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Vol. 2013. Núm. 56.
Páginas 191-217 (enero 2013)
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Vol. 2013. Núm. 56.
Páginas 191-217 (enero 2013)
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Representaciones sobre América Latina en sectores populares de Argentina y Uruguay (2008-2011)
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Jorgelina Loza
* Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
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Resumen

América Latina nace como problema luego de la conquista del territorio descubierto por los navegantes del siglo xv, emprendida por la Corona española. A partir del siglo xix, pensar la región latinoamericana se consolidó como una tarea tradicional entre intelectuales nativos y migrados a la región. Desde entonces, la pregunta sobre la latinoamericanidad recorre intentos teóricos de renovación o adaptación de los cuerpos teóricos vigentes, e intentos políticos de movilización.

En un presente globalizado, en el que la vigencia de las categorías identitarias es puesta en cuestión, nos interesa indagar qué significa, cómo se conceptualiza a América Latina desde sectores populares organizados y si existe vinculación entre esas construcciones y las corrientes intelectuales que han pensado a la región.

Palabras clave:
América Latina
Región
Nación
Acción colectiva
Representaciones
Abstract

Latin America, as an issue, emerges after the colonization by the Spanish Royalty of the land discovered by xvth century explorers. Since the xixth century, thinking Latin America has been a common task for both native and migrant scholars. Since then, the question on what is Latin America has tried to renew itself theoretically, to adapt to the current theoretical corpus and to get involved with political movements.

In the current globalized world, where the relevance of identity categories is put into question, we’re interested in finding out what does Latin America mean, and how it’s conceptualized by people’s organizations. Also, we’re interested in finding out if any link exists between those constructs and the intellectual views on the subject.

Key words:
Latin America
Region
Nation
Collective action
Representations
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Introdcción: preguntas y discusiones sobre las pertenencias y los actores

De acuerdo con Phelan,1 el nombre Latinoamérica encuentra su origen en Francia en 1860,2 para denominar el plan de acciones de este país hacia la población hispánica del nuevo Mundo. desde la intelectualidad francesa, se difundía la posibilidad y necesidad del panlatinismo como una estrategia para enfrentar el desarrollo de los pueblos sajones, encarnados en la pujante nación estadounidense y relacionados con la prosperidad material en contraposición a la superioridad espiritual que los latinos detentaban. Así es que el proyecto francés de expansión hacia el nuevo continente se inicia en México en 1861, ya que, como dice Phelan “América es, entre muchas otras cosas, una idea creada por europeos, una abstracción metafísica y metahistórica, al mismo tiempo que un programa práctico de acción”.3 Si bien en un inicio el término latino se utilizaba como un adjetivo que implantaba, de una vez y para siempre, la dualidad entre las dos Américas, más tarde se incorporó al nombre de la región.4

Pensar la región latinoamericana es una tarea tradicional entre intelectuales nativos y migrados a la región. Con fluctuaciones que podrían ser asociadas a cambios de rumbos de las historias de los países de la región y de aquellos de otras partes del mundo, la pregunta sobre la latinoamericanidad no puede ser desvinculada de los procesos sociopolíticos que contextualizaron esas interpretaciones. Será recién a mediados del siglo xix cuando la idea de región adopte impulsos particularistas, que rechacen los proyectos de copia sin innovación de los intelectuales y políticos de las décadas anteriores. A partir de allí, se hizo evidente que la reflexión sobre la región latinoamericana era inseparable del análisis de los procesos de construcción de los estados nacionales.

En el presente, la ubicación de lo latinoamericano en el mundo se modifica, y el significado de ser latinoamericano ya no se encuentra solamente dentro del territorio regional, sino que contiene respuestas desde fuera. García Canclini5 da por sentado que existe una identificación cultural que se resignifica a medida que los acontecimientos históricos le dan cauce, y que es a partir de esos elementos compartidos que se construye la identificación contemporánea con el territorio regional. Las voces que intervienen en la definición y el debate, de todos modos, han cambiado y se han ampliado: se incluyen indígenas e inmigrantes, grupos campesinos y suburbanos, y provenientes de poblaciones que quedaban históricamente al margen de las identificaciones.

Las últimas décadas en América Latina han sido testigos de la aparición de movilizaciones sociales afirmadas en los barrios populares y acompañadas de nuevas formas de plantear demandas, apoyadas mayoritariamente en discursos ligados a los derechos humanos y los derechos de ciudadanía, luego de que las crisis económicas y financieras se hicieran evidentes.6 Aunque el Estado sigue siendo su interlocutor principal, despliegan una innovadora batería de repertorios de protesta, y sostienen una fuerte ligazón local a la vez que presentan un amplio grado de interacción con pares transfronterizos. Esto último permite pensar que las preocupaciones de los grupos sociales se repiten a lo largo de la región, a la vez que evidencian puntos de contacto que posibilitan esos intercambios. Estas experiencias de acción colectiva se inscriben en un momento en que los relatos históricos sobre la pertenencia se están poniendo en cuestión, en el marco del reclamo y reflexión sobre los derechos ciudadanos.7 En la construcción de una ciudadanía globalizada, es esperable que reaparezca la pregunta acerca de la pertenencia a un todo más amplio (aunque no por ello menos conflictivo) que la nación.

La pregunta que fundamenta esta investigación es acerca de la posibilidad de que los participantes de experiencias de acción colectiva urbana definan y re-definan sus pertenencias a la región y las naciones en las que se insertan. Este acercamiento a las representaciones que los sujetos construyen respecto a la comunidad en la que se encuentran es el primer paso en la exploración de la idea de un constructo regional. Para la aparición de un sentido de pertenencia no es suficiente la existencia del grupo ni la relación entre sus miembros, sino que hace falta un sentimiento compartido que los vincule al mismo.8

Además, este planteamiento implica poner en cuestión la conceptualización de las categorías identitarias como la región y la nación en tanto iniciativas puramente burguesas, asimiladas luego por los sectores subalternos, y avala la visibilización de distintas versiones de la nación, entendiéndola como conjuntos de discursos que conviven en constante negociación.9

Desde este marco, nos interesa indagar qué significa y cómo se conceptualiza América Latina en los sectores populares organizados. nos preguntamos si los integrantes de las experiencias de acción colectiva que tienen lugar en ciudades de países vecinos, y que se han embarcado en la construcción de una instancia de movilización transnacional, se identifican entre sí como parte de una región, si construyen una idea compartida de la misma y qué elementos contiene. Si existe una idea de lo regional, cabe la pregunta acerca del impacto de la misma en su propia identidad, en tanto esas ideas funcionan como marcos para la acción colectiva que emprenden.

