Este artículo tiene el propósito de develar la relación que existe entre el espacio geográfico y la acción colectiva. el objetivo es analizar, a partir del caso de la resistencia pacífica indígena, frente a los actores armados del conflicto en colombia, la importancia que tiene la dimensión espacial para el análisis de la acción colectiva y los movimientos sociales, donde el concepto de lugar surge como una categoría de análisis geográfico que explica el sentido y el valor territorial para los actores en contención. la tesis central plantea que una mayor articulación de la dimensión espacial a la explicación del fenómeno de la acción colectiva, permite comprenderlo más integralmente como un hecho social total, porque ninguna acción humana está por fuera de las relaciones espacio-temporales que la enmarcan. los seres humanos, además de ser seres socio-temporales, somos también seres socio-espaciales.
This research paper aims to reveal the relationship between geographic space and the collective action. the objective is to analyze, from the case of indigenous resistance peaceful versus armed conflict actors in colombia, the importance of the spatial dimension to the analysis of collective action and social movements, where the concept of place arises as a category of analysis that explains the value of space to actors in contention. the central thesis argues that greater integration of the spatial dimension to the phenomenon of collective action can help at understand more comprehensively as a total social fact, because no human action outside the time-space relationships that frame. Humans are also temporal and spatial beings.
Los indígenas han llegado al siglo XXI con secuelas de terror en sus comunidades, violencias de todos los tipos y todos los bandos, que han generado dolor e indignación contra el actuar aberrante de los actores armados en sus territorios. Sandoval, 2008.
Los científicos sociales expertos en conflicto social-armado en Colombia sostienen que los indígenas son víctimas sistemáticas en razón de la defensa que hacen de sus comunidades y de sus propios territorios. Para algunos autores, en el caso particular del Cauca, durante las últimas décadas del siglo xx e inicios del siglo xxi, se presenta un aumento en cuanto a presencia de los distintos grupos armados, así como la proliferación de actividades ilegales como el narcotráfico.2 También plantean que “los indígenas han llegado al siglo xxi con secuelas de terror en sus comunidades, violencias de todos los tipos y todos los bandos, que han generado dolor e indignación contra el actuar aberrante de los actores armados en sus territorios.”3 El Consejo Regional Indígena del Cauca (cric), todavía, desde su portal web, sigue denunciando el proceso de militarización del territorio, con la instalación, sin su permiso, de batallones de alta montaña, los proyectos hidroeléctricos, así como la incursión de multinacionales con licencias para la explotación minera como la Anglo Gold Ashanti.
En ese encuentro de intereses entre los distintos grupos, bien sea por dominar el territorio, o por imponer la fuerza, o bien por controlar el negocio del narcotráfico, la población queda expuesta y vulnerable. Los ataques entre unos y otros tienen serias repercusiones sobre los poblados “las acciones violentas de la guerrilla se dirigen sobre todo a los grupos e instituciones económicas de la comarca nor-tecaucana, los objetivos más visibles y atacados por parte de estos grupos son esencialmente las instituciones bancarias, los ingenios azucareros, las empresas de la Ley Páez y Propal, ubicadas principalmente en la parte del Norte del Cauca.”4 La respuesta del Estado es el aumento de fuerzas y la presencia permanente en cada una de las poblaciones. Sólo por citar un dato, en 2010, la población de Toribío había recibido 20 ataques y hostigamientos de la guerrilla.
