Aforismos, cuentos y otras aventuras, reúne los textos creativos de la escritora y traductora Mariana Frenk-Westheim, tanto los publicados como los inéditos. A Frenk-Westheim podemos considerarla nuestra, en tanto estableció en nuestro país su fecunda existencia, desde su llegada en 1930, a los 32 años, hasta su muerte, en 2004. Ciertamente, aun cuando ella se había nacionalizado mexicana en 1936, se definía como cosmopolita: “soy ciudadana del mundo” (36).
A manera de prólogo, el volumen se abre con una concisa narración biográfica de la escritora, en la pluma de la gran filóloga Margit Frenk. La presentación describe, en tercera persona, con un distanciamiento incapaz de ocultar la emoción, el arribo a tierras mexicanas de la familia. Mariana, su esposo médi-co, sus dos hijos pequeños, llegaron luego de una travesía que duró más de tres semanas, e incluyó un tren europeo, un barco de carga holandés y, finalmente, un ferrocarril mexicano.
Los padres llegaron a este país intentando distanciarse del agresivo —“en-venenado” diría la madre (Frenk-Westheim entrevista 2013)— ambiente anti-semita que empezaba a imperar en Alemania. Una vez aquí, la familia enfrentó las difíciles condiciones económicas del exilio. Mariana Frenk trabajó como traductora, crítica de arte, docente y conferencista; enriqueciendo además, con su gran talento, su vida cotidiana y la de quienes la rodeaban, a pesar de las adversidades. En cada una de sus prácticas llevó a cabo una destacada labor; como traductora, por citar un caso, basta recordar que, entre otros textos fun-damentales, dio a conocer en alemán a Juan Rulfo.
La intelectual europea se vinculó a los grupos de intelectuales de izquierda más relevantes de la década de los treinta, por ejemplo, la Liga de Artistas y Escritores Revolucionarios (lear), que fue la vertiente mexicana de los “Frentes Populares de Intelectuales Antifascistas”, formados en diversos países —Estados Unidos, España, Francia, Alemania— siguiendo las consignas de la Tercera Internacional Comunista.
Frenk-Westheim formó parte de los exiliados alemanes antifascistas que se refugiaron en México, y cuyas aportaciones a la cultura latinoamericana no han sido aun suficientemente estudiadas.
El texto de Margit Frenk hace evidente la gran sensibilidad de su madre para adaptarse a la nueva situación, comunicarse, entablar amistades. La llama “la eterna joven”, con lo que todos los que la conocimos estaríamos de acuerdo, y recuerda el apunte de Antonio Peyrí: “un relato biográfico de su persona podría encabezarse así: ‘Mariana Frenk o la vida como obra de arte’” (23).
Por su parte, Esther Janowitz comenta la obra de la escritora germanomexicana en un sensible e informado artículo titulado “Ese mar interior”.
Describe el proceso de la autora que por supuesto inicialmente se expresaba en alemán y poco a poco fue asumiendo el español, tanto en su expresión oral como escrita. Cuenta también cómo, sin abandonar sus preocupaciones por el destino de Europa, su identificación con el nuevo país fue contaminando su literatura. Incluso recibió un premio de la Secretaría de Educación Pública por uno de sus relatos.
Las editoras agrupan los materiales en cinco categorías, “Aforismos y otras reflexiones”, “Diálogos”, “Relatos breves”, “Cuentos” y “Otras aventuras”.
Así, los primeros escritos de este volumen pertenecen a la paremia; asumen la herencia germánica del aforismo, esa inagotable variante del enigma —en palabras de Juan Villoro (18). De ahí que Margo Glantz empariente a Frenk-Westheim con Georg Christoph Lichtenberg.
En el aforismo 358, la escritora deja ver la cultura popular como parte de su genealogía, pero subvierte la tradicional enseñanza de los axiomas, proverbios y refranes mediante el humorismo.
Cuando necesites un consejo, busca el de algún proverbio. La sabiduría del pueblo nunca se equivoca. Claro, buscando más vas a encontrar con toda seguridad otro proverbio que te aconseja lo contrario. ¿Pero por qué buscar más? (105).
Con este mismo espíritu travieso se aproxima a la cultura canónica. Así, por ejemplo, el 22 reza:
Contra las grandes cualidades de otra persona hay una sola defensa: el amor. (Esta frase es de Goethe, pero así, metida entre las mías, quién se va a fijar? (58).
Janowitz explica que “los aforismos giran esencialmente en torno a cuatro grandes temas: la vida y la muerte, el amor, el tiempo y la vejez; la creatividad y la escritura” (39).
Los “Diálogos” dan la impresión de ser fragmentos de conversaciones en curso, uno de los hablantes que hace gala de agudeza podría ser la autora, o algún álter ego; el otro podría ser cualquiera. Por citar uno:
394 —No violes constantemente tu naturaleza, en lugar de hacer lo que te ordena. —¿Pero si mi naturaleza me ordena precisamente que la viole?
De extensión diversa y temática múltiple, el encanto de los “Diálogos” reside en la captación ingeniosa del absurdo en que con frecuencia desembocan las pláticas casuales.
Entre los “Relatos breves” y los “Cuentos”, salvo la extensión apenas hay diferencias. En ambos casos es frecuente que se genere una atmósfera enrarecida donde todo es posible. A través del caleidoscopio subjetivo del narrador implícito, la “realidad” adquiere diversos planos; las acciones pueden pasar sin transición del sueño a la vigilia, de las costumbres cotidianas a la fantasía. Lo racional desemboca fácilmente en el absurdo. Relatos y cuentos parecen estar regidos por la misma concepción expresada en uno de los aforismos: “563. ¿Por qué inventar algo tan inverosímil? La vida es para eso: para lo inverosí-mil” (280). Y todas las narraciones podrían situarse bajo el denominador de “aventuras”.
Por ejemplo, el relato breve “Cosas de la vida” abre con esta escena cuyas imágenes sensoriales, plenas de sugerencias, evocan algunos relatos de Julio Cortázar:
De vez en cuando la pieza donde trabajo se inunda. El agua sube unos diez o quince centímetros. Cuando empieza el glu-glu, voy al comedor y allí me instalo con todo y máquina. En el comedor, con cierta frecuencia, el piso se cubre de clavos. Como tengo la costumbre de levantarme a cada rato para caminar de pared en pared, porque así se me ocurren cosas, los clavos, es natural, estorban. Entonces cojo la máquina y voy a mi cuarto. Sucede que a veces mi cuarto se llena de plumas (145-146).
“Otras aventuras” reúne sueños, cuentos, poemas en prosa y verso, apuntes y reflexiones que no encajaban del todo en los rubros anteriores. Por ahí aparecen sus conocidos mexicanos, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, Arqueles Vela; e incluso, en un sueño, el presidente Lázaro Cárdenas. Bajo este título, o mejor aún, bajo la variante que eligió Mariana Frenk-Westheim para anteriores ediciones, “Y mil aventuras” podrían agruparse todos los textos del libro. Es vigente asimismo el mensaje que en un prólogo precedente dirige la escritora a cada lector: “mi deseo es que al leer este librito sonrías, como yo sonreía al escribirlo”.
Las editoras apuntan con prolijidad la fecha de escritura de cada texto y ofrecen informes sobre el contexto social y personal del momento de escritura. Incluyen asimismo una cronología y un índice de nombres, de gran utilidad para futuras investigaciones.
De engañosa brevedad, Aforismos, cuentos y otras aventuras es un libro de pliegues, cada texto se desdobla en imágenes, ideas, relatos, que garantizan una lectura placentera y fructífera.