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Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research
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Inicio Investigaciones de Historia Económica - Economic History Research Céline Schoeni. Travail féminin: Retour à l’ordre! L’offensive contre le ...
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Vol. 11. Núm. 2.
Páginas 128-129 (junio 2015)
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Vol. 11. Núm. 2.
Páginas 128-129 (junio 2015)
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Céline Schoeni. Travail féminin: Retour à l’ordre! L’offensive contre le travail des femmes durant la crise économique des années 1930. Lausanne, Éditions Antipodes, 2012, 622 págs., ISBN: 978-2-88901-055-4.
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Carmen Sarasúa García
Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España
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El análisis de la tasa de actividad de las mujeres en el largo plazo ha hecho avances importantes en los últimos años que están permitiendo entender el cruce de variables económicas, institucionales, demográficas y políticas que la han modelado. La idea de que esta posición sería resultado de las preferencias y decisiones de las mujeres, por otro lado, queda refutada por trabajos como el presente, que explican cómo, cuándo y por qué las mujeres son expulsadas del (o atraídas al) mercado de trabajo.

Este libro se centra en los casos de Suiza y Francia en los años 20 y 30 del siglo xx, 2 décadas que son un excelente laboratorio para estudiar la construcción social del empleo, por la rapidez e intensidad con las que se sucedieron las coyunturas económicas y políticas. En este contexto convulso las trabajadoras pasaban de ser un día culpables del desempleo y del hambre de las familias a heroínas nacionales al reemplazar en fábricas y campos a los hombres que marchaban al frente (Beddoe, 1989).

El libro se centra en el sector servicios, especialmente en los servicios públicos, y utiliza como fuente básica los archivos de la OIT. La parte i describe la dimensión internacional del «problema» del trabajo de las mujeres en la Administración Pública. Prácticamente todos los gobiernos occidentales legislaron para limitarlo o directamente suprimirlo en los años 30. El catálogo de medidas restrictivas incluye todas las posibles en relación con la entrada (exclusión de las casadas de las oposiciones, cuotas de contratación de mujeres, prohibición de contratar casadas con maridos funcionarios, justificada con el argumento de que el Estado no pagara un «doble salario» a una familia, reducción de salarios solo de las mujeres) y salida del mercado de trabajo (pensiones más bajas que los hombres o ninguna si el marido era perceptor de una, despidos masivos de casadas en los servicios de Correos, Teléfonos y Telégrafos para cumplir las restricciones presupuestarias desde 1934). Las mujeres perdieron todos los subsidios y primas relacionados con el empleo (ahora reservados al «cabeza de casa»), mientras se ponían en marcha otros nuevos para las que se quedaban en casa y/o tenían hijos. La discriminación formal se desplegó de forma paralela a las prácticas discriminatorias informales (contratos no renovados, exclusión de ascensos y promociones) y a las campañas y programas públicos para enseñar economía doméstica a las chicas.

Se estudian también las 2 respuestas a esta ofensiva: la institucional de la OIT, que defendía desde 1919 una legislación «protectora» solo para las mujeres, y la de las organizaciones feministas, divididas ante la legislación «protectora». Contra ella se organizaron las más avanzadas, que consideraban inaceptables las restricciones al trabajo de las casadas y defendían la igualdad salarial como medio para acabar con la gestión sexuada de la fuerza de trabajo.

La parte ii se centra en Suiza y muestra que la deslegitimación del trabajo asalariado de las mujeres había comenzado antes de la Depresión. Según la ley federal de 1927 que regulaba el trabajo de los funcionarios, «el matrimonio puede ser causa de despido de las mujeres». Las medidas restrictivas contra el trabajo de las mujeres se desplegaron en el sector privado y en el público, respaldadas por asociaciones profesionales, iglesias, partidos, sindicatos, gobiernos municipales, cantonales y federal, e incluso asociaciones de mujeres, unidos todos en el ideal de que las mujeres volvieran al hogar. Muchas de las medidas, sin embargo, no pasaron de proyectos, porque la sustitución de mujeres por hombres suponía un aumento de costes que los empresarios rechazaron.

En Crise économique et travail féminin: la polémique sur les «doubles salaires» se analiza la gestión sexuada de la crisis. Las medidas restrictivas chocaron con la realidad: la supresión del subsidio de desempleo a las mujeres cuyos maridos estuvieran trabajando fue finalmente descartada dado el mínimo impacto que hubiera tenido sobre el déficit público: entre los 32.000 trabajadores del gobierno federal suizo solo había 82 matrimonios de funcionarios. Los casos más numerosos de «doble ingreso» público resultaron ser los de peones ferroviarios y mujeres guardabarreras. A las trabajadoras cualificadas resultó más fácil despedirlas aprovechando la ley de 1927 si estaban casadas, o no renovándoles el contrato. Los grupos de extrema derecha colaboraron, denunciando a las mujeres con maridos funcionarios. La ofensiva contra los «dobles ingresos» afectó solo a los empleos cualificados, lo que muestra que tenía más que ver con la segregación vertical. Si no se aprobaron medidas más restrictivas fue porque la idea de reemplazar trabajadoras con hombres desempleados chocó con el hecho de que se trataba de empleos mal pagados, que los hombres no querían.

