta a las variaciones de los factores autónomos, procedentes del sector público y del sector exterior; y a partir de mediados de esa década, fue el resultado de la puesta en marcha de los Planes de Desarrollo.
En los inicios de la década de los setenta se planteó un intento de control de la liquidez, intento que tuvo como contrapartida fuertes perturbaciones monetarias externas, que tuvieron su principal origen en el elevado déficit de la balanza de pagos de Estados Unidos, la declaración de incorvertibilidad del dólar en oro y las consecuentes crisis continuadas en los mercados de cambios, que afectaron especialmente a los países con excedentes en las balanzas de pagos, como España durante el trienio 1970-1973, que vio aumentar sus reservas y por tanto, su base monetaria con tasas de expansión monetarias en 1973 del 28% y de inflación del 14%. De esta forma, los instrumentos de control discontinuo utilizados inicialmente en España (coeficientes de caja y líneas de redescuento ordinario), demostraron no ser los adecuados, ni tampoco la política monetaria fue todo lo férrea que requería la situación. Por ello se decidió a partir de 1974 llevar a cabo una política monetaria activa y continua.
Según relatan Rojo y Pérez (Rojo y Pérez, 1977, p. 13), a partir de ese año se optó por una política de control monetario articulada en dos niveles, como había diseñado B. M. Friedman (1975), quien en un primer nivel proponía utilizar. En el primero se utilizó como objetivo monetario intermedio la variable M3, con el fin de conseguir los objetivos últimos de control de la inflación, y en el segundo nivel, tomaba como variable operativa los activos líquidos bancarios, para controlar ese objetivo intermedio. Si bien la adopción de estas variables objetivos puede considerarse una influencia de las tesis monetaristas, J. Pérez20 rechazaba la hipótesis de aplicar en España un modelo monetarista estricto según el cual la variación de la renta nacional en términos nominales viniese determinada por el crecimiento de la variable M3.
Tanto Rojo como Pérez mantienen que el término monetarista es algo controvertido y que dependiendo de si lo tomamos en sentido estricto o no, estarían las medidas adoptadas en España dentro del paradigma instaurado por M. Friedman o fuera de él. De igual forma, argumentan que al reducir a normas muy rígidas la política monetaria, se pierde la «discrecionalidad consciente», que permite adecuar las medidas adoptadas en función de los resultados que se vayan obteniendo, y en relación a los objetivos últimos (Rojo y Pérez, 1977, pp. 38 y 44).
3.2Las medidas de liberalización económica de los Pactos de la Moncloa: ¿influencia monetarista?La firma de los Pactos de la Moncloa en octubre de 1977 iba a suponer un cambio importante en las relaciones entre el Estado y el mercado, que pasa a tener un mayor protagonismo en el mecanismo de asignación de los recursos. Con el panorama económico de España en ese momento, era muy complicado que la recién estrenada democracia pudiera arraigar, además de alejarnos del objetivo que España se había marcado para incorporarse a Europa.
Las medidas de los Pactos de la Moncloa se estructuran en diez bloques, que podemos agrupar en dos grandes políticas: el primer bloque coincide con las políticas de saneamiento y ajustes, y los nueve restantes hacen referencia a políticas sectoriales de muy diversa índole. Fuentes Quintana (Fuentes, 2005, p. 42) afirmaba que esas políticas de ajuste positivo se encaminaban hacia dos líneas de actuación: la primera, devolver al mercado su capacidad para asignar los recursos de forma eficiente y al empresario su capacidad para organizar la producción y, la segunda orientada a reestructurar los sectores productivos que estaban en crisis, así como a fomentar nuevas líneas de producción.
De entre todas ellas solo nos centraremos en las medidas de política monetaria, que sean reflejo de las ideas de M. Friedman o de la tradición monetarista. Además tendremos en cuenta, como recoge Trullén i Thomàs (Trullén I Thomàs, 1993, p. 96) que la política monetaria diseñada en los Pactos respondía a una estrategia de carácter negociado por la grave situación de crisis económica que vivía España, distinta de la propuesta por la estrategia monetarista.
