Estamos frente a una obra colectiva, producto de un esfuerzo realizado por el grupo “Estudios del Caribe” de la Red de Estudios Comparados del Caribe y del Mundo Atlántico del Consejo superior de Investigaciones Científicas (csic) de Madrid, coordinado por Consuelo naranjo Orovio del Instituto de Historia del csic, y varias instituciones nacionales. Los trabajos pretenden completar el cuadro de las celebraciones en torno al reciente bicentenario de las independencias en América Latina, pues al decir de los autores se ha venido “dejando a un lado el Caribe por una razón muy elemental: ahí los procesos de independencia en la forma como los conocerían sus contrapartes del continente tardarían en expresarse varias décadas más” (p. 7).
Los estudios nos invitan a conocer y a reflexionar sobre la historia del Caribe y del continente en forma conjunta. Dado que varios fenómenos de carácter similar ocurrieron en toda Hispanoamérica durante el siglo xix, tales como el deseo de la modernización económica y el surgimiento de procesos que demandaban la autonomía política en las colonias; junto con el establecimiento de la masonería liberal, de conspiraciones independentistas, de libertad de prensa, de debates en torno a la abolición de la esclavitud, entre otras. Así como el papel preponderante de los intelectuales como el motor de estos cambios, que concluirán en la independencia de Cuba y Puerto Rico.
una de las mayores virtudes de la obra es la mezcla generacional entre historiadores con trayectorias consolidadas y jóvenes investigadores, varios de ellos mexicanos, que nos enseñan que es posible hacer historias interesantes y sólidamente sustentadas de otros países de América Latina desde México, debido al conocimiento profundo del tema y que se manifiesta en el profuso y diverso número de fuentes utilizadas por los autores; que van desde el manejo de archivos nacionales y extranjeros, bibliografía especializada, tesis de licenciatura y posgrado de universidades de México y el extranjero, así como ponencias en coloquios y el uso de páginas electrónicas.
El libro se compone de una introducción a cargo de Leticia Bobadilla, seguida de dos reflexiones generales sobre el carácter de las revoluciones hispanoamericanas en el siglo xix y xx. Está dividido en dos partes: Puerto Rico y Cuba. Las reflexiones corren a cargo de Rafael Rojas e Ignacio sosa. El primero señala el tránsito experimentado por varios próceres americanos como Juan Pablo Vis-cardo, Francisco de Miranda, Lorenzo de Zavala y simón Bolívar, desde la búsqueda vehemente por realizar una utopía en América al desencanto de los mismos personajes al paso del tiempo, procesos compartidos de igual manera en Cuba y Puerto Rico, pese a que estos territorios no fueron liberados entonces.
Ignacio sosa, por su parte, a través de una analogía de la obra de shakespeare La Tempestad y sus protagonistas: Próspero, Ariel y Calibán, describe el proceso por el que los latinoamericanos en general fuimos liberados por nuestros “ángeles rebeldes” representados por Ariel, de la antigua metrópoli (Próspero) que, sin embargo, se convirtieron desde su punto de vista en agentes de dominación. Finalmente, Calibán será el rebelde por antonomasia, sometido por el discurso justificador de la dominación metropolitana, consistente en la creencia de la superioridad moral y civilizatoria de los conquistadores; a quienes a su vez tuvo que combatir con la decodificación de su discurso, para defender su derecho a la autodeterminación e independencia.
En las reflexiones sobre la “Isla del Encanto” de María Teresa Cortés en su aportación titulada “La configuración de la nación en la narrativa histórica puertorriqueña y el sistema de prácticas ecológicas, siglo xviii” retoma la labor informativa sobre Puerto Rico, hecha por el funcionario español de origen irlandés Alejandro O’Reilly, quien llegó a la Isla en 1765 y cumplió –guardando proporciones– una labor similar a la realizada en la nueva España por el conde José de Gálvez. O’Reilly concluyó que la posesión del Caribe debía ser fortificada e incentivada con capitales y mano de obra para explotar el potencial económico de la misma. Otro “visitador”, dos décadas después hace la misma recomendación, este personaje es Íñigo Abad Lasierra. según la autora, ambos relatos contribuirán a crear una identidad entre los puertorriqueños, junto con las demás literaturas expedicionarias científicas que se ocuparán de Puerto Rico, tradición que fue retomada en su momento por políticos puertorriqueños del siglo xix, en busca de una autonomía frente a España.
