Los profesores de la Universidad de Barcelona, Yolanda Blasco, doctora en Historia Económica, y Carles Sudrià, doctor en Economía y catedrático de universidad, ambos con dilatada experiencia investigadora en la historia financiera contemporánea, presentan en este libro el estudio histórico del Banco de Barcelona, primera entidad bancaria que adoptó la forma de una sociedad anónima en Cataluña y tercera en España. La historiografía ha señalado con profusión la relevancia del banco barcelonés en el sistema financiero catalán durante la primera industrialización de la región y su papel central en la comprensión de la realidad económica catalana contemporánea. Bajo estas premisas, la monografía nos ofrece los resultados de un proceso de investigación minucioso sobre la entidad financiera, que ha contado con la ayuda de Francesc Cabana, autor de la que, hasta ahora, era la única obra dedicada en exclusiva al Banco de Barcelona, y de otros investigadores como Pilar Nogués, cuya colaboración previa con la profesora Blasco queda puesta de relieve desde los primeros capítulos. Asimismo, la riqueza de las fuentes empleadas constituye uno de los grandes méritos del libro. La obra se nutre directamente de las 181 cajas de documentos, relativos a la institución barcelonesa, que la doctora Blasco localizó en las dependencias del Banco Central Hispano en el transcurso de la elaboración de su tesis doctoral, plasmada en gran medida en el texto.
El libro que ahora publica la editorial Lid recoge solo una parte de esa investigación. En concreto, aquella que se corresponde con la fase en la que el Banco de Barcelona disfrutó del privilegio de emisión, hasta el año 1874. Por tanto, se puede considerar esta obra como el primer volumen de una mucho más amplia, que se completará con la futura publicación de la trayectoria del banco catalán tras la pérdida del citado privilegio. El libro que nos ocupa se ha estructurado de manera rigurosa, y cronológica, en dos partes, que presentan una organización similar. En este sentido, el contenido de cada una de ellas refleja, en primer lugar, los cambios financieros y la coyuntura económica internacional, nacional, regional y local del período correspondiente en el que opera el Banco de Barcelona. En segundo lugar, se procede a estudiar en detalle la institución, realizando, entre otras cosas, un análisis financiero de sus políticas de activo y pasivo y de su organización interna. Los autores emplean también criterios de solvencia, liquidez y rentabilidad con el fin de evaluar la gestión del banco. Temporalmente, la primera parte del texto se extiende hasta mediados de la década de 1850, cuando se liberaliza el marco legal de las actividades bancarias. La segunda parte abarca el estudio de la trayectoria del Banco de Barcelona desde las leyes de 1856 hasta la promulgación del Decreto Echegaray de 1874. Por último, la obra ofrece un breve epílogo dedicado a la encrucijada en que se encuentra el Banco de Barcelona al finalizar el privilegio de emisión.
De este modo, la primera parte se inicia con una visión general del sistema financiero europeo y español del siglo xix, en la que se introducen de manera breve algunos apuntes sobre las instituciones financieras catalanas del siglo xviii. A continuación, el texto aborda el proceso de fundación del Banco de Barcelona y las circunstancias que lo rodearon. Esta empresa abrió sus puertas en agosto de 1845 y constituyó, en palabras de sus autores, una de las iniciativas más ambiciosas del período, en cuanto a inversión de capital, y una de las más grandes, en cuanto a número de accionistas. Sus funciones se encuadraron en las de banca comercial, banco de depósitos, y en especial, las de un banco emisor. Según los estatutos, el banco debía realizar tres cometidos: a través de los billetes emitidos, ejercería la función de crédito, mediante los depósitos, ejercería la función de custodia de valores y a través de las cuentas corrientes, la de giro. Sus primeros años de vida fueron de rápida expansión pero también de transición y aprendizaje; en ellos se trató de mantener siempre un capital nominal superior al desembolsado con el fin, entre otros, de ofrecer ventajas económicas a sus accionistas, para los que el banco resultó un buen negocio. Una parte de los recursos que captó se mantuvo en caja, con el fin de dotar de liquidez a las operaciones, y otra parte se invirtió en diversos préstamos y descuentos.
