Determinar el patrón de consumo de tóxicos y analizar el papel de factores protectores personales y sociales sobre el consumo de alcohol.
Material y métodosSe realizó un estudio descriptivo transversal en 5 institutos de educación secundaria de Cuenca capital (2015-2016). Se seleccionaron aleatoriamente los grupos (3.° y 4.° de ESO y 1.° y 2.° de bachillerato) y dieron su consentimiento 844 estudiantes. Se empleó un cuestionario autoadministrado con variables sociodemográficas, datos de consumo de sustancias y las escalas CD-RISC 10 para evaluar resiliencia y KIDSCREEN-52 para medir aspectos individuales y sociales asociados con la calidad de vida de los adolescentes. Se realizaron análisis descriptivos bivariados y multivariantes.
ResultadosUn 55,7% fueron chicas, la edad media fue de 16,36±1,05 años. El inicio se situó entre los 13-14 años, los porcentajes de consumo habitual fueron 70,9% para alcohol, 26,4% para tabaco y 14,2% para cannabis (cifras inferiores al consumo experimental). Se detectó policonsumo (35%). La regresión mostró que los no consumidores de alcohol presentaban mejores cifras de estado de ánimo, autopercepción, relación con los padres y entorno escolar.
ConclusionesEl inicio en el consumo de drogas es cada vez más temprano, especialmente en el cannabis. La disponibilidad y la baja percepción del riesgo hacen del alcohol la droga más extendida. Las acciones encaminadas a favorecer el bienestar emocional y el apoyo familiar proporcionan seguridad a los adolescentes y recursos para resistir las presiones del grupo.
To determine the patterns of drug use in an adolescent population and to analyse the role of personal and social protective factors in alcohol consumption.
Material and methodsA descriptive cross-sectional study was carried out in five secondary schools in the city of Cuenca (Spain) in the period 2015-2016. The groups were randomly selected (3rd - 4th GCSE and 1st - 2nd GCE), with a total of 844 students giving their consent. A self-administered questionnaire was used, which included sociodemographic variables, consumption data, CD-RISC 10 scale to evaluate resilience, and KIDSCREEN-52 questionnaire to measure individual and social aspects associated with health-related quality of life in adolescents. Descriptive bivariate and multivariate analyses were performed.
ResultsJust over half (55.7%) of the pupils selected were girls, and the mean age was 16.3±1.01 years. The pupils began consumption when they became 13-14 years old. The percentages of habitual consumption were 70.9% for alcohol, 26.4% for tobacco, and 14.2% for cannabis. Multiple drug use was also found in 35%. The regression model for alcohol showed that non-consumers showed better values in emotional moods, self-perception, relationships with their parents, and their school environment.
ConclusionsAdolescents start using drugs, especially cannabis, at an earlier age. Availability and the perception of low-risk make alcohol the most widespread drug. Actions aimed at fostering emotional well-being and family support provides security for adolescents, as well as the resources that help them overcome the pressures of the group.
La gran mayoría de los adolescentes tiene buena salud, aunque presentan conductas de riesgo, entre ellas destaca el elevado consumo de drogas, un motivo de preocupación a nivel mundial. Los adolescentes al estar inmersos en un proceso de maduración y desarrollo son especialmente vulnerables a los efectos de estas sustancias tóxicas1.
En los últimos años se está prestando atención a las tendencias sobre el consumo de drogas en adolescentes, y son numerosas las investigaciones que se realizan periódicamente como las del Health Behaviour in School-aged Children (HBSC) auspiciado por la OMS2, el proyecto europeo de encuestas escolares sobre el alcohol y otras drogas (ESPAD)3 y específicamente en España, la encuesta sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias que promueve la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas4. En todas ellas se constata que el alcohol es la droga más consumida, con porcentajes que varían entre el 63-86% según la edad, seguida por el tabaco y el cannabis2–4. Destacan que la edad de inicio es temprana, alrededor de los 13-14 años2–4, cifras que resultan alarmantes por las consecuencias para la salud física y mental, tanto a corto como a más largo plazo5,6. Además, se evidencia que a menor edad en el inicio del consumo de drogas aumenta el riesgo de adicción6,7.