Las principales medidas de corte monetarista, las podemos agrupar en tres bloques:
- a)
Aquellas relacionadas con la libertad de mercado que defendió el economista de la Escuela de Chicago, Milton Friedman.
- b)
Las que se refieren al control de la inflación, como paso previo necesario para la reducción del desempleo.
- c)
Las que son estrictamente de política monetaria restrictiva, referidas al control de las disponibilidades líquidas.
En cuanto al primero de los bloques, destacan las siguientes medidas de los Pactos de la Moncloa:
- 1.
Aquellas conducentes a limitar el peso del Sector público en la economía española, incluidas dentro de la política presupuestaria. Entre ellas destacan el control de los gastos de consumo público, orientando la mayoría de ellos al fomento de la ocupación y la limitación de la emisión de Deuda pública y su colocación en condiciones de mercado. Se establecieron igualmente varias medidas orientadas al perfeccionamiento del control del gasto público.
- 2.
En cuanto al sistema financiero, cabe destacar la obligatoriedad impuesta sobre las instituciones de crédito oficial, para captar al menos la tercera parte de su financiación en el mercado.
- 3.
Adecuación del sector comercial y de transportes para incluir una mayor competencia y libertad de mercado.
En lo que respecta al segundo de los bloques, como medida básica para el control de la inflación, se estableció una política de rentas —si bien para Friedman era considerada perjudicial (Rojo, 1977, p. 38)—, con objeto de limitar el crecimiento de la masa bruta salarial21, cuyo límite se fijó en el 20% para 1978. Como antecedentes de esas políticas de rentas, podemos citar el Informe McCracken et al. (1977) y el Acordo Programmatico de Italia (1977). En el primero de ellos, se expone la necesidad de reducir la espiral precios-salarios y crear las condiciones para la contención de las expectativas inflacionistas, como la llamada «acción concertada», según la cual el gobierno pacta con los sindicatos y asociaciones empresariales la subida de precios y salarios; o también «el ejemplo de lo público hacia lo privado», para fijar las tasas de crecimiento de precios o salarios en el sector público y que ello produzca un efecto imitación en el sector privado (McCracken et al., 1977, pp. 218-224).
Como defiende Trullén i Thomàs (Trullén i Thomàs, 1993, pp. 128-129) los economistas más influyentes en esos momentos (a los que apoda «economistas del paradigma del control monetario»), siguen las ideas de Robertson, que se posiciona en medio de los monetaristas y keynesianos, al considerar imprescindible una política monetaria basada en el control de la oferta monetaria, junto con una política de rentas orientada al control de las subidas de los salarios en las primeras etapas de lucha contra la inflación. Según Trullén i Thomàs, en nuestra política monetaria se producirá un giro desde un modelo de corte neokeynesiano a uno de corte neoclásico, debido a que los problemas inflacionistas de la economía española eran de naturaleza real y a largo plazo y no podían ser tratados con manipulaciones de la demanda agregada.
Por último, en cuanto al tercer bloque, las medidas de política monetaria orientadas a una reducción de la inflación, se concretaron en el control de la oferta monetaria, al establecer un crecimiento medio del 17% para el año 1978, lo que suponía dar continuidad a la política monetaria iniciada en 1974. No obstante, los Pactos de la Moncloa introdujeron una modificación en la forma de aplicar hasta entonces la política monetaria, al incluir a ésta dentro de una negociación política y enmarcarla en una política económica de signo estabilizador. Además, estas medidas fueron apoyadas por una eficaz política de información, para implicar al conjunto de la sociedad española y permitir, con reducidos coste sociales, la aplicación de las medidas previstas y combatir así la grave crisis económica.
Ese porcentaje del 17% era muy superior al que M. Friedman consideraba óptimo para el crecimiento de la oferta monetaria (entre el 3 y el 5%), si bien dadas las altas tasas de crecimiento de los salarios en España, esa reducción en el crecimiento de la oferta monetaria debía entenderse como parte de un proceso gradual y continuo. Por ello era vital acompañar las medidas de política monetaria con otras de política de rentas para el control del crecimiento de los salarios.
