El libro de Eva Orduña constituye una aportación original en cuanto que recoge el testimonio de los protagonistas de la defensa de los derechos humanos en Guatemala a partir de una serie de entrevistas realizadas en 2011 y en 2014. Los entrevistados son miembros de organismos estatales, organizaciones no gubernamentales e internacionales, todos ellos relacionados con la justicia transicional en ese país.
Entre los miembros de organismos estatales destacan personajes relacionados con el Archivo Histórico de la Policía Nacional y con los Archivos de la Paz. En cuanto a las organizaciones no gubernamentales, se entrevistaron a integrantes de la Fundación Myrna Mack, del Grupo de Apoyo Mutuo (gam), de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (Famdegua) y de la Unidad de Protección a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos, Guatemala (udefegua). Y, por último, en el ámbito internacional, se incluyen testimonios de elementos de la Plataforma Holandesa contra la Impunidad, Impunity Watch Guatemala, la Fundación de Antropología Forense de Guatemala y la Jurisdicción Universal
La autora tiene dos objetivos muy precisos:
- a)
Obtener datos y opiniones que le permiten analizar, a la luz de lo que sucedía en la práctica, una serie de documentos teóricos y normativos revisados previamente.
- b)
Contrastar las opiniones de los actores concretos con la información analizada en el corpus documental relativo al tema.
Además, se plantea dos líneas de trabajo fundamentales, que son las que guían el texto: el ámbito interno y el escenario internacional.
A partir de estos dos ejes, Eva Orduña recupera varios temas, esenciales para comprender la complejidad del trabajo en pro de la justicia transicional en Guatemala:
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La labor que realizaban las organizaciones en los últimos meses del gobierno del presidente Álvaro Colom.
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Algunos antecedentes históricos, como el contexto de los años ochenta.
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La intervención de Estados Unidos en el desarrollo de los acontecimientos internos.
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El papel de la policía guatemalteca como agente de una política de terror.
En suma, gracias a las entrevistas realizadas y presentadas en la obra, se puede analizar el pasado y el presente guatemalteco para comprender cuáles fueron los crímenes que se cometieron durante el conflicto bélico y el contexto político-social de entonces, así como la postura de los gobiernos posteriores frente a esos hechos.
La redacción de la introducción y de las entrevistas es muy clara y, además, amena. En la introducción, la autora nos explica sus objetivos, la metodología utilizada para realizar las entrevistas y el propósito de éstas, la forma en que contactó a los distintos actores y la manera en que se presentaron las entrevistas en el texto. En esta sección se hace una presentación detallada de los principales temas que se desprendieron del diálogo con los actores, tanto en el ámbito internacional como en el interno, lo cual nos permite ubicar los asuntos más relevantes en el momento de ir leyendo cada una de las entrevistas.
El texto está dividido en tres grandes partes:
- 1.
Las entrevistas de actores del ámbito no gubernamental (cinco entrevistas).
- 2.
Las entrevistas de actores del ámbito estatal (dos entrevistas).
- 3.
Las entrevistas de actores del ámbito internacional (cuatro entrevistas).
Por último, podemos concluir que el trabajo aporta conocimientos nuevos y proporciona elementos para el análisis del conflicto interno en Guatemala, de la represión vivida por la población, de la política contrainsurgente del Estado y, sobre todo, del tema de la justicia transicional en Guatemala y sus implicaciones internas y externas. Además, constituye un aporte relevante en términos del uso de la historia oral como herramienta metodológica para el estudio de los problemas del tiempo presente.
En este marco, resulta pertinente hacer una reflexión acerca del uso de esta metodología. En primer lugar, es necesario dejar claro que todo testimonio tiene un sentido político, porque los relatos de los actores concretos de un proceso no pueden ser ajenos al contexto en el que se desarrollan. Si analizamos la historia de Centroamérica en los años setenta y ochenta del siglo pasado, a partir de los testimonios de esa época, podemos constatar la manera en que éstos se utilizaron políticamente para justificar las acciones de uno u otro bando en los conflictos internos. Por ello, los testimonios de hoy, referidos al pasado y al presente de la región, no son ajenos a esta característica.
Los relatos presentados en el libro nos remontan a momentos particulares de la historia de uno los países del istmo centroamericano, a través de la mirada de los actores concretos, en el marco de los cambios en la realidad guatemalteca de los últimos años. A partir de estos testimonios logramos una mejor comprensión del pasado y del presente de Guatemala, su complejidad y sus transformaciones, así como de las experiencias del día a día en la labor encaminada a la búsqueda de la justicia en un periodo de transición política.
