En el último tercio del ochocientos, depósitos y zonas francas surgieron en distintos países europeos como una herramienta más al servicio de la política económica. En el cambio de siglo varios puertos españoles quisieron dotarse de esta institución para remediar la pérdida de las últimas colonias de ultramar, atraer tráfico y, en el mejor de los casos, ayudar a la exportación. Tras quince años de debates parlamentarios y polémicas, fueron autorizados durante la Primera Guerra Mundial los Depósitos Francos de Barcelona, Bilbao, Cádiz y Santander. Además de las transformaciones que inicialmente contemplaba el régimen franco, como el tostado del café o la extracción de aceite de copra, no tardaron en desarrollarse otras actividades, principalmente el montaje de automóviles. La instalación de Ford fue un hecho decisivo tanto para los recintos francos como para la empresa norteamericana, que puso la franquicia arancelaria al servicio de su estrategia multinacional. El Depósito Franco permitía montar automóviles empleando componentes foráneos o nacionales, según conviniera, retrasando el pago del Arancel al momento en que el vehículo fuese importado a España o quedando libre de ese derecho si el destino del producto era otro país. La planta de ensamblaje barcelonesa casi alcanzó antes de la Guerra Civil un 40 por ciento de cuota del mercado interno. Además, la filial hispana de Ford tuvo un cierto éxito montando y vendiendo coches en Portugal, el norte de África, Italia o la Europa adriática.
In the last third of the nineteenth century free warehouses and free trade zones sprang up in several European countries as economic policy resources. At the turn of the century some Spanish ports wished to equip themselves with this institution in order to make up for the loss of the last ultramarine colonies, gain trade and help to promote commodity exports. After fifteen years of parliamentary debate and disagreement, the free warehouses of Barcelona, Bilbao, Cadiz and Santander were established during the First World War. In addition to the processes initially authorized, such as coffee roast or coconut oil refinement, other industries soon developed especially automobile assembly. The establishment of Ford was as decisive for the free warehouses as it was for the American company, which made good use of the duty-free institution. Free warehouses allowed the multinational firm to assemble automobiles using national or foreign components, delaying taxes until the car was imported to Spain or remaining free of those tariffs if the merchandise was sent to another country. The assembly plant of Barcelona made up about 40 per cent of the domestic market before the Civil War, and was successful in assembling and selling automobiles in Portugal, North Africa, Italy or Adriatic Europe.