Representaciones sobre américa latina en el discurso de integrantes de movimientos sociales: análisis por temas

La investigación que englobó este análisis10 adoptó un enfoque cualitativo. Los discursos fueron captados a partir de entrevistas semiestructuradas a informantes clave y de la realización de grupos focales (en los movimientos11 y en algunas de las cooperativas que los conforman) para lo que se contó con un dispositivo visual confeccionado ad hoc. Las experiencias grupales que se realizaron en las distintas organizaciones buscaban cubrir una serie de dimensiones: a) la construcción de la región en el pasado, b) las posibilidades presentes de la misma, c) sus condiciones de perdurabilidad en el futuro, y d) los sujetos que la integran.

Para el análisis del material proveniente de las experiencias grupales construimos temas analíticos que retoman las categorías centrales del debate teórico sobre la idea de región, pero que principalmente surgen de y se refieren a las representaciones de los mismos entrevistados. Esta tipificación, construida a posteriori del trabajo de campo, permitió desarrollar un análisis comparativo de las representaciones de los actores integrantes de los grupos elegidos. Los temas fueron puestos a revisión en el momento del análisis de los discursos, a modo de comprobar su pertinencia. Los temas analíticos construidos fueron: 1. Acción colectiva y condición de militante; 2. El pasado; 3. Referencias a las nacionalidades; 4. Particularidad(es) de la región; 5. diferencias y semejanzas al interior de la región; 6. Posición global; 7. Posibilidades de integración. Con ellos, se buscó dar cuenta de las dimensiones principales que los entrevistados tocaron. En este artículo presentamos el análisis sólo de algunos de ellos, por razones de espacio. Es importante destacar que aun cuando se pretendió poner en cuestión la existencia de cierta homogeneidad entre los discursos, y problematizar la coherencia entre las distintas percepciones, ésta emerge como resultado del análisis de los mismos discursos.

El pasado

La dimensión del pasado ocupó un lugar importante en el dispositivo que se utilizó como disparador para las conversaciones construidas en las dinámicas grupales. Con estas imágenes se buscaba iniciar la discusión sobre la importancia de ese pasado, así como detectar la significación que esos elementos pudieran tener para el presente de estos sujetos. En las experiencias llevadas adelante con los sujetos integrantes de las organizaciones sociales ya mencionadas, las referencias al pasado son relativamente escasas.

Es necesario mencionar que apareció, en un solo momento, una referencia al pasado prehispánico. Este pasado se asume como unificado, presentándose como una especie de mito constitutivo y aglutinador que daría fundamento a los proyectos que vinieron después. Esta unidad se vio derruida con la conquista ibérica por sobre el territorio latinoamericano, y la aparición, más tarde, de fronteras nacionales.

Antiguamente éramos todos incas, y América del Sur estaba rodeada de incas. Y todos en conjunto, como que cada uno era un imperio pero eran todos incas. Me parece que la diferencia, de acá a que entraron los españoles, todo cambió. Cambió la diferencia porque se mezclaron raza con raza y hubo un cambio total de los países. Me parece que fue eso lo que cambió.12

La referencia más firme en estos discursos fue la mención de los personajes históricos de mayor renombre, que aparecían en el dispositivo: Simón Bolívar, José de San Martín y José Gervasio Artigas. El primero, está relacionado con uno de los primeros planteamientos políticos integracionistas, y los dos últimos, con las luchas por la independencia de cada uno de los países, Argentina y Uruguay. no surgieron en las conversaciones nombres que no estuvieran directamente ligados a la historia de las naciones incluidas en el estudio. Los nombres de los próceres mencionados se ligan directamente con una historia a la que los participantes de estas experiencias consideran inacabada, y parte de la especificidad de la región: la historia de la lucha por la independencia, y por su propia integración.

La lucha por la independencia de América Latina. desde los próceres hasta ahora que seguimos peleando, quinientos años después […]. Creo que América Latina es eso: la lucha por la integración y la independencia. del norte. Yo concibo a América así.13

La pelea por la integración se asume como originada en un pasado remoto, aun cuando perciben que existen proyectos políticos contemporáneos que retoman algunos de esos postulados. de cualquier modo, la relación entre estos eventos no parece directa a los ojos de los sujetos entrevistados, y los proyectos integracionistas del pasado se asumen caducos, frente a divisiones internas entre las naciones de la región y al interior de la misma.

Estas afirmaciones dan cuenta de un pasado que permanece poco explorado y escasamente difundido, el de los proyectos integracionistas de los luchadores independentistas del siglo xix, y sobre el cual se construyen, entonces, interpretaciones que dan sentido a propuestas internacionalistas y regionalistas de la actualidad. Siguiendo a los pensadores de la nación, la existencia de referencias del pasado a la vinculación entre los países latinoamericanos, de algún modo legitima la aparición de nuevas propuestas en ese plano. La postulación de proyectos similares implica dar cuenta de una “herencia” recibida de los próceres mencionados, una intención de unidad que no se ha sostenido pero que permanece como aspiración.

Las luchas por la independencia remiten, en los discursos que exploramos, al enfrentamiento de la región ante cualquier tipo de dominación ejercido por potencias mundiales que podrán haberse sustituido unas por otras, pero que repiten a lo largo del devenir histórico un esquema mundial que los sujetos perciben como inmutable, en el que se establece una clara división entre quienes tienen el poder y quienes sufren sus consecuencias. Así, los próceres mencionados se ubican en luchas modernas contra la dominación transoceánica, mientras que esa lucha se percibe inacabada desde un presente en el que se ubican como protagonistas de la búsqueda de una independencia económica y simbólica. En este sentido, percibimos un esfuerzo sintetizador del relato de las luchas independentistas del siglo xix en pos de establecer un vínculo directo con los ciclos de protesta contemporáneos que los tienen como protagonistas.

Son los integrantes de las organizaciones uruguayas los que mencionan enfáticamente la construcción de un pasado oficial, transmitido desde el sistema de educación pública principalmente. Este programa sería el responsable de transmitir una interpretación selectiva del pasado nacional. Ello conlleva a diversas pero contemporáneas versiones de la construcción de una nacionalidad, en especial en Uruguay.

