¿Qué sucedió en el siglo xix que provocó que en algunos países la gente experimentase un crecimiento sin precedentes de sus salarios reales, la expansión del empleo en la economía de mercado y la satisfacción creciente con su trabajo? ¿Qué causó que algunas sociedades perdiesen ese impulso inicial en el siglo siguiente? Edmund Phelps –Nobel de Economía en 2006 y reputado economista a nivel internacional por sus contribuciones a la teoría macroeconómica, especialmente por sus investigaciones sobre el impacto de las expectativas sobre el desempeño macroeconómico– aborda estas cuestiones en Mass flourishing. Esta obra constituye un abigarrado ensayo sobre cómo se alcanzó esa rara prosperidad y cómo se perdió, o cómo, en el caso de EE. UU., la economía está perdiendo dinamismo (manifestado por la caída de la productividad). Es, asimismo, un sorprendente y provocativo libro a caballo entre la economía y la historia, una particular visión ética, política y social, que ofrece interesantes perspectivas y retos tanto a los economistas más teóricos como a los historiadores de la economía.
En el libro, Phelps propone adoptar una nueva perspectiva sobre la naturaleza y las causas de la prosperidad de las naciones, en la que flourishing es el corazón de la prosperidad: supone compromiso, enfrentar retos, la autoafirmación y el crecimiento personal. Flourishing para las personas proviene de la experiencia de lo nuevo: nuevas situaciones, nuevos retos, nuevas ideas que desarrollar y compartir. A escala nacional, la prosperidad es consecuencia del mass flourishing. Pero, ¿qué significa exactamente este extraño término para el autor? Por flourishing (que literalmente podríamos traducir por «florecimiento», «prosperidad»), el autor entiende eudemonía (¿¿δαιμονíα, traducido generalmente como «felicidad») en su sentido aristotélico. En particular, se refiere a una traducción sugerida por Thomas Nagel de la Ética a Nicómaco (I.4 1095a 14-20), una interpretación muy especial y comprehensiva que hace referencia al conjunto de elementos prácticos que determinan la vida y la acción humana, por oposición a la visión intelectualista que determina la «felicidad» como contemplación teorética. Y, sorprendentemente, ¡este es el tema central del libro! Se trata, por tanto, de una visión vitalista (las referencias al élan vital de Bergson son frecuentes) del ejercicio de las capacidades intelectuales y de la libertad de los individuos en el plano económico y societario (filosóficamente, el enfoque es modernista y, desde luego, anti posmoderno).
Así, no es extraño que el concepto fundamental sobre el que gira la explicación económica sea la innovación y el dinamismo que esta imprime, a través del ejercicio de la empresarialidad, al sistema económico y social. Pero no es un libro sobre innovación, sino sobre los valores de una sociedad que pone la innovación y el dinamismo en el centro de su vida: a esto se refieren los términos mass flourishing y grassroots innovation. Esta centralidad del espíritu innovador lo liga –se aprecian claras reminiscencias weberianas– al concepto de capitalismo moderno tal y como el autor lo entiende. Para Phelps, cualquier definición de capitalismo debe incluir la propiedad privada de (casi) todos los bienes de producción, así como la libertad de los propietarios de decidir en qué invertir dichos medios, a diferencia de lo que ocurre con los gremios o los sindicatos, en un sistema corporativista o una economía que obedece al dictado de los oligarcas del Estado. Sin embargo, en opinión del autor, estas notas no son suficientes para caracterizar el capitalismo moderno: el elemento fundamental es la experiencia de participar en el mismo, a través de la experiencia de lo nuevo. Así, las economías modernas no emergieron como tales hasta el siglo xix, con el desarrollo de las sociedades por acciones, las finanzas corporativas, los bancos de inversión y las leyes de patentes, novedades institucionales que, junto con el cambio de mentalidad que supuso la modernidad, permitieron desplegar la lógica del impulso innovador. A partir de ese momento se establecieron los cauces necesarios para asegurar procesos de innovación sostenidos en el tiempo: la concepción de nuevas ideas comerciales, la selección por los financieros de las más prometedoras, la introducción y desarrollo por los empresarios de nuevos productos o métodos de producción, así como la adopción (en su caso, el rechazo) por los consumidores de algunos de los productos que finalmente llegaban al mercado.
