Conocer el porcentaje de pacientes adolescentes en riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria (TCA); identificar la prevalencia de riesgo de anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCANE) según edad, sexo, centros de salud, nacionalidad y datos familiares; determinar el porcentaje de jóvenes con formas subclínicas y estudiar la factibilidad del uso de herramientas de detección precoz de esta patología en Atención Primaria.
Material y métodosEstudio observacional, transversal y multicéntrico, desarrollado en los 5 centros de salud de Guadalajara capital. Muestra de 291 adolescentes (124 varones, 167 mujeres) obtenida mediante muestreo aleatorio estratificado, polietápico y proporcional según edad, sexo y centros de salud. Se estudiaron variables sociodemográficas, antropométricas, familiares y se aplicaron los test EAT-26, SCOFF y EDE-Q 6.0 en primera fase y la entrevista EDE-12 en la segunda.
ResultadosLa prevalencia global de riesgo de TCA fue del 17,5% (IC95%: 13,7-19,4%). Resultaron estadísticamente significativas las variables: tener hermanos, familia monoparental y obesidad; así como la prevalencia de TCANE. La subescala preocupación por la silueta fue estadísticamente significativa respecto a las demás. El cuestionario SCOFF mostró una sensibilidad del 91,6% y una especificidad del 91,0% y el EDE-Q, del 99,3% y 91,7% respectivamente.
ConclusionesExiste un elevado porcentaje de adolescentes en riesgo de desarrollar un TCA. Predominan los TCANE y la subescala preocupación por la silueta. El test SCOFF demuestra ser un buen instrumento de cribado en Atención Primaria.
To know the percentage of adolescent patients at risk of developing an eating disorder (ED); to identify the prevalence of risk for Anorexia Nervosa, Bulimia Nervosa and Unspecified Eating Disorders (NERD) according to age, sex, health centers, nationality and family data; determine the percentage of young people with subclinical forms and study the feasibility of using tools for the early detection of this pathology in Primary Care.
Material and methodsObservational, cross-sectional and multicentre study developed in the five health centers of the city of Guadalajara. Sample of 291 adolescents (124 males and 167 females) obtained through stratified, multi-stage and proportional random sampling according to age, sex and health centers. Sociodemographic, anthropometric and family variables were studied and the EAT-26, SCOFF and EDE-Q6.0 tests were applied in the first round and the EDE-12 interview in the second round.
ResultsThe global prevalence of risk of eating disorders was 17.5% (95% CI: 13.7%-19.4%). The variables, having siblings, being single-parent and having obesity were statistically significant. Among the various types of EDs, the NERD were statistically significant with respect to Anorexia and Bulimia. The subscale concern for the silhouette was statistically significant with respect to the others. The SCOFF questionnaire showed a sensitivity of 91.6% and a specificity of 91.0% and the EDE-Q, 99.3% and 91.7% respectively.
ConclusionsHigh percentage of adolescents at risk of developing an eating disorder. The unspecified type of eating disorders and the concern for the silhouette subscale predominate. The SCOFF test proves to be a good screening instrument in Primary Care.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen un grupo de patologías psíquicas caracterizadas por un desorden en la ingesta y una obsesión por la imagen corporal, dando lugar a problemas tanto físicos como a alteraciones del funcionamiento psicosocial, lo cual genera, a su vez, un considerable deterioro de la calidad de vida de quien los padece1.
Podríamos hablar de epidemia por el aumento de nuevos casos que se han ido produciendo a lo largo de las últimas décadas2. Se estima que la prevalencia diagnóstica en España se encuentra en torno al 1-4%, teniendo la anorexia nerviosa (AN) una tasa del 0,11 al 0,14%; del 0,41 al 2,9% la bulimia nerviosa (BN) y del 2,76 al 5,3% los trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCANE)3–5.
Por otra parte, se tratan de enfermedades tiempo-dependiente, en las que una detección y manejo precoz son factores de buen pronóstico6. Los centros de salud juegan en este sentido un papel fundamental, al ser la puerta de entrada de la mayor parte de los casos de TCA. Sin embargo, existen muy pocos estudios orientados a la detección de estos problemas desde el ámbito de Atención Primaria, habiendo sido hasta la fecha la mayoría de ellos realizados en el medio educativo5,7.