El mes de julio de 2012 fue significativo para la historia del conflicto armado en Colombia debido a un conjunto de hechos sin precedentes, ocurridos en el municipio de Toribío, departamento del Cauca. El pueblo fue víctima de los hostigamientos de la guerrilla con armas artesanales que impactaron a la comunidad y causaron graves heridas a personas y daños en la infraestructura como las viviendas y el puesto de salud: “En medio de los hostigamientos de la guerrilla y las respuestas del Ejército, 11 civiles sufrieron heridas, entre ellos la enfermera jefe del puesto de salud, y 167 casas registraron graves daños. A la enfermera tuvieron que amputarle una pierna”.5
En este sentido, los acontecimientos de julio de 2012 no dejarían de ser uno más de los cientos que la población indígena ha experimentado a lo largo de su historia, en el marco de un conflicto armado, de no ser, precisamente, por la respuesta que la comunidad tuvo frente a los actores armados: primero, la concentración por parte de aproximadamente mil indígenas en el parque principal del pueblo; segundo, la organización indígena que designa una delegación para entablar diálogos con los jefes guerrilleros para exigir su retirada del sector; tercero, la retirada de sacos de arena que como barricadas protegían la estación de policía, exigiéndoles también su retirada del pueblo. Cuarta, la expulsión física de los guerrilleros y militares por parte de la guardia indígena.6 Gobernadores indígenas, alguaciles y la guardia exigieron el retiro de sus tierras. “Con sus hostigamientos han hecho mucho daño a la población civil; sus tatucos (morteros artesanales) han dañado muchas viviendas. Por eso, nuestra exigencia es que abandonen esta zona”, expresó James Yatacue, del resguardo de Corinto y uno de los que presidían la comitiva. Yatacue lleva 12 años como líder y por su labor ha recibido amenazas tanto de paramilitares como de la guerrilla. La comisión, cuyos integrantes avanzaban a pie, en moto y en camiones, halló explosivos un par de kilómetros antes del encuentro con los guerrilleros. Seis cohetes, de unos 60 centímetros de largo, muy similares a bombas de guerra, estaban abandonados en un punto donde una quebrada cruza la vía, en un radio de unos 30 metros. Esto no amedrentó a la comunidad. Por el contrario, fue un motivo más de rechazo, como lo expresó Marcos Yule, gobernador indígena. “Ustedes los dejan por ahí, a pocos metros de la vía, sin pensar en el daño que esos elementos pueden causar”, les planteó Yule a los subversivos. En momentos hubo tensión de ambos lados, pero Yule pidió a la comunidad mantener la calma. El jefe insurgente, de unos 30 años, dijo que mientras se mantuviera la presencia de la Policía y del Ejército, su deber era permanecer. “Cuando ellos se vayan no habrá ni un tiro”, dijo. Campesinos e indígenas avanzaron hacia El Tierrero, un punto a unos 10 kilómetros, donde por la mañana se tenía el reporte de otro retén ilegal, pero no encontraron nada. De regreso a Toribío, la comisión indígena constató que los subversivos habían abandonado el lugar para internarse en la montaña. “Unos y otros dicen que no se retiran y ante las palabras del presidente Santos, en el sentido de que la tropa no se retira, hay que seguir en la resistencia indígena; nos declaramos en asamblea permanente”, dijo Yule.7
De estos cuatro sucesos, los primeros han sido acciones que regularmente la comunidad pone en marcha, ante un ataque, como por ejemplo, la concentración en el pueblo y la búsqueda de diálogo con sus victimarios, pero sin duda, interesan los dos últimos, la destrucción de las barricadas (que protegían a los policías y las trincheras de los militares) y la expulsión física de los actores armados (guerrilla, policía y militares) porque demuestran la capacidad de organización que posee el movimiento social y su sentido de decisión de tomar acciones pacíficas de confrontación, tan delicadas y peligrosas, frente a estos actores armados.
En la historia colombiana, por lo menos en la reciente, los indígenas han sido de las pocas comunidades capaces de confrontar, cara a cara, a ambos actores armados y los han expulsado de sus territorios, como expresión de un cansancio social y colectivo y de desconfianza en las instituciones y agencias del Estado. Esto también implica un mensaje claro para los colombianos: los indígenas asumen el control territorial, social y político de sus tierras y desalojan a los actores del conflicto armado.
Por un lado, en los hechos de julio de 2012, la comunidad rechaza toda expresión de los grupos guerrilleros que, además de generar incertidumbres y desesperanza para la población, ocasionan graves perjuicios físicos y económicos, al demostrar que no existe interés alguno en defender a los pueblos ancestrales. Para los indígenas, la guerrilla no proporcionaba tranquilidad a las personas, atacaban a la población civil con actos crueles y mortales, no respetaban la autoridad ni la justicia construida desde tiempos ancestrales, y no realizaban aportes para garantizar su autonomía como pueblo. Los indígenas no poseen armas, porque sus armas son las voces de protesta y la solidaridad comunitaria.