Aquí aparece un distanciamiento entre ambas naciones, sumado a una serie de divisiones que se perciben como factores que imposibilitan una integración regional. de acuerdo con el discurso de los uruguayos participantes de las experiencias grupales desarrolladas para esta investigación, al tiempo que en Argentina actuaba y conducía los devenires históricos nacionales la oligarquía (como sujeto dominante en su historia remota y no tanto), en Uruguay actuaba el pueblo. Los movimientos sociales se asumen allí como los herederos de la tradición obrera que los inmigrantes aportaron al país, y es como un producto de esa corriente como los sujetos consultados se definen.

Asimismo, se afirma la existencia de una imagen promovida desde el Estado uruguayo que resaltaba la integración de la sociedad, en tanto los indicadores demográficos que presentaba daban cuenta de la inexistencia de una brecha de ingresos y estilos de vida, y de una importante clase media. Esto se destacaba, desde Uruguay, como un fenómeno único en Latinoamérica, lo que fundamentaba cierta separación del país del resto de los estados de la región. En el caso de las organizaciones sociales argentinas, sin embargo, las referencias a los inicios de la nación son casi inexistentes, y no se mencionan relaciones entre los pasados originarios de ambos países. El pasado remoto aparece ligado a proyectos integracionistas que no pudieron ser implementados, pero en ningún momento se percibe al pasado de los dos países incluidos aquí como un elemento importante en las divisiones nacionales a las que se alude. Estas divisiones se sostienen como las causantes del fracaso de los proyectos latino -americanistas del pasado.

El segundo elemento del pasado que se repite como parte de una historia común que recorren las naciones latinoamericanas, después de las luchas independentistas, es la aparición de gobiernos militares que ocuparon el poder a través de golpes de Estado.14 Las referencias a las dictaduras son constantes, aparecieron en todas las experiencias grupales y siempre conllevaron un carácter negativo.

  • [Entrevistador] ¿Y cuáles son esos elementos del pasado que nos igualan?

  • [Todos] Las dictaduras.

  • Lamentablemente.

  • Una gran cicatriz de América Latina.15

Los efectos de las dictaduras se asumen como similares en ambos países: se trata de un pasado trágico que continúa sin resolverse, en referencia a un genocidio que aún no cuenta con un castigo civil sólido. Además, se asume que cierta despolitización que se percibe actualmente, se relaciona con la proscripción y destrucción de consignas que ambos gobiernos encabezaron en dicho momento histórico.

También se encuentran huellas de ese pasado cercano en el uso y la significación de los símbolos nacionales. Los uruguayos son los que sostienen más enfáticamente que el rechazo a los símbolos patrios (la bandera nacional, el himno, la escarapela) tiene una relación directa con la utilización que ejercieron de los mismos los gobiernos militares. El ejército se asumió a sí mismo, en ambos países, como el defensor legítimo de un sentir nacional, y el uso constante de símbolos patrios buscaba confirmar ese amor patrio que se postulaba discursivamente. Se asume, desde las organizaciones aquí consultadas, que aún persiste esa relación en el imaginario de las poblaciones, y que ello es fundante del actual rechazo o desuso de los símbolos nacionales.

En relación a este tópico recurrente en las conversaciones grupales, a la vez que central en la constitución de filiaciones comunitarias, podemos decir que el pasado se presenta en los discursos de los sujetos que participaron de las experiencias grupales como un elemento aglutinador. La lucha por la integración regional previa al establecimiento de las naciones es asumida como el principal elemento unificador, ante el establecimiento de héroes comunes a todas las naciones.

[…] Y que de ahí partimos. Que lo que nos une a nosotros, a América Latina desde siempre, es la lucha a ver cómo se hace la Patria Grande que tanto han hablado nuestros héroes. Hubo algunos intentos, ¿no?16

Para concluir, podemos afirmar que los integrantes de las organizaciones sociales que visitamos en esta investigación construyen un discurso en el que se magnifican proyectos de corte integracionista que no han tenido un alcance profundo —en términos de sus resultados y sustentabilidad— ni mayores repercusiones que formar parte de una escalada revisionista que es palpable en tiempos recientes. Estos proyectos son asumidos claramente como integracionistas y como causa y efecto, al mismo tiempo, de cierta hermandad latinoamericana que supera el divisionismo moderno. Sin embargo, los postulados más reconocidos de estos proyectos no son puestos en cuestión ni revisados a la luz de los contextos que los vieron nacer, y se asumen las divisiones nacionales como causantes del fracaso de los mismos, aun cuando esas fronteras eran consideradas por Simón Bolívar (el principal promotor del proyecto integracionista al que los sujetos hacen referencia) como la base de la unificación regional. La integración que se promovía era de corte internacionalista, es decir que no buscaba borrar esas fronteras ni desaparecer las formas particulares de organización.

Sin revisar esas particularidades, se asocia de manera directa al proyecto bolivariano de la Patria Grande con las propuestas de algunos gobernantes de la región, entre los que se mencionan frecuentemente a dirigentes como Chávez (Venezuela), Correa (Ecuador) y Morales (Bolivia). Quizá sea esta resignificación del pasado la que haga posible la reaparición de América Latina en los discursos y propuestas de los sujetos políticos, en los últimos años. En las or ganizaciones sociales que analizamos, el elemento aglutinador del pasado integracionista se plasma en un intercambio fluido con movimientos similares de la misma región, y con la construcción de alternativas transnacionales de acción colectiva.

La particularidad regional

En este tópico se reúnen las referencias a aquellos elementos (simbólicos, históricos y naturales) que conforman una construcción de la idea de Latinoamérica que la distingue hacia fuera. Es decir, buscaremos ahondar aquí en las dimensiones distintivas que la región y sus habitantes presentan respecto al resto del planeta. La pregunta que subyace aquí es ¿qué significa hablar de América Latina? ¿En qué se basa la definición de lo latinoamericano?

