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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Vol. 9. Núm. 3.
Páginas 188-189 (octubre 2013)
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Yochai Benkler. El Pingüino y el Leviatán. Barcelona, Ediciones Deusto, 2012, 218 págs.
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José Luis Herranz Guillén
Instituto Universitario de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad de Salamanca, Salamanca, España
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La filósofa y escritora libertaria Alissa Zinovievna Rosenbaum, más conocida por el seudónimo Ayn Rand, escribió en 1964 que «si nos preguntamos cuáles son las razones que subyacen en la fea mezcla de cinismo y culpa en la que pasa su vida la mayoría de los hombres, diremos que son estas: cinismo, porque ni practican ni aceptan la moralidad altruista; culpa, porque no se atreven a rechazarla» (Rand, 2006, p. 12). La mayoría de los economistas son herederos –lo sepan o no– de esta tradición filosófica que proclama una naturaleza humana egoísta, y que no solo afirma el egoísmo motivacional (en sus diversas concepciones: búsqueda de la utilidad, el propio interés, hedonismos, etc.), sino que además confiere a este rasgo psicológico un beneficio social superior al que resultaría del altruismo. Según esta doctrina el egoísmo se presenta como atributo natural, evidente y axiomático; no así el altruismo –acción finalista conducente a la mejora de otros individuos–, que suele considerarse sospechoso, y por ello de obligada demostración (y de ahí la causa del cinismo y de la culpa que apunta Rand). Sin embargo, para los nuevos enfoques del altruismo (filosóficos, neurocientíficos, biológicos y económico-experimentales) esta intención de la conducta no requiere un análisis especial, pues parten de que tanto egoísmo como altruismo aparecen espontáneamente en la interacción humana si se dan las circunstancias propicias. El libro que aquí comentamos explica cómo no persiguiendo exclusivamente el propio interés se consiguen en ocasiones, cooperando, resultados agregados excelentes, y además, en ciertos casos, resultados individuales y sociales superiores a los que se dan en los órdenes no-cooperativos. Tux, el pingüino logotipo de Linux, representa la cooperación frente al normativismo desconfiado y controlador del Leviatán.

Yochai Benkler es profesor de Derecho Empresarial en la Universidad de Harvard y autor de algunos trabajos importantes sobre derechos de propiedad, organización comunitaria de la producción, y modelos de interacción cooperativa en el ámbito de Internet (Benkler, 2002, 2006). En El pingüino y el Leviatán plantea que en las teorías económica, jurídica y política se suele pasar por alto y subestimar la relevancia de los patrones espontáneos de interacción cooperativa, empíricamente abundantes en la vida privada cotidiana y en los ámbitos públicos de la producción y la innovación. Además, piensa que el moderno sistema de economía de mercado se ha mostrado muy capaz de aprovechar el potencial competitivo e individualista del ser humano, pero no ha hecho lo mismo con su extraordinaria capacidad cooperativa y grupalista. Paradójicamente, instintos cooperativos ancestrales como la empatía, la reciprocidad y la identificación psicológica con grupos sociales, se están mostrando decisivos, entre otros resultados, en la producción de tecnología, y en la generación y difusión de conocimiento a través del medio relacional más moderno: Internet. La cooperación aparece y se expande siempre que las personas encuentran un marco adecuado para desarrollar sus motivaciones prosociales, excitando aquellas emociones y sentimientos provechosos al interés grupal y al bienestar comunitario. No obstante, el autor expone que la creación de ese marco favorable es más bien excepcional en las instituciones económicas del capitalismo, incluidas las propias organizaciones estatales.

El libro ofrece al lector un recorrido divulgativo por la literatura más relevante sobre la cooperación de las 2 últimas décadas. Es curioso que en este trabajo no aparece una definición clara y formal de qué es la cooperación (ni si existe algún matiz respecto al altruismo); el lector ha de entresacarla del texto: acción no motivada «únicamente en la compensación por incentivos, las sanciones o el control jerárquico» (p. 12), realización de aportaciones voluntarias dentro de algún proceso social de generación de valor (p. 13), «colaborar para servir al bien colectivo de la organización por voluntad propia» (p. 19), sacrificar los intereses individuales en favor de otras personas o grupos (p. 83), etc. Se echan en falta, además, notas bibliográficas y comentarios técnicos dirigidos al público especializado, ya sean del autor o del traductor.