Por otro lado, significa también, una desconfianza en la capacidad del Estado para garantizarles sus vidas. Perciben la presencia de la policía y las fuerzas militares dentro de su comunidad, como motivo de hostigamientos guerrilleros y del mismo cuerpo militar. Retirar a la policía del municipio es garantizar, de alguna forma, la tranquilidad en su territorio pues su presencia es motivo de ataque y confrontación. Expresan los líderes de esta comunidad:8 “Vamos a expulsar todo grupo y actor armado que haga presencia en nuestros territorios, sea legal o ilegal, porque están desarmonizando el territorio, advirtió este mediodía Feliciano Valencia, consejero político de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca”.9
Cada trinchera fue taponada con tierra, desarmaron las carpas en las que se alojaban los militares que custodiaban las zonas, a pesar de que las altas esferas de las fuerzas militares habían ordenado a sus soldados no abandonar sus puestos. A esta hora ya son cerca de 1 000 los indígenas que se encuentran en el cerro de las Torres, ubicado a unas dos horas del casco urbano de Toribío (Cauca), donde han tapado con tierra las trincheras del Ejército. Los cerca de 100 militares que permanecen en el área siguen a la expectativa, sin que se hayan presentado choques con la comunidad. Marcos Yule, gobernador del cabildo indígena de Toribío, dijo que desde este momento la guardia indígena y la comunidad asumen el control de la zona. La comisión, desde tempranas horas de la mañana, ha desarmado las carpas que sirven como alojamiento para los militares. Los indígenas no han tomado acciones en contra de las tres antenas de comunicación que allí fueron instaladas. Un suboficial de la Fuerza de Tarea Apolo, que permanece en el cerro, confirmó que la orden del Gobierno y de los altos mandos militares es no moverse en la zona. Afirmó también que no ha habido choques con la comunidad. El propósito de la comisión indígena es que unas 500 personas pasen esta noche en el cerro, para empezar a hacer su control del territorio.11
En una de las acciones de refriega, los indígenas alzaron a mano a un sargento12 y lo bajaron por las laderas de la montaña en el sector de Alto Berlín, donde los soldados custodiaban torres de comunicación como muestra de que no deseaban actores armados legales o ilegales en la zona. Esto conllevó a enfrentamientos entre los militares y la guardia indígena, quienes habían comunicado un ultimato hasta la media noche del día martes 17 de julio.13 La reacción del presidente Juan Manuel Santos fue expresarles a los indígenas “todo tiene un límite”, “reflexionen frente a esta actitud que tuvieron hoy”, “no vamos a abandonar un solo kilómetro en el Cauca ni en ninguna parte”. En los periódicos nacionales se publicaron imágenes como éstas:
Los indígenas en las semanas siguientes, después de los hechos de expulsión de los actores armados, no sólo evitaron conversaciones con funcionarios delegados del gobierno, sino que además prosiguieron con su tarea de eliminar todas las trincheras construidas por la policía y el ejército sobre su territorio.
La única autoridad con presencia en el territorio es la guardia indígena. Para el cric la guardia indígena está compuesta por niños, jóvenes, mujeres y adultos que tienen un bastón de mando o “chonta” y cuyo objetivo es “seguir el camino de vigilancia, control, alarma, protección y defensa de nuestra tierra en coordinación con las autoridades tradicionales y la comunidad, siendo así, guardianes de nuestra vida que promueven siempre la defensa de los derechos.”15 El cric lo plantea claramente a través de sus medios virtuales: Nuestro proceso de resistencia y pervivencia en nuestro territorio es el de la defensa de la vida y de la autonomía de los pueblos indígenas, enmarcados en el Plan de Vida y en respuesta a todos los factores de violencia que atntan contra el bienestar y la armonía de los niños, los jóvenes, los adultos y mayores: basados en la ley de origen, el ejercicio del derecho propio y la Constitución Nacional Art. 7, 330 y 246. La Guardia Indígena se concibe como organismo ancestral propio y como un instrumento de resistencia, unidad y autonomía en defensa del territorio y del plan de vida de las comunidades indígenas. No es una estructura policial, sino un mecanismo humanitario y de resistencia civil. Busca proteger y difundir su cultura ancestral y el ejercicio de derecho propio. Deriva su mandato de las propias asambleas, por lo que depende directamente de las autoridades indígenas. Surge para defenderse de todos los actores que agreden sus pueblos, pero solamente se defienden con su “chonta” o bastón de mando, lo cual le imprime un valor simbólico a la guardia.16
La guarda indígena es garante de tranquilidad sobre la región. En este sentido, para el pueblo indígena ni la autoridad de la policía ni las fuerzas armadas colombianas representan orden y seguridad, por el contrario son motivo de conflicto. Y por tanto, se deslegitima la autoridad policial cuando se le desnuda de su cascarón protector.
Así como en Toribío, en los municipios colombianos, las estaciones de policía son protegidas con retenes, vías bloqueadas con obstáculos para el paso lento de los autos, pero eso no sucede con la comunidad que es desprotegida, pues prueba de ello son los altos indicadores todavía de crimen y delitos.
