Ya en 1974 se hablaba sobre el sistema de telemedicina como nexo entre los hospitales y los domicilios1. Pocas fueron las publicaciones sobre el tema hasta 1992, punto de inflexión en el que se comienza a publicar sobre este modelo. Las interacciones cara a cara siempre tendrán un papel central en nuestro sistema sanitario. Pero un sistema basado en un cuidado no presencial de alta calidad podría funcionar mejor para muchos pacientes y muy posiblemente para algunos médicos también2. Desde la llegada del SARS-CoV-2, la telemedicina se ha elevado a una herramienta útil en determinados sistemas sanitarios3. Esta experiencia disruptiva ha supuesto un paso brusco y total de las consultas presenciales a un modelo virtual sin precedentes en muchos sistemas sanitarios.
En nuestro Servicio, comenzamos con un modelo integral de telecardiología desde el 16 de marzo hasta el 1 de mayo, procediendo posteriormente a una vuelta progresiva a la actividad presencial. Aún no disponemos de una herramienta específica, por tanto, el modelo se apoyó en dos sencillos pilares, la historia clínica digital y la llamada telefónica como vía de comunicación con usuarios y compañeros.
Se realizaron 1721 teleconsultas, de las cuales 1339 procedían de las consultas generales, 67 de la consulta de rehabilitación cardiaca y 315 de la consulta monográfica de Insuficiencia Cardiaca Avanzada.
Para el análisis de los resultados planteamos 3 posibilidades: 1) Revisión (se resuelve por teleconsulta y requiere revisión/prueba complementaria); 2) Alta (se resuelve por teleconsulta sin necesidad de continuar seguimiento) y 3) Recitar (requiere una visita presencial).
Del total de 1721 pacientes atendidos por teleconsulta, 1156 (67,2%) fueron derivados a una revisión, 332 (19,3%) fueron alta y únicamente 233 (13,5%) requirieron recitación
Analizamos las consultas generales por su mayor volumen (1339 pacientes), diferenciando dos tareas: Primeras visitas (315 pacientes) y revisiones (1024 pacientes). De los pacientes de primera visita, el 18,1% se derivó a una revisión, el 16,2% fue alta y el 65,7% requirió una visita presencial. Del grupo de revisiones, un 74,6% hacia una revisión, un 25,3% fue alta y sólo un 0,1% requirió una revisión presencial.
A pesar de las limitaciones técnicas, el porcentaje de resolución de los pacientes de primera visita no fue despreciable (un 34,3%) pero sin duda, lo llamativo fue la capacidad de resolución de casi el 100% de los pacientes del grupo de revisiones. Este dato nos llevó a realizar un análisis comparativo con el modelo presencial de 1023 pacientes de revisión atendidos en las 7 semanas previas al comienzo del modelo de teleconsulta. De estos 1023 pacientes atendidos presencialmente, 237 (23,2%) fueron altas y 786 (76,8%) fueron a una revisión (tabla 1). No observamos diferencias estadísticamente significativas en el resultado en la actualización en el grupo de revisiones atendidas mediante un modelo presencial frente a la teleconsulta (p=0,262).
Finalmente, comparamos el número de pacientes que no acudían a consulta en el modelo presencial (167, 12,5%) frente al número de pacientes que no respondían a la llamada telefónica (42, 3,1%), observando una diferencia estadísticamente significativa (p<0,001).
Si bien, somos conscientes de la necesidad de estudios comparativos a más largo plazo que evalúen los resultados de la teleconsulta, las intervenciones por telemedicina parecen generalmente equivalentes a la atención presencial4. Esta modalidad asistencial es prometedora y tiene unos índices de resolución adecuados para un grupo concreto de pacientes como los revisados por patologías crónicas estables y aquellos que acuden a consulta para recogida de resultados. Por ello, es de vital importancia la inversión y desarrollo de plataformas que permitan una comunicación efectiva entre niveles asistenciales y entre sanitarios-pacientes porque, sin duda, la telemedicina formará parte de nuestra labor asistencial diaria.
Conflicto de interésLos autores no declaran ningún conflicto de interés.