Además de estas medidas, se establecieron otras de control del crédito de carácter público, limitando el recurso del Tesoro al Banco de España, y las dotaciones del crédito oficial. Asimismo se reorganizaron los créditos a las empresas, primando determinados sectores, como la exportación, la agricultura, la vivienda, y las PYMES. La selección del crédito bancario como variable objetivo de la política monetaria, fue defendida por Modigliani (Trullén i Thomàs, 1993, p. 102), al ser más útil en economías como la española, cuyo sector empresarial tiene una fuerte dependencia del crédito del sector bancario para financiar su inversión, y por la mayor estabilidad de la función de ahorro respecto de la función de demanda de dinero y de la función de inversión.
El control crediticio a las empresas, propició que el excedente que obtenían los empresarios derivado de la reducción de la masa salarial, redundara sobre la financiación de la propia empresa, por lo que estos excedentes irían destinados a aumentar la inversión empresarial, que produciría a la larga un aumento del empleo.
El éxito de las medidas de saneamiento contenidas en los Pactos de la Moncloa, se pueden resumir en la reducción de la tasa de inflación22 y la corrección del desequilibrio exterior (en los dos años siguientes a los Pactos la balanza de pagos por cuenta corriente presentó un superávit23), lo que permitió la acumulación de reservas para hacer frente a la deuda externa y dar mayor solvencia a la economía española. Asimismo sirvió para aumentar el excedente de las empresas, permitiéndoles reducir su endeudamiento y aumentar las tasas de inversión.
No obstante, como afirmó Fuentes Quintana (Fuentes Quintana, 2005, p. 43.), también se detectaron fallos en estos ajustes como fueron el excesivo gradualismo en muchas de las medidas aplicadas, las dificultades para liberalizar la economía española frente a la facilidad del recurso al déficit público en muchas ocasiones, así como las altas tasas de desempleo, al no diseñarse unas políticas activas de empleo adecuadas.
4ConclusionesA lo largo de este trabajo hemos pretendido mostrar la importante difusión en España de libros, artículos y otros trabajos de Milton Friedman traducidos al castellano desde mediados de los años 50 hasta mitad de los 70. Las principales ideas defendidas por Friedman, considerado el economista del siglo xx más comprometido con la defensa del capitalismo y del libre mercado, fueron difundidas a través de esos trabajos de traducción. Esta tarea, iniciada por el profesor Fuentes Quintana en la Revista de Economía Política y continuada después en Información Comercial Española, se vio también impulsada por el profesor L. A. Rojo, quien desde finales de la década de los sesenta y gracias a su excelente manual de Teoría Económica, y a la publicación de diversos libros, fue dando a conocer las ideas monetaristas de Friedman. Ya en la década de los ochenta se continuó esta labor en el Instituto de Economía de Mercado, a través de la figura de P. Schwartz.
Como se desprende del Apéndice a este trabajo, durante los años sesenta fueron publicados en nuestro país cuatro libros de Friedman, oferta que fue completada en los primeros años de la década siguiente por otros aparecidos en países como Argentina, Méjico y Venezuela, en los cuales se difundían sus teorías sobre el dinero, así como su visión sobre el funcionamiento en esos momentos del sistema monetario internacional. Cabe destacar también la relación de Friedman con sus discípulos de origen chileno (los denominados «Chicago boys»), quienes en los años setenta habían puesto en práctica en su país las ideas monetaristas durante el gobierno de Pinochet.
En definitiva, los numerosos trabajos de Milton Friedman publicados en castellano, constituyen una buena prueba de la amplia difusión en España del pensamiento económico de reconocidos economistas extranjeros, contribuyendo así a la circulación internacional de las ideas económicas. En buena medida, gracias a la creación de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas en 1943 en la entonces Universidad Central de Madrid, y a economistas españoles de reconocido prestigio salidos de sus aulas como los profesores Fuentes Quintana y Rojo Duque, se ha venido realizando esa labor tan imprescindible para un economista, como es la recepción de las nuevas corrientes de pensamiento procedentes del ámbito internacional.