La respuesta del presidente Santos fue, en principio, tratar de mantener las fuerzas militares en el lugar así como producir un conjunto de discursos respecto al movimiento, entre ellos el más directo fue el de afirmar la filtración de las guerrillas al grupo indígena. Según el ministro de Defensa colombiano, “no es lo que estamos diciendo nosotros, sino lo que está diciendo la misma comunidad indígena. Dicen que es indudable que la guerrilla de las farc tiene influencia, infiltración en los movimientos indígenas y que hay miembros de esa organización”.17 En la madrugada del miércoles 17, operativos de las autoridades desalojan a la fuerza a los indígenas con un Escuadrón Antidisturbios de la Policía y el Ejército realizó operativo de desalojo de indígenas del cerro de Toribío.
El fenómeno, acontecido en julio de 2012, en Toribío, empezó a difundirse en una buena cantidad de los territorios indígenas, de tal modo, que en otros departamentos como Putumayo, motivó a que otras comunidades campesinas e indígenas se concentraran en las principales plazas. Así, el 20 de julio, días después de los hechos de Toribío, en Putumayo cerca de ocho mil indígenas y campesinos buscaron reunirse con el ministro de Defensa para exigir soluciones a la guerra que acosa a esta región.18
Hoy en día, los pobladores rurales y urbanos de Cauca siguen lamentando que sus comunidades se encuentren en medio de un conflicto armado tan prolongado. Son partícipes de una salida negociada y pacífica de la guerra en Colombia. Siguen los asesinatos, desapariciones y desplazamiento de líderes y comunidades por parte de fuerzas paramilitares que son otros de los actores que poco a poco incursionaron en esta parte del territorio colombiano, como parte de su proceso de difusión sobre todo el territorio nacional.
Luego de esta descripción, nos preguntamos si ¿es este caso de la resistencia pacífica y de la no violencia indígena un claro ejemplo de la importancia que puede tener integrar la dimensión espacial a la hora de analizar la acción colectiva y los movimientos sociales? Trataremos de dar respuesta.
Los sentidos del lugar en el movimiento social indígenaEl caso presentado permite explicar lo que a nuestro parecer evidencia, de un modo claro, una relación indisoluble entre la acción colectiva contenciosa, realizada por el movimiento social indígena y su dimensión espacial. Entendemos por movimiento social lo que plantea Alvaro Guzmán: un conjunto estructurado de Acciones Colectivas Conflictivas, eventos y casos en los que aparece con claridad un campo de conflicto entre actores, con circunstancias definidas de contención frente a la autoridad y donde existe la posibilidad de redefinir dicho campo de conflicto. El movimiento social es entonces una reconstrucción analítica que se nutre de la información empírica de las acciones colectivas, los eventos y los casos.19
Así, en el contexto de movimientos sociales, los actores sociales cuando realizan hechos como acciones colectivas, incorporan como medio estratégico los distintos sentidos y usos que puede tener el lugar, éste es entendido como aquella porción de espacio geográfico que además de ser cartografiable, es construido socialmente por los grupos humanos y que por tal razón, posee implicaciones simbólicas y emocionales para sus habitantes. Para las comunidades indígenas el lugar es su propio territorio ancestral. El sentido de lugar es entendido como un proceso y como “una construcción social o una subjetivación de los lugares y permite analizar la forma como el espacio, entendido como algo abstracto y genérico, se convierte en lugar gracias a la experiencia y a la acción de los individuos que, viviéndolo cotidianamente, lo humanizan y llenan de contenidos y significados.”20
Los actores que participan de las acciones colectivas y los movimientos sociales llenan de significado sus lugares, por ejemplo la Plaza de Mayo como espacio público es central y simbólica para el Movimiento Social de las Madres Plaza de Mayo que en Argentina enfrentó la dictadura militar. Lo mismo significó para el movimiento 15M la plaza de la Puerta del Sol.
Para el Movimiento Social Indígena, el lugar de la protesta es su propio territorio ancestral que es defendido frente a los actores armados. Así, el lugar adquiere por lo menos tres características: a) como sitio donde se realiza la acción colectiva, b) como el motivo y causa de la acción colectiva y c) como instrumento para la acción colectiva.