La primera referencia que aparece en el discurso de los sujetos que participaron de las experiencias grupales se dirige hacia las riquezas naturales de la región. En este sentido, Latinoamérica parece aún permanecer como al momento de la llegada de los españoles en el siglo xv: inexplorada y rebosante de riquezas naturales, favorecidas por una concentración y diversidad de climas y relieves que la hacen única. Estas riquezas naturales se presentan como una potencialidad que no ha sido del todo explotada, y que no se reconoce como tal. La no explotación de estas riquezas, en este sentido, no se refiere a la carencia de población, sino a una injusta distribución del control y uso de estos recursos naturales. También se relaciona, en algunos casos, con el desconocimiento de las posibilidades que el entorno brinda. dicho entorno natural brindaría la posibilidad, a Latinoamérica, de ser autosuficiente, dado que cualquiera de sus pobladores podría solventar sus necesidades con el uso de una pequeña porción de tierra para la producción de alimentos. En este sentido, se mencionan los climas, los minerales, el petróleo, la tierra, las carnes, los granos, como parte de los recursos que la región posee aun sin la explotación o producción humana.

También surgen rasgos distintivos de la región en lo que se refiere a modos de ser de sus pobladores. Así, los latinoamericanos son definidos como personas cálidas, abiertas, y cariñosas, en contraste con la frialdad de los habitantes de regiones como Europa. El Otro, en estas construcciones, es siempre Europa. Incluso cuando aparecen menciones muy aisladas a otras regiones, inmediatamente se agregan razones de desconocimiento, o de falta de vínculos cercanos para no incluirlas en la representación de aquello que no está dentro de lo propio, dentro de América Latina.

Si bien estos elementos son los primeros en emerger en las conversaciones grupales, la aparición de referencias a los mismos como “todo lo lindo” y “lo que muestran en el turismo” da cuenta de la existencia de una contradicción, es decir de elementos distintivos de América Latina que están lejos de estas imágenes armónicas y suntuosas que se transmiten en ámbitos particulares. Así es que el segundo elemento que aparece como distintivo de la región respecto a otras zonas del planeta, pero unificador hacia adentro, es la situación de pobreza en que sus pobladores se encuentran.

Y Latinoamérica es Latinoamérica pobre […] tanto en Bolivia como en Brasil. […] me pareció ver lo que somos, una Latinoamérica pobre.17

– [E] Sin embargo, ¿hay cosas que nos hacen parecidos a los países latinoamericanos?

– Sin dudas.

– [E] ¿Como cuáles?

– El hambre.

– Sí, agarra todo.18

Aquí escuchamos que son los contrastes, las desigualdades, lo que caracteriza a la región. La situación de pobreza extrema que los sujetos identifican como no muy lejana a sus vidas cotidianas es mencionada como un factor que recorre a todas las naciones y que caracteriza a la región latinoamericana respecto del resto del mundo. Es decir, no sólo se destaca la pobreza regional como rectora de una relación de desigualdad respecto a regiones más ricas en términos de capitales, sino que además se menciona una brecha interna a cada nación, que separa irremediablemente a unas clases de otras.

[…] (En América Latina) hay diferencia de clases, hay una clase que tiene todo y otra es la más pobre. no hay un equilibrio. La diferencia de clases es lo que más se ve. En este país [Argentina] como en toda Latinoamérica, en algunos se ve menos pero acá se ve muchísimo la diferencia de clases porque hay un grupito que tiene todo y otro que no tiene nada.19

Para los sujetos que participan de las organizaciones sociales comprendidas en esta investigación, la pobreza y la desigualdad en América Latina son palpables y cotidianas. Se convive con ellas, y no forman parte de un fenómeno coyuntural sino que son percibidas como rasgos característicos de la región, en un recorrido histórico que nunca estuvo librado de ellos.

Siguiendo esta línea descriptiva, el tercer elemento, que aparece con mayor fuerza que los anteriores pero que está inmediatamente relacionado con ellos, es la larga y diversa tradición de acción colectiva que caracterizaría a la región.

Acá me parece que América es todo […] la lucha es común denominador, es todo lucha, masa, entre todos. Ya la gente tiene concientizado que entre todos se sale. […]20

Las luchas sociales de los pueblos latinoamericanos son identificadas por estos sujetos como una característica histórica de la región, que la distingue claramente de otras zonas del planeta. Los movimientos sociales latinoamericanos aparecen aquí más sustentables y combativos que los emergentes en otras regiones. Ello conllevaría, a su vez, a repertorios de protesta diferentes. En América Latina la historia de luchas sociales ha dejado, a ojos de los participantes de estas experiencias, la conciencia de que las soluciones posibles a las carencias se alcanzan, únicamente, de manera colectiva.

Los orígenes y el arraigo de la acción colectiva tienen su fundamento en el cuarto elemento que emerge de los discursos de los sujetos como constitutivo del modo de construcción identitaria de la región. Este elemento es la mezcla de orígenes étnicos que la población latinoamericana posee, producto de una historia signada por las conquistas, las inmigraciones y la hibridación moderna.

La mezcla cultural, a la que han aludido históricamente los intelectuales que pensaron a la región y, en especial, aquellos que trabajaron en pos de la construcción de proyectos nacionales en Argentina y Uruguay —donde la masiva inmigración europea implicaba el desarrollo de políticas inclusivas y asimiladoras— se presenta como un rasgo identitario con una doble carga: por un lado, es positivo en tanto indica la suma de experiencias diversas y la existencia de un “potencial” inigualable. Esta mezcla es producto de la ascendencia europea —que casi todos los participantes aluden poseer, como si se tratara de un rasgo distintivo positivo frente a aquellos que descienden de criollos o nativos— sumada a la herencia indígena, prácticamente invisibilizada en Argentina (en particular en Buenos Aires, donde estas experiencias grupales tuvieron lugar) y completamente anulada en Uruguay (donde se alude a que ya no quedan descendientes indígenas vivos).

Por otro lado, se trata de una evidencia más de la multiplicidad y los contrastes que caracterizan a Latinoamérica, que frenan cualquier intento de integración positiva. Lo que algunos entienden como potencial, como posibilidad de desarrollo, es visto también como un rasgo que imposibilita la integración, y que tiene como producto final la concentración de poder y capitales en manos de unos pocos. Además, esta multiplicidad de orígenes, que luego deviene en diversidad de necesidades y demandas, nunca pudo ser resuelta desde la acción colectiva, que, según los sujetos entrevistados, ha mostrado construir formas fragmentadas de protesta.