En base a lo expuesto anteriormente, presentamos el primer estudio epidemiológico realizado en centros de salud de la ciudad de Guadalajara, marcándonos para ello los siguientes objetivos: conocer el porcentaje de pacientes adolescentes en riesgo de desarrollar un TCA; identificar la prevalencia de riesgo de AN, BN y TCANE según edad, sexo, centros de salud, nacionalidad y datos familiares; determinar el porcentaje de jóvenes con formas subclínicas y estudiar la factibilidad del uso de herramientas de detección precoz de estas patologías en Atención Primaria.
Sujetos y métodosSe trató de un estudio observacional, transversal y multicéntrico realizado en el marco de la Atención Primaria y desarrollado a lo largo de 2019 en los 5 centros de salud de Guadalajara capital (Alamín, Balconcillo, Cervantes, Gu-Sur y Manantiales).
El tamaño de la muestra se calculó utilizando la fórmula recomendada para poblaciones finitas, caso de proporciones, cuya expresión algebraica es la siguiente: n=t2 p.q/e2; en donde t es el nivel de confianza (95%), p es la proporción de casos (en nuestro caso 25%), q es p-1 y e, el error cometido (0,05). La muestra obtenida fue de 291 personas.
Se realizó un muestreo aleatorio estratificado, polietápico y proporcional según edad, sexo y centros de salud a partir de la base de datos poblacional del Sistema Informático del Área de Guadalajara.
El criterio de inclusión para participar en el estudio fue tener una edad comprendida entre 14 y 19 años. El criterio de exclusión fue la existencia de limitación física, psíquica, cultural o enfermedad concurrente que no hiciera posible la aplicación de las pruebas del estudio. También el haber participado en el muestreo en una visita anterior.
El reclutamiento se efectuó mediante captación oportunista en la consulta de Atención Primaria, del adolescente que reunía los criterios necesarios para participar en el estudio, al cual se le explicó la finalidad del mismo y se le solicitó su participación. Si se trataba de un menor de edad, se contactó con sus padres. En caso de negativa, se sustituía por otro adolescente.
Las variables estudiadas fueron las siguientes:
- •
Variables sociodemográficas: Edad, sexo y nacionalidad.
- •
Datos antropométricos: Peso, talla, IMC (índice de masa corporal). Este último se calculó aplicando la fórmula: peso(kg)/talla(m2).
- •
Datos familiares: hijo único o con hermanos y familias mono- o biparentales.
- •
Instrumentos de evaluación: Cuestionarios Eating Attitudes Test (EAT-26), SCOFF Test y Eating Disorder Examination Questionnaire (EDE-Q 6.0).
- •
Entrevista semiestructurada: Eating Disorder Examination versión 12 (EDE-12).
Los 3 cuestionarios evalúan el riesgo de desarrollar un TCA y se diferencian entre sí por el número de preguntas, la corrección y las propiedades psicométricas de cada uno.
Eating Attitudes Test (EAT-26) es un cuestionario de 26 ítems, derivado del EAT-40. Puntúa desde el 3 («siempre») hasta el 0 («nunca»). La excepción se da en la pregunta 25, que se mide en orden inverso, siendo 3: «nunca». En varios estudios de adaptación al castellano, se observó que la puntuación a partir de 20 tenía buenos coeficientes de validez8, por lo que hemos utilizado esta cifra.
El cuestionario SCOFF consta de 5 breves preguntas autoinformadas. Para nuestro estudio utilizamos la versión traducida y validada al español, con un punto de corte en 2 por ser esta la puntuación con mejores propiedades psicométricas9.
Eating Disorder Examination Questionnaire (EDE-Q 6.0) es un cuestionario autoaplicado de 36 preguntas10. Este test evalúa 4 subescalas: restricción, preocupación por la comida, por la silueta y por el peso. La puntuación total se obtiene con la media de las 4 subescalas; una puntuación mayor o igual a 2,3 orienta sobre un posible TCA11. Su versión original y su traducción al español muestran excelente consistencia interna (α de Cronbach ≥0,74)12.
