CONCEPTO. ¿DE QUÉ HABLAMOS?
La artrosis es el resultado de los trastornos mecánicos y biológicos que desestabilizan el normal acoplamiento entre la degradación y la síntesis de los condrocitos del cartílago articular, de la matriz extracelular y del hueso subcondral. Aunque puede ser iniciada por múltiples factores, la artrosis afecta a todos los tejidos de las articulaciones diartrodiales. En última instancia, la artrosis se manifiesta por cambios morfológicos, bioquímicos, moleculares y biomecánicos de las células y la matriz; que conducen al reblandecimiento, fibrilación, ulceración y pérdida del cartílago articular, y a la esclerosis y eburnificación del hueso subcondral, con formación de osteofitos y quistes óseos subcondrales. La artrosis es una enfermedad articular "destructiva", caracterizada por el deterioro del cartílago, la reacción proliferativa del hueso subcondral y la inflamación de la sinovial. Puede ser primaria o secundaria, pero tiene manifestaciones clínicas, radiológicas y patológicas comunes.
DIMENSIÓN DEL PROBLEMA
Prevalencia
Dentro de las enfermedades reumáticas, la artrosis es la de mayor prevalencia, alcanzando cifras del 80% para personas mayores de 65 años1. En España, la prevalencia de artrosis de cualquier localización es del 23%. Dicho valor aumenta con la edad, siendo rara en menores de 45 años. Afecta sobre todo a mujeres, aunque la diferencia depende de la localización de la artrosis y del grupo de edad. Por debajo de 65 años es menos frecuente en hombres que en mujeres, frecuencia que se iguala a partir de dicha edad. Podemos considerar, además, que existe una prevalencia para la artrosis de rodilla sintomática, cercana al 30% para mayores de 60 años, y de cadera, del 10% para mayores de 85 años.
Impacto socioeconómico
La incapacidad temporal y la incapacidad permanente consumen una parte notable de las tres posibilidades de impacto social de la artrosis:
1) Utilización de servicios de cuidado médico y social.
2) Alteración de la productividad laboral, compensación por baja transitoria y consumo de pensiones de discapacidad permanente.
3) Impacto sobre la política social.
El coste de las enfermedades reumáticas y, fundamentalmente, el de la artrosis, se está incrementando en todo el mundo como consecuencia de la compensación por discapacidad laboral. En 1980, el coste laboral y de utilización de los servicios sanitarios representaba en EE. UU., el 0,8% del producto nacional bruto, mientras que en 1992 se había incrementado al 2,5%. Este incremento seguirá progresando y en EE. UU. se espera que el número de personas con artropatías se incremente un 50% para el año 2020 con respecto a las cifras actuales, pasando de 40 a 60 millones de pacientes.
Un estudio epidemiológico sobre la discapacidad laboral debida a las enfermedades reumáticas (Tesis doctoral: Epidemiología de la discapacidad laboral de las enfermedades reumáticas. Jesús Tornero Molina. Universidad de Alcalá 2001), determinó que en Guadalajara las enfermedades reumáticas incapacitantes originaron en el período de 1990-1999 un gasto en subsidios de 3.058.410.066 pesetas (33,47 por 100 del total de coste de la incapacidad permanente). La artrosis originó el 52,8% del total del gasto.
El estudio Artrocad (Evaluación de los recursos consumidos y de las repercusiones socioeconómicas ocasionadas por paciente con artrosis de cadera y/o rodilla. SER/SEMERGEN) valoró las derivaciones (fig. 1), los fármacos consumidos (fig. 2) y los pacientes de baja (fig. 3) en más de 1.000 pacientes afectos y durante un tiempo de 6 meses.
Figura 1. Derivaciones a especialistas (Estudio ARTROCAD).
Figura 2. Tratamiento farmacológico para la artrosis (ARTROCAD). AINE: antiinflamatorios no esteroideos.
Figura 3. Porcentaje de pacientes de baja laboral (ARTROCAD).
En el promedio de un período de 6 meses, cada paciente realiza al mes una visita al médico de Atención Primaria. La mitad de los enfermos consulta a un especialista del aparato locomotor.