Ello permite a los economistas y responsables elaborar las medidas de política económica necesarias para reducir los desequilibrios económicos, que en el caso de España a partir de 1975 fueron muy graves. El análisis de las medidas del Plan de Estabilización y de los Pactos de la Moncloa, ha puesto de manifiesto que tuvieron un claro corte neoclásico y monetarista y se alejaron de las ideas keynesianas hasta entonces dominantes. En el Plan de Estabilización el viraje hacia la corriente monetarista estuvo propiciado por la imperiosa necesidad de reducir la inflación, a través de variables que actuaban sobre la liquidez. En el caso de los Pactos de la Moncloa las medidas monetaristas se ven reflejadas en un escenario más amplio, como son las referidas a la libertad de mercado y a la reducción del peso del sector público o el control de la masa monetaria, si bien debido a la gravedad de la crisis española, fueron necesarias otras políticas, como la de rentas, para poder frenar la espiral de inflación a la que se había llegado por la continua subida de los costes salariales y energéticos.
OBRA TRADUCIDA Y PUBLICADA EN CASTELLANO DE MILTON FRIEDMAN (1956- 1976)
A) LIBROS TRADUCIDOS AL CASTELLANO (1962-1976)
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1962. Teoría de los precios, Alianza editorial, Madrid. Existen otras ediciones en 1972, 1982 y 1990.
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1962. Un programa de estabilidad monetaria y reforma bancaria, Deusto, Bilbao. Otra edición de 1970.
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1966. Capitalismo y libertad, Rialp, Madrid.
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1967. Ensayos sobre economía positiva, Gredos, Madrid.
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1970. El balance de pagos: tipos de cambio libres y tipos fijos, Ateneo, Buenos Aires.
- *
1971. Dólares y déficit, Emecé, Buenos Aires.
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1971. La teoría cuantitativa del dinero: una nueva exposición. Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, Washington, FMI, BIRD, México.
- *
1971. El sistema monetario internacional y los derechos especiales de giro (DEG), Bolsa de Comercio de Caracas, Caracas.
- *
1973. Una teoría de la función de consumo, Alianza, Madrid.
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1976. Moneda y desarrollo económico, Ateneo, Buenos Aires.
B) ARTÍCULOS Y OTROS TRABAJOS PUBLICADOS EN LIBROS EN CASTELLANO (1963-1976)
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«Oferta de dinero y variaciones de los precios y de la producción», en La economía de mercado, vol. II, Sociedad de Estudios y publicaciones, 1963, pp. 223-258.
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«La general theory como estímulo para la investigación económica», en J.M. Keynes y otros: Crítica de la economía clásica, Ariel, Barcelona, 1968, pp. 66-72.
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«Una estructura teórica para el análisis monetario»(pp. 93-174); «Comentario sobre Tobin»(pp. 251-270); y «El nuevo monetarismo»(comentario) (pp. 309-314), en El nuevo monetarismo, introducción y selección de Luis Ángel Rojo, IEF, 1971.
- *
«Criterios para una política monetaria», en Problemas económicos actuales. Política monetaria versus política fiscal. II semana económica internacional, Dopesa, Barcelona, 1972, pp. 141-159.
- *
«Nueva formulación de la teoría cuantitativa del dinero» (pp. 153-167); «Un programa monetario y fiscal de estabilidad económica»(pp. 353-368), en Mueller, M.G. (ed.), Lecturas de Macroeconomía, ed. CECSA, México, 1974.
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«La demanda de dinero: algunos resultados teóricos y empíricos», en Estudios empíricos sobre la demanda de dinero, Confederación española de Cajas de Ahorro, Madrid, 1976.
C) ARTÍCULOS EN LA REVISTA DE ECONOMÍA POLÍTICA
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«¿Qué es la utilidad?», enero-abril, 1956, pp. 528-535.