La entrevista semiestructurada EDE-12 (Eating Disorder Examination)13 es una herramienta compuesta por 62 preguntas que hace referencia a los 3 últimos meses, capaz de identificar casos diagnósticos de TCA basándose en criterios del manual DSM-IV.
El estudio se realizó en 2 fases: en la primera, se le entregó a cada paciente un cuadernillo, donde debían rellenar un cuestionario con datos sociodemográficos, el test EAT-26, SCOFF y EDE-Q (en este orden) y posteriormente se les pesó (sin calzado) y talló.
En la segunda, se eligieron aquellos pacientes con resultado positivo en cualquiera de los cuestionarios de cribado y se les citó de manera presencial en las consultas del centro de salud para realizarles la entrevista clínica EDE-12, con el fin de diagnosticar aquellos casos sugestivos de TCA. Para evitar posibles falsos negativos, se seleccionó al azar una muestra homogénea y representativa con resultado negativo en la primera fase y se les realizó la misma entrevista clínica. En todos los casos la entrevista fue realizada por un médico de familia experto en este tema.
Los datos se almacenaron en una base de datos creada con el programa Excel y se procesaron mediante el paquete estadístico SPSS versión 25 para Windows.
En el análisis estadístico se utilizaron los procedimientos propios de la estadística descriptiva (proporciones y sus intervalos de confianza para las variables cualitativas; media y desviación estándar para las cuantitativas), analítica (χ2 para la comparación de variables cualitativas, con corrección de Yates si fuera necesario o test exacto de Fisher; t Student para comparación de 2 medias y ANOVA para comparación de más de 2 medias). En todos los casos se aceptó siempre un nivel de significación estadística de p<0,05.
Con el fin de determinar la validez del estudio, hemos calculado la sensibilidad (proporción de individuos con la enfermedad que tienen un test positivo en la prueba), especificidad (proporción de individuos sin la enfermedad que tienen un resultado negativo) y la razón de verosimilitud para un resultado positivo (RV+) (número de veces que es más probable encontrar en el grupo de enfermos un resultado positivo respecto a los no enfermos), de los diversos cuestionarios utilizados, usando para ello como patrón oro, o de referencia, la entrevista clínica. También hemos medido el tiempo medio invertido en rellenar cada uno de los cuestionarios.
El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Sanitaria del Área Integrada de Guadalajara (registro P07/18). Todos los participantes fueron informados de la naturaleza del estudio y de sus objetivos, y otorgaron su participación en el mismo mediante firma de consentimiento informado, pudiendo retirarlo en cualquier momento.
ResultadosLa muestra estudiada la compusieron 291 adolescentes, de los cuales 124 eran varones (42,6%) y 167 mujeres (57,4%). La media de edad fue de 16,3 años (DE 1,6). El 37,1% (108 personas) tenía entre 14 y 15 años, el 35,4% (103) entre 16 y 17 años y el 27,5% (80) entre 18 y 19 años. El peso medio de esta población fue de 65,2kg (DE 39,8), con una talla media de 166,9cm (DE 8,6). En la tabla 1, expresamos los valores porcentuales del IMC de la población estudiada, según grupos ponderales.
Distribución del IMC de la muestra según clasificación ponderal
Clasificación | Frecuencia | Porcentaje | Porcentaje acumulado |
---|---|---|---|
Bajo pesoIMC≤19,9 | 70 | 24,1 | 24,1 |
NormalIMC=20-24,9 | 162 | 55,7 | 79,8 |
SobrepesoIMC=25-29,9 | 51 | 17,5 | 97,3 |
Obesidad moderadaIMC=30-34,9 | 5 | 1,7 | 99,0 |
Obesidad severaIMC=35-39,9 | 1 | 0,3 | 99,3 |
Obesidad mórbidaIMC >40 | 2 | 0,7 | 100,0 |
Total | 291 | 100 |
El 12% (35 individuos) eran hijos únicos y el 88% (256) tenían hermanos; el 22,3% (65) pertenecían a una familia monoparental y el 77,7% (226) a una biparental; el 93,1% (271 personas) tenían nacionalidad española y el 6,9% (20) eran extranjeros.
