El eritema ab igne (EAI) es una afección cutánea caracterizada por una hiperpigmentación reticulada de la piel como consecuencia de la exposición crónica y repetida a bajos niveles de radiación infrarroja, proveniente clásicamente de fuentes de calor como los braseros o las estufas domésticas1. Presentamos un caso de EAI abdominal en una mujer de 62 años, secundario a la aplicación de una manta eléctrica.
Se trata de una mujer de 62 años, ingresada a cargo del servicio de neurología para estudio de una posible enfermedad desmielinizante, que presentaba hiperpigmentación abdominal de años de evolución. En la anamnesis dirigida refería el uso continuado de una manta eléctrica en la región abdominolumbar para aliviar una lumbalgia crónica. En la exploración física mostraba manchas hiperpigmentadas de distribución reticular en la región abdominal, desde las crestas ilíacas hasta la región submamaria bilateral (fig. 1). Fue diagnosticada de EAI. Posteriormente se realizó una radiografía y un tac dorsolumbar, donde se evidenció una fractura por aplastamiento del cuerpo vertebral de la quinta vértebra lumbar. Se aplicó tratamiento conservador a la fractura, se instauró tratamiento analgésico y se recomendó evitar el uso continuado de la fuente de calor.
La incidencia de EAI había disminuido con la introducción de la calefacción central en los hogares; sin embargo, en los últimos años se ha producido un aumento de este debido a la utilización de otras fuentes de calor como mantas eléctricas, almohadas térmicas, ordenadores portátiles y baños frecuentes con agua caliente2-4. Clínicamente se caracteriza por la aparición de eritema reticular inicial que puede evolucionar a una atrofia epidérmica, descamación e hiperpigmentación en aquellas zonas que han estado expuestas a radiación infrarroja1. La localización de las lesiones generalmente es en la región pretibial y en las extremidades inferiores de los ancianos, aunque cada vez es más frecuente en otras localizaciones5 y en pacientes más jóvenes de ambos sexos, como la cara anterior de ambos muslos por el uso de ordenadores portátiles y en la región abdominal anterior por la utilización reiterada de mantas eléctricas, como en nuestro caso. El diagnóstico es clínico y, en caso de duda diagnóstica, puede acompañarse de la realización de una biopsia cutánea. La histopatología se caracteriza por la dilatación de los capilares del plexo superficial cutáneo, junto con atrofia de la epidermis y necrosis de los queratinocitos; en estadios más avanzados se observa un depósito de melanina y hemosiderina en la dermis6. El diagnóstico diferencial incluye la livedo reticularis, las vasculitis sistémicas, la insuficiencia venosa crónica y la hiperpigmentación por fármacos2–6.
El único tratamiento del EAI consiste en la retirada de la fuente de calor. El eritema desaparece espontáneamente a las pocas semanas, mientras que la hiperpigmentación de la piel puede persistir durante algunos meses e incluso años7,8. En algunos pacientes se han empleado corticoides o 5-fluoracilo tópico con escasos beneficios1-7. Si se mantiene la fuente de calor, aunque no aparecen quemaduras, se incrementará el riesgo de desarrollar tumores malignos cutáneos como el carcinoma epidermoide, y en raras ocasiones, carcinoma de células de Merkel o casos mixtos de ambos8. Además, recientemente se ha descrito un caso de linfoma cutáneo B de la zona marginal9. Por otro lado, debe investigarse si el calor ha sido aplicado para el alivio de un dolor crónico y encontrar la causa subyacente10. Una anamnesis completa y la solicitud de pruebas complementarias permiten diagnosticar la dolencia basal, como la fractura vertebral de la paciente, e instaurar un tratamiento adecuado. La relevancia de nuestro caso clínico radica en la necesidad de reconocer la presentación de las lesiones de EAI en una localización atípica y realizar un diagnóstico diferencial completo con otros procesos patológicos menos frecuentes, que permita un tratamiento global precoz. El médico de familia debe ser capaz de reconocer esta dolencia, así como sus localizaciones más atípicas, con el fin de poder aplicar un plan terapéutico adecuado, que en este caso es totalmente abordable desde la atención primaria.