Analizar los estilos de vida de los médicos de familia, su influencia sobre las actividades de prevención cardiovascular realizadas a sus pacientes y las dificultades para efectuarlas.
Material y métodosEstudio descriptivo transversal, utilizando como instrumento un cuestionario ad hoc, preparado para ser contestado directamente por los encuestados y anónimo aplicado durante el año 2010.
EmplazamientoAtención primaria de Mallorca.
ParticipantesMuestra de 185 médicos representativos de los profesionales de atención primaria de Mallorca.
ResultadosTasa de respuestas: 78,9% (146/185). Características de los médicos encuestados: la edad media era de 43,6 años, el 24,6% seguía una dieta saludable, el 18,6% era fumador, el 32,7% no consumía alcohol y el 80,8% realizaba ejercicio físico. La actividad preventiva realizada a sus pacientes con más frecuencia fue el consejo antitabaco (52,3%), seguida de las relacionadas con los factores de riesgo cardiovascular (HTA, DM, dislipidemia) (22,7%), el consejo dietético (14,4%), la asesoría sobre ejercicio (5,3%) y sobre el consumo de alcohol (0,8%). Los médicos fumadores y con mayor consumo de alcohol realizaban menos actividades preventivas a sus pacientes (p<0,05). La carencia de tiempo fue el principal factor limitante para realizar de manera adecuada las actividades de prevención.
ConclusionesExiste vinculación entre los hábitos de vida de los médicos de atención primaria y las actividades preventivas efectuadas a sus pacientes. Los médicos de familia tienen unos estilos de vida relativamente saludables y promueven las actividades preventivas entre sus pacientes. Cabe señalar la escasa indagación sobre el consumo de alcohol.
To analyze the lifestyles of family physicians, their influence on cardiovascular prevention activities carried out on their patients and the difficulties in carrying them out.
Material and methodsDesign cross-sectional study, using as an anonymous ad hoc questionnaire, implemented in 2010.
LocationPrimary care of Mallorca.
ParticipantsRepresentative sample of 185 primary care medical professionals of Mallorca.
ResultsThere was a response rate of 78.9% (146/185). Characteristics of physicians surveyed: the mean age was 43.6 years, 24.6% following a healthy diet, 18.6% were smokers, 32.7% did not consume alcohol, and 80.8% performed physical exercise. The most frequent prevention activity on their patients was anti-smoking advice (52.3%), followed by those related to cardiovascular risk factors, hypertension, diabetes, dyslipidemia (22.7%), dietary advice (14.4%), advice about exercise (5.3%), and alcohol consumption (0.8%). Doctors who smoked and drank more alcohol offered less preventive activities to their patients (P<.05). Lack of time was the main limiting factor to properly perform prevention activities.
ConclusionsThere is a relationship between lifestyle habits of primary care physicians and preventive activities carried out with their patients. Family physicians have relatively healthy lifestyles and promote preventive activities among their patients. The limited investigation into alcohol consumption should be noted.
Los estilos de vida constituyen uno de los determinantes que más influyen en el estado de salud de una población, ya que en el origen de muchas enfermedades se encuentran conductas poco saludables, como una dieta inadecuada, el consumo de sustancias tóxicas, el sedentarismo o las prácticas sexuales de riesgo1.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son un ejemplo de problemas de salud con una innegable influencia de los estilos de vida. Diversos estudios demuestran que medidas preventivas tan sencillas como el consejo para el abandono del tabaco, una mejora en los hábitos dietéticos, el control de la presión arterial o la detección precoz y el abordaje de otros factores de riesgo producían reducciones sustanciales en la morbimortalidad cardiovascular2,3. La OMS ha estimado que un 80% de las ECV podrían ser prevenidas si elimináramos los factores de riesgo relacionados con los estilos de vida4.
Por otra parte, las ECV suponen la primera causa de muerte en el mundo occidental, se encuentran entre los principales motivos de utilización de servicios sanitarios y de hospitalización, y son uno de los componentes más determinantes del gasto sanitario5. En España, según los últimos datos disponibles referidos al año 20106, las ECV constituyen la principal causa de muerte, siendo responsables de 31,2% de los fallecimientos, con un total de 119.063 defunciones. Las enfermedades isquémicas del corazón ocuparon el primer lugar en número de muertes con 35.259, seguidas por las enfermedades cerebrovasculares con 30.137 fallecidos.