Cuando un testimonio oral pone en tela de juicio algunas interpretaciones del pasado y aporta nuevos elementos para comprender la realidad política y social, no podemos perder de vista el rigor de la labor del historiador y del científico social. Por ello, se debe tener cuidado en definir los alcances y límites de las fuentes orales, ubicar el contexto en que se dio el testimonio, contrastar el relato con otras fuentes (bibliográficas, hemerográficas, documentales), e incluso con los testimonios de otros actores, con el fin de ir más allá de una simple narración. Porque la fuente oral es un recurso privilegiado para reconstruir el pasado y entender el presente, pero plantea el cuestionamiento sobre su confiabilidad respecto a las fuentes escritas, sin más referente que la voz y la memoria del testigo.
En el proceso de la entrevista podemos cuestionar la verosimilitud y la objetividad de lo que dice el testigo. De aquí la relevancia de que el testimonio sea verificado por otros actores de los procesos reseñados, y complementado o contrastado con lo que se encuentra en las fuentes documentales. De este modo, el relato nos informa más sobre la relación del individuo con su historia y nos da cuenta de su subjetividad.
Los defensores de la historia oral suelen enaltecer esta subjetividad del testimonio como la aportación más valiosa de la narración, mientras que sus detractores se empeñan en resaltar la posible irrelevancia de su contenido o la falta de representatividad estadística de la información obtenida por este medio. En todo caso, lo que se demuestra en el libro de Eva Orduña es que se logró recuperar la historia viva de la justicia transicional, la individualidad de los actores empeñados en lograr avances en este campo y los significados cualitativos del relato de su práctica cotidiana. En suma, lo que se logró fue preguntar a los actores y escuchar sus narraciones para poder explicar los procesos recientes de la historia guatemalteca.
Así, la recuperación de la experiencia de los actores reunidos en el libro de Eva Orduña, contribuye a la construcción de una memoria colectiva de la historia y el presente de Guatemala. De aquí que también sea importante mencionar la relevancia que tiene la relación entre el entrevistado y el entrevistador, cómo se genera un vínculo de confianza y por qué el entrevistado está dispuesto a dar un testimonio, incluso a veces con información que no había revelado antes. En particular, tratándose de un tema especialmente sensible en la sociedad guatemalteca de hoy, es un mérito importante de la autora haber conseguido estos testimonios, junto con la autorización para publicarlos.
Un aspecto fundamental que no podemos dejar de mencionar es que, al dar su testimonio, el entrevistado no se dirige sólo al entrevistador. No tiene un solo destinatario, sino que podemos hablar de una audiencia múltiple, por lo que cada uno de los testimonios será leído desde muchas posturas ideológicas y desde diversas perspectivas. Además, el testimoniante le habla a una comunidad que va a reaccionar frente a lo dicho. De esta manera, el libro de Eva Orduña seguramente generará diversas respuestas entre los académicos, estudiantes, actores gubernamentales y activistas sociales, tanto de México como de Guatemala.
“Toda historia antes de ser escrita fue contada”, afirma Graciela de Garay, especialista y precursora de la metodología de la historia oral en México. De aquí que, los latinoamericanistas podamos recurrir a las entrevistas para desarrollar distintos métodos de indagación y descubrir nuevos temas, crear nuevas fuentes y tomar en cuenta la opinión de actores fundamentales que, con su testimonio, enriquecen lo aportado por la historiografía tradicional y develan elementos esenciales para comprender la historia del tiempo presente de nuestro subcontinente.
De este modo, aparecen los detalles de la vida social y política de Guatemala, los cuales, junto con las subjetividades presentes en las entrevistas, nos permiten lograr un acercamiento al pasado desde la perspectiva de los sujetos quienes, a través de la rememoración de la experiencia, contribuyen a la generación de una explicación histórica más acabada. Así, la obra de Eva Orduña nos demuestra cómo la historia oral y el testimonio se convierten en recursos fundamentales para la reconstrucción del pasado de Centroamérica, recursos muchas veces cuestionados por su grado de confiabilidad respecto a las fuentes escritas, pero que aportan una enorme riqueza al permitir recuperar la relación del individuo con su historia, en este caso, la historia de los actores de la justicia transicional en Guatemala.