Paciente de 83 años sin alergias conocidas ni antecedentes médicos reseñables, dedicada a trabajos domésticos. Inicialmente la paciente consulta en el Servicio de Urgencias por picor ocular e hiperemia conjuntival, siendo diagnosticada por el oftalmólogo de guardia de conjuntivitis, recomendándosele tratamiento con colirio antibiótico. Tras 2 semanas de tratamiento la paciente acude a nuestra consulta de Atención Primaria para revisión, aquejando empeoramiento de su sintomatología. En la exploración se aprecia efectivamente importante inyección conjuntival y protrusión de la conjuntiva, evidenciando además una asimetría facial por edematización de partes blandas en hemifacies izquierda, con ligero exoftalmos homolateral. No se auscultan soplos a nivel ocular. No existe fiebre, adenopatías palpables en cadenas ganglionares periféricas ni semiología infecciosa concomitante. El resto de la exploración resulta normal.
Con la sospecha de lesión ocupante de espacio a nivel del seno maxilar izquierdo o, menos probablemente, proceso infeccioso locorregional (celulitis), se solicita estudio radiológico simple, que confirma el aumento de densidad de partes blandas en la hemicara izquierda con destrucción ósea del arco cigomático y seno maxilar izquierdo (fig. 1). Ante la posibilidad de encontrarnos frente a una tumoración maligna y agresiva derivamos a la paciente a Urgencias para completar estudio y tratamiento.
En Urgencias se solicita analítica general, que resulta normal, y una tomografía computarizada craneofacial, que muestra una voluminosa tumoración ocupando por completo el seno maxilar izquierdo, destruyendo todas sus paredes, invadiendo la fosa nasal y la órbita de ese lado, y provocando proptosis del globo ocular. La citada lesión provoca, además, destrucción del arco cigomático e invasión de los tejidos blandos adyacentes (fig. 2).
La paciente ingresa en Otorrinolaringología, donde se realiza fibroendoscopia en la que se aprecia ocupación de seno maxilar por una masa, sin existencia de tumoración en fosas nasales. Se realiza biopsia de la masa, cuyo resultado anatomopatológico es de carcinoma escamoso. El caso es comentado en el Comité de Tumores de Cabeza y Cuello, desestimando tratamiento quirúrgico por su irresecabilidad y planificando tratamiento radioterápico, que la paciente ya ha comenzado.
DiscusiónLos tumores de senos paranasales suponen tan solo el 3% de las neoplasias malignas del ser humano1–4. El más frecuente de estos tumores es el del seno maxilar, que, no obstante, supone únicamente el 0,2% del total de los tumores malignos y el 1,5% de las neoplasia malignas de cabeza y cuello2,3. La media de edad para esta enfermedad oscila entre los 50 y 63 años, y es más frecuente en varones (2,8 veces), quienes además son diagnosticados en estadios más tempranos2,5,6.
La etiología de este tipo de neoplasias es desconocida, aunque parece asociada al consumo de tabaco, la historia previa de radioterapia o la exposición laboral a madera y cuero (carpinteros, curtidores, etc.)1,2.
La sintomatología suele ser poco florida e inespecífica, siendo el dolor y tumefacción a nivel nasogeniano el motivo de consulta más frecuente. Otros motivos de consulta igualmente inespecíficos son obstrucción nasal, secreción nasal, epistaxis, alteraciones visuales, edema orbitario, hemorragia gingival, o aparición de tumoración gingival, palatina o cervical1,2,5–7. Debido a ello, es frecuente confundir esta entidad en su inicio con procesos alérgicos o inflamatorios banales, y en el momento del diagnóstico suele tratarse de tumoraciones grandes inoperables, con invasión de estructuras adyacentes (base del cráneo, huesos o partes blandas de la cara, órbitas, cavidad oral, etc.)2.
Solo el conocimiento de esta afección puede llevar a un diagnóstico precoz que permita aplicar tratamiento con intención curativa. Tras la sospecha clínica, el diagnóstico se basa en las pruebas de imagen (de elección la tomografía computarizada, seguida de la resonancia magnética), que demuestran la existencia del tumor, su localización y la afectación de estructuras vecinas1,2,5. El diagnóstico definitivo de malignidad y la estirpe tumoral vendrán dados por la anatomía patológica, para la cual es necesaria la realización de una biopsia, generalmente mediante fibroendoscopia3,4.
El tratamiento de estos tumores es complejo por su localización3, pero hoy en día se acepta que el mejor es la combinación de cirugía con radioterapia y/o quimioterapia1–7. No obstante, en estadios avanzados tanto la radioterapia como la cirugía tienen serias limitaciones2,7. En tumores extendidos fuera del seno la cirugía es incapaz de resecarlo por completo sin provocar mutilaciones, existiendo, además, el riesgo de diseminar la enfermedad en el propio acto quirúrgico2.
La supervivencia de este tipo de tumores varía según series entre uno y 6 años tras el diagnóstico1,2,5,6. Los factores pronósticos más importantes son el estadio clínico2,6,7, la localización (mejor pronóstico por mejor abordaje, los inferiores) y la afectación o no de los márgenes quirúrgicos2.
La principal causa de muerte es la recidiva local2,6, siendo rara la existencia de metástasis en este tipo de neoplasias5.
Hemos presentado el caso de una mujer previamente sana que comienza con una conjuntivitis y en la que ante la evolución tórpida de la misma se le diagnostica una tumoración maligna subyacente como causa precipitante del cuadro. El retardo diagnóstico en este caso impidió el abordaje quirúrgico de la tumoración, limitando el tratamiento a la radioterapia con intención paliativa.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animalesLos autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.