Ante este panorama los estudios además de observar las tendencias se centran en el análisis de los factores que favorecen el consumo. Revisando la literatura se confirma que las causas son multifactoriales, se trata de un problema complejo porque sobre él influyen factores personales y sociales muy diversos8,9. El alcohol y el tabaco son drogas ampliamente consumidas y aceptadas en el entorno social en el que está inmerso el adolescente, por lo que la percepción de riesgo puede estar disminuida8,10. Otras investigaciones señalan que los entornos familiares desestructurados, con progenitores que consumen tóxicos, o son más permisivos, propician que los hijos adolescentes sean más proclives al consumo de drogas6,8,11. También destacan el papel de las relaciones con los compañeros y amigos; los adolescentes se ven influidos por las conductas del grupo con el que se relacionan, ya que tienen tendencia a mimetizarse con ellos para ser aceptados12,13. El consumo de alcohol en fines de semana, como forma de ocio, pudiera ser ejemplo de esta influencia5,10,14.
En el marco de la promoción de la salud los estudios analizan los factores que hacen a los adolescentes más resistentes o los protegen frente al consumo, bien sean estos de índole personal, como la capacidad de resiliencia15,16, o social, como la percepción de sentirse apoyados por el entorno17,18. Por estas razones estructuramos nuestro trabajo en 2 partes diferenciadas. Por un lado, nos propusimos identificar el perfil del consumo de tóxicos en una población adolescente, diferenciando por sexo y edad y, por otro lado, analizar cómo influían las características personales y las condiciones sociales en las que se desenvuelve el adolescente sobre el consumo de alcohol, la droga más habitual en esta población.
En consecuencia, los objetivos que nos planteamos para nuestro estudio fueron:
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Determinar el patrón de consumo de tóxicos en una población adolescente.
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Analizar el papel de factores protectores personales y sociales sobre el consumo de alcohol en adolescentes.
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, multicéntrico y polietápico en institutos de educación secundaria de Cuenca (España) durante el curso académico 2015-2016. El protocolo de estudio fue aprobado por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. La población objeto de estudio fue de aproximadamente 2.500 alumnos, a partir de esta cifra se calculó el tamaño muestral (con un 95% de confianza y un error del 5% resultó una n=526).
Aceptaron participar 5 institutos de educación secundaria. Se seleccionaron aleatoriamente los grupos de los cursos de 3.° y 4.° de ESO y 1.° y 2.° de bachillerato en cada instituto, de forma proporcional al número de alumnos por nivel. Decidimos ampliar en más del 100% el tamaño muestral, ya que preveíamos pérdidas importantes por no recibir respuesta en tiempo y forma del consentimiento informado, porque los adolescentes a estas edades podrían no tomarse en serio la investigación y no desear participar, o por una cumplimentación incompleta del cuestionario. Los criterios de inclusión fueron pertenecer al grupo seleccionado y disponer del consentimiento informado firmado por los padres en menores de edad y por ellos mismos en los de 18 años. El tamaño final de la muestra quedó establecido en 844 participantes. El cuestionario fue anónimo. El proceso de selección de la muestra se detalla en la figura 1.
VariablesLos datos se obtuvieron a través de un cuestionario autoadministrado que contenía:
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Variables demográficas: edad y sexo.
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Datos referentes al consumo de las diferentes sustancias, incluyendo el experimental, edad de inicio y el consumo en los últimos 3 meses. Las preguntas fueron similares a las realizadas en estudios previos2.
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Escala de resiliencia CD-RISC-10 de Connor y Davidson19, versión española validada en población juvenil20. Incluye 10 ítems, un ejemplo de ellos es creo que soy una persona fuerte cuando me enfrento a los retos y dificultades de la vida. Se valoran mediante una escala tipo Likert que mide frecuencia, desde 0 (absoluto), hasta 4 (casi siempre). El rango de la escala es de 0-40; se interpretó que a mayor puntuación mayor resiliencia.
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Escala de calidad de vida relacionada con la salud (CVRS), KIDSCREEN-5221 en versión española validada para la población infantil y adolescente22. Consta de 52 ítems medidos mediante una escala tipo Likert con 5 opciones que evalúan en unas ocasiones la frecuencia (desde 1=nunca, a 5=siempre) y en otras la intensidad del atributo (desde 1=nada a 5=muchísimo). Esta escala valora la CVRS a través de 10 dimensiones; mediante un análisis Rasch las puntuaciones medias se estandarizan a una media de 50 y una desviación estándar de 10, según se indica en la elaboración del cuestionario23. Algunas de las preguntas que se incluyen son similares a las que figuran en el HBSC2.