Es decir, que lo que caracteriza a Latinoamérica, los elementos centrales de la representación de lo latinoamericano es una realidad signada por contrastes, diferencias y desigualdades.

Contrastes, en tanto en su interior conviven formas de representación que exaltan las riquezas naturales, pero que al mismo tiempo no se encuentran disponibles para la explotación por parte de todos sus habitantes. Contrastes entre formas de entender a la región, entonces, pero principalmente en lo que refiere a modos de vida y acceso a bienes básicos.

Diferencias, desde la suma o mezcla de ascendencias y orígenes diversos, que ofrecen formas de vida particulares y modos de entender el mundo que los rodea, y que son tan disímiles que usualmente impiden la construcción de un horizonte unívoco.

Y desigualdades, en tanto Latinoamérica es una tierra de contrastes y diferencias que vive, dentro de un todo global, una relación de desigualdad que la separa del resto de las regiones, por diversas razones: por momentos, por la situación de pobreza y carencias que recorre a todas las poblaciones de la región, en contraste con las situaciones mucho más favorecidas de los pueblos de otras regiones.

Por otro lado, la acción colectiva, en esta representación de lo regional, es identificada como rasgo distintivo de un estilo de vida que tiene un arraigo regional. La historia de luchas obreras, en determinado momento histórico, y de grupos diversos, en la actualidad, es entonces entendida por estos sujetos como un rasgo unificador y distintivo a la vez. Unificador, en tanto es una constante que recorre la región, a pesar de ciertas evidencias que el intercambio con pares de otras organizaciones les revela. distintivo, dado que señala una capacidad de movilización y de detección de necesidades que no se observa en otras regiones del planeta.

Desigualdad global: la posición respecto a otras regiones

En este tópico buscamos ahondar en las distancias que separan a Latinoamérica de otras regiones. La relación de desigualdad que el todo global postula entre América Latina y regiones más ricas como Europa o Norteamérica ha demostrado ser una temática recurrente tanto en la producción intelectual como en el discurso de los sujetos. Exploraremos aquí de qué modo se vivencia esta desigualdad en las organizaciones sociales que tomamos en cuenta en esta investigación, y cuáles son las consecuencias de esta construcción para la representación sobre la región.

La construcción discursiva de una representación latinoamericana siempre tiene como Otro a las regiones desarrolladas del planeta. Las regiones que atraviesan situaciones semejantes a las de América Latina no son siquiera tenidas en cuenta en los relatos que hemos considerado aquí. Tanto Europa como Estados Unidos se ubican en aquel resto del mundo con el que los latinoamericanos se comparan, y con los que construyen relaciones de similitud y rechazo.

Las referencias más frecuentes a estas zonas son en términos de potencias. En este marco, es Estados Unidos la que aparece mencionada de forma más frecuente. Asimismo, el capitalismo como sistema económico imperante es entendido como una fuerza difusa, sin una conducción precisa. La fuerza del sistema no se relaciona con un único país. El poder al que se hace referencia como rector del orden mundial es estrictamente económico, y de él se desprenden, siguiendo el discurso de los sujetos que participaron de las experiencias grupales, otras formas de dominación menos identificables. Es decir que las potencias lo son con base en su poderío económico, y es éste el poder que persigue intereses exclusivamente económicos. Las referencias al imperio, y al norte aparecen con frecuencia, y siempre relacionadas con políticas económicas o situaciones definidas desde la posesión de algún tipo de capital.

La desigualdad se funda, de acuerdo con los integrantes de las organizaciones que tomamos en cuenta, en la expropiación de recursos naturales propios de Latinoamérica. Ello imposibilita el desarrollo de esta región, y perpetúa la relación de dominación ejercida desde las potencias.

  • […] también vienen por eso, por el agua, por la tierra, también vienen por las riquezas naturales nuestras. Vienen por todo. Talando árboles donde tiene que haber árboles, plantando árboles para las papeleras. Vienen por todo.

  • [E] ¿Quiénes vienen?

  • Los grandes poderes económicos, los EEUU, vienen y te compran toda la Patagonia…21

La distancia entre lo que se distingue como dos polos de un mismo entramado mundial se basa en una situación económica. Las diferencias se plantean respecto a las clases dominantes de aquellas naciones de las que las latinoamericanas se distancian, y con los grupos que están a cargo de la conducción de esos gobiernos. Sin embargo, los grupos entrevistados afirman que, en el ámbito de los sectores populares, existen mayores similitudes, que permiten establecer lazos más cercanos y conducirlos desde la familiaridad. Los objetivos, las metas de los grupos de los distintos países se asumen como similares, a pesar de las distancias que separan a las necesidades y realidades que cada uno vive: “[…] Yo creo que entre los militantes no hay diferencias, pueden tener distinta ideología, distintos pensamientos pero no hay diferencias.”22

Sin embargo, esta posición internacionalista de la difusión de los ideales de los amplios sectores populares es visible en un reducido número de manifestaciones dentro de los discursos explorados aquí. En mayor medida, los sujetos que participaron de las experiencias grupales se apoyan firmemente, al momento de dar cuenta de la posición de América Latina respecto al resto del mundo —entendido, como ya se dijo, como las potencias— en la existencia de una fuerte tradición de lucha social que recorre a toda la región. La situación de dependencia a la que los sujetos entrevistados hacen referencia se sostiene en paralelo con una acción de protesta constante. Ello implica a ambos extremos en una relación de confrontación que atraviesa todos los procesos transnacionales en que se embarcan.

De nuevo, aparece una característica que en estos discursos se atribuye a la región latinoamericana exclusivamente, y que se relaciona de forma directa con la experiencia de estos sujetos: la tradición de acción colectiva de sus sectores populares.

[…] Y eso es lo que hace la diferencia, que el latinoamericano se toma la lucha de los padres, en común, no sólo lucho por mí sino lucho por todos mis compañeros. Y en Europa es más un camino solo, como ya el sistema está así, es así, es para que cada uno se rescate por la de él [todos afirman], nosotros hacemos la diferencia acá, tratamos de luchar para todos por igual. O por lo menos nosotros lo hacemos así […] y creo que en América Latina se refleja lo mismo.23

Por otro lado, a esta representación sobre el accionar combativo de los latinoamericanos, se suma la percepción de rasgos idiosincráticos de las culturas europeas que impiden que este tipo de iniciativas tengan lugar en aquella parte del mundo. Este elemento conductual puede ubicarse en la periferia de la representación sobre la posición de Latinoamérica en relación a otras regiones, dado que es un elemento más en la descripción de la distancia que caracteriza a la relación entre las distintas zonas del planeta.

