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Vol. 7. Núm. 2.
Páginas 340-341 (junio 2011)
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Vol. 7. Núm. 2.
Páginas 340-341 (junio 2011)
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Sasha D. Pack: La invasión pacífica. Los turistas y la España de Franco. Barcelona, Turner, 2009, 343 págs.
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Rafael Vallejo Pousada
Universidade de Vigo, Vigo, España
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El turismo de masas es un fenómeno socioeconómico complejo. Su historia está sujeta a múltiples enfoques y perspectivas. Ese carácter polifacético propicia, más que la historia, las historias del turismo. Así, sobre este sector es posible elaborar una historia sociocultural, una política, una medioambiental, e indudablemente una historia de la política turística o una historia económica, que tenga en cuenta la oferta y la demanda del sector y sus efectos sobre el producto interior de los países turísticos, el consumo, la inversión, el empleo o el equilibrio exterior de la economía.

En España suele considerarse el turismo como un fenómeno de los años sesenta, cuando el país se sitúa en los primeros puestos del ranking mundial de potencias turísticas; pero, en realidad, desde finales de la década de 1940 se ha convertido en un factor destacado de nuestro modelo de desarrollo. No estoy seguro de que la Historia Económica española haya incorporado suficientemente el fenómeno turístico a sus explicaciones sobre el desarrollo del siglo xx, otorgándole una importancia similar a la que realmente tiene como sector productivo, por su peso en los niveles de ocupación y la renta del país, y no solo por sus aportaciones a la compensación del persistente desequilibrio externo desde la década de 1940.

Es llamativo que un sector que desde hace algunos años aporta en torno al diez por ciento del PIB español y del empleo no haya encontrado un capítulo específico en las excelentes Estadísticas históricas de España, a las que ha sido incorporado a través del sector exterior, en lo que creo constituye un reduccionismo de su importancia desde mediados del siglo xx. Lo mismo podríamos decir respecto a los manuales de Historia Económica; una simple ojeada pone de relieve que su papel en el desarrollo económico español no está suficientemente registrado en esas síntesis generales, poco receptivas a lo que los especialistas en la historia económica del turismo han aportado. De todas formas, aquí solo deseo poner el acento en que, durante estos últimos años, han visto la luz diversas historias generales del turismo que, desde la historia social o la política, nos sitúan ante la importante dimensión del sector en la España del siglo xx, a las que habría que añadir las historias regionales o provinciales del turismo, que aquí no podemos referir por razones de espacio. Entre las generales, cabe destacar la excelente monografía de Ana Moreno [Moreno Garrido (2007), Historia del turismo en España en el siglo xx, Madrid, Síntesis], la investigación de Beatriz Correyero sobre la propaganda de Estado a través del turismo [Correyero y Cal (2008), Turismo: la mayor propaganda de Estado. España desde los orígenes a 1951, Madrid, Visión Libros] o el más reciente libro objeto de esta reseña, La invasión pacífica, del profesor estadounidense Sasha D. Pack, cuyo título recoge una expresión que hizo fortuna al principio de los años sesenta.

Aunque el título alude a la España de Franco, este libro tiene un mayor recorrido temporal: comienza en el siglo xix y llega hasta la década de 1970. Se organiza en siete capítulos, además de la introducción y la conclusión, en las que el autor da las claves de su enfoque. Su perspectiva prima la dimensión política del fenómeno turístico en España, ligando su promoción a la idea, a la voluntad, de modernizar el país, primero con el regeneracionismo finisecular y el reformismo del primer tercio del siglo xx; después, en el franquismo, con algunas familias y personajes del régimen, que Pack encuentra en los responsables directos de la política turística, que persiguen las divisas que proporcionará el turismo y aumentar la «estatura internacional» del país. Así, el autor integra el análisis del turismo dentro de su particular interpretación de la política de modernización española. Al hacerlo así se enfrenta a la paradoja del turismo en la dictadura de Franco, que tiene que resolver la contradicción entre, por un lado, las reservas ideológicas y morales ante un fenómeno que expone al régimen a la «contaminación» externa y, por otro, las angustiosas necesidades financieras del país y los medios para superarlas. Como en último extremo se trata de garantizar la supervivencia del régimen, la contradicción acaba resolviéndose por el lado de la necesidad. Y con esta aceptación emergió el turismo de masas, cuyos inicios Pack registra, con acierto, ya a finales de los años los cuarenta, cuando España empieza a perfilarse como destino turístico, hasta convertirse, avanzados los años cincuenta, en uno de los epicentros del turismo vacacional europeo.