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El bienestar físico examina la actividad, la forma física y la energía de los estudiantes (por ejemplo: «¿Te has sentido bien y en forma?»).
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El bienestar psicológico explora las emocionas positivas (alegría, buen humor y diversión) y el grado de disfrute y satisfacción con la vida (por ejemplo: «¿Te has sentido alegre?»).
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El estado de ánimo analiza sensaciones y sentimientos negativos como malestar, tristeza, soledad y presión (por ejemplo: «¿Has tenido la sensación de que todo en tu vida sale mal?»)
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La autopercepción mide cómo perciben su apariencia física e imagen corporal, y la satisfacción relacionada con ellas (por ejemplo: «¿Te ha preocupado tu aspecto?», «¿Te gustaría cambiar alguna parte de tu cuerpo?»).
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La autonomía evalúa las oportunidades percibidas para realizar actividades en el tiempo libre (por ejemplo: «¿Has podido elegir qué hacer en tu tiempo libre?»).
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La relación con los padres y vida familiar analiza la atmósfera familiar, en concreto, la comunicación con los padres, su dedicación y apoyo emocional (por ejemplo: «¿Has podido hablar con tus padres cuando has querido?»).
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Los recursos económicos recogen la percepción sobre la capacidad financiera a la hora de hacer cosas de forma individual o en grupo, y en comparación con los amigos (por ejemplo: «¿Has tenido suficiente dinero para hacer lo mismo que tus amigos/as?»).
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El apoyo social y la relación con los amigos examina el tipo de relación con los compañeros, la cantidad de tiempo compartido, la comunicación con ellos y el apoyo emocional (por ejemplo: «¿Tú y tus amigos os habéis ayudado unos/as a otros/as?»).
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El entorno escolar explora las percepciones acerca de la propia capacidad cognitiva y de concentración, además de las sensaciones acerca del centro escolar y la relación con los profesores (por ejemplo: «¿Te ha ido bien en el instituto?»).
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La aceptación social (bullying) analiza sensaciones de rechazo (miedo, burlas, intimidación o amenaza) por parte de los compañeros de clase (por ejemplo: «¿Se han reído de ti otros chicos/as?»).
Los datos fueron introducidos y analizados con el paquete estadístico SPSS versión 24. En primer lugar se calcularon los estadísticos descriptivos más relevantes de los tipos de consumo para las distintas sustancias, edad de inicio y características de policonsumo. Después se realizó un ANOVA para testar posibles asociaciones entre consumidores de alcohol (la droga más habitual), capacidad de resiliencia y las dimensiones del KIDSCREEN. Finalmente se efectuó una regresión lineal por pasos, introduciendo en el modelo el consumo de alcohol como variable dependiente, el sexo y la edad como variables control y como variables independientes la resiliencia y las dimensiones del KIDSCREEN, que resultaron significativas en el test de ANOVA.
ResultadosLa muestra comprendió 844 estudiantes, con edades entre los 15-18 años, la edad media fue 16,36±1,05 años (16,39±1,05 en los chicos y 16,34±1,06 en las chicas). Respecto a las características sociodemográficas se observó que un 55,7% eran chicas y que el grupo más numeroso fue el de adolescentes de 15-16 años (56,2%).
La edad de inicio del consumo de las principales drogas aparece reflejada en la figura 2. Nuestros resultados indicaron que los adolescentes tenían contacto con las drogas a corta edad (13-14 años), comienzan consumiendo alcohol, los chicos fueron más precoces que las chicas y el grupo de menor edad se inició de forma más temprana.