ASPECTOS CLÍNICOS
Historia natural de la enfermedad
La historia natural difiere según las articulaciones afectadas y entre un paciente y otro, siendo la tasa de progresión variable entre distintos individuos y, además, cambiantes a veces en un mismo sujeto. Inicialmente se produce una progresión paulatina desde una fase inicial asintomática de meses o años, hasta una fase sintomática con los cambios metabólicos, estructurales y funcionales, apareciendo gradualmente
Subgrupos clínicos
Artrosis con reacción hipertrófica, esclerosis, grandes osteofitos y alto remodelado óseo. Frecuente en la mayoría de los hombres y en la mitad de las mujeres.
Artrosis atrófica u osteopénica. Mujeres de edad más avanzada que el grupo anterior. Menor tasa de progresión clínica.
Artrosis monoarticular. En jóvenes. Relacionada con fractura de tobillo, anomalía congénita, epifisiólisis de cadera o enfermedad de Perthes. Lenta progresión y adaptación frecuente del paciente a la pérdida de función.
Artrosis pauciarticular. Edad media. Afecta a caderas o rodillas. Lenta evolución y afecta principalmente la cadera en el varón y la rodilla en la mujer en la sexta década de la vida. No muy grave.
Artrosis poliarticular. Subgrupo más común. Edad media o avanzada. En general, mujeres, con afectación clínica de rodillas, columna lumbar y de dedos y manos.
Artrosis rápidamente progresiva. Poco común. Puede afectar a una articulación única, grande. Rápida destrucción articular, pronóstico grave en el transcurso de 12 meses.
Manifestaciones clínicas
Dolor articular. El paciente presenta un dolor de tipo mecánico (aparece con el uso articular) especialmente al iniciar el movimiento tras un intervalo de inactividad, mejora con ejercicios específicos y suele desaparecer en reposo, reapareciendo tras actividades prolongadas. Es raro el dolor nocturno (salvo en enfermedad evolucionada).
Limitación de movimientos. Con el tiempo, la articulación pierde los últimos grados del arco articular, tal como se constata al explorar la movilidad pasiva. Es característico que el dolor aparezca en estos últimos grados de movimiento. El paciente refiere dificultad para hacer trabajo finos con las manos, es incapaz de extender totalmente el antebrazo o la pierna en caso de afectación del codo o rodilla, tiene dificultad para cruzar una pierna sobre la otra, calzarse o ponerse los calcetines en caso de coxartrosis y para girar la cabeza en toda su amplitud en el caso de afectación de la columna cervical.
Crujidos. Son ruidos producidos por el roce entre dos superficies cartilaginosas ásperas y rugosas. Pueden ser audibles a distancia, pero habitualmente sólo se perciben al tacto; son indicativos de artrosis y constituyen uno de los mejores signos que diferencian ésta de otras artropatías.
Ocasionalmente derrame sinovial y grados variables de tumefacción. A menudo, a la deformidad propia de la artrosis se le añade una tumefacción articular y periarticular, testimonio de una inflamación articular con derrame, demostrada con exámenes anatomopatológicos.
Otros signos y síntomas
Deformidad y mala alineación. En las articulaciones fácilmente accesibles como son las pequeñas articulaciones de las manos, codos y rodillas, es fácil constatar en la exploración física una deformidad articular de consistencia firme. A ella contribuyen la alteración ósea debida a la proliferación de osteofitos en los márgenes de la articulación, un engrosamiento de la cápsula articular y de los tejidos blandos, alteración del eje articular y, en casos muy avanzados, la propia destrucción del cartílago, hueso y tejidos blandos circundantes. No es infrecuente que coexista con cierto grado de tumefacción debida a la presencia de sinovitis y derrame articular.
Inestabilidad. Los pacientes con artrosis refieren una sensación de inseguridad o inestabilidad articulares. Probablemente a ellos podría contribuir la atrofia muscular y alteraciones propioceptivas, tal como se ha demostrado en pacientes con artrosis de rodilla.
Rigidez articular. Suele ser uno de los primeros síntomas de la enfermedad. Dificulta iniciar el movimiento después de un período de inactividad; dura poco tiempo y mejora rápidamente con el movimiento, lo que la distingue de la rigidez de la artritis reumatoide, mucho más prolongada.
Otras manifestaciones clínicas y complicaciones
Atrofia muscular. Aunque el dolor también se localiza en las inserciones de los músculos y tendones que movilizan una articulación, habitualmente no provoca espasmo ni atrofias musculares significativas.
Cuerpos libres intraarticulares (ratón articular). Algunos pacientes con artrosis avanzada, especialmente de rodilla o de cadera, desarrollan múltiples cuerpos libres intraarticulares, cartilaginosos, óseos o mixtos.