La prevalencia de TCA hallada con entrevista clínica fue del 4,1% (IC95%: 1,7-6,6%). Por otra parte, obtuvimos una prevalencia de riesgo global de TCA del 17,5% (IC95%:13,7-19,4%). La prevalencia de riesgo hallada con el cuestionario EAT-26 fue del 4,5% (IC95%: 3,8-6,6%). En la tabla 2 mostramos la misma, en relación con otras variables del estudio.
Prevalencia del EAT-26 en función de diversas variables del estudio
Variables | N | Prevalencia | IC95% | p |
---|---|---|---|---|
Género | ||||
Varón | 3 | 2,4% | 0,5-6,9% | NS (p=0,3260) |
Mujer | 9 | 5,5% | 1,6-9,2% | |
Edad | ||||
14-15 años | 4 | 3,8% | 1,0-9,3% | NS (p=0,7715) |
16-17 años | 7 | 6,8% | 1,4-12,1% | |
17-18 años | 1 | 1,3% | 0,4-8,9% | |
Nacionalidad | ||||
Español | 11 | 4,1% | 1,5-2,6% | NS (p=0,7310) |
Extranjero | 1 | 5,3% | 0,1-2,6% | |
Hermanos | ||||
Hijo único | 0 | 0% | 0-10,0% | NS (p=0,9980) |
Con hermanos | 12 | 4,3% | 1,7-6,9% | |
Padres | ||||
Monoparentales | 5 | 7,8% | 2,5-17,2% | NS (p=0,1907) |
Biparentales | 7 | 3,1% | 0,6-5,6% | |
IMC | ||||
Bajo peso | 2 | 2,9% | 0,3-9,9% | NS (p=0,5691) |
Normal | 9 | 5,6% | 1,7-9,5% | |
Sobrepeso | 1 | 2% | 0,5-10,4% | |
Obesidad moderada | 0 | 0% | 0-52,1% | |
Obesidad severa | 0 | 0% | 0-84,2% | |
Obesidad mórbida | 0 | 0% | 0-84,2% | |
Centros de Salud | ||||
Alamín | 2 | 3,2% | 0,3-11,0% | NS (p=0,2548) |
Balconcillo | 5 | 4,2% | 1,3-9,4% | |
Cervantes | 3 | 12,5% | 2,6-32,3% | |
Gu-Sur | 1 | 2,1% | 0,5-11,0% | |
Manantiales | 1 | 2,9% | 0,7-15,0% |
NS: no significativo.
Usando el cuestionario SCOFF logramos una prevalencia de riesgo de TCA del 12,4% (IC95%: 8,4-16,4%). En la tabla 3 reflejamos la misma referida a las demás variables del estudio.
Prevalencia del SCOFF en función de diversas variables del estudio
Variables | N | Prevalencia | IC95% | p |
---|---|---|---|---|
Género | ||||
Varón | 10 | 8,1% | 2,8-13,2% | NS (p=0,075) |
Mujer | 26 | 15,8% | 9,8-21,6% | |
Edad | ||||
14-15 años | 11 | 10,4% | 4,1-16,6% | NS (p=0,1368) |
16-17 años | 18 | 17,5% | 9,6-25,2% | |
17-18 años | 7 | 8,8% | 1,9-15,5% | |
Nacionalidad | ||||
Español | 32 | 11,9% | 7,8-15,9% | NS (p=0,4154) |
Extranjero | 4 | 21,1% | 6-45,5% | |
Hermanos | ||||
Hijo único | 1 | 2,9% | 0,7-14,9% | NS (p=0,1184) |
Con hermanos | 35 | 13,8% | 9,3-18,2% | |
Padres | ||||
Monoparentales | 13 | 20,3% | 9,6-30,9% | NS (p=0,0521) |
Biparentales | 23 | 10,2% | 6-14,4% | |
IMC | ||||
Bajo peso | 3 | 4,3% | 0,8-12,0% | NS (p=0,103) |
Normal | 24 | 15,0% | 9,1-20,8% | |
Sobrepeso | 8 | 15,7% | 4,7-26,6% | |
Obesidad moderada | 0 | 0% | 0-52,1% | |
Obesidad severa | 0 | 0% | 0-84,1% | |
Obesidad mórbida | 1 | 50,0% | 1,2-98,7% | |
Centros de Salud | ||||
Alamín | 8 | 12,7% | 3,6-21,7% | NS (p=0,768) |
Balconcillo | 16 | 13,3% | 6,8-19,6% | |
Cervantes | 4 | 16,7% | 4,7-37,3% | |
Gu-Sur | 6 | 12,5% | 2,1-22,8% | |
Manantiales | 2 | 5,9% | 0,7-19,6% |
NS: no significativo.
