Alan Milward fue uno de los historiadores económicos más interesantes y controvertidos de la segunda mitad del siglo XX. Inició su carrera con la publicación en 1965 de su tesis doctoral sobre la economía alemana durante la Segunda Guerra Mundial (un clásico de obligada referencia aún hoy), le siguieron estudios sobre la economía de la ocupación alemana en Francia (1970) y Noruega (1972), con menor aceptación, que compensó con los aclamados trabajos sobre el impacto de las 2 guerras mundiales en Gran Bretaña (1970) y su War, Economy and Society, 1939-1945 (1977), publicado por Crítica en 1986 con el desafortunado título de La Segunda Guerra Mundial, 1939-1945. Tras un primer bloque de trabajos sobre los aspectos económicos de la Segunda Guerra Mundial, Milward se embarcó en la redacción de una historia económica continental desde la Revolución francesa, junto a su colega Samuel Saul, que le llevaría una década de trabajo. Le movió a ello la insatisfacción que, como docente sentía, ante el escaso material disponible en inglés sobre la historia económica del resto de los países europeos. El primer volumen de este proyecto, publicado en 1972, vería la luz en castellano como Desarrollo económico de la Europa Continental: los países adelantados, 1780-1870, publicado por Tecnos en 1979, no así el segundo, The Development of the Economies of Continental Europe, 1850-1914 (Harvard University Press, 1977) en donde daba cuenta, como nadie antes lo había hecho, del estado de la historiografía económica española a finales de los años setenta. Su tercer bloque de trabajos se centró en las causas del crecimiento económico de la Europa de la posguerra, que él situó en la especial cooperación que los europeos desarrollaron para frenar la globalización diseñada desde Washington a final de la guerra y para acomodar el renacimiento de la Alemania Federal tras 1947. El más europeo de los historiadores económicos británicos dirigió 37 tesis doctorales (en la universidad de Manchester, en el Instituto Universitario Europeo de Florencia y en la London School of Economics), escribió 15 libros —4 en colaboración y 3 como editor principal—, 60 capítulos de libros, 21 artículos y, al menos, 241 recensiones. Milward trabajó incansablemente durante 45 años.
Explicar las tesis principales del trabajo de Milward a las generaciones futuras es el objetivo perseguido de las 2 publicaciones objeto de esta recensión. En el primer volumen, Alan S. Milward and a Century of European Change (2012) quienes explican, debaten y discuten las tesis principales de este autor son colegas y alumnos. La calidad de las 23 contribuciones es muy variada, algunas son magníficas (Charles Maier, Larry Neal, Federico Romero y Michael Newman), otras no tanto, y, como sucede en todo libro colectivo, algunas temáticas quedan más huérfanas que otras. Hay en este volumen 2 elementos muy interesantes, por poco frecuentes, que merecen la pena ser destacados. El primero es una introducción que representa un auténtico tour de force para explicar los rasgos principales que recorren la obra de un académico de trabajo tan sistemático y reconocido. Se trata de una introducción de 125 páginas que bien podría haber constituido un libro en sí mismo. Aquí la tesis que se desarrolla es que Milward persiguió entender el papel del Estado como promotor y regulador del cambio con el objeto de satisfacer a las coaliciones que, en cada momento, le sostienen. La segunda es un esfuerzo de compilación y sistematización del conjunto de la obra de Milward, incluyendo sus numerosas recensiones y tesis doctorales. Ambos elementos cumplen, sin duda, con el objetivo último que se marcaron los editores de acercar la obra de Milward a generaciones futuras.
El segundo volumen, Alan S. Milward and a Contemporary European History: Collected Academic Reviews (2015), completa el trabajo de compilación y sistematización iniciado en el primero. Se trata de un libro de contenido poco usual: recopila los textos originales de las 241 recensiones de 300 libros que Milward publicó en 40 revistas de múltiples disciplinas, en 3 idiomas entre 1965 y 2007 (las recensiones en francés y alemán se han traducido). Gracias al arduo esfuerzo de localización y sistematización, el lector puede leerlas sistemáticamente por orden cronológico de publicación o utilizar el índice para una lectura más acomodada al interés propio. Seguramente no habrá curiosidad que no pueda recibir una cierta satisfacción intelectual, dada la variedad de intereses que Milward mantuvo. Mientras que en el primer volumen el lector encontrará un Milward interpretado, en este segundo se trata de Milward en estado puro. Por otra parte, en la nueva y corta introducción, Guirao y Lynch completan su análisis previo del legado intelectual de Milward con una interpretación del mismo desde la óptica de la reciente crisis de la eurozona. Desde su punto de vista, el trabajo de Alan Milward es hoy tan necesario como lo fuera hace 50 años.