El porcentaje de consumo de tóxicos experimental (alguna vez en la vida) fue mayor que el de consumo en los últimos 3 meses en todos los grupos de edad y sexo y para todas las sustancias estudiadas (tabla 1). El porcentaje más elevado se correspondió con el consumo de alcohol (73,9% experimental y 70,9% en los últimos 3 meses), en segundo lugar, se encontró el de tabaco (33,2% y 26,4% respectivamente) y después el de cannabis (19,9% y 14,2% respectivamente). El consumo de anfetaminas y de otras drogas resultó ser minoritario (alrededor del 1% en todos los casos). Solo se encontraron diferencias significativas en el consumo experimental de cannabis y anfetaminas, que en los chicos resultó más frecuente; así mismo el grupo de 17-18 años presentó un consumo más alto en todos los tóxicos estudiados, tanto en el consumo experimental como en el de los últimos 3 meses. Los resultados de los 2 grupos de edad fueron similares a los encontrados por nivel educativo (ESO y bachillerato), aunque las cifras de consumo son ligeramente superiores (2-3 puntos más) en el grupo de ESO por incluir en este grupo alumnos repetidores y, por tanto, de mayor edad.
Consumo de tóxicos experimental y en los últimos 3 meses
Total | Chicos | Chicas | 15-16 años | 17-18 años | ||||||||
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N | % | N | % | N | % | p | N | % | N | % | p | |
Alcohol | ||||||||||||
C. experimental | 624 | 73,9 | 268 | 71,7 | 356 | 75,7 | 0,180 | 293 | 61,8 | 331 | 89,5 | 0,000 |
C. en los 3 últimos meses | 598 | 70,9 | 256 | 68,4 | 342 | 72,8 | 0,171 | 286 | 60,3 | 312 | 84,3 | 0,000 |
Tabaco | ||||||||||||
C. experimental | 280 | 33,2 | 124 | 33,2 | 156 | 33,2 | 0,991 | 100 | 21,1 | 180 | 48,6 | 0,000 |
C. en los 3 últimos meses | 223 | 26,4 | 98 | 26,2 | 125 | 26,6 | 0,898 | 84 | 17,7 | 139 | 37,6 | 0,000 |
Cannabis | ||||||||||||
C. experimental | 168 | 19,9 | 99 | 26,5 | 69 | 14,7 | 0,000 | 46 | 9,7 | 122 | 33,0 | 0,000 |
C. en los 3 últimos meses | 120 | 14,2 | 65 | 17,4 | 55 | 11,7 | 0,019 | 32 | 6,8 | 88 | 23,8 | 0,000 |
Anfetaminas | ||||||||||||
C. experimental | 12 | 1,4 | 10 | 2,7 | 2 | 0,4 | 0,006 | 2 | 0,4 | 10 | 2,7 | 0,005 |
C. en los 3 últimos meses | 8 | 0,9 | 7 | 1,9 | 1 | 0,20 | 0,014 | 2 | 0,4 | 6 | 1,6 | 0,074 |
Otras drogas | ||||||||||||
C. experimental | 11 | 1,3 | 8 | 2,1 | 3 | 0,6 | 0,056 | 2 | 0,4 | 9 | 2,4 | 0,011 |
C. en los 3 últimos meses | 7 | 0,8 | 5 | 1,3 | 2 | 0,4 | 0,147 | 1 | 0,2 | 6 | 1,6 | 0,025 |
Solo el 28,44% declaró no haber consumido ninguna droga en los 3 últimos meses, del 71,56% restante un 43,25% consumió una única sustancia y un 35% declaró policonsumo. Se observó que predominó claramente la ingesta de alcohol, de forma aislada o en combinación con otras drogas como tabaco y en menor medida cannabis, siendo estas 3 drogas las más consumidas de forma simultánea. No encontramos consumo de anfetaminas y otras drogas de forma aislada y su combinación con el resto de sustancias fue claramente minoritario (fig. 3).
Con respecto al alcohol los resultados de la ANOVA mostraron que, en las chicas y el grupo de menor edad, ser menos resiliente se asoció con mayor consumo, igualmente, en ambos grupos, los consumidores presentaron significativamente peores datos en la mayoría de las dimensiones del KIDSCREEN, siendo el apoyo familiar y la autopercepción las dimensiones más afectadas. Sin embargo, el grupo de mayor edad siguió un patrón diferente, encontramos que los consumidores de alcohol tenían mayores niveles de autonomía y una mejor relación con los amigos (tabla 2).