Según estos datos, la promoción y educación para la salud y las actividades preventivas en general constituyen unas de las herramientas fundamentales para el control del riesgo cardiovascular3. Por otra parte, la atención primaria (AP) permite una mejor integración de las actividades preventivas, porque proporciona una mayor accesibilidad, continuidad e integralidad en la atención, que permite al médico de familia estar en una situación óptima para realizar actividades preventivas, incluyendo las dirigidas a las ECV7.
Pero la modificación de los estilos de vida en la práctica no es fácil y depende de múltiples y complejos condicionantes personales y socioculturales8, sobre los que solo tenemos una información parcial9. Sin embargo, existe evidencia empírica de que los hábitos de salud y los estilos de vida de los médicos, junto a sus creencias y nivel de conocimientos, representan un papel esencial a la hora de aconsejar a sus pacientes sobre conductas de riesgo y, además, estos profesionales constituyen un referente y modelo para las personas con quienes interaccionan10. Así, el estudio de los hábitos cotidianos del estamento médico cobra importancia no solo por las implicaciones para su propia salud, sino también por su gran influencia sobre la salud de sus pacientes11.
En este contexto, el interés de nuestro estudio se centra en analizar algunas características de los médicos de AP y de la organización sanitaria relacionadas con la prevención en general y con la de las ECV en particular. En concreto, los objetivos de nuestra investigación fueron:
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Analizar las actitudes de los médicos de familia sobre los principales factores de riesgo relacionados con los estilos de vida (tabaquismo, consumo de alcohol, nutrición y actividad física).
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Relacionar los estilos de vida propios del médico de familia con las actividades preventivas efectuadas a sus pacientes, y analizar si los hábitos de vida del médico condicionan estas actividades preventivas.
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Conocer las dificultades percibidas por los médicos de AP para poder aplicar las actividades preventivas en la práctica diaria.
Para alcanzar los anteriores objetivos optamos por realizar un estudio descriptivo transversal, observacional, basado en la aplicación de un cuestionario ad hoc a los médicos de familia de los centros de salud de Mallorca (Illes Balears) en el año 2010.
Los sujetos objeto de estudio fueron una muestra de la totalidad de los 420 médicos de familia que trabajaban en los centros de salud de la isla (cobertura asistencial: 862.400 habitantes).
Los criterios de inclusión fueron: médicos con estabilidad laboral y experiencia laboral superior a un año. Para su selección se procedió a un muestreo por conglomerados monoetápico, en el que aceptando un riesgo alfa de 0,05 y un riesgo beta de 0,20 en un contraste bilateral y una tasa de pérdidas de seguimiento del 20%, se precisaban 202 sujetos para detectar una diferencia entre profesionales igual o superior al 20% en función de su estilo de vida. Este tamaño muestral nos permitía determinar los porcentajes de realización de actividades preventivas con una precisión del 0,98-1,12%, dependiendo de la frecuencia con que estas fueran realizadas en consulta.
Como instrumento principal de investigación utilizamos un cuestionario de elaboración propia, preparado para ser contestado directamente por los encuestados, basado en la revisión de la literatura específica y en las aportaciones de un grupo de expertos. Para su elaboración, se identificaron las dimensiones a medir, se elaboraron los ítems iniciales y se verificó la validez de contenido. Además de diversos datos personales y profesionales, el cuestionario de 23 preguntas se centró en valorar los estilos de vida de los médicos de AP, los consejos sobre las actividades preventivas que efectuaban en su consulta, y las dificultades percibidas para su realización (anexo 1). El cuestionario fue pilotado en una muestra de 20 profesionales y una vez modificado se efectuó una prueba test-retest. Los cuestionarios fueron confidenciales, no contenían información nominal y se enviaron por correo interno a cada participante.
Se realizó un análisis descriptivo de las variables estudiadas (medidas de tendencia central, de dispersión y frecuencias absolutas y relativas). Se estudió la distribución de normalidad mediante un test de Kolmogonov-Smirnoff. Se realizó un análisis bivariante entre las variables independientes y las variables dependientes. Para el análisis de las variables cualitativas se utilizó la prueba de la ji al cuadrado o el test exacto de Fisher, y para el análisis de las variables cuantitativas se empleó la prueba de Mann-Whitney. Se efectuó un análisis multivariante mediante regresión logística ordinal para determinar los odds ratio ajustados por edad y sexo del profesional. Se consideró estadísticamente significativa una p<0,05. El análisis estadístico de los datos se efectuó con la ayuda del programa informático SPSS versión 15.