La prevalencia de riesgo obtenida utilizando el cuestionario EDE-Q 6.0- total fue del 12% (IC95%: 7,9-15,2%). En la tabla 4 expresamos esta prevalencia en función de las diversas variables del estudio. Resultaron estadísticamente significativas las variables: «con hermanos», monoparentales y obesidades.
Prevalencia del EDQ total en función de diversas variables del estudio
Variables | N | Prevalencia | IC95% | p |
---|---|---|---|---|
Género | ||||
Varón | 10 | 8,9% | 3,4-14,2% | NS (p=0,2546) |
Mujer | 23 | 13,9% | 8,3-19,5% | |
Edad | ||||
14-15 años | 8 | 8,5% | 2,7-14,2% | NS (p=0,0836) |
16-17 años | 18 | 17,5% | 9,6-25,2% | |
17-18 años | 7 | 8,9% | 1,9-15,5% | |
Nacionalidad | ||||
Español | 29 | 11,1% | 7,4-15% | NS (p=0,3515) |
Extranjero | 4 | 21,1% | 6,0-45,5% | |
Hermanos | ||||
Hijo único | 0 | 0% | 0-10,0% | |
Con hermanos | 33 | 13,4% | 9,0-17,7% | S (p=0,0429) |
Padres | ||||
Monoparentales | 13 | 20,3% | 9,4-30,9% | S (p=0,0288) |
Biparentales | 20 | 9,3% | 5,3-13,3% | |
IMC | ||||
Bajo peso | 1 | 1,4% | 0,3-7,7% | |
Normal | 21 | 13,8% | 8,1-19,3% | |
Sobrepeso | 7 | 13,7% | 3,3-24,1% | |
Obesidad moderada | 2 | 40,0% | 5,2-85,3% | |
Obesidad severa | 1 | 100,0% | 15,2-100,0% | S (p=0,001) |
Obesidad mórbida | 1 | 50,0% | 1,2-98,7% | |
Centros de Salud | ||||
Alamín | 8 | 12,7% | 3,6-21,7% | NS (p=0,247) |
Balconcillo | 13 | 10,8% | 4,8-16,8% | |
Cervantes | 5 | 25,0% | 9,7-46,7% | |
Gu-Sur | 5 | 10,4% | 3,4-22,6% | |
Manantiales | 2 | 5,9% | 0,7-19,6% |
NS: no significativo; S: significativo.
La prevalencia de riesgo de los diferentes tipos de TCA estudiados fue la siguiente: AN, 0%; BN, 27,8% (no purgativa 19,5% y purgativa, 8,3%); TCANE, 72,2% (p=0,0004) (tipo 1: 1,0%; tipo 2: 16,7%; tipo 3: 8,3%; tipo 4: 2,7%; tipo 5: 0%; tipo 6: 19,5% y tipo 7: 25%). En la tabla 5 reflejamos la prevalencia de estos tipos de TCA en función de las diversas variables estudiadas y en la tabla 6 exponemos el porcentaje de jóvenes con formas subclínicas.