Este es un libro muy bien documentado, apoyado en las investigaciones y la bibliografía disponibles, y en fuentes archivísticas originales, foráneas y españolas. Pack ha recurrido también a la investigación oral, de modo que conoce de primera mano la historia que narra. Esta meticulosa investigación permite desvelar los aspectos más sobresalientes del fenómeno turístico español. El capítulo 1 analiza el turismo del siglo xix, su dimensión política y económica en el primer tercio del siglo xx, cuando irrumpe la política turística de la mano de la Comisión Nacional, la Comisaría Regia, el Patronato Nacional de Turismo y la Dirección General de Turismo en la República, que mantendrá el primer franquismo, tras el Servicio Nacional de Turismo de la guerra. En los capítulos 2 y 3, referidos al período 1945-1957, se explican la recolocación internacional de España tras el aislamiento que siguió a la Segunda Guerra Mundial, la opción por la autosuficiencia y el papel del turismo como proveedor de divisas y como componente en las negociaciones diplomáticas y comerciales bilaterales. También se abordan los obstáculos económicos y extraeconómicos del desarrollo turístico, algunos de los cuales impidieron explotar todas las posibilidades que ofrecía. Se identifican igualmente los factores que favorecieron su desarrollo en los años cincuenta y el intervencionismo en el sector, el debate moral frente a las costumbres de los turistas y sobre las potencialidades económicas del turismo, en parte propiciado por el primer —y frustrado— Plan Nacional de Turismo (1952-1953).

El capítulo 4 está dedicado al «gran salto» del turismo en el período 1957-1962, en el que se narra la importancia de las divisas turísticas, uno de los sostenes del Plan de Estabilización; se describe asimismo la competencia entre países por el turismo internacional y el papel del vuelo chárter, así como la eclosión de la inversión en el litoral y de la especulación urbanística. El capítulo 5 se ocupa de la «era turística de Fraga», que empieza con la identificación de las diferentes posturas respecto al turismo y a su papel en el desarrollo interior; un debate que se llevó a los Planes de Desarrollo y a todas las políticas de fomento turístico. El capítulo se completa con el estudio de los instrumentos fundamentales de la política turística y de la preocupación que suscitan las deficiencias en las infraestructuras para el desarrollo turístico. El capítulo 6 analiza las dimensiones sociopolíticas del turismo, que Fraga supo cultivar: su utilización como factor de proyección exterior y de legitimación del régimen; la doble dimensión de la publicidad turística, como propaganda política y como promoción más profesional; la voluntad de Fraga de crear una conciencia turística nacional y una identidad nacional en la que el turismo diese el tono de un país hospitalario, abierto a la civilización occidental, así como de un país de «unidad y diversidad», para actualizar y diversificar la imagen exterior de España. También se trata la preocupación por diversificar la oferta turística, así como el impacto del turismo en el mercado laboral y la escasa cualificación del factor humano.

El capítulo 7 está dedicado a la reorientación que se quiere dar al turismo en los primeros años setenta, asociada a cierta desilusión en determinados ámbitos. Por él desfilan las críticas a la gestión turística del gobierno y otras más generales a los problemas estructurales generados con el turismo: el deterioro de la calidad de la demanda turística, la excesiva dependencia de los tour-operadores extranjeros; el descontrol urbanístico, el problema del monocultivo turístico, etc. Eran problemas provenientes de los años previos, acumulados y no resueltos, en cuya exposición encuentro que el aspecto cronológico y el temático no están bien acoplados. En mi opinión, este capítulo, y algún otro apartado del libro, no han resuelto de forma totalmente acabada la sintonía entre el relato temporal y el temático, de forma que el lector pierde, en ciertos aspectos, el hilo cronológico de los hechos relatados. También me han llamado la atención algunas imprecisiones en la traducción, que desmerecen en una obra de esta importancia, como «cupones de comida» en lugar de «cupos» (p. 102) o «legitimizar» los regímenes políticos en vez de legitimar (p. 170), o cuando se alude a la «liberalidad (sic) reformista de Fraga» y a «conciliar el intercambio económico liberalista (sic) con unas instituciones políticas y sociales pétreas» (p. 209).