El tema de la cooperación ha adquirido una significativa importancia en las últimas décadas en biología, teoría de juegos y economía. La evolución de la cooperación humana fue elegida en el año 2005, en el número especial conmemorativo del 125o aniversario de la revista Science, uno de los 25 problemas científicos más importantes por resolver en el s. xxi. En economía, la temática de la cooperación también ha experimentado un destacable impulso dentro de los últimos avances acaecidos en la economía experimental y la neuroeconomía, y además ha recibido el reconocimiento del premio Nobel concedido en 2009 a Elinor Ostrom, estudiosa de la organización humana que ha dedicado buena parte de su trabajo científico a refutar la hipotética tragedia de los bienes comunales.

Aunque Benkler es partidario de estudiar y experimentar la cooperación humana al estilo del diseño constructivista, no se le puede etiquetar como defensor del intervencionismo estatal ni tampoco de radical anticapitalista. Si acaso sería un radical no radical, que no cuestiona estrictamente el núcleo de la teoría económica estándar, dígase: (1) que una sociedad próspera y desarrollada puede basarse sencillamente en la interacción de individuos egoístas, sin necesidad de interés por la comunidad, compromiso ético o benevolencia; (2) que las estructuras organizativas y formas de gobierno de la actividad económica predominantes en una sociedad de mercado (la empresa y el propio mercado) obedecen a una superior eficiencia. Benkler coincide en parte con los economistas radicales cuando expresa un desacuerdo matizado con el postulado (1). Respecto al postulado (2), propugna la superior eficiencia de la cooperación frente a la competencia y la jerarquía en casos concretos. Así ha ocurrido, entre otros asuntos, con el desarrollo del software de código abierto GNU Linux, la organización de la seguridad urbana mediante un sistema de colaboración de los grupos étnicos y religiosos en una gran ciudad, o la movilización electoral por medio del voluntariado coordinado en las redes sociales de Internet, que llevó a la presidencia de EE. UU. a Barack Obama.

Benkler plantea la necesidad de un cambio de mentalidad en las organizaciones empresariales para avanzar hacia la comunidad de objetivos e intereses, como en los exitosos casos de Toyota en la planta que perteneciera a General Motors en Fremont (California), o la línea aérea Southwest Airlines. Asimismo, propone una revisión de los sistemas de acción colectiva basados exclusivamente en la regulación de los incentivos individuales, como en el ingenioso sistema de seguridad y orden público de la ciudad de Chicago, la construcción social de la Wikipedia con el trabajo de colaboradores voluntarios, o los nuevos sistemas de descarga de música en Internet al estilo del sello Magnatune, en los que el cliente pone el precio del artículo que adquiere. Presuponer que todos somos tan egoístas y diseñar organizaciones e incentivos como si así fuera exacerba el egoísmo. Por el contrario, confiar más en las personas favorece que afloren las pulsiones generosas y amables que motivan la cooperación: «Durante décadas hemos diseñado sistemas adaptados a aprovechar las tendencias egoístas, sin tener en cuenta los posibles efectos positivos del enorme potencial para la cooperación presente en la sociedad» (p. 31). ¿Dónde se halla ese potencial humano de cooperación? Curiosamente no se encuentra en el cálculo y la deliberación racional, sino en emociones y otros instintos implantados en la evolución, como la empatía, la solidaridad hacia el grupo de afines, el conformismo con las normas sociales, la capacidad de compromiso con actividades creativas de producción conjunta, la lealtad hacia objetivos establecidos participativamente, etc. Así, la cooperación puede incrementarse integrándola en el modelo e incidiendo en los elementos que configuran un sistema de cooperación. Este es el objeto de estudio de la nueva «ciencia de la cooperación» que propone Benkler. ¿Programa de investigación alternativo o nuevo paradigma de la ciencia social?

Bibliografía
[Benkler, 2002]
Y. Benkler.
Coase's penguin, or Linux and the nature of the firm.
The Yale Law Journal, 112 (2002), pp. 369-446
[Benkler, 2006]
Y. Benkler.
The wealth of networks.
Yale University Press, (2006),
[Rand, 2006]
A. Rand.
La virtud del egoísmo.
Editorial Grito Sagrado, (2006),
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