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«La metodología de la economía positiva», mayo-diciembre, 1958, pp. 355-397
D) ARTÍCULOS EN INFORMACIÓN COMERCIAL ESPAÑOLA (1966-1970)
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«Oferta de dinero y variaciones de los precios y la producción», agosto-septiembre, 1966, pp.119-126.
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«Discusión de la brecha inflacionista», agosto-septiembre, 1966, pp. 139-141.
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«Economía Papal», junio, 1967, pp. 73-74.
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«El precio del oro», enero, 1968, pp. 53-55.
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«El precio del dólar», enero, 1968, pp. 55-57.
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«El papel de la política monetaria», enero, 1969, pp. 99-109.
- *
«Impuestos, dinero y estabilización», enero, 1969, pp. 111-114.
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«Los anticuados DEG», octubre, 1969, pp. 183-184
- *
«Paul Samuelson, nobel de Economía», octubre, 1970, pp. 205-207.
E) ARTÍCULOS EN HACIENDA PÚBLICA ESPAÑOLA
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«El alivio de la pobreza», n° 1, 1970, pp. 212-215 (corresponde al capítulo XII de la obra de Friedman Capitalismo y libertad).
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«La política monetaria USA después de la Employment Act de 1946», mayo-agosto de 1972, pp. 10-42.
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«Defensa de los tipos de cambio flexibles», enero-abril, 1973.
G) ARTÍCULOS EN ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES
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«Inflación y desempleo», n° 3, 1976, pp. 100-114 (Conferencia que dio Milton Friedman con motivo de la concesión del Premio Nobel de Economía en 1976).
H) RECENSIONES DE LIBROS Y OTROS TRABAJOS PUBLICADOS EN REVISTAS ESPAÑOLAS
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1959. A theory of the consumption function. Moneda y Crédito, 71: 113-115.
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1960. Studies in the quantity theory of money. Moneda y Crédito, 75: 124-127.
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1963. Un programa de estabilidad monetaria y reforma bancaria. Boletín de estudios económicos, 58: 160-162.
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1963. Un programa de estabilidad monetaria y reforma bancaria. Anales de Economía, enero-marzo: 199-203.
- *
1963. Price theory. A provisional text. Boletín de estudios económicos, 59: 453-454.
- *
1966. Capitalismo y libertad. Moneda y Crédito, 99: 139-140.
- *
1968. Ensayos sobre economía positiva. Boletín de estudios económicos, 73: 180-182.
- *
1970. Capitalismo y libertad. Boletín de estudios económicos, 81: 809-810.
- *
1971. “Politique monetaire ou fiscale?” (junto a W. W. Heller). Hacienda Pública Española, 11: 427-429.
- *
1971. El balance de pagos. Tipos de cambio libres y tipos fijos. Boletín de estudios económicos, 83: 747-748.
Según señala Skidelsky (2009), p. 132, el final de la era keynesiana arranca de las declaraciones del primer ministro británico James Callaghan, quien en 1976 afirmaba que la opción de «gastar para salir de la recesión ya no existía», y que en el pasado solo había funcionado «inyectando dosis cada vez mayores de inflación en la economía».
En este sentido destaca la labor del Instituto de Economía de Mercado (actualmente Instituto Universitario de Economía de Mercado) y de su creador y director durante los años 1978 a 1982, Pedro Schwartz Girón, quien invitó a Friedman en varias ocasiones a nuestro país, y como él mismo señala (Schwartz, 2006), se propició la emisión de la serie televisiva Libertad de elegir, así como la publicación de algunas de las obras de Friedman. Esta tarea de difusión de las ideas de M. Friedman la sigue desarrollando en la actualidad, con artículos como «Friedman sí, Nairu no» (2006), «Milton Friedman y la libertad» (2007) o «Milton Friedman, gigante del s. xx» (2007).
Sobre la labor de promoción y dirección de revistas científicas por parte de Enrique Fuentes Quintana, véase Sánchez (1997), pp. 50-60 y Sánchez (2007), pp. 69-79.
La versión al castellano de este artículo fue realizada por Agustín Cotorruelo y autorizada por la revista The Economic Journal.