Prevalencia de los diversos tipos de TCA en función de las distintas variables del estudio
Anorexia nerviosa | Bulimia nerviosa | Trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCNAE) | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Prevalencia | N | Prevalencia, IC95% | p | N | Prevalencia, IC95% | p | |
Género | |||||||
Varón | 0% | 1 | 0,8% (0,02-4,4%) | 10 | 8,1% (2,9-13,3%) | NS (p=0,3072) | |
Mujer | 0% | 9 | 5,4% (1,7-9,1%) | S (p=0,0238) | 16 | 9,6% (4,8-14,3%) | |
Edad | |||||||
14-15 años | 0% | 2 | 1,8% (0,2-6,5%) | 9 | 8,3% (2,6-14,0%) | NS (p=0,7241) | |
16-17 años | 0% | 7 | 6,4% (1,4-11,6%) | S (p=0,006) | 11 | 10,7% (4,2-17,1%) | |
17-18 años | 0% | 1 | 0,9% (0,02-5,0%) | 6 | 7,5% (1,1-13,9%) | ||
Nacionalidad | |||||||
Español | 0% | 8 | 2,9% (0,7-5,1%) | NS (p=0,3012) | 23 | 8,5% (5-12%) | NS (p=0,5624) |
Extranjero | 0% | 2 | 10% (1,2-31,7%) | 3 | 15% (3,2-37,9%) | ||
Hermanos | |||||||
Hijo único | 0% | 0 | 0% | NS (p=0,4869) | 0 | 0% | NS (p=0,0970) |
Con hermanos | 0% | 10 | 3,9% (1,3-6,5%) | 26 | 10,1% (6,3-14,0%) | ||
Padres | |||||||
Monoparentales | 0% | 4 | 6,2% (1,7-15,2%) | NS (p=0,3122) | 9 | 14,1% (4,8-23,4%) | NS (p=0,1675) |
Biparentales | 0% | 6 | 2,6% (0,3-4,9%) | 17 | 7,5% (3,8-11,1%) | ||
IMC | |||||||
Bajo peso | 0% | 1 | 1,4% (0,04-7,6%) | NS (p=0,3935) | 0 | 0% | |
Normal | 0% | 6 | 3,3% (0,5-6,9%) | 16 | 9,9% (5-14,9%) | ||
Sobrepeso | 0% | 3 | 5,9% (1,2-16,2%) | 6 | 11,8% (1,9-21,6%) | ||
Obesidad moderada | 0% | 0 | 0% | 2 | 40% (5,3-85,3%) | ||
Obesidad severa | 0% | 0 | 0% | 1 | 100% (1,2-100%) | S (p=0,036) | |
Obesidad mórbida | 0% | 0 | 0% | 1 | 50% (1,2-98,7%) | ||
Centros de Salud | |||||||
Alamín | 0% | 4 | 6,3% (1,7-15,5%) | NS (p=0,4895) | 4 | 6,3% (1,7-15,5%) | NS (p=0,4895) |
Balconcillo | 0% | 4 | 3,3% (0,9-8,1%) | 11 | 9% (3,5-14,5%) | ||
Cervantes | 0% | 0 | 0% | 6 | 25% (9,8-46,7%) | ||
Gu-Sur | 0% | 2 | 4,2% (0,5-14,2%) | 3 | 6,2% (1,3-17,2%) | ||
Manantiales | 0% | 0 | 0% | 2 | 5,9% (0,7-19,7%) |
NS: no significativo; S: significativo.
Por otra parte, hemos hallado una sensibilidad del 91,6% (IC95%: 87,2-95,8%); una especificidad del 91% (IC95%: 87,5-94,5%) y una RV+ de 10,2 en el cuestionario SCOFF. En el EAT-26 la sensibilidad fue de un 25% (IC95%: 20,8-30,1%); la especificidad del 96,4% (IC95%: 94-98,7%) y la RV+ de 6,9 y en el EDE-Q la sensibilidad fue del 99,3% (IC95%: 96,2-100%), la especificidad del 91,7% (IC95%: 88,3-95,1%) y la RV+ de 12.
Para el cálculo de estos indicadores, la submuestra de personas con resultado negativo en la primera fase que hemos utilizado fue de 60, en ninguna de ellas se detectó un TCA mediante entrevista diagnóstica.
El tiempo medio de cumplimentación fue de 3,98 (±0,12) minutos para el SCOFF; 5,15 (±0,31) minutos para el EAT-26 y 15,23 (±1,23) minutos para el EDE-Q.