La crisis financiera de 1848 puso a prueba a la recién nacida firma bancaria. El inestable contexto político, las malas cosechas, los altos precios de los cereales y del algodón, el pánico desatado y, además, los robos de géneros hipotecados en los almacenes del banco lo colocaron al borde de la suspensión de pagos. Necesitado de liquidez, la firma tuvo que demandar ayuda a sus accionistas y directivos. En paralelo, los autores resaltan el indudable papel que la entidad jugó en la modernización financiera catalana. Su existencia transformó el mercado financiero barcelonés al ofrecer medios de pago, incentivar el uso de efectos comerciales, financiar una fracción significativa de las importaciones de algodón que llegaban al puerto de Barcelona (20% en el año 1846) e introducir el uso de las acciones de las sociedades anónimas como garantía de préstamos y descuentos. El Banco de Barcelona superó la crisis, pero su operativa y su organización interna se vieron transformadas. Al calor de los cambios en la legislación financiera, de naturaleza restrictiva, que jalonaron este difícil período, el ritmo de actividad del banco se volvió más pausado, si bien su papel como proveedor de medios de pago y modernizador del sistema financiero continuó. Durante su primera década de vida va a actuar como el único oferente de crédito formal en la plaza. Así, hasta 1856, el mercado financiero catalán estuvo dominado por el Banco de Barcelona junto a un pequeño grupo de banqueros particulares. Tras las nuevas leyes bancarias del citado año, la firma dejó de disfrutar de una posición monopolista y perdió cuota de mercado a favor de sus competidores, nuevas entidades de crédito que durante la fase 1856-1866 compitieron con el banco, incluso mediante la creación de papel moneda. Este nuevo contexto se refleja en la segunda parte de la obra, dedicada al estudio del desempeño del banco desde el año 1855 hasta el año 1874. El banco barcelonés amplió el crédito, siguiendo la expansión de la demanda de capitales que tuvo lugar desde mediados del decenio de 1850, pero poco alteró las estrictas medidas de garantía aplicadas a la concesión de créditos, manteniendo así una actitud de prudente expectativa.
Al igual que en la primera etapa de su vida, una gravísima crisis, en este caso la de 1866, marcó un punto de inflexión en el devenir de la empresa. La cautela presidió la mayoría de las decisiones que tomó el banco en esta coyuntura. Así, tras la crisis, junto al Banco de Barcelona, únicamente dos sociedades bancarias sobrevivieron en la plaza barcelonesa, la Catalana General de Crédito y el Crédito Mercantil, cuya salvación dependió en gran parte de la voluntad del banco. Este recuperó su posición en el mercado financiero local, al menos en lo que se refiere a la circulación monetaria y a la captación de cuentas corrientes. Respecto a la política de activo, la empresa privilegió en gran medida las operaciones con el Estado, para de este modo dar empleo parcialmente a unos recursos ajenos en aumento. Es aquí donde los autores abren un notable interrogante en la investigación. En concreto, observan, entre 1866 y 1874, una contradicción entre la evolución económica catalana, expansiva en un contexto político inestable, y la del sistema financiero, dominado por el Banco de Barcelona, que se mostró muy poco dinámico en cuanto al crédito concedido, especialmente a particulares. Blasco y Sudrià apuntan a la necesidad de un mayor conocimiento de la actividad económica catalana de la etapa para responder a esta incógnita.
En conjunto, el texto ofrece una de las investigaciones más completas, exhaustivas y explicativas, con un destacado aparato estadístico y bibliográfico, realizadas hasta la fecha sobre el Banco de Barcelona, que imaginamos se completará en el futuro con la edición de un segundo volumen. Aunque los autores insisten en que muchas de las cuestiones que plantean podían ser «objeto de análisis más pormenorizados», pocas lagunas relevantes permanecen tras la lectura de la obra. Su utilidad y atractivo para todo aquel interesado en historia empresarial, y por supuesto financiera, resulta innegable.