Posibilidades y estilos de integración

En este tópico, nos propusimos reunir las referencias que emergieran en los discursos analizados sobre el posible futuro de Latinoamérica, en lo relativo a la posibilidad de una integración social y política. Se parte del supuesto de una integración regional como proyecto inacabado, y es entonces donde observamos la emergencia de hipótesis sobre las posibilidades y obstáculos de la concreción de ese proyecto, fundamentadas en representaciones sobre cómo deben ser los resultados a esperar.

La conclusión principal que se extrae de la lectura de los discursos aquí analizados, que pertenecen a sujetos que conforman organizaciones sociales contemporáneas de Argentina y Uruguay, es que la integración regional se sostiene como una aspiración. Se trata de un proyecto factible, pero que no está concretado aún. Estas afirmaciones se sucedieron en los discursos de todos los grupos incluidos.

De la mención de elementos que refieren a particularidades intrínsecas a Latinoamérica y a sus habitantes, y que fundamentan la afirmación de la existencia de lo latinoamericano, se desprenden opiniones que postulan la integración de las naciones de la región como una especie de destino manifiesto. Por momentos, se percibe que el camino desarrollado por los grupos los que estos sujetos se integran apunta inevitablemente en ese sentido, y que la integración regional será un estadio ineludible de la historia de América Latina.

En las experiencias grupales que se realizaron, no se observaron discursos integracionistas que excedieran el internacionalismo de los proyectos históricos. La integración se concibe como una especie de unificación de políticas nacionales, pero que no borraría las fronteras políticas que dividen actualmente a los países. Se trata de una unificación transnacional, que respetaría las diferencias internas que podría presentar. Las naciones seguirían existiendo, dentro de un proyecto político que fortalecería la posición de Latinoamérica respecto al resto del mundo.

  • Las diferencias son de uno, eso no va a cambiar.

  • Eso es de uno. Claro.

  • Porque los aztecas son aztecas…

  • Pero es que tenemos un común denominador: la lucha por una mejor calidad de vida. Calidad de vida. Una vida digna. Entonces, digo, ese es el común denominador. Todo lo demás, las costumbres, eso, permanece. La lucha, el común denominador es la lucha por mejorar nuestra calidad de vida. Entonces eso es lo que une. En todo sentido, el techo, una vivienda digna, lo que sea.24

La integración se plantea desde dos vertientes: por un lado, como proyecto político, ligada a iniciativas gubernamentales que se perciben como muy lentas o ineficientes —Mercosur, Alba, Unasur— son algunas de las que aparecieron tangencialmente mencionadas en los discursos. Estas iniciativas deberían acarrear políticas de unificación económica, y de toma de decisiones para ser consideradas efectivas. de todos modos, junto con el planteo de esta integración como proyecto político necesario, surgía la afirmación de la dificultad de consensuar esa asociación desde la institucionalidad, entre administraciones gubernamentales que usualmente demuestran adherir a políticas diferentes, a veces incongruentes.

Por otro lado, se sostiene discursivamente la fuerte posibilidad de una integración desde el accionar de las prácticas colectivas, que emerja a nivel de los sectores populares latinoamericanos nucleados en las organizaciones sociales contemporáneas. Esta afirmación apareció, a modo de aspiración a futuro, de forma frecuente y casi unánime en los discursos explorados. Pocas veces se presentaron disentimientos alrededor de este proyecto, y las breves polémicas que emergían se relacionaban con la viabilidad de algún cambio positivo en ese sentido, en el corto plazo.

[…] Y me parece que por ahí empieza la verdadera unidad, de abajo. de abajo porque se puede presionar, impulsar. A veces de arriba como que te la trancan un

poco.25

[…] está habiendo toda una integración bastante solidificada a partir de nuestra propia experiencia, y eso ha generado un vínculo de ida y vuelta permanentemente. O sea, con esto quiero significar que la integración es posible. […] Y bueno, eso está generando lazos muy fuertes, la propia experiencia de otros lugares así lo indica. A mí me parece que eso terminará, no sé qué pasará, pero terminará empujando a esa otra integración, porque es una cuestión casi ya de supervivencia, o sea de integrarse.26

La integración regional, producto de la experiencia de la acción colectiva, tiene su correlato empírico en el intercambio constante que las organizaciones y movimientos desarrollan con pares de otras naciones, principalmente de América Latina. Incluso cuando las acciones desarrolladas por estos movimientos no nos permitan hablar de la construcción de un movimiento social global, los intercambios que realizan estas organizaciones dan cuenta de problemáticas que se repiten en las naciones a las que pertenecen. Aunque las organizaciones sostienen a la nación como horizonte de referencia, y entonces como fuente de posibilidades y constricciones, este intercambio evidencia la percepción de necesidades comunes, así como la intencionalidad de arribar a soluciones o propuestas consensuadas da cuenta de una representación sobre lo regional que posee elementos nucleares compartidos.

Yo tengo una gran esperanza, y el movimiento cooperativo es capaz de demostrar que existen formas de organización que trascienden las estructuras políticas y que expresan la necesidad de la gente por construir una vida […] Yo creo que ese es el gran aporte que el movimiento cooperativo quizás algún día le puede

hacer a América.27

– Sí, yo creo que sí, el futuro tiene que ser la integración de todos los países de Latinoamérica.

– [E]¿Y cómo se llega?

– Trabajando, y mucho.

– Gente que vea cómo es el moi, abriendo nuestras cabezas, acercándonos, estando con los compañeros […] es convivir, llevar las experiencias, traer experiencias de ellos, todas esas cosas nos van uniendo de a poquito, se van formando los lazos […] no va a ser ni para hoy ni para mañana […] pero creo que sí, creo que algún día va a llegar la integración […].28

La referencia más fuerte en este sentido, y que ha surgido en los discursos de los referentes tanto como en los integrantes de las cooperativas, es hacia la Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular (Selvip), el proyecto más concreto y ambicioso de ambos grupos en pos de la consolidación de un intercambio transnacional.29 La emergencia de la Secretaría en 1991 en el Cono Sur ha permitido que la unidad regional y que la integración como aspiración se instalaran como temas de debate. La integración regional se instala en el discurso de estos sujetos en referencia a una práctica concreta que pareciera tenerla como horizonte. La Secretaría es un proyecto aún en marcha, que aspira a crecer incorporando más países integrantes en los próximos años, y que se fortalece en tanto los movimientos y organizaciones de los distintos países avanzan en el análisis de un mismo problema, incluso cuando las estrategias que adopten frente a éste sean parecidas, pero no iguales. Las estrategias de organización y protesta de sus organizaciones miembros siguen presentando características particulares (nacionales), frente a un problema que se presenta como global, aunque fundamentalmente regional.

