Presentamos el caso de un varón de 19 años de edad que acudió a consulta de Atención Primaria para conocer los resultados de unas pruebas de laboratorio solicitadas por un cuadro consistente en debilidad, mareos, disminución de la agudeza visual y cefalea matutina de horas de duración, de aparición intermitente cada 15 dÃas en los últimos 2 meses. En la anamnesis dirigida refirió haber presentado temblor distal ocasionalmente y pérdida ponderal de 1-2kg en los últimos meses. No habÃa presentado alteración del hábito intestinal, ni sintomatologÃa ansiosa ni diaforesis. Sin otra sintomatologÃa aparente. Negó consumo de esteroides o de otros fármacos.
El paciente era originario de la región andina. No residÃa en esa región desde hacÃa 15 años, y no habÃa presentado sÃntomas ni alteraciones analÃticas previas. Sus únicos antecedentes personales eran dermatitis atópica y escoliosis. No presentaba hábitos tóxicos. Como antecedentes familiares su madre era afecta de hepatitis B resuelta, y una tuberculosis ganglionar activa, y su padre afecto de diabetes mellitus tipo 2. No existÃan antecedentes familiares de discracias hematológicas.
A la exploración fÃsica presentaba un IMC de 20, tensiones arteriales 150/90mmHg, frecuencia cardÃaca de 112 latidos por minuto y saturación de oxÃgeno por pulsoximetrÃa del 98%. No se auscultaban soplos cardÃacos y presentaba un ritmo adecuado de moderada intensidad. Se palpaba un aumento mÃnimo del lóbulo tiroideo izquierdo de consistencia blanda. El resto de la exploración se encontraba dentro de la normalidad.
En el análisis de laboratorio se detectó una hemoglobina de 20,3g/dl (12-16g/dl), hematÃes 7,56×10E6/mm3 (3,85-5,75×10E6/mm3), hematocrito 60,4% (35,5-49%) y un VCM de 81fl (78-101fl)1. El resto de la hematimetrÃa se encontraba dentro de la normalidad. En el seguimiento posterior se constató una cifra de reticulocitos absolutos de 66.100/mm3 (25.000-85.000/mm3) con una fracción de inmaduros del 0,26% (0,25-0,35%). En la bioquÃmica se observó una leve alteración de la función renal con creatinina 1,18mg/dl y FG (CKD-EPI) 89ml/min/sup que corrigió en análisis posteriores. Presentó un proteinograma normal con trazado de policlonalidad, con una IgM 55mg/dl (65-265mg/dl), discretamente elevada sin significación, una IgE 1.029,00UI/ml elevada, consecuente con su base atópica, una alteración del perfil férrico con datos de ferropenia: sideremia 34μg/dl (59-158μg/dl), transferrina 318mg/dl (200-360mg/dl), CTFH 448g/dl (254-482g/dl), ferritina 12ng/ml (20-300ng/ml), IST 7,6% (20-40%) y una alteración del perfil tiroideo con TSH 0,005μU/ml (0,4-4,2μU/ml) y T4 libre 2,34ng/dl (0,71-1,85ng/dl), compatible con un hipertiroidismo primario.
Los pacientes con clÃnica y hallazgos de laboratorio de policitemia se benefician de una derivación precoz para evaluación y tratamiento por HematologÃa con una disminución del riesgo de trombosis y de mortalidad por complicaciones hemorrágicas2,3. Se confirmó una policitemia absoluta con hemoglobina de 19,1g/dl y hematocrito del 56,5%; se inició tratamiento urgente con sangrÃas terapéuticas, corrigiendo la hemoglobina a 15,1g/dl, que se mantuvieron cada 15 dÃas durante un mes, y se continuó el estudio etiológico (fig. 1).
Posteriormente, se descartaron causas secundarias4, añadiendo también serologÃa infecciosa de hepatitis y VIH, ambas negativas. Se registró una EPO de 17,1mUI/ml (3,7-34mUI/ml), la radiografÃa de tórax no reveló ensanchamiento mediastÃnico ni ningún tipo de dato patológico (fig. 2), y se solicitaron ecografÃa abdominal y de tiroides que el paciente no se realizó. El estudio de policitemia primaria se completó a nivel hospitalario con un test genético para BCR-ABL (t 9,22), V617F JAK 2, el exón 12 JAK2 y el gen EPOR, siendo todas las mutaciones negativas.