El lugar como el sitio donde se realiza la acción colectivaSe trata de un aspecto de mucho interés porque es el aporte que ha predominado desde la geografía, que tiene como propósito mostrar el espacio localizado y localizable que posibilita una ubicación sobre una cartografía. El lugar entendido como espacio donde ocurren los hechos que se pueden mapear. Algo así como una geografía de la acción colectiva y los movimientos sociales. El lugar mapeable.
Este uso del concepto de lugar ha sido tal vez el más reiterado entre los teóricos de la acción colectiva, como es el caso de Charles Tilly, quien en sus estudios da cuenta de los innumerables encuentros contenciosos en Londres. Tilly se propone abordar un conjunto de preguntas, a saber ¿cómo algo hoy tan habitual como las manifestaciones callejeras cobró forma e incluso adquirió un incómodo estatuto legal en la mayoría de países democráticos?, ¿cuáles son los procesos sociales que alientan o inhiben la proliferación de movimientos sociales?, ¿hasta qué punto y cómo, por ejemplo, se interrelacionaron e influyeron mutuamente las huelgas industriales, las campañas electorales y los movimientos sociales?, ¿qué causas provocaron los cambios y las importantes variaciones que se dan en los movimientos sociales?,21 sin embargo pasan por alto preguntas centrales como ¿por qué los lugares donde se materializa el encuentro contencioso son ésos y no otros?, ¿cuáles son esos lugares de acceso público más utilizados por los manifestantes para llevar a cabo su tarea?
La acción colectiva y los movimientos sociales, entonces, no sólo poseen unas organizaciones, unos intereses, unas movilizaciones de recursos y unas oportunidades políticas, también poseen un espacio, que como lugar, adquiere diferentes sentidos y estrategias.22 La dimensión del espacio debe superar esa geografía que plasma la distribución política de los fenómenos por países o regiones, al mostrar las relaciones de los movimientos sociales entre un país y otro, o entre regiones, la formas de contacto en distintos lugares, aparece más como referencia espacial.
En el caso de Toribío, los factores que inciden en que se presente tal acción colectiva de parte de los indígenas no son precisamente económicos, puesto que existen fuerzas mayores en términos de su seguridad, su tranquilidad, la armonía y la protección de su territorio. Lugar que es elemento vital de vida y de un predominio de sus relaciones socioculturales.
Frente al impacto directo del conflicto armado, son los indígenas las víctimas letales de esta violencia, a veces convertidos en escudos humanos en medio de las confrontaciones entre el ejército colombiano y los grupos insurgentes. Una opción para muchos de los indígenas, ante las amenazas a las que se exponen de modo permanente, es desplazarse para salvar sus vidas y las de sus familias.
Hoy en día, el Movimiento Social Indígena no sólo hace presencia en esos escenarios físico-cartografíables, sino que también lo hace en los espacios virtuales, como escenarios que utilizan para la movilización en red.
La red Internet está construyendo una comunidad virtual, como un lugar donde no sólo las personas sino también los grupos de diferentes partes del globo terrestre interactúan, intercambian y comparten todo tipo de información. El número de suscriptores y usuarios es creciente y alcanza casi los dos mil millones de usuarios en todo el mundo. Los nuevos movimientos sociales, como el movimiento ecologista, el de derechos humanos o los movimientos nacionalistas, han venido haciendo uso de Internet como canal de comunicación tanto para promover las relaciones entre sus miembros como para alentar acciones de protesta. Resalta una dimensión positiva de Internet, considerada como un recurso en manos de movimientos que, por su carácter democrático y ampliamente participativo, conectan con las aspiraciones de la mayoría de los seres humanos, incluidos los usuarios de la red. Ello no impide reconocer que Internet también puede ser utilizada por grupos intolerantes que defienden intereses particularistas, aunque a éstos les resulta más difícil conectar con los intereses de la mayoría.23
El éxito rotundo, muy posiblemente de este llamado a enfrentar la situación de violencia y poner la necesidad de la unión ciudadana a favor de la paz, pudo presentarse por las características propias y ventajas comparativas que ha tenido Internet frente a otros medios masivos de comunicación. En Facebook, muchas personas expresaron su apoyo a los grupos indígenas y se mofaron de las fuerzas militares mediante caricaturas y mensajes.