Para Phelps, la propensión de tal sistema a innovar depende críticamente de la multiplicidad de «personas con nuevas ideas», de los empresarios, los financieros, los creadores de mercados y los usuarios finales –tanto consumidores como managers–. A ello contribuye disponer de diversidad de formación, educación, visión estratégica y talento. No es sorprendente que una parte muy significativa de la innovación autóctona (indigenous innovation) que comenzó a expandirse a principios del siglo xix fuese fruto fundamentalmente de la iniciativa privada –siendo lo más frecuente, pero no estrictamente necesario para el despliegue del proceso, la propiedad privada–. Es más, no se requiere necesariamente un sistema de laissez-faire hasta el punto en que un «exceso» de libertad económica puede minar el funcionamiento del sistema. Una innovación en un país puede consistir en la aplicación de una invención o descubrimiento hecho por científicos fuera del sistema económico o en la introducción de una innovación generada en otra economía. O la nueva idea puede surgir del interior de la economía nacional, inspirada por la observación (Hayek, Kirzner) o la imaginación (Loasby) de productores, empleados, directivos o consumidores. Si la innovación fuese fundamentalmente fruto de la aplicación o imitación, un sistema socialista o corporativista podría alcanzar el desempeño de un sistema capitalista. Sin embargo, lo que es un mérito y nota distintiva del capitalismo moderno es la generación masiva de novedades dentro del propio sistema, y no la mera libertad económica.
No escapa al autor que un sistema como este tiene sus riesgos, siendo el principal la no inclusión de muchas personas en el mismo. Por este motivo está muy interesado en el análisis de los criterios de justicia. Pero desde una perspectiva general, para Phelps debe primar el dinamismo del sistema, pues es este el que en última instancia ha impulsado los mayores logros de bienestar para todos. Y los criterios empíricos para medir ese dinamismo son fundamentalmente 3: el crecimiento de la productividad, el nivel de empleo y la satisfacción con el trabajo.
Lógicamente, los enemigos del dinamismo son los enemigos del capitalismo moderno y sus valores: en particular, el socialismo, el corporativismo y los valores tradicionales. Al corporativismo y su relación con los valores tradicionales dedica una extensa crítica, especialmente en sus versiones más refinadas, en las cuales tiende a identificarlo con un estado del bienestar hipertrofiado y con el intervencionismo europeo, que según Phelps está siendo copiado parcialmente en EE. UU., debilitando así la productividad de la economía norteamericana (para un lector español resultará interesante preguntarse cuál es el grado de corporativismo de la economía española).
El libro se divide en 3 partes. En la primera –The experience of the modern economy (capítulos 1-4)– Phelps establece las bases teórico-económicas del libro y ofrece una revisión histórica sobre la formación de la economía moderna. La parte segunda –Against the modern economy (capítulos 5-8)– es una crítica a los 2 principales enemigos del dinamismo de la economía moderna: el socialismo y el corporativismo. Finalmente, la parte quizá más difícil del libro, pero que contiene el mensaje fundamental del autor –Decay and refounding (capítulos 9-12 más un epílogo)– constituye un excurso personal por la filosofía y los valores de una sociedad moderna. Resulta especialmente interesante la relectura (un tanto forzada) de Aristóteles que hace el autor sobre la vida buena y la justicia –ligados al flourishing– con argumentos muy cercanos a Rawls.
El interés de Phelps por estos temas no es nuevo; no en vano es director del Center on Capitalism and Society de la Universidad de Columbia y ya en su Lección Nobel –Macroeconomics for a modern economy–, al igual que en ensayos posteriores, aborda el tema principal de este libro. En definitiva, es un texto de referencia para todo lector interesado en aproximarse a los intentos de una refundación intelectual y práctica del capitalismo moderno.