El triunfo de los enfoques “contagionistas” frente a los “miasmáticos”, allá por los finales del siglo XIX, llevó consigo el desarrollo de la medicina hospitalaria y el umbral de lo que se ha venido a llamar hospitalocentrismo. El hospital como centro del sistema de salud, de la sanación y del saber médico, un palacio donde viven “magos” con bolas de cristal que cuidan y protegen a los anillos de los que emana su poder 1. Los cambios demográficos y en las maneras y modos de enfermar acaecidos a lo largo del siglo XX, así como el conocimiento de los determinantes de la salud, pusieron de manifiesto los déficits del modelo hospitalocéntrico. Tras la Conferencia de Alma Ata, hay unanimidad en entender que la Atención Primaria constituye la función central y el núcleo principal de cualquier Sistema de Salud 2. La Atención Primaria es, además, el “portero” que decide quien tiene el privilegio de acceder al “mago”, a su bola de cristal y a sus poderosos anillos1. En este modelo de niveles todos ganan. La bola de cristal y los anillos no funcionan adecuadamente si el “portero” no regula el caudal y mejora la probabilidad pre-prueba con la que trabajan los “magos”. Del mismo modo, la información que reportan los “magos”, con sus poderosas herramientas, mejoran el conocimiento que a su vez permite a los “porteros” regular las esclusas y ser más eficientes a la hora de facilitar el acceso al mago. Así todos ganan, win-win, y sobre todo gana la sociedad, la salud pública entendida en su sentido más amplio. Para Bárbara Starfield son cuatro las características principales de la Atención Primaria de Salud: accesible, longitudinal, integral y coordinada 3. Evidentemente y en el caso que nos ocupa, queremos resaltar la importancia de la coordinación entre niveles. En esta misma revista, los hermanos Fernández Vázquez, uno “portero” y otro “mago”, ponían de manifiesto los esfuerzos y logros en la coordinación interniveles y la necesidad de seguir trabajando y adaptándose al “tsunami tecnológico” que va a transformarlo todo 4. No se imaginaban los hermanos que ese tsunami se aceleraría enormemente en solo dos años con la llegada de la pandemia por COVID-19.
Como sucede en todas las situaciones de catástrofe, reaparece lo mejor de los humanos, mostrando la capacidad de ser generosos y de colaborar. Solo así ha sido posible la cantidad de información producida y compartida, la rapidez en el genotipado del virus SARS-CoV-2, o en la elaboración de vacunas de elevada eficacia. También el sacrificio y la entrega de gran parte del personal sanitario, a veces a cambio de la propia vida. Siempre se avanza a hombros de gigantes.
Pero no es el objeto de esta editorial glosar los logros y la bondad humana. Bien al contrario, es poner de manifiesto lo ocurrido durante la pandemia con la información sobre los ciclos umbral (Ct) de las pruebas de RT-PCR. Son varias las quejas, transmitidas a las diversas Consejerías de Sanidad, relacionadas con la necesidad de informar sistemáticamente de los Ct y no limitarse a informar sobre un resultado positivo o negativo de la prueba. Si bien en algunos casos, como Asturias, la información trasmitida desde los Servicios de Microbiología era muy completa y satisfactoria, en la mayoría de la Comunidades Autónomas de nuestro país no ha sido así. Lo más sorprendente han sido las razones esgrimidas para no informar a la Atención Primaria sobre los Ct: “es una información compleja que puede ser interpretada de manera no correcta por alguien que no sea microbiólogo”. En el presente número, Serrano y el Grupo COVID-19 de SEMERGEN, nos presentan de una manera amena y muy pedagógica en qué consisten los ciclos umbral, su utilidad para el desempeño de los profesionales de la Atención Primaria, los problemas de interpretación y las cautelas a tener en cuenta 5. En este mismo número, Cubelos et al., nos presentan también un caso clínico, llevado desde la Atención Primaria, en el que el conocimiento de los Ct fue fundamental para evitar nuevos casos 6.
Si antes hablábamos de “porteros” y “magos”, ahora nos toca hablar de los Señores de los Anillos. Dudar de la capacidad de aprender y de resolver de los médicos de familia, acostumbrados a desempeñar su tarea en situaciones de gran incertidumbre, sencillamente no es apropiado. Solo desde la confianza, desde el compartir la información disponible, desde la voluntad de enseñar y aprender, la tarea de los “magos” y de los “porteros” va a ser eficiente y llegar en toda su plenitud a la población. Fredo Bolsón y su tropa hacían bien en buscar el anillo en poder de Saurón y destruirlo, puesto que la desconfianza y la falta de comunicación solo han generado, a lo largo de la historia, guerras, enfermedad y muerte.