Sr. Director: he leído con interés la opinión del doctor De Dios1 sobre la atención sanitaria en zonas rurales, que supongo refleja la realidad existente en la comunidad asturiana. La atención sanitaria en el medio rural siempre ha tenido unas particularidades especiales, tanto por las características de la población atendida como por el aislamiento del médico y los escasos medios diagnósticos disponibles. Aún hoy día se sigue la inercia de un sistema hospitalocentrista, donde la atención sanitaria de calidad sólo sería posible en un nivel especializado, al tiempo que se realizan escasas inversiones en Atención Primaria, menores (aun si cabe) en el medio rural2. Sin embargo, estas diferencias no deben implicar necesariamente una atención rural deficiente o útil sólo para recetar y diagnosticar resfriados. Desde hace años la atención sanitaria rural ofrece en Andalucía una cartera de servicios idéntica a la que se oferta en las zonas urbanas: hablamos de programas de salud tales como atención a la mujer (planificación familiar, embarazo y diagnóstico precoz del cáncer de cérvix), control de anticoagulación, programa de vacunaciones y control de niño sano, cirugía menor, atención a enfermos crónicos o visitas domiciliarias programadas, entre otros3,4. Se han establecido unos criterios de calidad homogéneos para toda la población5, basados en el conocimiento estructurado de sus necesidades. Para lograr estos objetivos se ha mejorado notablemente la dotación de los centros rurales: espirómetros, camillas de exploración ginecológica, servicios de fisioterapia, electrocardiogramas y otros medios disponibles en el mismo consultorio rural o en el centro de salud de referencia. A veces, sencillamente una silla para que el paciente pueda sentarse en la consulta. Pese a las mejoras, la administración sanitaria debería incrementar la dotación de recursos humanos y materiales en el medio rural.
En mi opinión, para que todos estos objetivos se logren es preciso contar con profesionales formados y motivados. Quien trabaja en el medio rural sabe que aún quedan muchas desigualdades, que aún existe aislamiento del profesional en muchas zonas y se tienen que asumir tareas ajenas a la medicina (administrativas, de enfermería, a veces incluso como celador o conductor en vehículo propio) y que no están disponibles todos los medios necesarios. Pese a las dificultades, los médicos (y enfermeros) en el medio rural son, posiblemente, el valor más importante que tienen los sistemas sanitarios para mantener una medicina de calidad. Se debe hacer justicia a unos profesionales que con una formación diversa intentan aportar tanto sabiduría clínica como continuidad y accesibilidad a la población: el contacto con la población es muy íntimo, tanto en el plano físico como en el psíquico y sociofamiliar, circunstancia que facilita una práctica integrada de la medicina. La consulta rural no es un "dispensario de recetas", sino una oportunidad de realizar medicina de calidad con mejores recursos y profesionales motivados, a los que se debería reconocer con más frecuencia la labor que desempeñan.