La parte iii trata el caso de Francia, donde el trabajo a tiempo parcial se convirtió en una solución popular al «problema del trabajo de las mujeres». En 1932 se prohibió que las mujeres cobraran subsidios de desempleo si sus maridos estaban empleados, y en 1934 todos los alcaldes de Francia, incluidos socialistas y comunistas, aprobaron por unanimidad que mantener a las mujeres en casa era conveniente para el desempleo masculino. Durante el Front Populaire (1936-1938) las francesas no lograron condicionar la agenda política, al no tener derecho al voto hasta 1944 y carecer de apoyos reales incluso en la izquierda, a pesar de su fuerte participación en las movilizaciones obreras. El secretario general del grupo comunista en la Asamblea expresaba así en 1936 la deriva profamilia y nacionalista del PCF: «Les femmes de France doivent s’unir pour la protection du foyer, pour l’avenir de la race et la sécurité du pays». (p. 496).

El libro ilumina algunas cuestiones cruciales. La primera, la relación entre coyuntura económica y políticas de empleo de las mujeres. Las medidas restrictivas no fueron solo parte del paquete anticrisis. Antes de que aparecieran las altas tasas de desempleo las organizaciones pronatalistas y profamilia defendían activamente en toda Europa, junto a partidos de todo signo y sindicatos, que el lugar de las mujeres era el hogar, no el empleo cualificado. Esto encaja con lo que sabemos del periodo tras la I Guerra Mundial, cuando se mandó a casa a las trabajadoras que habían sostenido las economías europeas durante la guerra. El argumento no era solo la creciente competencia de las mujeres en el mercado de trabajo. Se defendía el aumento de las tasas de natalidad, que en Suiza habían caído de 21,2 por mil en 1920 a 15,9 en 1940, y en Francia, de 21,4 en 1920 a 14,6 en 1938. El desastre demográfico de la guerra y la preocupación por una Alemania cada vez más poblada popularizó las políticas pronatalistas en Francia. En los años 30, en toda Europa, la familia se convirtió en el centro de la política social, con el decisivo respaldo de la Iglesia Católica movilizando a sus bases con la encíclica Quadragesimo Anno.

En segundo lugar, el libro analiza las causas de la ofensiva contra el empleo de las mujeres. Para Schoeni, los salarios fueron decisivos. Desde principios de los años 20 estaban convergiendo los salarios de mujeres y hombres, en especial en la Administración Pública. Francia había decretado la igualdad salarial en la enseñanza elemental en 1919, en la secundaria en 1926, en los servicios de Correos, Teléfonos y Telégrafos en 1927. La entrada de las mujeres en empleos cualificados, estimulada por su creciente formación, no fue aceptada. La crisis económica mundial actuó como catalizador de la preocupación social por las nuevas relaciones de género que se estaban forjando en los trabajos y en los hogares. Fue usada para legitimar el deterioro masivo de las condiciones de trabajo de las mujeres. La reducción del número de trabajadoras y de los salarios de las que se quedaron se justificó por la necesidad de liberar empleos para los hombres, en un contexto de políticas contra el desempleo y el déficit público.

El libro muestra que no solo los regímenes fascistas y autoritarios se opusieron al derecho de las mujeres a un empleo. Democracias como Francia y Suiza usaron medidas menos dramáticas pero con el mismo objetivo y el mismo resultado: hacer más inseguro el empleo de las mujeres y expulsarlas del empleo cualificado. La tasa de actividad de las mujeres cayó desde 51,7 en 1921 a 48,4 en 1931 y 46,7 en 1936 en Francia, el país europeo donde era más alta. En Suiza cayó de 44,6 en 1921 a 35,5 en 1941. Esto ocurría después de varias décadas en las que las mujeres y sus familias habían invertido cada vez más tiempo y dinero en su formación.

Este libro, muy importante, sugiere muchas cosas en relación con las políticas de empleo, las ideas que las justifican, cómo se construyen las «decisiones» de los individuos en relación con el mercado de trabajo y, en definitiva, por qué es indispensable la Historia para explicar la evolución de las variables económicas.

Bibliografía
[Beddoe, 1989]
D. Beddoe.
Back to home and duty. Women between the wars, 1918-1939.
Pandora, (1989),
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