Las organizaciones argentina y uruguaya que aquí visitamos reclaman vivienda popular en áreas centrales de la ciudad. Parten de principios de autogestión, ayuda mutua y propiedad colectiva, y su repertorio de protesta incluye movilizaciones masivas, recolección de firmas, aparición en medios masivos, etc. La forma organizativa que adoptan, y que la organización argentina ha heredado de la organización uruguaya, es la cooperativa. En éstas las viviendas se construyen gracias a préstamos del Estado, local o nacional, y cuentan con la participación activa de los socios en el proceso de construcción, de allí el nombre de ayuda mutua. Las viviendas construidas son escrituradas por la cooperativa; es decir, son de propiedad colectiva y no individual, como una estrategia de protección a futuro de los socios que pudieran atravesar dificultades económicas.

Asimismo, entre estas dos organizaciones existen diferencias, que son incluso mayores en comparación con las demás organizaciones que confluyen en la Selvip. Para empezar, cada organismo ubica como interlocutor principal a un Estado, en todos sus niveles, que adopta formas disímiles en cada nación. Por otro lado, así como la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (fucvam) ha sido pionera en el desarrollo del cooperativismo de vivienda en el Cono Sur, fue el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (moi) el que difundió la estrategia de ocupación de edificios ociosos en áreas centrales para su posterior reciclaje.

Volviendo a la red latinoamericana, la intencionalidad pareciera ser, de acuerdo con el relato de los sujetos entrevistados, demostrar que las estrategias adoptadas, fundamentalmente el cooperativismo, pueden trascender fronteras políticas y lograr un alcance mayor. En este sentido, los colaboradores de las organizaciones que consideramos en este estudio dan cuenta de la necesidad de la integración en vistas a garantizar la supervivencia. La integración como estrategia de supervivencia excede a las políticas gubernamentales, por lo que se desprende de estos discursos, en tanto parte de los lazos que construyen entre pares y reúne una diversidad de saberes y experiencias que garantiza la posibilidad de sobrevivir a inconvenientes y carencias novedosas. Así es que esta integración es percibida por los sujetos como más real que la que responde a iniciativas gubernamentales, dado que, aunque no borra la existencia de fronteras y construcciones artificiales, se funda en un intercambio cotidiano que sobrepasa esas diferenciaciones. La integración se presenta, en estos discursos, como la iniciativa que motorizará el cambio de las realidades que los sujetos describen llenas de carencias.

Aun cuando los sujetos que participaron de las experiencias grupales coinciden en la necesidad de un proyecto regional integrador, promovido desde el accionar de las organizaciones de sectores populares, surgieron voces que señalaban la imposibilidad de un proyecto de ese tenor en las condiciones vigentes.

La primera traba que estos sujetos detectan es la imposibilidad de hacer extensivo este proyecto —promovido por grupos pequeños— a la totalidad o, al menos, a la generalidad de la población de los países latinoamericanos. Se asume que los proyectos que proponen una integración regional se quedan en el plano discursivo, y son desprestigiados en tanto se comprueba la inexistencia de acciones más concretas. Sin embargo, los relatos que analizamos no logran definir qué tipos de acciones deberían llevarse a cabo.

Se postula aquí la necesidad de una formación política dirigida a lograr estos cambios simbólicos en las personas que habitan la región, y que contradiga los postulados que, se afirma, sostiene la educación oficial de cada uno de los países. En este sentido, se observa una autocrítica —más fuerte en los casos uruguayos que en los argentinos— de los programas de instrucción oficial, que cargaban con una mirada que hoy se califica de europeizante, y que aún hoy parecen dejar de lado la pertenencia de ambos países a un todo regional en el que estaban geográfica e históricamente incluidos.

Es lo que hablábamos hoy, generar procesos de formación ideológica y después de ahí vos podés empezar a caminar. Pero tenés que tener la conciencia de los de abajo para poder generar un proceso sustentable que realmente cambie la integración de Latinoamérica y sea otra Latinoamérica.30

De todos modos, incluso los discursos más críticos sobre los alcances actuales de los proyectos integracionistas coinciden en relacionar el crecimiento de las redes transnacionales de acción colectiva con la posibilidad de una integración regional en América Latina.

Reflexiones finales

Esta investigación se inició con muchas preguntas, teóricas y personales, sobre las construcciones de la pertenencia, en tanto siguen actuando como marcos interpretativos para la acción de los sujetos aun cuando se las anuncia caducas. Particularmente, interesaba registrar definiciones sobre lo regional, lo latino americano, y sus tensiones y articulaciones con los sentimientos nacionales, en especial en el discurso de militantes sociales.

A partir de los elementos comunes detectados en los discursos de los sujetos que participaron de los grupos focales, podemos decir que la idea de América Latina, que los integrantes de los movimientos sociales consultados cons truyen, se funda en la coincidencia de prácticas similares y compartidas con otras organizaciones latinoamericanas; en este caso, la lucha por la vivienda urbana y por el derecho a la ciudad. Es decir, el fundamento de una idea de región para estos sujetos es la comprobación de la existencia de prácticas de acción colectiva similares a las propias.

En este sentido, la región Latinoamericana aparece entendida como un espacio de interacción e interconexión de la multiplicidad que caracteriza al campo de la acción colectiva, permitiendo fundar relaciones que se pretenden horizontales dentro de un marco de diversidad cultural. La región se presenta como un ámbito de interconexión entre pares, donde se construyen lazos basados en afinidades y proyectos compartidos.