Oliva Gargallo en “Prensa, Autonomía y nación en Puerto Rico” estudia la trayectoria de dos órganos periodísticos de finales del siglo xix, fundados por dos españoles: El Buscapié de Manuel Fernández Juncos y La Revista de Puerto Rico de Francisco Céspedes de Caborcías, representantes del autonomismo republicano y monárquico, respectivamente. En estos diarios se llevarían a cabo toda clase de debates entre conservadores, autonomistas, anexionistas e independentistas, mismos que dan cuenta de la evolución del pensamiento autonomista puertorriqueño, que con el paso del tiempo dio pauta a la creación del “Estado libre y asociado” a Estados unidos, años después.
Brenda Verónica Chavelas en “Los debates sobre la modernización en Puerto Rico en la Revista de Agricultura, Industria y Comercio”, se enfoca en las demandas de otro sector de puertorriqueños educados en el extranjero, que decidieron solicitar a España la modernización de la Isla, libertad de comercio y autonomía política.
En la parte cubana, María Magdalena Flores reflexiona en su contribución titulada “Cirilo Villaverde y su proyecto de nación en Cuba, 1812-1894” y da un panorama de la historia intelectual de la Isla en el siglo xix, muy pormenorizada, ejemplificada en la vida del escritor e ideólogo cubano Cirilo Villaverde, quien a lo largo de su vida pasó por los reformistas, anexionistas e independentistas, posturas que promovió a través de su labor en el foro, la universidad y la escritura.
Claudio Antonio Gallegos en “El 98 cubano y su impacto continental: entre la globalidad y la globalización” realiza un planteamiento propositivo y provocativo, al replantear el origen de nuestra idea de globalización y los orígenes del siglo xx para “nuestra América”, el autor sostiene que la guerra “hispano-cu-bana-americana” de 1898 significó el fin del imperialismo europeo en América y el inicio de la hegemonía de una potencia no europea en el continente. Para Gallegos el año 1898 es el inicio del siglo xx americano y del fenómeno de la globalización, debate con ello la propuesta de Eric J. Hobsbawm: del “corto siglo xx”, quien inauguraba la centuria con la Revolución bolchevique de 1917 y lo culminaba en 1989 con la caída del muro de Berlín.
Por su parte Martín López con “Vanguardias y procesos políticos en Cuba, 1933-1959” analiza la política cubana del siglo xx, pues a pesar de que su estudio se centra en el periodo 1933-1959, inicia con el recuento de la primera república (1902-1933), la segunda (1933-1959), y la tercera, la que se extiende hasta nuestros días. Para ello el autor propone un modelo explicativo basado en el concepto de las “vanguardias”, definidas como movimientos con un sentido de misión histórica en sus componentes, que convierte a la acción directa en el único instrumento para hacer política, traspasando cualquier aparato político, teoría que tendrá su origen en las luchas por la independencia de tiempos de José Martí a fines del siglo xix y que serán el modelo seguido por Fidel Castro y los combatientes de sierra Maestra.
Por último Leticia Bobadilla en “La revolución cubana y las organizaciones contrarrevolucionarias en Miami, Florida, 1960-1962” aborda de igual manera, el tránsito o evolución de la Revolución cubana, que inició como nacionalista y devino, a causa de la Guerra Fría, en socialista. Mediante el uso copioso del Archivo Diplomático Mexicano, la autora recrea las rupturas dentro del primer gabinete de Fidel Castro, debido al nuevo rumbo tomado por la revolución desde el año 1961. Lo anterior llevó a la formación de grupos anticomunistas y anticastristas en Miami, Florida: tales como el “Directorio Magisterial Revolucionario”, “El Consejo Revolucionario Cubano” y el “Frente Revolucionario Democrático”, entre otros, durante los años 1960-1962.
Es importante conocer cómo se desarrolló la historia de dos países insulares que cambiaron en buena medida la historia del siglo xx en el ámbito mundial, y las razones de por qué una terminó siendo a la fecha un Estado libre y asociado, ligado a la potencia hegemónica occidental, Estados unidos, y por qué otra se convirtió en el modelo antagónico de la anterior, el único Estado socialista en América, ligado durante un largo tiempo a la antigua unión soviética, y que a su vez ha representado el mayor desafío a la hegemonía estadounidense. Este libro logra explicar en buena medida todo ello, por lo que considero es su mayor aportación al conocimiento de la región caribeña.