Por tanto, se descartaron las principales causas secundarias establecidas, y aunque algunas quedaron por filiar, no se observan datos clÃnicos que las justifiquen5. En primer lugar, no existe etiologÃa hipóxica cardiopulmonar asociada; si bien se puede considerar como antecedente la hipoxia por elevada altitud, no se ha manifestado clÃnicamente en más de 15 años. En segundo lugar, la alteración de la función renal no se perpetuó, y remitió tras la sangrÃa terapéutica, siendo fisiológicamente justificable por la sobrecarga. La ferropenia no presenta relación con la eritropoyesis, al contrario que la producción de anticuerpos antitiroglobulina y antiperoxidasa6.
Por un lado, se constató una policitemia absoluta y se completó estudio genético de las mutaciones más frecuentes siendo negativo para la policitemia vera, familiar e idiopática. No se encontró asociación genética, sin embargo, dada la indeterminación de esta etiologÃa por la cantidad de genes implicados, no es posible descartar completamente esta etiologÃa.
Por otra parte, se amplió el estudio tiroideo con Ac. antitiroglobulina 549UI/ml (0-40UI/ml), Ac. antitiroperoxidasa >1.000UI/ml (0-35UI/ml), Ac. antirreceptor TSH 6,61UI/l (>0,6UI/l), confirmando el diagnóstico de enfermedad de Graves-Basedow e iniciando pauta terapéutica con tiamazol y propranolol7.
No obstante, finalizadas las sangrÃas se constató una poliglobulia progresiva, coincidiendo con que el paciente decidió no iniciar tratamiento antitiroideo hasta pasados 5 meses del diagnóstico. Una vez iniciado, se consiguieron estabilizar los niveles de hematocrito. Por este motivo, consideramos que este comienzo concordante puede sugerir una relación causal entre la policitemia y el hipertiroidismo por enfermedad de Graves-Basedow. Fisiológicamente, existe estimulación por la tiroxina de la actividad eritropoyética a través del factor 1-alfa inducible por hipoxia, descritos en algunos casos que justifican este mecanismo8. Esta asociación se corresponde con una poliglobulia secundaria, pudiendo estar elevada o normal la actividad eritropoyética9. Habitualmente, el hipertiroidismo se puede presentar como diagnóstico diferencial de la policitemia vera, sin embargo, no se puede excluir como causa de policitemia10.
En definitiva, se recomienda tener presente esta asociación en el estudio diagnóstico de la poliglobulia, pudiendo ser necesarios futuros estudios que apoyen con mejor evidencia esta asociación para incluirse en guÃas y protocolos.
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La policitemia supone el incremento de la concentración de hemoglobina o de hematocrito por encima de los niveles estándares aceptados.
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Es fundamental realizar una segunda medición para confirmar la alteración analÃtica y descartar una pseudopoliglobulia.
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Es necesario conocer la etiologÃa para tratar la enfermedad, causas primarias o secundarias.
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Existe un mecanismo fisiopatológico de estimulación de la actividad eritropoyética por la tiroxina.
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Se deberÃa considerar la evaluación de la función tiroidea en el estudio de un paciente con policitemia.
Se trata de un caso clÃnico surgido de la práctica clÃnica habitual. Se realizó una práctica ética conforme al código de la OMS (Declaración de Helsinki) y se obtuvo un consentimiento informado acorde a las guÃas CARE para la divulgación de casos clÃnicos. No se incluyen imágenes o datos personales del paciente que puedan facilitar su identificación. Igualmente, se puso en conocimiento del CEIm del Hospital Universitario de Canarias la divulgación del presente caso.
FinanciaciónLa presente publicación no ha recibido ayudas especÃficas provenientes de agencias del sector público, sector comercial o entidades sin ánimo de lucro.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener conflictos de intereses.