Esta cuestión ya había sido objeto de estudio por parte de Milton Friedman en el artículo “The utility analysis of choices involving risk”, que había publicado en 1948 junto con J. L. Savage, en el Journal of Polítical Economy. En él se analizaban las decisiones tomadas bajo condiciones de incertidumbre.
Ese trabajo de Friedman, como ha señalado Ferrero (2002), p. 32, «le situó casi inmediatamente en la cumbre de la metodología económica, convirtiéndose en uno de los artículos de metodología económica más influyentes».
En este artículo, Friedman criticaba el ensayo de W. Salant “The inflationary gap”, presentado en 1941 en el encuentro anual de la Econometric Society y publicado en American Economic Review en junio de 1942.
Este artículo de Friedman, correspondía a una intervención suya en la reunión anual de la «American Economic Association» en diciembre de 1967, en la cual se refería tanto a las metas perseguidas por la política monetaria como a sus efectos, haciendo hincapié en el papel del dinero en las sociedades contemporáneas.
Fue publicado en The Banker, CXVIII, n.° 514, diciembre 1968, pp. 1094-1098, y también en el Washington Post.
Este trabajo es atribuido al profesor Fuentes Quintana por Fernández Pampillón en el artículo «Milton Friedman: semblanza de un premio Nobel», publicado en el n° 3 de Económicas y Empresariales en 1976, pp. 84-99.
La mayor flexibilidad en los tipos de cambio, también fue propuesta por Friedman en su artículo «“Los anticuados DEG”», citado anteriormente. Los Derechos Especiales de Giro como instrumentos de reserva, según Friedman, habían quedado anticuados y se necesitaba un mejor mecanismo de ajuste, no una mayor capacidad para retrasar los reajustes. Además consideraba que la creación de los DEG solo iba a conducir a nuevas crisis financieras.
En 1973, se publicó por Alianza la traducción del libro de Milton Friedman A theory of the consumption function, que en su versión original había aparecido en 1957 editado por Princenton University Press.
Se titulaba “The relative stability of monetary velocity and the investment multiplier in the United States: 1897-1958”, formando parte del libro Stabilization Policies.
Como ha resumido Sebastián (2007), p. 56, el grueso de la obra escrita por el profesor Rojo puede agruparse en cuatro áreas: 1) teoría y práctica de la política monetaria, 2) cuestiones económicas actuales, 3) ensayos de historia económica, y 4) ensayos sobre pensamiento económico.
En este sentido señalaba que, «entre 1936 y 1968 hemos vuelto a desplazarnos lentamente hacia el largo plazo. Keynes escribió en una ocasión: A largo plazo, todos estamos muertos, y esta frase, que en su momento y en su contexto tenía un sentido importante, nos parece ahora, enfrentados con una nueva problemática, una frase peligrosa y poco afortunada ligada al escaso sentido histórico que padeció Keynes» Rojo (1968), pp. 230-231.
Como los que habían realizado el grupo de economistas del Banco de la Reserva Federal de San Luis (noviembre de 1968, noviembre de 1969 y febrero de 1970), cuyos trabajos mostraban evidencia empírica de que la política monetaria provocaba efectos mucho más intensos, rápidos y previsibles sobre la demanda global que la política fiscal.
Tras la primera crisis del petróleo, el gobierno español empezó a aplicar una política de subvención de los precios de la energía, lo que derivó en una inflación reprimida.
Lo que defiende en su trabajo Dinero, Crédito, Tipos de Interés, Actividad y Precios. Un Análisis de Causalidad de 1977. (Rojo y Pérez (1977), p. 15).
Como recuerda Fuentes (2005), p. 41, los costes laborales en España suponían en aquellos momentos el 65% de los costes totales.
La tasa de inflación pasó del 22,4% en 1977 al 14,7% el año siguiente, según datos del INE utilizando para su cálculo la metodología del IPC de 2006.
El saldo de la Balanza de Pagos por cuenta corriente en 1978 y 1979, fue del 1% y del 0,5% del PIB, respectivamente (De la Dehesa (2003), p. 68).