Las posibilidades de integración aparecieron siempre ligadas a la conjunción de las diferencias nacionales, y nunca a su desaparición. En los discursos observamos que las referencias a un probable proyecto integracionista parte del supuesto de una unidad regional inacabada, y es entonces donde comprobamos que emergen planteamientos acerca de las posibilidades y obstáculos de la concreción de ese proyecto, fundamentadas en representaciones sobre cómo deben ser los resultados a esperar. En este punto, volviendo a la interrelación entre la nación y la región, entendemos que se postula una coexistencia entre ambas categorías, en tanto la construcción de una idea de lo regional no anula las construcciones nacionales, sino que las contiene, incluso cuando se destaca el carácter conflictivo adjudicado a esa convivencia.

La conclusión principal que podemos extraer de la lectura de los discursos de los sujetos que conforman organizaciones sociales urbanas contemporáneas de Argentina y Uruguay, es que la integración regional se sostiene como una aspiración. Se trata de un proyecto que es considerado factible, pero que no está concretado aún. detectamos en estos discursos cierta continuidad entre los señalamientos de las particularidades intrínsecas de Latinoamérica y sus habitantes, que remiten a la existencia de cierto bagaje que puede comprenderse en lo que se denomina lo latinoamericano, y aquellos que entienden a la integración de las naciones de la región como una especie de destino manifiesto.

En este sentido, podemos afirmar que en las dimensiones que nos planteamos para el análisis de los discursos aquí considerados, la construcción de marcos de referencia tiene como elemento nuclear la actividad militante que atraviesa la vida cotidiana de estos sujetos. Ello establece un doble juego: por un lado, las referencias a lo nacional y lo regional enmarcan la acción colectiva y aparecen como horizontes o escalas de la misma. Por el otro, aquellas referencias son pensadas, reelaboradas y continuamente atravesadas por esas mismas experiencias de acción colectiva.

Así es que las representaciones que analizamos aquí retoman las dimensiones que los ensayos intelectuales postulan, incluido cierto exotismo que está presente en la región. Sin embargo, estas características son resignificadas y postuladas desde la experiencia propia, desde la acción cotidiana y el intercambio concreto.

Bibliografía

John Phelan, “El origen de la idea de Latinoamérica”, en Ideas en torno de Latinoamérica, vol. I, México, udual/unam, 1986, pp. 441-455.

Ardao ubica la primera utilización del término Latinoamérica en 1836 en Francia, a cargo del periodista Michel Chevalier. Sin dejar de lado esta discusión histórica, lo que nos interesa destacar aquí es la construcción de un término cargado de intencionalidad política para designar a la región. Arturo Ardao, “Panamericanismo y latinoamericanismo”, en Leopoldo Zea [coord.], América Latina en sus ideas, México, Siglo xxi, 1986, pp. 157-171.

Phelan, op. cit., p. 455.

Loc. cit.

Néstor García Canclini, Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, Buenos Aires, Paidós, 2002, 116 pp.

Javier Auyero, La protesta: retratos de una beligerancia popular en la Argentina democrática, Buenos Aires, Libros del Rojas, 2002, 86 pp.; M. Svampa y S. Pereyra, Entre la ruta y el barrio: la experiencia de las organizaciones piqueteras, Buenos Aires, Biblos, 2003, 230 pp.

Alejandro Grimson, “Prefacio”, en Alejandro Portes, Bryan R. Roberts[eds.], Ciudades latinoamericanas: un análisis comparativo en el umbral del nuevo siglo, Buenos Aires, Prometeo, 2005, pp. 9-18.

Ettiene Balibar, “La forma nación: historia e ideología”, en I. Wallerstein y E. Balibar, Raza, nación y clase, Madrid, icalpe, 1991, pp. 86-106; Max Weber, Economía y sociedad, México, fce, 2008, 1245 pp.; Ernest Renán, “¿Qué es una nación?”, en Alvaro Fernández Bravo [comp.], La invención de la nación, Buenos Aires, Manantial, 2001, pp. 53-66.

Florencia Mallón, Campesino y nación: la construcción de México y Perú poscoloniales, México, ciesas/El Colegio de San Luis/El Colegio de Michoacán, 2003, 496 pp.

Jorgelina Loza, Gritos urbanos en América Latina. Representaciones sobre la nación y la región en movimientos sociales de Buenos Aires y Montevideo, 2009, 220 pp. (Tesis de maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural, idaes-unsam).

Se trata de sujetos que integran organizaciones de lucha por la vivienda, radicadas en el centro de Buenos Aires y Montevideo, respectivamente, agrupadas en el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos, en Argentina, y en la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua, en Uruguay. Estas organizaciones adoptan la forma cooperativa como metodología organizativa, y la participación activa de los cooperativistas en la construcción es lo que las caracteriza como de ayuda mutua. Ambas organizaciones sostienen un fluido intercambio, basado en el reconocimiento de herencias, similitudes y diferencias, lo que ha posibilitado el de -sarrollo conjunto del proyecto regional de la Secretaría Latinoamericana de Vivienda Popular.

Grupo Focal El Molino, Buenos Aires, diciembre de 2008.

Grupo Focal fucvam, Montevideo, octubre de 2008.

En Argentina, los sujetos hacen alusión a la última dictadura contemporánea, autodenominada Proceso de Reorganización nacional, que abarcó desde 1976 hasta 1983. En Uruguay, la dictadura a la que se hacía referencia es aquella desarrollada entre los años 1973 y 1985.

Grupo Focal coviesfe, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal El Molino, Buenos Aires, diciembre de 2008.

Grupo Focal moi, Buenos Aires, junio de 2009.

Grupo Focal fucvam, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal moi, Buenos Aires, julio de 2009.

Grupo Focal mujefa, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal moi, Buenos Aires, julio de 2009.

Loc. cit.

Grupo Focal coviesfe, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal mujefa, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal coviesfe, Montevideo, octubre de 2008.

Grupo Focal fucvam, Montevideo, octubre de 2008.

Loc. cit.

Grupo Focal moi, Buenos Aires, julio de 2009.

La Selvip es una red de organizaciones de la región reunidas en torno al reclamo por la vivienda. nace en 1991 en Uruguay, como una iniciativa de fucvam, moi y el Movimiento de Moradía de Brasil. Luego fueron incorporándose organizaciones de Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela. Con una perspectiva anticapitalista y antiimperialista, la Secretaría se propone intercambiar información, difundir estrategias como el cooperativismo y visibilizar reclamos.

Grupo Focal fucvam, Montevideo, octubre de 2008.

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