Mayor atención merece, en todo caso, la interpretación que Pack hace de la política turística de Fraga y de los debates en torno a ella. En esencia, el autor considera que Fraga es un reformista, neo-regeneracionista, aperturista y liberal que plantea el turismo como un elemento de modernización nacional y europeización, y que en esta aspiración «los infatigables reformistas del ministerio de Fraga» se encuentran con la resistencia «del sector más conservador y sedicente de los tecnócratas (…) del Opus Dei», un grupo «de inclinación abiertamente antidemocrática» que «fomentaba una industria convencional, casi siempre a costa del turismo» (p. 29), del que solo tiene una visión monetaria, instrumental, como partida compensadora a corto plazo del desequilibrio exterior español, negándose a considerarlo como factor de desarrollo a largo plazo. El autor encuentra esa confrontación en la negociación entre el equipo de Fraga y el del Comisario del Plan de Desarrollo, López Rodó, sobre el papel que se le atribuía al turismo en el I Plan de Desarrollo, en el freno al intento de Fraga de controlar desde su Ministerio el desarrollo territorial del turismo con la Ley de Zonas y Centros de Interés Turístico Nacional (1963), o en las demandas, no satisfechas, en materia de política fiscal respecto al turismo. Pack documenta bien las negociaciones sobre el estatus del turismo en el Plan, la lucha política con motivo de la Ley de Zonas, en la que los ministerios afectados no estuvieron dispuestos a ceder excesivo «poder» a un solo ministro (pp. 192-194). Pero creo que no enfoca bien los debates de fondo. Así, cabe formular algunas conjeturas. En primer lugar, el debate sobre el modelo de desarrollo y el papel del turismo no enfrentó solo al equipo económico de Fraga y a los departamentos económicos controlados por los tecnócratas. Existen más intérpretes y con mayor pluralidad que la que se desprende de la interpretación de Pack. En segundo lugar, los tecnócratas no se comportaron como un bloque monolítico, entre ellos hubo enfrentamientos y luchas por el poder, como reflejan las memorias de Navarro Rubio o López Rodó. En tercer lugar, el análisis del I Plan de Desarrollo revela la especial atención que presta al turismo. Realmente lo que hay en este aspecto, más que una gran disensión de fondo, es una confrontación por el estatus de la política turística y el poder de Fraga: los tecnócratas se niegan a reconocerle la condición de ministro económico y a darle la autonomía de decisión que aquél pretende. Es sintomático que, con Fraga ya fuera del MIT, en 1971 el III Plan de Desarrollo identificase el turismo como «importante factor del desarrollo español», cuando el ministro de Información y Turismo es Sánchez Bella, un técnico sin filiación aparente, bien relacionado con Carrero Blanco.

En suma, es oportuna la opción de Pack de introducir el turismo y la política turística en las grandes líneas de confrontación en el seno de régimen, y en los proyectos en pugna por definir su evolución y controlar su institucionalización. Pero quizás algunos estereotipos hayan desdibujado algo su interpretación, que me suscita algunas dudas. Precisamente, estas dudas afloran porque el de Pack es un gran libro, capaz de suscitarlas. Estamos ante una obra importante que aporta hechos y líneas argumentales para valorar, para reflexionar sobre el impacto de esta industria en el desarrollo histórico de la España contemporánea y las dinámicas que influyen sobre su identidad, incluidos los vínculos con la Europa desarrollada, en la que aspiró a integrarse y a ser reconocida. Porque, como afirma el autor, el turismo fue, en la España de Franco, una forma de abrazarse a esa Europa.

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