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Vol. 13. Núm. 3.
Economic history of Europe: New approaches, new topics
Páginas 201 (octubre 2017)
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Economic history of Europe: New approaches, new topics
Páginas 201 (octubre 2017)
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Pablo Díaz Morlán. Empresarios, militares y políticos. La Compañía Española de Minas del Rif (1907-1967). Madrid, Marcial Pons, 2015, 232 págs., ISBN: 9788415963721.
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Francisco Cayón García
Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España
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El libro de Pablo Díaz Morlán responde perfectamente a su biografía académica, pues, en realidad, no es un solo libro sino dos los que nos ofrece. En el primero, hasta el capítulo VI, el autor recupera su formación histórica y, aprovechando como hilo conductor la Compañía Española de Minas del Rif (CEMR), desmenuza las complejidades de lo que terminaría siendo el Protectorado Español en Marruecos. A lo largo de estos capítulos nos va introduciendo en las especificidades que rodearon el nacimiento de la empresa en un entorno colonial, todavía no muy definido, y en el que otros actores —españoles, marroquíes y extranjeros— querían jugar sus bazas. La CEMR, la Compañía del Norte Africano (CNA) controlada por el francés Alfred Massenet, los cabecillas de las Kabilas y, más tarde, los alemanes hermanos Mannesmann, jugaron en un complicado tablero, en el que no solo se dirimían intereses empresariales, sino que la geopolítica tuvo mucho que decir. El título del libro nos sitúa en ese escenario donde empresarios y políticos se necesitan mutuamente, aunque no siempre quede claro quienes obtuvieron mayores ventajas. La CEMR, vinculada a la oligarquía dominante, utilizó sus contactos con el gobierno y el monarca para conseguir que el Ejército español colaborase en el control del yacimiento y de las infraestructuras precisas para sacar el mineral a través del puerto de Melilla; pero el gobierno usó a la compañía en su política de «penetración pacífica» en el protectorado que, sin embargo, se enfrentó a conflictos en 1909, 1913 y entre 1921 y 1926, además de la inestabilidad consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Resultado de todo ello el Estado tuvo que realizar grandes desembolsos para controlar el protectorado y, en buena medida, para garantizar el funcionamiento de la CEMR, mientras que sus accionistas obtuvieron, vía dividendos, desproporcionados beneficios.

El «segundo libro» —donde prevalece la formación empresarial del autor— comienza en el capítulo VII y finaliza en el XII con la liquidación de la CEMR. Ahora el libro se centra en el análisis empresarial de la compañía. Es un enfoque más tradicional, en el que se estudian las inversiones, los mercados, el mundo del trabajo o la política de reparto de beneficios. A esta última cuestión se refiere en diferentes partes del trabajo, toda vez que los accionistas solo desembolsaron a lo largo de la historia de la CEMR diez millones de pesetas —las sucesivas ampliaciones que se realizaron siempre fueron liberadas— y recibieron en dividendos más de 2.100 millones. Una cifra que sorprende y que contrasta notablemente cuando se la compara con lo dedicado a remunerar a unos trabajadores, a los que sistemáticamente se rechazaron sus intentos de mejorar sus salarios, aduciendo la empresa que ello podría causar un grave quebranto a las cuentas de la compañía.

En cualquier caso, el análisis financiero y económico que se elabora no llega a ser exhaustivo, aunque los datos contenidos permiten sobradamente conocer la evolución de la CEMR. Ello es debido a que una parte importante de las fuentes empleadas son indirectas, habida cuenta de que siguiendo la tradición del mundo empresarial en España los archivos de la compañía en Melilla acabaron siendo pasto de las llamas. Es por ello por lo que en muchas ocasiones tiene que recurrir únicamente a las memorias publicadas y contrastar la información con fuentes procedentes de otros archivos en donde existe documentación cruzada, especialmente rica en la correspondencia entre los diversos protagonistas, que ayuda a entender mucho mejor el devenir de la empresa.

Con todo, tras la Segunda Guerra Mundial la historia de la CEMR, tanto en el plano político como en el económico, no plantea especiales hitos, más allá de las dificultades planteadas por una situación política que obliga a vender el mineral en España a precios muy bajos y las dificultades de las operaciones en el exterior, consecuencia del control sobre las divisas que imponía el IEME. Fueron, en cualquier caso, años dorados ejemplificados por los elevados dividendos entregados entre 1952 y 1956 cuando superaron el 100% del capital, llegando al 280% en 1957. Los problemas retornan a partir de la independencia del protectorado y las exigencias del nuevo gobierno marroquí para entrar como accionista en la empresa, objetivo que consiguieron en 1959. A partir de este momento se entra en una dinámica: nuevas exigencias marroquíes, rechazo de la CEMR, intercesión del gobierno español y concesiones de la empresa. Este bucle no se resolverá hasta la liquidación de la CEMR en 1967. Para entonces los criaderos a cielo abierto estaban prácticamente agotados y no se había realizado ninguna inversión para iniciar otro tipo de explotación.

Libro de ágil lectura, de sus «dos libros» me resulta más atractivo el primero. Se aprende, y mucho, de la historia del primer tercio del siglo XX en España y, dentro de ella, del mundo de la empresa, de sus protagonistas, de las relaciones entre los gobernantes y los empresarios, de la posición de un pequeño país en un momento geopolíticamente inestable, de las dificultades de las empresas coloniales... Díaz Morlán nos dice, en las conclusiones, que el Estado siempre intervino en favor de los intereses de la compañía, aunque no hubiese contradicción sino complementariedad entre ambos. No termino de saber quién fue el principal beneficiado. Es verdad que el coste para el país, especialmente antes de la guerra, fue muy elevado, pero no es menos cierto que el Estado se sirvió de la compañía para controlar el territorio y la utilizó como moneda de cambio en sus difíciles relaciones, primero con Francia y más tarde con Marruecos.

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