DiscusiónEn nuestro estudio hemos obtenido un porcentaje elevado de pacientes adolescentes en riesgo de desarrollar un TCA (17,5%). Este resultado es similar al encontrado en otras publicaciones tanto nacionales como internacionales14,15. Hasta la fecha los estudios en población española determinan que el riesgo de desarrollo de TCA varía desde el 4,46% hasta el 29,16%7,16; esta amplitud de rango se debe a la variabilidad en la forma de detección, los instrumentos utilizados y la heterogeneidad de la muestra.
En nuestro caso la prevalencia de riesgo de cada uno de los test varía, posiblemente debido a las diferentes propiedades psicométricas de cada uno de ellos. Con el cuestionario SCOFF hemos hallado una tasa inferior respecto a la mayoría de publicaciones a nivel nacional7,17, todas ellas en adolescentes y adultos dentro del ámbito docente, sin encontrarse hasta la fecha estudios realizados desde Atención Primaria; sí aparecen algunos de ellos en el extranjero en los que nuestro resultado se aproxima18,19. Johnston et al.20, en una muestra de 111 mujeres londinenses, obtuvieron una tasa del 16%; comprobando además que hubo una buena aceptabilidad del método de cribado por parte de los profesionales sanitarios, aunque estos admitieron su falta de conocimiento en el manejo de aquellos pacientes que habían dado un resultado positivo.
Respecto al cuestionario EAT-26, encontramos resultados en nuestro estudio muy similares a los hallados por Ruiz-Lázaro16 (total: 4,46%; mujeres: 5,52%), así como en poblaciones adolescentes de habla hispana8.
En el cuestionario EDE-Q hemos observado resultados superiores a los trabajos nacionales e internacionales21,22, pero también inferiores23. Al analizar las subescalas del cuestionario EDE-Q hemos obtenido una puntuación media global de 1,08, predominando de manera significativa la «preocupación por la silueta» (1,69. DE: 1,51050), muy similar a otros estudios publicados hasta el momento en los que destaca esta subescala respecto al resto21.
En lo que se refiere a los datos sociosanitarios y familiares, tal como era de esperar, hemos obtenido un riesgo mayor en mujeres, debido posiblemente, entre otras cosas, a un ideal de belleza femenino centrado en la delgadez; mientras que por lo general en los hombres predomina el cuerpo atlético y musculado24,25. Respecto a la nacionalidad, encontramos de manera no significativa predominio de conductas alimentarias de riesgo en población española; sin embargo, estudios recientes de culturas no occidentales alertan sobre elevadas tasas en estos países a lo largo de los últimos años26.
Hemos comprobado que existe un mayor riesgo (estadísticamente significativo) en adolescentes con hermanos, frente a los que eran hijos únicos. Esto podría deberse a la estructura propia de cada familia. En pacientes con TCA se ha visto que la figura materna tiende a ser poco afectiva, pero a la vez exigente y sobreprotectora27; esta conducta puede centrarse en uno de los hijos, que falto de afecto acaba creando una serie de inseguridades y realizando de manera inconsciente una llamada de atención a través de la pérdida de peso y conductas irregulares en las comidas28. No existe por el momento ningún estudio centrado en la figura del hermano como potenciador.
El hecho de convivir con uno solo de los progenitores presenta un riesgo, tal como hemos visto en nuestro estudio. Está demostrado que las familias con relaciones paternas perturbadas alteran el desarrollo emocional del hijo29. El hecho de vivir con un solo padre, tanto por divorcio como por fallecimiento, supone un estresor añadido a la hora del desarrollo de un TCA30, así como madres y padres solteros que trabajan fuera de hora, lo que se traduce en una menor supervisión a la hora de las comidas31.
Por otra parte, hemos observado como otros autores, que los TCANE predominan sobre la AN y BN32. Respecto a los subtipos encontramos con mayor prevalencia el tipo 6 y el que hemos denominado «7» (formas incompletas de TCA que no cumplen criterios para estar dentro de los 6 anteriores), lo que se aproxima a lo encontrado por Peláez Fernández, que utilizando el mismo test identifica los tipos 6 y 4 como los más prevalentes30.
