La Asociación Española de Urología (AEU), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) vienen trabajando desde 2008 en establecer criterios de derivación de hiperplasia benigna de próstata (HBP), poniendo de manifiesto que utilizar un lenguaje común y documentos de consenso actualizados permiten la coordinación entre los niveles asistenciales, con el consiguiente beneficio para los pacientes y para la administración sanitaria.
La HBP es una enfermedad prevalente, con una evolución natural conocida, un manejo clínico-terapéutico definido, que puede ser asumido por ambos niveles asistenciales, dependiendo del momento evolutivo y clínico de la enfermedad. La coordinación entre profesionales de diferentes ámbitos asistenciales es imprescindible para el manejo y el seguimiento eficiente de esta enfermedad, y para garantizar su continuidad asistencial1.
En un intento de mejorar la variabilidad en el manejo de la HBP, se ha presentado en 2015 la actualización «Criterios 3.0», que hace necesaria y eficaz la colaboración entre niveles, a través de su implementación, lo cual mejorará el flujo de estos pacientes en el sistema sanitario, enriqueciendo su calidad de vida (CdV)2,3.
Contenido y aspectos novedosos de esta ediciónEn el diagnóstico- −
Simplifica el número de pruebas y exámenes complementarios, estratificándolos en función de la importancia en el proceso diagnóstico. Se clasifican en: obligatorias (anamnesis detallada, exploración física completa incluyendo el tacto rectal [TR], urianálisis), recomendadas (cuestionario de puntuación internacional de los síntomas prostáticos [IPSS] con CdV, antígeno prostático específico [PSA], función renal, medición de residuo posmiccional [RPM] y ecografía abdominal), opcionales (flujometría, diario miccional, valoración de la función sexual) y no recomendadas (citología, cistoscopia, ecografía transrectal, urografía intravenosa [UIV], tomografía computarizada [TC], resonancia magnética [RM] transrectal).
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Recomienda el uso de la ecografía para el manejo del paciente en tratamiento por síntomas del tracto urinario inferior (STUI) moderados-graves, y no solo para la medición del RPM o el estudio de las complicaciones.
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Incide en la importancia de la «espera vigilada» y en la actuación sobre estilos de vida de los pacientes con o sin tratamiento farmacológico.
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Estratifica al paciente en función de la progresión clínica, siendo los factores de progresión: edad (>50 años), gravedad de la sintomatología (moderada/grave), volumen prostático (>30cc/II-IV TR) y nivel de PSA (≥1,5ng/ml).
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Acepta el abordaje del paciente grave en atención primaria (AP).
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En función del perfil del paciente, establece el papel de las nuevas opciones terapéuticas (inhibidores de la fosfodiesterasa-5 [IPDE-5] o antimuscarínicos combinados con alfabloqueantes).
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Ajusta la periodicidad y los recursos utilizados, en función de las características del paciente y la evolución natural de la enfermedad.
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Aporta criterios unificados y consensuados de derivación en la HBP complicada o grave, o cuando en la evolución aparezcan complicaciones que tengan que ser valoradas por urología.
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Introduce recomendaciones que se pueden seguir en los casos de pacientes en tratamiento con inhibidores de la 5-alfa reductasa (5-ARI).
Los autores hemos tenido en cuenta las instrucciones y las responsabilidades éticas, cumplimos los requisitos de autoría, y declaramos la no existencia de conflicto de intereses.