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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Inicio Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research Fernando Rodríguez. Vidrala. 50 años de pasión por el vidrio. Madrid, LID, 20...
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Vol. 14. Núm. 1.
Páginas 62-63 (febrero 2018)
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Vol. 14. Núm. 1.
Páginas 62-63 (febrero 2018)
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Fernando Rodríguez. Vidrala. 50 años de pasión por el vidrio. Madrid, LID, 2015, 183 págs., ISBN: 78-84-8356-666-4.
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Águeda Gil López
Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España
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Fernando Rodríguez ofrece en esta obra un recorrido por los 50 años de historia de Vidrieras de Álava S. A. –Vidrala–, una compañía española de origen familiar, hoy líder internacional en la industria de la fabricación de envases de vidrio. El libro sigue un orden cronológico y se estructura en 8 capítulos que repasan la trayectoria de la empresa desde sus orígenes en 1965 hasta la actualidad.

El autor abre el libro situando al lector en el marco histórico en que se gestó el nacimiento de Vidrala, e incluye una génesis de la historia familiar del fundador, Isidoro Delclaux Aróstegui (abuelo del actual presidente). La fundación de Vidrala se enmarca dentro del proceso de desarrollo de Vidrieras de Llodio S. A. –Villosa–, que se dedicaba desde su fundación, en 1934, a la fabricación de vidrio plano. Treinta años después del arranque de esta compañía, Isidoro Delclaux decidió emprender otro negocio, dedicado a la fabricación de botellas de vidrio, y fundar así Vidrala. El empresario era consciente del progreso económico que España experimentaba, y sabía que la fabricación de vidrio hueco tendría buenas perspectivas de crecimiento dado el cambio en los hábitos de las clases medias, el aumento del consumo y el incremento de la demanda de envases por las empresas de vino de La Rioja, con las que tenía un contacto cercano.

Isidoro Delclaux puso en manos de su hijo, Carlos Delclaux Oraa, el arranque de la nueva compañía. El mercado de las botellas de vidrio era ciertamente desconocido, de modo que padre e hijo decidieron incorporar al negocio un capital humano de gran valor estratégico: un veterano de la competencia, Francisco Zorrilla, y un ingeniero recién titulado, José Ángel Irazábal, que fueron –especialmente el segundo– los protagonistas operativos de la historia. Vidrala inició sus operaciones con una fábrica de pocas dimensiones habilitada con un horno también pequeño, barato, de corta vida útil pero de elevado consumo energético, un problema de escasa relevancia en unos tiempos en los que el combustible todavía era barato. Así, la compañía optó inicialmente por una estrategia de crecimiento que primaba la capacidad de producción frente a la eficiencia y que resultó exitosa durante su primer decenio de existencia, al tiempo que la empresa profundizaba su profesionalización y formalizaba su estructura organizativa.

La crisis del petróleo supuso una forzosa reconversión del modelo productivo. Los sectores maduros de la industria, incluyendo el de Vidrala, que eran intensivos en mano de obra, energía y materias primas, entraron en una profunda crisis. Su sorteo implicó la adopción de una nueva tecnología, más eficiente, y de un proceso de producción ciertamente innovador, importado de Alemania, basado en el prensado y posterior soplado del vidrio.

Cuando la crisis de los setenta parecía atajada, la empresa sufrió otro serio varapalo: las inundaciones de 1983, una catástrofe natural que afectó a Bilbao y otras localidades vizcaínas y de la cuenca del Nervión. Llodio, la localidad en la que estaba asentada la fábrica de Vidrala, fue una de las más castigadas. La compañía no recuperó la plena producción hasta 2 meses después del desastre.

Retomada la normalidad, Vidrala emprendió su proceso de diversificación y expansión, primero en el mercado doméstico y, más tarde, con el salto internacional. La expansión fuera de las fronteras del País Vasco arrancó con la construcción de una nueva planta en la localidad albaceteña de Caudete. El incipiente mercado del vino, su producción conservera, aceitera y de zumos, sumado a unas buenas comunicaciones por carretera y ferrocarril, hacían de este enclave el ideal para albergar la nueva fábrica. Corría el año 1989 y había nacido Crisnova. Dos años más tarde, Vidrala vivió su primer relevo generacional: Álvaro Delclaux Barrenechea sucedió a su primo Carlos Delclaux Oraa tras su fallecimiento.

El cambio de siglo marcó el inicio de la internacionalización de Vidrala y coincidió con un nuevo relevo generacional. En 2002 Carlos Delclaux Zuleta, hijo de Carlos Delclaux Oraa, asumió la presidencia de la compañía y firmó, un año después, la compra de la portuguesa Gallo. La presencia exterior de Vidrala no ha parado de crecer desde entonces. En 2005 se sumó la adquisición de Corsico Vetro, una fábrica italiana propiedad del gigante internacional del vidrio Owens Illinois. Un año después, Vidrala compró Manufacture Du Verre (MB), una sociedad belga que daría servicio al norte de Francia y la acercaría al atractivo mercado alemán. El último hito internacional del Grupo que queda reflejado en el libro fue la compra de Encirc Limited, de origen irlandés. Con este acontecimiento, se cierra la trayectoria, hasta 2015, de una compañía que se encuentra en su tercera generación, que cuenta con 8 fábricas situadas en España, Portugal, Italia, Bélgica y Reino Unido, y que ostenta un papel muy activo en la concentración del sector del vidrio europeo.

Fernando Rodríguez presenta un libro visualmente muy atractivo, coherentemente organizado, interesante y detallista en cuanto a las descripciones de todos y cada uno de los acontecimientos que jalonaron la historia de Vidrala. Además de ser riguroso en su contenido, la obra ofrece en todos sus capítulos la descripción del contexto histórico español en el que se enmarca cada etapa de la trayectoria de Vidrala.

El libro también presenta algunos desaciertos: es poco riguroso desde el punto de vista académico, pues incluye escasas referencias a fuentes documentales y bibliográficas, omite referencias a trabajos o debates académicos y presenta un relato excesivamente descriptivo. El lector también echa en falta un capítulo de conclusiones que valorase la trayectoria global de la compañía y sintetizara sus claves, así como más referencias al sector y a la competencia.

En todo caso, Fernando Rodríguez aporta información valiosísima sobre una empresa española de referencia en el sector vidriero nacional e internacional, contribuye al estudio de un sector y una actividad empresarial ciertamente desconocidos por el público y hace una meritoria contribución al conocimiento del legado histórico empresarial de España.

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