ResultadosEl número total de médicos de familia incluidos en el estudio fue de 185, con una tasa de respuestas del 78,9% (146/185). El 56,2% fueron mujeres, la edad media era de 43,6 años (DE±8,9) y la experiencia profesional media de 16,4 años (DE±9,7). El 70,5% eran médicos de familia con estabilidad laboral, el 18,5% eran médicos sustitutos y el 11% residentes de medicina de familia y comunitaria.
Un 24,6% de los encuestados seguía algún tipo de dieta (12,3% para perder peso, 8,2% para mantenerlo y un 4,1% por algún problema de salud). Un 18,6% era fumador (diario el 11,7% y ocasional el 6,9%), ex fumadores el 29,7% y no fumadores el 51,7%. El 80,8% practicaba algún tipo de ejercicio físico (un 39,7% ligero, un 39% moderado y un 2,1% intenso) y el 19,2% restante eran sedentarios. El 32,7% no consumía alcohol y el resto lo hacía de forma moderada.
La actividad preventiva efectuada con mayor frecuencia por los médicos de AP fue el consejo antitabaco (52,3% lo sitúan en primer lugar), seguida de las dirigidas al control de los factores de riesgo cardiovascular (HTA, DM, dislipidemia) (22,7%), del consejo dietético (14,4%) y de la asesoría sobre ejercicio (5,3%), mientras que la intervención sobre el consumo de alcohol era tan solo de 0,8% y una miscelánea de otros consejos (anciano de riesgo, estrés, etc.) sumaba un 4,5%.
Algo más del 40% de los encuestados refirieron que realizaban actividades preventivas a un 50-75% de los pacientes que visitaban (tabla 1), siendo la intervención sobre el consumo de tabaco la efectuada en mayor proporción (un 60% de los médicos aconsejan abandonar el hábito tabáquico a los pacientes atendidos con una frecuencia mayor del 75%) y la que menos sobre el alcohol (tabla 2).
Proporción de médicos que efectúan consejos preventivos en la consulta, tipo de consejo y porcentaje de pacientes a los que se les efectúa cada tipo de consejo
Tipo de consejo preventivo realizado en la consulta | Porcentaje de pacientes a los que se les da el consejo | |||
75-100% | 50-75% | 25-50% | 0-25% | |
Realización de actividad física de forma regular | 26,3 | 43,2 | 24,2 | 6,3 |
Dieta sana/saludable | 31,5 | 43,3 | 19,9 | 5,3 |
No iniciarse en el hábito tabáquico | 33,8 | 16,6 | 14,7 | 34,9 |
Abandonar el hábito tabáquico | 59,6 | 26,7 | 11,4 | 2,3 |
Reducir o abstenerse en el consumo de alcohol | 25,5 | 36,5 | 25,6 | 12,4 |
Al relacionar los estilos de vida del profesional y las actividades preventivas realizadas a sus pacientes, observamos que los médicos de familia que fumaban o que consumían alcohol efectuaban menos actividades preventivas sobre el tabaquismo e intervenían menos sobre el consumo de alcohol de sus pacientes (p<0,05) (tablas 3 y 4).
Asociación entre el hábito tabáquico del profesional y las actividades preventivas sobre tabaquismo realizadas a los pacientesa
Porcentaje de realización del consejo antitabaco a los pacientes | Odds ratio ajustado* (IC 95%) | ||||
0-25% | 26-50% | 51-75% | > 75% | ||
n/N (%) | n/N (%) | n/N (%) | n/N (%) | ||
Hábito tabáquico del profesional | |||||
Fumador diario | 2/3 (66,7) | 4/16 (25) | 3/39 (7,7) | 8/86 (9,3) | 0,3 (0,12-0,99) |
Fumador ocasional | 0/3 (0) | 0/16 (0) | 5/39 (12,8) | 5/86 (5,8) | 0,8 (0,22-2,77) |
Ex fumador | 0/3 (0) | 6/16 (37,5) | 11/39 (28,2) | 25/86 (29,1) | 0,7 (0,32-1,56) |
No fumador | 1/3 (33,3) | 6/16 (37,5) | 20/39 (51,3) | 48/86 (55,8) | - |
IC: intervalo de confianza.