Para autores como Javaloy, Espelt y Cornejo, las ventajas que ofrece Internet pueden ser: una comunicación horizontal de actor a actor, constituye una innovadora forma de participación que posibilita la interacción electrónica autónoma y anónima que puede escapar al control de las autoridades, los ciudadanos pueden formar sus propias constelaciones políticas e ideológicas, y evitar las estructuras políticas establecidas.24
Internet se convierte en un elemento que se suma a las actuales características de los que se han denominado los nuevos movimientos sociales, como un lugar posible. Los manifestantes y sus líderes combinan el escenario físico real y virtual para buscar un mayor impacto social. Las comunidades indígenas organizadas, a partir del Consejo Regional Indígena del Cauca, poseen su página virtual desde la cual realizan de modo permanente denuncias por los efectos de la confrontación armada y la presencia activa de multinacionales que afectan la sociedad y el ambiente. Su portal es http://www.cric-colombia.org/portal/.
El lugar como el motivo y la causa de la acción colectivaEl aporte de la geografía crítica a la comprensión de la acción colectiva y los movimientos sociales no sólo da cuenta del fenómeno de la distribución de la protesta social sobre la superficie terrestre, de los continentes, de los países o de las regiones y localidades, como se ha hecho de modo tradicional. El aporte brindado por las geografías crítica y cultural está en el punto central que le otorgan al sentido de lugar las diferentes formas de agrupación y organización humana.
Es decir, es el lugar entendido como territorio de disputa, de defensa y protección que hace una comunidad o grupo frente a un(os) opositores. El lugar como símbolo, simbolizado y simbólico para los actores sociales.
Precisamente por el valor que tiene el territorio y lo que significa en términos de su cosmogonía para los grupos indígenas de Toribío, se entiende como su lugar de vida, lo que no significa un espacio cualquiera que pueda dejar fácilmente. Este es su lugar donde se desarrollan los procesos socioculturales que son ancestrales, conservando tradiciones, preservando el legado cultural y sus actividades socioeconómicas. Los indígenas deciden empoderarse de valor y fuerza para enfrentar ambos grupos y expulsarlos de su lugar. El lugar así se convierte en un espacio de resistencia.
Los indígenas del Cauca en Colombia hacen uso no de un espacio particular y aislado sino de un espacio que culturalmente está interconectado con otros pueblos indígenas a lo largo de toda Latinoamérica. Esta interconexión refuerza la identidad y empatia entre los pueblos, cuya percepción de pueblo conjunto enfrenta las fuerzas de la modernización que trata de arrasar su pasado histórico y ancestral. El lugar de la resistencia de Toribío es el espacio de la resistencia de todos los pueblos indígenas.
Recientemente han surgido algunos autores como Ulrich Oslender, quien considera que muchas de las teorías del comportamiento colectivo olvidaron la dimensión espacial. Oslender se centra en las luchas de los grupos indígenas y en las comunidades afrodescendientes como casos concretos donde lo territorial cobra sentido vital. La lucha territorial es también la lucha por el espacio geográfico.25
En esa lucha y defensa por el territorio por parte de comunidades campesinas e indígenas, son variados los repertorios entre los que se destacan los paros y los bloqueos de vías, así como las quemas de llantas sobre avenidas y carreteras nacionales. Repertorios que tienen implicaciones económicas, políticas y sociales.
Estas respuestas colectivas de la no violencia de los grupos indígenas no pueden pasar inadvertidas, pues se tornan en formas de resistencias pacíficas y de no violencia, significativas de pueblos que después de ser maltratados históricamente deben sentir de modo directo los estragos de una guerra sin sentido donde el pueblo pierde y pocos son los que ganan. También deben convertirse en un ejemplo para el resto de ciudadanos que atónitos dejan pasar miles de hechos violentos, incluso, se naturalizan como parte de la dinámica social de un país como Colombia.
La actuación de la comunidad indígena, si se observa en su trasfondo, puede ser uno de los ejemplos más significativos de la historia reciente del país, en cuanto a desnudar y recriminar la acción de los violentos y de las instituciones del Estado que han desgastado no sólo sus discursos, sino también, sus acciones, donde la única salida posible es la confrontación armada desmedida.
El territorio indígena se convierte así en lugar-objeto de defensa, de confrontación y de lucha. Como espacio de respeto, los indígenas argumentan que debe expulsarse todo tipo de actor perturbador que pretenda afectar la vida comunitaria, aun, si se trataran de las propias Fuerzas Armadas de Colombia.
El lugar como instrumento para la acción colectivaSe trata del lugar como escenario y herramienta que utilizan los grupos para expresar, dar a conocer o motivar la concentración y la presencia de públicos. Escenario utilizado para dar a conocer sus quejas, demandas y denuncias y, por tanto, llamar la atención de la opinión pública. El lugar es apropiado como un medio para comunicar y como lugar que comunica. El lugar como discurso y discursivo de la acción colectiva y del movimiento social.
