En los países industrializados, el cáncer de pulmón es la primera causa de muerte de origen tumoral entre los hombres, y la tercera, después del de mama y el de colon, entre las mujeres1. El 85% de los casos están asociados al tabaco. Por desgracia, el diagnóstico se realiza de forma tardía, y la supervivencia, tanto en Norteamérica como en Europa, es del 10-15%1,2.
A pesar del importante impacto que produce en la mortalidad, no existen normativas que recomienden estudios de cribado para cáncer de pulmón en pacientes de alto riesgo3.
Sin embargo, en los últimos años se han publicado numerosos estudios que confirman un mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en aquellos pacientes con EPOC4. En los años ochenta, estudios de casos-controles y epidemiológicos ya indicaban que la presencia de obstrucción en la vía aérea era un factor de riesgo independiente de la edad y del consumo de tabaco para el desarrollo de cáncer de pulmón5. Más recientemente, un grupo investigador de la Clínica Universitaria de Navarra analizó la potencial asociación de la obstrucción de la vía aérea y el enfisema con el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en una población de fumadores y exfumadores que participaban en un programa de cribado de cáncer de pulmón con tomografía computarizada de baja dosis de radiación anual. Sus datos concluyeron que estadios tempranos de la enfermedad (GOLD I-II) y la presencia de una DLCO<80% indicativa de enfisema eran importantes factores predictores independientes del diagnóstico de cáncer de pulmón2.
Actualmente la EPOC es una dolencia con insuficiente identificación en los servicios sanitarios. El estudio EPISCAN, realizado en España en 2007, encontró que el 73% de los casos no estaban diagnosticados de EPOC, y lo mismo sucede en otros países de nuestro entorno6.
El diagnóstico clínico de EPOC debe considerarse en todos los pacientes que presenten tos crónica, producción de esputo crónica, disnea y exposición a factores de riesgo, básicamente el hábito tabáquico. La sospecha clínica debe confirmarse por medio de una espirometría forzada con prueba broncodilatadora, imprescindible para establecer el diagnóstico de EPOC y valorar la gravedad de la limitación al flujo aéreo6.
Además, se recomienda realizar una espirometría de cribado en las personas mayores de 40 años con historia acumulada de tabaquismo (10 paquetes/año) y con síntomas indicativos de EPOC. En pacientes con EPOC, cuando sea posible y apropiado, se debe combinar el consejo antitabáquico y el tratamiento farmacológico2,4.
Para concluir, la EPOC y el cáncer de pulmón han sido en España la tercera y quinta causa de muerte en 2011, respectivamente1,6. Ambas entidades comparten el tabaco como factor principal de riesgo; además, la EPOC es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de cáncer de pulmón. Las estrategias poblacionales orientadas a mantener las actividades antitabaco, aumentar el nivel de sospecha diagnóstica de la EPOC y realizar el tratamiento adecuado ayudaría a disminuir el impacto sanitario de la enfermedad respiratoria.