Los tumores de células germinales constituyen casi el 20% de los tumores de ovario, y de ellos un 95% son benignos, siendo el más frecuente el teratoma maduro benigno o también denominado quiste dermoide, que se caracteriza por una cápsula gruesa, bien formada, revestida por epitelio plano estratificado, con gran variedad de apéndices cutáneos que incluyen glándulas sudoríparas, apocrinas y sebáceas. La cavidad se llena de los detritus de la secreción glandular, y suele contener pelo. Otros tejidos que se pueden encontrar son dientes, cartílago, plexos coroideos, falanges, tejido nervioso y, en ocasiones, tejido tiroideo (Struma ovarii), con potencial tirotóxico o de degeneración maligna tiroidea1.
Presentamos el caso de una paciente de 40 años, sin antecedentes personales de interés, que acude al servicio de urgencias con clínica de dolor intenso y punzante, localizado en fosa renal izquierda, irradiado hacia fosa ilíaca izquierda, de 6h de evolución.
A la exploración de la paciente, se observa abdomen blando y depresible, con ruidos hidroaéreos conservados muy doloroso a la palpación de fosa ilíaca izquierda e hipogastrio, sin signos de irritación peritoneal y puño percusión renal izquierda dudosa, resto de la exploración sin hallazgos.
En la analítica de sangre 10.200 leucocitos sin desviación a la izquierda y PCR<0,5. En el sistemático de orina 500 leucocitos, nitritos negativos y hematíes negativos.
En la radiografía de abdomen (fig. 1) observamos una masa de márgenes circunscritos a nivel pélvico, de densidad predominantemente grasa, con calcificaciones en su interior. Para delimitar de que se trataba esa imagen, realizamos una ecografía abdominal (fig. 2), en la que observamos una gran masa en pelvis menor de 11×7cm, con contornos bien definidos, ecogenicidad mixta, con predominio de la zona hiperecogénica, con zonas hipoecogénicas y sombra acústica, probablemente compatible con teratoma.
En la tomografía computarizada abdominal sin contraste (fig. 3), vemos una calcificación a nivel de pelvis menor izquierda, que pensamos, que probablemente sea extrínseca a la vía excretora, sin signos de uropatía obstructiva.
Con el diagnóstico de abdomen agudo se intervino quirúrgicamente por laparoscopia, apreciándose una torsión ovárica izquierda.
Finalmente, la histología nos mostró el diagnóstico definitivo de teratoma maduro quístico.
El teratoma quístico maduro se puede asociar a complicaciones como la rotura (1-1,2%, constituye una urgencia quirúrgica), la degeneración maligna o la torsión (16%)2. La torsión de los anejos es la quinta causa más común de urgencias ginecológicas, con una prevalencia del 2,7%. Los teratomas quísticos maduros torsionados son más grandes que la media (11cm de media, frente a 6cm); este aumento de tamaño podría ser el resultado de la torsión en lugar de la causa de la misma3.
Este fue el caso de nuestra paciente, se produjo una torsión de ovario a consecuencia de un teratoma maduro quístico de años de evolución que hizo que la paciente tuviese que ser intervenida de forma urgente por laparoscopia, pues la técnica de abordaje es segura y menos invasiva, evitando dejar secuelas posquirúrgicas como lo son las adherencias pélvicas que pueden generar infertilidad y dolor pelviano4.
El diagnóstico a través de la clínica de la paciente, con un buen diagnóstico diferencial, las pruebas de imagen realizadas y el tratamiento quirúrgico urgente, evitaron que se produjera una trombosis arterial, necrosis o infarto hemorrágico del ovario, que a veces condiciona una peritonitis grave e incluso la muerte3.