Resultados del test ANOVA para el consumo de alcohol diferenciado por edad y sexo
Total | Chicos | Chicas | 15-16 Años | 17-18 Años | ||||||||||
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Consumo habitual | Consumo habitual | Consumo habitual | Consumo habitual | Consumo habitual | ||||||||||
No | Sí | p | No | Sí | p | No | Sí | p | No | Sí | p | No | Sí | p |
29,0±7,2 | 27,9±6,5 | 0,031 | 29,5±7,9 | 29,3±5,8 | 0,823 | 28,5±6,5 | 26,8±6,8 | 0,014 | 29,3±7,4 | 27,7±6,4 | 0,013 | 28,0±6,4 | 28,1±6,6 | 0,969 |
48,0±11,6 | 46,6±9,89 | 0,087 | 52,1±11,2 | 50,8±9,7 | 0,263 | 44,2±10,6 | 43,5±8,8 | 0,472 | 49,1±11,6 | 47,0±9,0 | 0,029 | 44,5±11,0 | 46,3±10,7 | 0,234 |
49,7±10,6 | 48,0±8,97 | 0,019 | 51,0±9,6 | 49,7±8,5 | 0,181 | 48,5±11,3 | 46,8±9,1 | 0,089 | 51,0±10,5 | 48,4±9,1 | 0,004 | 45,6±9,9 | 47,7±8,9 | 0,101 |
45,2±10,2 | 42,5±9,0 | 0,000 | 46,5±9,6 | 44,7±9,5 | 0,090 | 43,9±10,6 | 40,9±8,2 | 0,001 | 46,4±10,0 | 43,0±9,1 | 0,000 | 41,1±9,9 | 42,0±8,9 | 0,489 |
48,4±7,9 | 45,0±7,7 | 0,000 | 49,7±7,0 | 48,1±8,0 | 0,073 | 47,3±8,5 | 42,7±6,4 | 0,000 | 48,8±7,9 | 44,8±7,0 | 0,000 | 47,4±7,8 | 45,3±8,2 | 0,070 |
47,1±9,9 | 47,4±8,7 | 0,667 | 49,1±8,5 | 49,5±8,3 | 0,702 | 45,2±10,7 | 45,8±8,7 | 0,529 | 48,0±10,2 | 47,6±8,3 | 0,596 | 43,9±8,1 | 47,2±9,1 | 0,011 |
51,7±10,0 | 48,7±9,3 | 0,000 | 52,9±8,8 | 49,2±8,5 | 0,000 | 50,6±10,9 | 48,3±9,8 | 0,025 | 52,3±10,3 | 48,4±8,9 | 0,000 | 49,8±8,8 | 49,0±9,6 | 0,534 |
52,9±8,1 | 52,2±8,2 | 0,254 | 52,8±7,8 | 53,2±7,8 | 0,671 | 53,0±8,4 | 51,5±8,4 | 0,080 | 53,6±7,6 | 52,6±8,3 | 0,192 | 50,8±9,5 | 51,9±8,2 | 0,377 |
52,6±9,9 | 53,9±9,3 | 0,070 | 53,0±9,9 | 54,2±9,5 | 0,257 | 52,2±9,9 | 53,7±9,1 | 0,139 | 53,3±9,9 | 54,1±8,5 | 0,318 | 50,5±9,6 | 53,7±9,9 | 0,022 |
49,2±8,1 | 46,4±7,0 | 0,000 | 49,8±8,2 | 46,2±7,5 | 0,000 | 48,6±7,9 | 46,6±6,5 | 0,005 | 49,5±8,3 | 45,9±6,4 | 0,000 | 48,2±7,4 | 46,8±7,4 | 0,209 |
46,7±10,1 | 47,1±9,9 | 0,568 | 46,2±9,7 | 47,2±9,4 | 0,325 | 47,1±10,4 | 47,0±10,2 | 0,915 | 46,8±9,5 | 46,7±9,9 | 0,870 | 46,1±11,7 | 47,5±9,8 | 0,352 |
AN: autonomía; AP: autopercepción; AS: aceptación social (bullying); EA: estado de ánimo; EE: entorno escolar; BF: bienestar físico; BP: bienestar psicológico; RA: apoyo social y relación con los amigos; RE: recursos económicos; RES: resiliencia; RP: relación con los padres y vida familiar.