El departamento del Cauca es un lugar de paso para los productos campesinos que, desde el sur, se dirigen a todo el territorio nacional. Una toma con bloqueo por parte de las comunidades sobre la vía panamericana tendrá como resultado un desabastecimiento de alimentos en los centros urbanos, la movilización y el flujo de productos hacia puertos aéreos o marítimos, la exportación de productos. Pérdidas económicas para comerciantes, industriales y comunidades. Los repertorios de la acción colectiva son definidos, entonces, como vías establecidas por la gente y las comunidades para plantear sus reivindicaciones que incluyen acciones experimentadas a lo largo de la lucha sobre reivindicaciones anteriores. El espacio se convierte en un elemento aliado de la lucha.
Es interesante preguntarse por las razones que motivan a los grupos indígenas del Cauca a exponer sus propias vidas y reunirse en un lugar determinado de su territorio para lanzar protestas, denunciar situaciones y afectaciones por grupos armados tanto legales como ilegales así como hacer reclamos ante el gobierno nacional. Confrontar cara a cara a los grupos armados es cuestión de vida y muerte en este país.
Cuando se evidencia el surgimiento de acciones colectivas, la dimensión espacial entra en juego así como lo hace la dimensión del tiempo y la cultura, porque las acciones sociales son espacio-temporales y no pueden desligarse.
Reflexiones FinalesLo interesante del caso de Toribío es que descentra el movimiento social del escenario urbano para ubicarlo en un territorio rural y ancestral. Una comunidad que además de soportar la inequidad de injusticia por siglos, en las últimas cinco décadas, se sumó a sus preocupaciones el conflicto armado.
Las comunidades y grupos campesinos e indígenas que promueven y hacen posible la protesta social a través de acciones como marchas interregionales, bloqueos de vías o una concentración en una agencia del gobierno, no se planean así nada más porque sí, sino que existen y subyacen además de las políticas lógicas y sociales, las espaciales que son significativas y que hacen de su lugar en el mundo, es decir, de su territorio ancestral, escenario de poder.
Su defensa ha estado en su fortalecido Movimiento Social Indígena a partir de la fuerza que han logrado en términos de la organización social que ha tenido como pueblo con autonomía y avalado constitucionalmente. Sus diferentes acontecimientos de acción colectiva a través del tiempo han sido creativos y sobre éstos se marcaron los hechos de julio de 2012 cuando enfrentaron cara a cara a grupos armados, a la policía y al ejército, expulsándolos de su territorio y proclamándolo como escenario de paz. Este hecho, al parecer, ha pasado inadvertido entre el mundo académico e intelectual local y nacional porque no se ha percibido su trascendencia en términos de lo que significa para la historia colombiana. Desde nuestra perspectiva, estos acontecimientos, de julio de 2012, significan una manifestación distinta de los indígenas que, mediante la acción colectiva pacífica y no violenta, destierran sin el uso de armas a actores fuertemente armados. Una acción colectiva que demuestra el papel que puede tener la resistencia pacífica y decidida de un pueblo ante el cansancio y la amenaza permanente de extraños sobre su lugar de vida. Resistencia pacífica sostenida en la solidaridad, la comunidad y la fuerza del sentido pacífico.
Los científicos sociales tienen una exhaustiva tarea: incluir esta dimensión en sus nuevos aportes. Tal como lo han planteado Hernando Uribe y Gloria Montoya,26 el espacio es una construcción sociocultural que se forma históricamente, que es condicionada, pero que además responde a una cierta lógica del sistema de saber-poder, en su contexto social. Absolutamente nada de lo que puede suceder en y con el espacio es gratuito ni se puede explicar como si fuera resultado de un momento de azar. Todo ello conlleva a pensar que la geografía de la acción colectiva, si se nos permite denominarla así por el momento, no es sólo de localización y ubicación de los lugares y puntos del planeta donde se hacen protestas sociales, sino que además de ello incluye elementos mucho más profundos que relacionan la dinámica de la acción colectiva y sus lugares de expresión, lo que exige entonces la búsqueda del sentido del lugar.
