Parece ser que el profesional con mayor resistencia al burnout es el que logra mantener el entusiasmo en su tarea diaria, situación que se complica a medida que aumentan los años de ejercicio1. ¿Desánimo? Cierto es que la investigación es una fuente incalculable de satisfacciones, pero también entraña gran dificultad, tanto en el dominio del método científico como en el manejo de contratiempos2. Partiendo del carácter multifactorial, hay planteamientos que por sí solos podrían destruir buenas ideas3,4 a tener en cuenta:
– “Investigar en solitario es bueno”: error. Habitualmente el éxito de un proyecto viene de la mano de compañeros de viaje capaces de aportar valor. Sin un equipo adecuado para llevarlo a cabo, ningún profesional sanitario, por mucha disposición investigadora que tenga, llegará muy lejos.
– “Quiero implicar a todos”: error. Tratar de implicar a todo el mundo suele ser sinónimo de fracaso. Por el contrario, un grupo de trabajo pequeño, con habilidades complementarias y roles bien definidos desde el principio, suele significar éxito.
– “Si nuestro proyecto de investigación es bueno, encontraremos financiación rápidamente”: error. Un proyecto de investigación es una idea y las ideas como tales no valen nada. Sin embargo, una idea que se lleva a la práctica puede llegar a valer muchísimo. Por lo tanto, su valor proviene de la ejecución.
– “Si soy yo quien aporta la idea principal del proyecto, debo ser yo quien siempre dirija el trabajo”: error. Los emprendedores deben ser conscientes de que en algún momento será importante buscar y delegar la dirección en otros profesionales con mayor experiencia.
– “Nuestro éxito como profesionales se basa totalmente en la calidad de nuestras ideas, trabajo o actividad”: error. Existen muchos otros condicionantes para el éxito. ¿A quién interesan nuestras ideas y actividades? ¿Están en línea con las prioridades políticas y sanitarias? Nuestra idea facilita la solución de un problema concreto?
– “Todo el mundo nos querrá más si tenemos ideas”: error. Es posible que profesionales cercanos intenten destruir las nuevas iniciativas; mejor estar preparados. El emprendedor debe saber quién será su amigo y quién su enemigo cuando desarrolle su actividad investigadora. Hay que tener en cuenta que la escala de valores del entorno puede ser diferente de la nuestra.
– “No es el momento más adecuado para lanzar nuestro proyecto”: error. No existe el momento perfecto para hacerlo. Cada idea tiene su ventana de oportunidad. Esperar demasiado podría hacer fracasar el proyecto.
– “Es importante mantener nuestra idea en secreto, podrían copiarla”: error. Explicando libremente nuestra idea las ganancias son mayores que las pérdidas (intercambios de ideas, contactos, puertas abiertas). Sólo teniendo una gran idea en mente seremos capaces de despertar el interés de otros; en el caso contrario, es probable que nuestra idea no merezca la pena.
– “Lo mejor es negociar acuerdos “yo gano-tú pierdes”: error. Es mejor la relación cooperativa que la competitiva, la negociación óptima es aquella en que todas las partes ganan. Una relación de mutuo beneficio permite que fluya la aportación máxima de cada uno.
– “Tengo miedo a fallar”: error. Éste es el peor fallo. Siempre se puede aprender de los propios errores y tener éxito si se persiste. Si no se está preparado para asumir los fallos, nunca se conseguirá hacer algo original. Los emprendedores que apuntan alto y fallan habitualmente son capaces de aprender de sus errores y tener éxito. ¡Apunta alto!