En cuanto a los resultados de la regresión logística para el consumo de alcohol, controlando por edad y sexo encontramos como variable de riesgo tener mayor edad (β=1,890; p=0,000), y como variables protectoras sentirse más positivo respecto a: estado de ánimo (β=0,980; p=0,021), autopercepción (β=0,947; p=0,000), relación con los padres (β=0,969; p=0,000) y con el entorno escolar (β=0,951; p=0,000). La resiliencia y el bienestar psicológico no mostraron significación (β=0,979; p=0,074 y β=0,990; p=0,238 respectivamente) (tabla 3). Los valores de R2 ajustada oscilaron entre 11-16%, siendo las variables entorno escolar y autopercepción las que mejor explicaron la varianza (15-16% respectivamente).
Resultados del modelo de regresión logística para el consumo de alcohol controlando por sexo y edad
R2 | ΔR2 | B | Error estándar | Expo (B) | p | |
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Sexo | 0,114 | 0,262 | 0,159 | 1,3 | 0,099 | |
Edad | 0,638 | 0,082 | 1,890 | 0,000 | ||
Bienestar psicológico | 0,117 | 0,003 | –0,010 | 0,008 | 0,990 | 0,238 |
Resiliencia | 0,119 | 0,005 | –0,021 | 0,012 | 0,979 | 0,074 |
Estado de ánimo | 0,123 | 0,009 | –0,020 | 0,009 | 0,980 | 0,021 |
Relación con los padres | 0,135 | 0,021 | –0,031 | 0,009 | 0,969 | 0,000 |
Entorno escolar | 0,149 | 0,035 | –0,050 | 0,011 | 0,951 | 0,000 |
Autopercepción | 0,157 | 0,043 | –0,055 | 0,011 | 0,947 | 0,000 |
Nuestro trabajo muestra el perfil y los factores protectores frente al consumo de drogas de una población adolescente entre 15-18 años. Los resultados indican un consumo cada vez más temprano y apuntan al alcohol como droga de inicio y sustancia más consumida. Se identifican como elementos preventivos claves en el consumo de alcohol un mejor estado de ánimo y autopercepción positiva junto con la sensación de apoyo familiar y del entorno escolar.
En líneas generales, el inicio en el consumo de drogas se produce entre los 13-14 años, siendo el alcohol la droga estrella, seguida por el tabaco y el cannabis; resultados que coinciden con los últimos datos nacionales publicados2–4. Resulta preocupante constatar que cada vez el inicio es más precoz, circunstancia alarmante si consideramos las asociaciones descritas en estudios previos con déficits neurocognitivos24, problemas de salud mental y desarrollo de dependencia6,10, así como peor pronóstico y peor respuesta a tratamientos de deshabituación6,7. Es importante señalar el auge e inicio cada vez más temprano de drogas como el cannabis; nosotros observamos que el inicio se produce 1,4 años antes en menores de 16 años respecto a los de 17-18 años. Esta sustancia, con un 19,9% de consumo experimental, se está consolidando como la droga ilegal más habitual, especialmente entre los chicos4,25. Además, ellos suelen iniciarse antes en todas las drogas4, aunque nosotros solo encontramos significación para el alcohol. Otros estudios indican que las chicas maduran antes y son más precoces en experimentar con drogas1.
En lo que se refiere al consumo experimental nuestros datos indican que un 73,9% ha consumido alcohol y este porcentaje aumenta con la edad (62% a los 15-16 años y 90% a los 17-18 años). Estos valores están en clara consonancia con los publicados en el informe HBSC2, aunque son inferiores a los encontrados en otras encuestas a nivel europeo y nacional3,4. La lectura de nuestros resultados permite apuntar que el alcohol es la droga iniciática a la que posteriormente se unen otras sustancias. Probablemente la tolerancia y el consumo ampliamente extendido en la sociedad favorecen que los adolescentes tengan una baja percepción de riesgo10,11 y piensen que el consumo es fácil de controlar10.