Asociación entre el consumo de alcohol del profesional y las actividades preventivas sobre el alcohol realizadas a los pacientesa
Porcentaje de actividades preventivas sobre el alcohol realizadas a los pacientes | Odds ratio ajustado* | ||||
0-25% | 26-50% | 51-75% | > 75% | (IC 95%) | |
N (%) | N (%) | N (%) | N (%) | ||
18 | 37 | 53 | 37 | ||
Consumo de alcohol por el profesional: media de UBE por semana (DE) | 4,7 (7,2) | 4,3 (7,5) | 4,1 (4,4) | 1,9 (6,9) | 0,9 (0,89-0,99) |
DE: desviación estándar; UBE: unidades de bebida estándar.
aAjustado por edad, sexo y años de experiencia.
La carencia del tiempo fue el principal factor limitante para realizar de manera adecuada las actividades de prevención en la consulta (opción señalada por un 50% de los encuestados), aunque también se indicaban otros aspectos como la falta de recursos y de formación en técnicas y habilidades para llevarlas a cabo (21,4%), los problemas organizativos del equipo y del sistema sanitario (17%), la actitud de los pacientes (11%) y el desconocimiento de la utilidad de las intervenciones (6,8%).
El 85,6% (125 de 146) de los encuestados señalaban a los médicos y enfermeras de AP como los principales responsables de realizar las actividades preventivas a la población. Si bien más de la mitad (un 53%) consideraba que también debían intervenir otros estamentos como otros médicos especialistas, la familia, la escuela, los medios de comunicación o las autoridades sanitarias, entre otros. Solo dos de los encuestados, incluían al propio paciente como el responsable principal de la prevención y de la promoción de su salud.
DiscusiónEste estudio nos ha permitido conocer, por primera vez en nuestro entorno, algunas características de los estilos de vida de los médicos de familia y su relación con las actividades preventivas que aconsejan a sus pacientes. Los médicos encuestados tienen unos estilos de vida relativamente saludables para la mayoría de los aspectos estudiados si los comparamos con la población general12–14, en cambio no son tan favorables si tomamos como referencia investigaciones realizadas en otros profesionales de la salud13–15.
Observamos que cerca de un 19% de nuestros encuestados fuma, cifra superior al 13,3% de la encuesta CHABS12 e inferior al 19,4-47,6% de otras investigaciones previas15,16, pero muy alejada del 1,3% de fumadores entre cardiólogos americanos17. Respecto a la ingesta de alcohol, un 67% de nuestros encuestados consumía este producto, cifra prácticamente idéntica al 66% de los médicos de AP en Suiza18, e inferior al 72-86% referido por otros autores15,19. En cambio, en otros países se ha encontrado que solo el 6% de los médicos consume alcohol16.
Destacamos, como aspecto positivo, el alto porcentaje de encuestados (cercano al 81%) que realizaba actividad física, cifra similar a la hallada recientemente en otros médicos de AP12, pero muy superior a la mayoría de estudios que sitúan la actividad física de los médicos entre el 35 y el 65%16,19. En cambio, llama la atención que este alto porcentaje de realización de actividad física por los profesionales tenga una repercusión mucho menor como consejo a sus pacientes sobre la práctica de ejercicio.
Entre las actividades preventivas efectuadas a sus pacientes por los encuestados, el consejo antitabaco es la realizada con mayor frecuencia, en más del 50% de las ocasiones, porcentaje similar al referido por otros médicos de familia6,20,21. El claro predominio de la intervención sobre el tabaquismo respecto a otros hábitos nocivos, no es sorprendente si tenemos en cuenta las constantes recomendaciones efectuadas durante las últimas décadas sobre la lucha contra el tabaquismo, sustentadas por una importante inversión de recursos22.
En este sentido, a pesar de que el consumo de alcohol se considera responsable de un número importante de muertes en todo el mundo23, se evidencia una preocupante baja intervención al respecto. Si bien la mayoría de estudios coinciden en que las intervenciones preventivas sobre el consumo de alcohol son poco abordadas en las consultas, nuestros resultados son claramente inferiores a otros estudios revisados9,24,25. Los factores que subyacen en este hecho son complejos25, pero probablemente contribuya la percepción social muy tolerante respecto a este producto y el poco impulso institucional en la prevención de su consumo inapropiado, comparado con la masiva intervención sobre el tabaquismo26.