El caso de Toribío lleva a plantear que incorporar una dimensión ambiental a la teoría de la acción colectiva no se trata solamente de entender la localización en un plano, sino que también expresa relaciones sociales de poder, de interacción con los lugares significativos para la sociedad y la comunidad que protesta, demanda y denuncia. Este caso permite comprender que el lugar, como una expresión del espacio geográfico, es un componente dinámico y no estático en el proceso de la construcción social. El lugar se convierte en lugar en la medida en que las comunidades que lo habitan le proporcionan un significado simbólico, histórico y cultural.
De igual modo como lo hemos planteado en otros escritos, los lugares donde se producen acciones colectivas y sus diferentes repertorios no se hacen en cualquier lugar, sino en aquellos que son significativos para la gente.
Finalmente, expresaríamos que las ciencias sociales tienen claro que las lógicas espaciales también son lógicas de poder. Como quedó demostrado, el espacio puede ser el escenario o sitio de la acción colectiva, puede ser el motivo o la causa, así como el instrumento o herramienta de los actores para dar a conocer al mundo sus problemas frente a otros actores, en el caso particular de Toribío son los actores armados del conflicto colombiano. Estos diferentes sentidos que puede tener el lugar frente a un fenómeno social como la acción colectiva contenciosa, no necesariamente son opuestos, pues en un caso particular como el de Toribío, los tres sentidos están presentes.
Los acontecimientos que se describen aquí se construyeron con el seguimiento de la prensa nacional que cubrió todo el desarrollo del fenómeno. A la fecha de redacción de este artículo no se cuenta con documentos académicos que hayan abordado este hecho en especial.
Teodora Hurtado Saa, “Treinta años de protesta social: el surgimiento de la movilización étnica afrocolombiana en el norte del Cauca”, en Documento de Trabajo, núm. 50, julio de 2000.
Eduardo Andrés Sandoval Forero, La Guardia Indígena Nasa y el arte de la resistencia pacífica, Bogotá, Códice, 2008 (Col. Étnica, diálogos interculturales), p. 10.
“Tres explosiones controladas en Toribío en víspera de visita de Santos”, en El Tiempo.com, 10 de julio, 2012.
El Consejo de Estado, en reciente sentencia de 2014, emite un fallo que expresa que las estaciones de policía no deben estar en zonas de riesgo para la población civil.
“indígenas se rehusaron a hablar con el presidente Santos en Toribío”, en El Tiempo.com., 11 de julio, 2012.
“indígenas tapan trincheras de Ejército en cerro de las Torres”, en El tiempo.com, 12 de julio, 2012.
Véase interesante análisis que gira alrededor del papel que desempeñaron los medios masivos tradicionales en Colombia, especialmente los noticieros de televisión, en el abordaje y tratamiento de los hechos en cuestión. En http://laotratribuna1.blogspot.com/2012/07/los-mediosen-la-lucha-simbolica-y.html.
“Mil indígenas aumentan presión a los soldados en cerro de Toribío”, en El tiempo.com, 17 de julio, 2012.
Foto: Efe/Christian Escobar Mora, en El Espectador, Judicial, 17 de julio, 2012 - 8:03 pm. En http://www.elespectador.com/noticias/judicial/fiscalia-abriria-indagacion-investigar-delitos-marchas-articulo-360789?page=3.
“Las farc tienen infiltradas a las comunidades indígenas: ministro de Defensa”, en El Tiempo.com, 16 de julio, 2012.
“Ahora, miles de indígenas y campesinos marchan, pero en Putumayo”, en El Tiempo.com, 18 de julio, 2012.
Alvaro Guzmán Barney, “Reflexiones teóricas y metodológicas sobre acción colectiva conflictiva”, en Clacso, Documento de trabajo, núm. 125.
Anna Ortiz Guitart, “Regeneración urbana, espacio público y sentido de lugar. Un caso de estudio en la ciudad de México”, en Mérida: Provincia, núm. 15, enero-junio, Universidad de los Andes, Venezuela, p. 43.
Charles Tilly y Lesley Woob, Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Face-book, Barcelona, Crítica, 2010, p. 20.
Los teóricos más destacados de la acción colectiva como Charles Tilly, Sidney Tarrow, Clauss Offe, Alberto Melucci y Alain Touraine, incluyen la dimensión geográfica pero todavía desde una perspectiva locativa.
Federico Javaloy et al., “Internet y movimientos sociales: un enfoque psicosocial, en Anuario de psicología, vol. 32, núm. 2, 2001, p. 32.
Ulrich Oslender, Espacializando resistencia: perspectivas de “espacio” y “lugar” en las investigaciones de movimientos sociales. En http://www.lablaa.org/blaavirtual/letni-v/viajes/m-dice.htm.