Ricardo Robledo es un historiador con una fecunda y notable producción, que abarca una amplia gama de registros. Van desde la historia agraria a la política, desde la del pensamiento económico a la historia intelectual del país, abordada a través de la historia de sus universidades y, de forma más específica, de la de la Universidad de Salamanca, en que ejerció su magisterio. La Universidad española, de Ramón Salas a la Guerra Civil. Ilustración, liberalismo y financiación (1770-1936), objeto de esta reseña, incorpora, de forma afortunada, varios de esos registros.
Este libro se organiza en 3 grandes apartados, articulados a través de la Universidad de Salamanca: el debate ideológico en el tránsito del Antiguo Régimen al liberalismo en la universidad española, la financiación universitaria y el gasto educativo en España durante el sigloxix y primer tercio delxx. El primero, nuclear, es el dedicado a la vida y obra de Ramón Salas y Cortés (1754-1824), en los capítulos 1 a 4, con un capítulo 5 en que biografía a uno de sus contemporáneos en la Universidad de Salamanca, Toribio Núñez, el «apóstol» de Bentham en España. La de Salas es una profunda biografía intelectual en su contexto histórico, elaborada con documentación en muchos casos novedosa, que permite al autor identificar y reivindicar a un intelectual muy influyente en su época, en el campo del derecho político y constitucional, del derecho penal, y en el de la renovación de la enseñanza y los estudios universitarios, así como sus fuentes doctrinales. Salas, el gran difusor del utilitarismo de Bentham en España y en América Latina, defendía «enseñar a los jóvenes por sí mismos» y quebrar las barreras que obstaculizaban la entrada del conocimiento moderno. El conocimiento de su biografía intelectual le permite a Robledo reconstruir algunas de las claves necesarias para entender la historia cultural y política de este período crucial, formativo, de la contemporaneidad en España, pues las luchas por el poder científico revelan muy bien sus paralelismos con la luchas por el poder político, pese a sus desiguales modulaciones y alcance.
El segundo apartado (capítulo 6) está dedicado a la incorporación de la Economía política a la Universidad de Salamanca y a la enseñanza de esta disciplina, a través del debate para su incorporación en los estudios y las aportaciones de significados intérpretes de la misma como Santiago D. Madrazo, Vicente Lobo, Teodoro Peña y, en fin, del llamado grupo renovador del primer tercio del sigloxx (1906-1936). Está formado este por Francisco Bernis, Enrique Rodríguez Mata y Gabriel Franco, que fue director del Banco Exterior y ministro de Hacienda durante la IIRepública.
El tercer bloque del libro (capítulos 7 y 8) está dedicado a un aspecto novedoso en la Historia económica española, en el que cabe atribuir a Robledo un papel de pionero, en 2002 y 2005. Se trata de la financiación de las Universidades españolas en general y la de Salamanca en particular, entre la quiebra financiera del antiguo régimen y los cambios en el modelo de financiación durante el sigloxix y primer tercio del sigloxx. Pero aún más importante que esto, es que en el capítulo 8 aborda explícitamente la cuestión del gasto en educación en el país y el gasto de la universidad dentro del sistema educativo, con algunas aportaciones relevantes para valorar adecuadamente las relaciones entre educación y desarrollo económico en España, toda vez que el nivel de gasto público y, sobre todo, la estructura del mismo influyen en la capitalización humana y en el stock educativo de la sociedad española contemporánea1.
Las aportaciones de nuestro autor obligan a repensar las relaciones entre gasto público y estructura de este gasto en educación y el déficit educativo del país. Robledo demuestra muy bien 2 cosas. La primera es que dicho gasto es mayor que el supuesto por C.E.Núñez (1992) y G.Tortella (1995)2, porque hay que considerar los fondos destinados no solo por la Hacienda central, sino, sobre todo, por las corporaciones locales (ayuntamientos y diputaciones), que fueron quienes más gastaron en educación primaria y secundaria durante el sigloxix en España. La segunda es que no cabe atribuir el déficit educativo del país al excesivo gasto público en universidades frente a los otros 2 niveles educativos, que son más importantes para el desarrollo económico en un país atrasado como era la España de aquella centuria. Las universidades se financiaban fundamentalmente por medio de las tasas de los estudiantes, y no tanto por las subvenciones o transferencias del Estado. El gasto neto del Estado en educación superior es, pues, relativamente menor en el conjunto del gasto educativo total. Estas conclusiones de Robledo, bien fundamentadas en las cifras, obligan a repensar las causas del atraso educativo español y a replantear, con mejores datos de gasto público en materia educativa, la comparación internacional entre España y otros países del entorno.
El libro se cierra con un magnífico apéndice documental en el que se recogen 5 textos muy importantes para seguir el debate ideológico en la universidad española a finales del sigloxviii y las 2 primeras décadas del sigloxx, y la conveniencia de incorporar, o no, la Economía política a los estudios universitarios.
Este de Ricardo Robledo es, en suma, un libro muy recomendable, pues nos invita a reflexionar, en última instancia, sobre los canales y las vías de difusión del conocimiento y de las nuevas ideas, los obstáculos y las barreras que lo han dificultado en la Ilustración española y en los primeros compases del liberalismo, en el tránsito delxviii al xix, y a considerar cómo la atmósfera y las actitudes de intransigencia en el ámbito de los estudios superiores pudieron haber sido influidas, estorbando las posibilidades de desarrollo económico del país a largo plazo.
Este capítulo tiene una primera versión en R. Robledo, «Del diezmo al presupuesto: la financiación de la universidad española (1800-1930)», Investigaciones de Historia Económica. 1, 2005, pp. 98-130.