Resulta particularmente interesante la relación existente entre los estilos de vida de los profesionales y su actitud respecto a las actividades preventivas realizadas a sus pacientes. En nuestro estudio, los médicos que consumen más tabaco o alcohol, realizan menos intervenciones preventivas sobre el tabaquismo o el consumo de alcohol en sus pacientes, hecho confirmado por otros estudios 27,28. Es más, la influencia de los hábitos de los profesionales sobre las tareas preventivas que aconsejan a sus pacientes también se ha demostrado de forma clara y consistente para otros factores de riesgo distintos del tabaco y del alcohol11,13,19. Este fenómeno es trascendente ya que el profesional de la salud consumidor de tabaco o alcohol no estará en la situación ideal para movilizar cambios de conducta en sus pacientes19,29.
Entre los factores que obstaculizan la realización de las actividades preventivas, tanto en nuestro estudio como en otros artículos de distintos ámbitos asistenciales, la carencia de tiempo se señala como el principal factor limitante. Además del factor tiempo se han citado otros múltiples impedimentos como el escaso apoyo de la organización, la carencia de financiación e incentivos específicos o la falta de confianza en su eficacia14,30. A pesar de ello, casi la totalidad de los encuestados consideraba que los médicos y las enfermeras de AP son los principales responsables de la realización de este tipo de actividades, hecho acorde con el importante rol teórico que se espera de estos profesionales en las tareas preventivas. Curiosamente solo dos de los médicos encuestados incluían al propio paciente como el responsable máximo de la promoción de su salud, cifra muy baja si tenemos en cuenta la importancia de la corresponsabilidad del paciente en su salud y la relevancia de los autocuidados como medio para aumentar su autonomía.
Antes de concluir, queremos señalar algunas posibles limitaciones de nuestro trabajo. Estudios con un diseño similar al nuestro pueden estar sujetos a una serie de sesgos potenciales, como el sesgo de selección que pondría en duda la representatividad de la muestra respecto de la población objetivo, pero en nuestro caso el muestreo aleatorio y la alta tasa de respuestas obtenida minimizarían esta posibilidad. También podrían producirse sesgos de información derivados del hecho de la autodeclaración de los médicos y, por tanto, basados en una apreciación subjetiva. Asimismo, el abordaje de los estilos de vida podría condicionar unas respuestas tendentes a exagerar los hábitos considerados saludables (sesgo de deseabilidad social) y, por el contrario, a minimizar la declaración de los hábitos de vida nocivos (fenómeno de ocultación o nondisclosure). La garantía de explotación no personalizada de los datos y el anonimato del declarante en nuestra encuesta contrarrestaría en parte esta posibilidad. Por último, la comparación con otros trabajos se ha de efectuar con precaución, ya que puede estar limitada por la heterogeneidad en la metodología y en el diseño empleado, y por las diferencias en los criterios e instrumentos de medición empleados. A estos factores debemos añadir el desarrollo de algunas investigaciones en contextos geográficos, socioculturales y temporales muy distintos.
ConclusionesLos médicos de familia en nuestro medio tienen unos estilos de vida relativamente saludables y, en general, promueven la adopción de actividades preventivas entre sus pacientes. Como notable excepción cabe señalar la muy escasa frecuencia de preguntas sobre el consumo de alcohol, que merecería investigaciones específicas. Por otra parte, otro fenómeno destacable es la vinculación encontrada entre los hábitos de vida del profesional y las actuaciones preventivas dirigidas a sus pacientes. Sería conveniente diseñar programas específicos orientados a la modificación de los comportamientos de riesgo de la población médica, no solo por los beneficios sobre su propia salud, sino también por el importante efecto sobre la salud de sus pacientes. En definitiva, nuestros datos aportan una información importante, hasta ahora no disponible, que supone un paso necesario, aunque no suficiente, para poder mejorar las actuaciones preventivas en nuestro ámbito.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animalesLos autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
A todos los profesionales que han participado en la encuesta, sin cuya contribución este trabajo hubiera sido imposible.