En comparación con estudios de análogas características, la sensibilidad y especificidad que hemos encontrado en el cuestionario SCOFF es algo inferior a la hallada por Garcia-Campayo et al.9 y superior a la obtenida por Rueda Jaimes et al.33 y Parker et al.34, aunque en este último la especificidad fue semejante.
En lo que respecta al EAT-26, nuestros resultados fueron parejos a los de Rivas et al.35 y la sensibilidad inferior a los de Gandarillas et al.36. Cabe destacar que, en los 3 casos, la sensibilidad del test fue baja (en un rango comprendido entre el 25% y el 59%), lo que posiblemente lo limite como prueba de detección precoz de los TCA.
El test EDE-Q nos arrojó unos resultados muy parecidos a los de Peláez Fernández30, en los cuales destaca, tal como sucede con el cuestionario SCOFF, la excelente sensibilidad y especificidad de dicho cuestionario.
Una de las fortalezas de este estudio se basó en la participación, en el mismo, de todos los Centros de Salud de Guadalajara capital, mejorando así la generalización de los resultados. Otro aspecto importante es que se trató de un estudio de doble fase en los que, además de entrevistar a todos los participantes que superan el punto de corte, se selecciona un porcentaje similar de controles. Son los más adecuados para hallar la prevalencia de TCA, ya que permiten establecer el porcentaje de falsos negativos y también calcular varios parámetros que nos indican la validez y la seguridad de una prueba, así como determinar cuánto más es probable un resultado concreto según la presencia o ausencia de una enfermedad30.
Como todos los estudios, el nuestro también tiene algunas limitaciones. Una de ellas ha sido no incluir a menores de 14 años, a pesar de publicaciones que hablan de TCA a partir de los 12 años37. Optamos por esta decisión al comprobar, en un estudio piloto, la falta de comprensión en algunas preguntas del cuestionario por parte de un alto porcentaje de personas incluidas en este rango de edad, lo cual podría falsear los resultados. Por otra parte, al tratarse de una población circunscrita a una sola ciudad de España, se debe tener cautela a la hora de extrapolar los datos. Además, al ser un estudio de tipo transversal no se puede establecer una inferencia causal con los resultados obtenidos.
En este trabajo hemos realizado el primer estudio de detección precoz de TCA en las consultas de los centros de salud de Guadalajara, obteniendo un riesgo considerable entre los adolescentes. Por todo lo inferido consideramos fundamental la figura del médico de cabecera, siendo este el primer sanitario al que acuden los pacientes para pedir consejo y ayuda, el cual debe en primer lugar reconocer los datos clínicos de riesgo y posteriormente utilizar algún cuestionario breve y simple que refuerce o elimine esta sospecha inicial, con el fin de comenzar un tratamiento lo antes posible.
La detección temprana en Atención Primaria es primordial, así lo demuestra un estudio llevado a cabo por Imaz Roncero et al.38, en el que se encontró que solo un 19% de los casos nuevos eran detectados en Atención Primaria, el 3% eran atendidos en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil, y el 0,41% eran hospitalizados. Estos datos nos llevan a pensar que este tipo de trastornos están infradetectados por parte de los servicios de salud y sobre todo destaca la escasa derivación a unidades especializadas. Todo ello puede deberse a la limitada formación por parte de los profesionales de primaria en el ámbito de la salud mental, dificultad diagnóstica al no existir una clara pérdida de peso u otras alteraciones orgánicas llamativas, poca asistencia de pacientes adolescentes a las consultas del médico de familia, siendo esta la población más vulnerable y la escasez de tiempo en la consulta, entre otras causas.
Sin embargo, en nuestro estudio hemos comprobado que el abordaje inicial de estos trastornos en Atención Primaria, además de necesario, es posible. Existen herramientas válidas para una detección precoz de estos trastornos, entre las que despuntan el cuestionario SCOFF que posee una sensibilidad, especificidad y razón de verosimilitud para un resultado positivo francamente buenas y además sobresale por su sencillez y rapidez de administración, aspectos muy importantes en nuestro medio.
Conflicto de interesesLos autores declaran que no existe ningún conflicto de interés.