Con respecto al consumo de alcohol habitual encontramos que un 70,9% lo ingirió en los últimos 3 meses. La OMS, a partir del estudio HBSC, confirma que el alcohol por su disponibilidad es la droga más común entre los adolescentes, y señala que en Europa se encuentran las cifras más elevadas de consumo a nivel mundial26. Aunque nuestros datos no permiten conocer si este consumo se realiza de forma puntual o a diario, la literatura señala que ingieren durante los fines de semana grandes cantidades de alcohol, a veces acompañado de otras drogas2,4,10, e incluso se encuentran asociaciones con otras conductas de riesgo5,6. El alcohol se revela como puerta de entrada a otras drogas, y observamos que un número importante de adolescentes lo consume junto con tabaco y cannabis7,25,27–29. El policonsumo es una práctica especialmente peligrosa porque se suman los efectos secundarios negativos para la salud y está relacionado con antecedentes familiares, conductas violentas y accidentes de tráfico30. El consumo habitual es menor que el experimental, y esto supone un dato esperanzador que indica que hay adolescentes que tras probar las drogas deciden no seguir consumiendo. En nuestra opinión esta línea de trabajo es interesante, investigar los factores que favorecen que los adolescentes sean capaces de decir no a pesar de las posibles presiones del grupo, así se sugieren factores personales y sociales que protegen frente al consumo.
Los estudios destacan el papel protector de la resiliencia y el bienestar psicológico frente al consumo de alcohol y drogas ilegales15,16, aunque nosotros solo encontramos esa asociación en los análisis bivariados. Lo que sí confirmó el modelo de regresión fue que un mejor estado de ánimo tiene una función preventiva frente al consumo, lo que coincide con investigaciones previas que asocian el consumo de alcohol con estados de ánimo negativos como tristeza14, estados deprimidos y menor grado de satisfacción con la vida31. A nivel individual constatamos que los no consumidores tenían mejor autopercepción. En el cuestionario empleado la autopercepción valora principalmente la apariencia física, lo que nos permite deducir que el sentirse más atractivo da seguridad al adolescente y menor necesidad de consumo de alcohol para reafirmarse. En definitiva, los factores personales aportan a los adolescentes más confianza en sí mismos, favoreciendo conductas más asertivas28, y estos factores son muy importantes considerando que los adolescentes interaccionan con grupos con tendencia al consumo.
En cuanto a los factores sociales existen estudios que destacan la influencia negativa que tiene sobre el consumo las familias disruptivas o los conflictos parentales6,8. En nuestro trabajo analizamos los aspectos emocionales vinculados al apoyo familiar, en tanto que este se considera proveedor de afecto y puede contribuir a mitigar el malestar emocional propio de la adolescencia32. Encontramos que unas relaciones familiares satisfactorias favorecen la expresión de sentimientos y tienen un papel protector relevante. Por otra parte, los estudios destacan la función de la familia como proveedora de recursos económicos, y aunque nosotros no observamos asociación entre recursos económicos y consumo de alcohol, en la literatura se señala una relación contradictoria entre ambas variables. Hay estudios que apuntan que el hecho de tener más dinero facilita el acceso a las drogas33, mientras que otros indican que un entorno económicamente desfavorable induce al consumo como vía de escape8. Según nuestros datos sentirse bien con los compañeros y tener buena relación con los profesores son factores protectores, mientras que los consumidores tienen menor rendimiento académico están menos integrados y presentan conductas antisociales5.
La principal limitación de nuestro estudio radica en la naturaleza del mismo, al ser un estudio transversal no podemos establecer una relación causal. Por otro lado, el cuestionario empleado analiza multitud de factores, pero de forma global no permite profundizar en aspectos como la estructura familiar, estilos parentales ni detallar el papel específico de los distintos agentes que intervienen en el entorno escolar. No obstante, el KIDSCREEN ha sido utilizado en gran cantidad de estudios y proporciona una visión panorámica general útil para conocer la influencia de diversos factores sobre el consumo de alcohol. Además, dado el carácter anónimo del cuestionario, a priori no podemos saber si los que no participaron eran más o menos consumidores, y al no poderse realizar una administración simultánea en todos los grupos podría existir un sesgo por posible contaminación.
En conclusión, el consumo de alcohol está ampliamente extendido entre los adolescentes, resulta preocupante el inicio cada vez más temprano, lo que puede acarrear consecuencias graves para la salud. Aunque las políticas de prevención informan sobre los efectos perjudiciales, la percepción de riesgo es baja. Convendría involucrar a los adolescentes y las familias, las acciones encaminadas a fomentar el apoyo emocional en el seno familiar favorecen el bienestar emocional y la seguridad de los adolescentes dándoles más recursos para resistir las presiones del grupo.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Los autores agradecen la colaboración de toda la comunidad educativa de Cuenca.