Ausencia de manifestaciones sistémicas. La artrosis no presenta manifestaciones sistémicas.
Diagnóstico de artrosis
El diagnóstico de artrosis es clínico y radiológico:
Anamnesis y exploración física
No hay evidencia sobre qué dato anamnésico o exploratorio debería utilizarse para el diagnóstico. Es conocida la ausencia de concordancia entre datos clínicos y hallazgos radiológicos en esta enfermedad (tablas 1, 2 y 3).
Exploraciones complementarias
Radiología. Se realizará un radiografía posteroanterior y lateral de ambas rodillas flexionadas a 20°, en bipedestación, en el paciente con dolor persistente de 1 a 4 semanas o reaparición de síntomas tras un intervalo libre de dolor, siendo hallazgos significativos el estrechamiento del espacio articular, la esclerosis subcondral y los osteofitos (recomendación B)2. Y en cadera, una radiografía anteroposterior y axial.
Analítica. Suele ser normal en la artrosis.
Líquido sinovial. Es viscoso, filante, transparente y con menos de 2.000 células/microlitro.
Tomografía axial computarizada (TAC). Carece de evidencia.
Ecografía. Carece de evidencia.
Resonancia magnética nuclear (RMN). Constituye un método diagnóstico ideal para la evaluación de las enfermedades articulares y para investigar la etipatogenia de la artrosis3 (carece de evidencia).
Tratamiento
Paracetamol. Su elección como primera opción se fundamenta en decisiones individualizadas en cada paciente, basadas en criterios de seguridad (grado A, nivel de evidencia 1a)4. En dosis de 2 o más gramos al día es claramente superior al placebo en la mejoría del dolor con similares tasas de seguridad con un número de pacientes a los que es necesario tratar (NNT) de 2 (recomendación grado I)5. En el caso de artrosis de cadera y de manos, se consideran de primera elección por su eficacia y seguridad, siendo el preferido en caso de requerir tratamiento analgésico durante largo tiempo (nivel de evidencia IV)6,7. La evidencia es mejor para la artrosis de rodilla (nivel de evidencia Ib)8.
Antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Su efecto analgésico es superior al paracetamol en la artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia Ia)4,8 y son efectivos en el alivio del dolor de la artrosis de cadera y de manos (nivel de evidencia Ia)6,7, por lo que podrían añadirse a la dosis mínima efectiva o ser sustituidos cuando responden inadecuadamente al paracetamol (nivel de evidencia Ia)6,7. Es recomendable probar primero la respuesta al paracetamol, dado que para un número de enfermos será suficiente y ofrece ventajas en cuando seguridad y relación beneficio-coste (grado A, nivel de evidencia 1a)4. Con respecto a los coxibs, tienen una eficacia similar a los AINE clásicos, no observándose diferencias significativas entre ellos (grado A, nivel de evidencia 1a)4, aunque podría utilizarse en pacientes con problemas renales o efectos gastrointestinales causados por AINE clásicos (grado B)2. Los AINE tópicos son eficaces para reducir el dolor y mejorar la funcionalidad de los pacientes con artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia 1b)4. En el caso de ausencia de respuesta a un AINE se podría optar por cambiar a otro (grado B)2. En el caso de artrosis de manos se prefiere el tratamiento tópico al sistémico, sobre todo cuando el dolor es de leve a moderado (nivel de evidencia Ia)6.
Capsaicina. Aplicada de forma tópica es eficaz para reducir el dolor y mejorar la funcionalidad de los pacientes con artrosis de rodilla y manos (grado A, nivel de evidencia 1a)4,6. La recomendación es desfavorable para el caso de la cadera. Se emplearía en los casos en que el paracetamol no ha sido capaz de disminuir convenientemente el dolor de tipo moderado y el paciente no desea comenzar con más medicación por vía oral9.
Opiáceos. El tramadol o codeína, así como su combinación con paracetamol y/o un AINE ha demostrado su eficacia en el tratamiento del brote doloroso de artrosis de rodilla y de cadera cuando no responden al tratamiento de base y se usarán durante breves períodos de tiempo (grado A, nivel de evidencia Ib)4,7,10. La morfina de liberación lenta o controlada, en dosis de 30 mg/día, es eficaz para el alivio del dolor en pacientes con artrosis de cadera o rodilla (nivel de evidencia 1b)4.
