La aparición de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus (COVID-19) ha puesto en jaque no solo a los sistemas de salud más organizados, sino también a conceptos de la medicina bien asentados. La alta propagación del virus se debe en parte a los pacientes que cursan la infección como sujetos asintomáticos o paucisintomáticos1. En este contexto se están comenzado a describir nuevos síntomas de COVID-19 particularmente fuera de la esfera respiratoria, fundamentalmente otorrinolaringológicas2 y cutáneas3. Por tanto, el conocimiento de estas manifestaciones se hace casi obligado, aumentando así el número de síntomas encaminados a conseguir un nivel de sospecha más certero, para así poder incrementar la detección y la implementación precoz de eficaces medidas de aislamiento en la población.
Se presenta el caso de una mujer de 19 años, no fumadora ni bebedora, con antecedentes personales de rinoconjuntivitis y asma estacional, dermatitis atópica en la infancia y un episodio aislado de uveítis anterior aguda. No recibía ningún tratamiento de forma habitual. Consulta por una erupción cutánea pruriginosa de 7 días de evolución. A la exploración presentaba una erupción consistente en placas eritematoescamosas redondas y ovaladas con collarete de descamación periférica, con distribución en tronco y miembros superiores, respetando palmas, plantas y área facial (fig. 1). No se evidenció placa o medallón heráldico. Contacto estrecho en domicilio con 3 familiares con clínica compatible de infección por COVID leve (fiebre, tos, diarrea y anosmia), sin embargo, ella había permanecido asintomática, a excepción de la afección cutánea antes descrita. Si bien la clínica de la paciente y la exploración sugerían un cuadro de pitiriasis rosada de Gibert, el ambiente epidémico de COVID-19 y su diversidad de manifestaciones cutáneas, nos hacía pensar en una posible afección cutánea producida por el virus SARS-CoV-2. Recomendamos al paciente aislamiento durante 14 días desde el inicio de los síntomas, como establece el Ministerio de Sanidad español1, además de medidas de hidratación de la piel en combinación con un corticoide tópico en las lesiones más pruriginosas. A los 22 días del inicio de la clínica se le realizó una detección de la presencia de ácidos nucleicos (PCR) del SARS-CoV-2 en exudado nasal que resultó positiva. Los parámetros de la hematimetría, bioquímica, gasometría venosa y coagulación entre los que se incluían la ferritina, la proteína C reactiva, el lactato deshidrogenasa y el dímero-D estaban en rangos de normalidad. La evolución del cuadro fue excelente, empezando a regresar las lesiones a las 2 semanas desde el inicio y desapareciendo casi por completo a los 30 días.
Un estudio reciente realizado en Italia por Recalcati S3 pone de manifiesto que el 20,4% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 presentan manifestaciones cutáneas, algunos de ellos al inicio de la enfermedad y otros después de la hospitalización. Las manifestaciones descritas son el eritema generalizado, la urticaria, la livedo reticularis y la acroisquemia (perniosis-like). Consideramos que este caso clínico aporta información relevante a los facultativos, ya que se muestra una paciente con clínica por COVID-19 exclusivamente cutánea y de apariencia insólita.
FinanciaciónEste estudio no ha recibido financiación externa.