En instituciones cerradas el estrecho contacto entre los residentes puede facilitar la aparición de brotes epidémicos de enfermedades infecciosas, especialmente en grupos vulnerables como menores y/o inmigrantes en situación irregular1,2. En situación de riesgo, los cribados de tuberculosis (TB) en los no infectados deben efectuarse, como mínimo, anualmente. La detección de conversiones tuberculínicas en mayor proporción de lo esperado, es indicativa de la transmisión reciente de la infección3,4. Para el control de la TB, el estudio convencional de contactos continúa siendo una de las actividades sanitarias más eficaces. De esta forma se detecta y trata precozmente tanto la infección tuberculosa (IT) como la enfermedad, y se rompe la cadena de transmisión5,6. En este contexto, nos ha parecido interesante compartir nuestra experiencia ante la notificación de un caso de TB pulmonar bacilífera en un centro de acogida de menores de Granada. Se realizó un estudio de contactos, según la técnica de círculos concéntricos alrededor del caso índice, en 2 centros de acogida de menores donde residió el menor y en la institución educativa a la que acudía regularmente. Se clasificaron como bajo o moderado/alto riesgo a los menores que coincidieron con el caso índice según el contacto y la duración del mismo. Se realizó la prueba de tuberculina (PT) y a los que obtuvieron un resultado positivo (induración mayor de 5mm o de 15mm si habían sido vacunados con BCG), se les indicó radiografía de tórax.
El caso índice fue un varón de 15 años de origen marroquí que ingresó en el centro de acogida en agosto de 2012. Tras 2 meses de estancia, se le realizó la PT como cribado resultando positivo. En enero de 2013 acudió al centro de salud (CS) por síntomas compatibles con TB y tras radiografía de tórax patológica se derivó al hospital diagnosticándose de TB pulmonar bacilífera.
Se identificaron 102 menores convivientes (todos varones). No se pudieron localizar por fuga o alta voluntaria, 47 menores (46%). De los 55 (54%) estudiados, 29 (53%) se clasificaron como riesgo moderado –hallándose entre ellos, 15 (52%) infectados– y los 26 restantes (47%), como riesgo bajo –hallándose en este caso, 4 infectados (15%)–. Todos fueron tratados de IT tras descartar enfermedad en su CS. La ausencia de medidas de control ante la PT positiva, probablemente aumentó el riesgo de contagio por exposición prolongada entre los menores. De ahí, la alta tasa de contagio y el considerable número de tratados por IT. No obstante, esta tasa podría estar sobreestimada dada la mayor tasa de infección previa y/o vacunación con BCG, entre la población inmigrante5. En estos casos, el test IGRA ayudaría a la confirmación de infección reciente, y en consecuencia, a un tratamiento de IT más eficiente6–8.
La tasa de pérdidas en el estudio fue alta, a pesar de los esfuerzos realizados, lo que coincide con otros estudios en poblaciones similares (inmigrantes transeúntes).
Para concluir, se recomienda establecer mecanismos que faciliten el cumplimiento de protocolos sanitarios al ingreso en centros de menores, facilitando la coordinación entre profesionales sanitarios del CS de referencia.
FinanciaciónNinguna.
Contribuciones de autoríaTodos los autores han contribuido de manera relevante en la escritura y revisión crítica del manuscrito, y han dado su aprobación a la versión final de la carta para su publicación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.