Sysadoa. El sulfato de glucosamina (SG) y el condrotín sulfato (CS) son eficaces para el control del dolor y mejorar la funcionalidad de los pacientes con artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia 1a)4, aunque no tanto para la artrosis de cadera y de manos (nivel de evidencia Ib)6,7. El SG no disminuye la necesidad de analgesia de rescate, aunque sí el CS (grado A, nivel de evidencia 1b)4. Pueden retardar la pérdida del espacio articular tibiofemoral en la artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia 1b)4.
Ácido hialurónico intraarticular (AH). Es eficaz para el control de los síntomas de la artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia 1a)4, pero los resultados son peores en la artrosis de cadera (nivel de evidencia III)7. Podría utilizarse en la artrosis trapeciometacarpiana (nivel de evidencia IIb)6. La combinación con AINE resulta más eficaz que el tratamiento único con AINE y en determinados casos (cuando el dolor se hace de reposo y nocturno) surte más efecto que el AH solo (grado A, nivel de evidencia 1a)4. Todos los AH son igual de seguros y bien tolerados (grado A, nivel de evidencia 1a)4, si bien el hyaluronan de mayor peso molecular tiene mayor eficacia que los de menor peso molecular (grado B, nivel de evidencia 2a)11. No hay estudios concluyentes que avalen el uso de AH como tratamiento de primera línea (grado B, nivel de evidencia 2a)11.
Diacereina. No es eficaz para el control de los síntomas de la artrosis de rodilla (grado A)4. Tampoco es efectiva en el control de la progresión radiológica de la artrosis de rodilla (grado A, nivel de evidencia 1b)11. No hay ninguna recomendación sobre su eficacia en la disminución de las necesidades analgésicas.
Corticoides intraarticulares. La inyección intraarticular en suspensión es efectiva a corto plazo para el control del dolor de la artrosis de rodilla y cadera, especialmente cuando se manifiestan los brotes de la enfermedad (grado A, nivel de evidencia 1b)4,7. No son perjudiciales para el cartílago (grado A, nivel de evidencia 1b)4. Estarían indicadas en pacientes con artrosis de rodilla con efusión y signos inflamatorios locales. Generalmente no se administran más de 3 ó 4 veces al año, debido a un teórico daño del cartílago por la inyección repetida. Así pues, las inyecciones intraarticulares de corticoides pueden proporcionar un alivio del dolor agudo, aunque su efectividad se desvanece tras 4-6 semanas12.
Otras medidas. 1) Frío. La aplicación de frío, así como masajes con frío, tiene resultados favorables tras 2 semanas de hacerlo a diario y durante 15-20 minutos (grado IIb)13,14.
2) Calor, bastones, ortesis y ayudas técnicas (pasamanos, etc.). Grado IIIb13,14.
3) Ejercicio y medidas educativas. En el caso de la rodilla las medidas educativas y el ejercicio mejora el dolor (nivel de evidecia Ia)8, pero no tanto en la artrosis de manos (nivel de evidencia IV)6 y de cadera (nivel de evidencia Ib)7.
4) Tens (electroestimulación). En pacientes que no sean candidatos a tratamiento farmacológico o cuando lo rehúse, el uso de tens puede mejorar el dolor de rodilla (Grado IIa)15.
5) Acupuntura. El informe de la AHRQ (Agency for Healthcare Research and Quality) concluye que se puede defender su empleo como tratamiento de segunda o tercera línea en pacientes que no responden a los procedimientos convencionales o no toleran la medicación (grado IIa)16.
6) Herbología y homeopatía. Carecen de recomendaciones. La evidencia para la herboterapia es IIa y para la homeopatía de IV17,18.
7) Cirugía. La cirugía (artroplastia, osteotomía o artrodesis) es un tratamiento efectivo para la artrosis severa del primer dedo de la mano cuando el dolor es severo y han fracasado otras medidas terapéuticas (nivel de evidencia III)6. En el caso de la cadera, se recomendaría en caso de ser muy sintomática y especialmente si hay displasia o deformidades en varo o valgo (nivel de evidencia III)7.
Correspondencia: S. Giménez Basallote.
Avda. Juan Sebastián Elcano, 88, 5.o B.
29017 Málaga.
Recibido el 31-01-07; aceptado para su publicación el 12-12-07.