INTRODUCCIÓN
La fibrilación auricular (FA), taquiarritmia supraventricular caracterizada por una activación auricular totalmente desorganizada que conduce a un deterioro de la mecánica auricular, está alcanzando un carácter epidémico1. Es el trastorno del ritmo más frecuente que nos encontramos en la práctica clínica, incrementándose su prevalencia con la edad2-4. Así, el 3% de los pacientes mayores de 70 años presentan algún episodio de FA al año, es decir, al cabo de 10 años 30 de cada 100 individuos tendrá una FA5. Esta patología puede o no asociarse a una cardiopatía, siendo la más frecuente la hipertensión arterial (HTA) (50%), luego la insuficiencia cardíaca, y en menor frecuencia, la cardiopatía isquémica6.
La importancia de la FA es debida a varios hechos: a) se asocia a una tasa de mortalidad doble respecto a un grupo control de similares características clínicas5 (Framingham); b) asocia un incremento de morbimortalidad debido a que es la primera causa de eventos embólicos7, en especial de accidentes cerebrovasculares (ACV)3,4, riesgo que aumenta, según el estudio Framingham, en presencia de cardiopatía y a los 30 años de seguimiento, de hecho se estima en un 1,5% en el grupo de edad comprendido entre 50 y 59 años, aproximándose al 30% en el grupo de 80-89 años5,6.
Por tanto, es fundamental que el médico de familia sepa manejar esta patología, en especial detectar las posibles complicaciones propias de la FA o las secundarias al tratamiento. Esta es la razón por la que presentamos este caso, como muestra de una de las situaciones que pueden ocurrir en la práctica, y que es poco tenida en cuenta.
PRESENTACION DEL CASO
Nuestra paciente es una mujer de 71 años con antecedentes personales de HTA, hipercolesterolemia, nefrolitiasis, hiperuricemia, insuficiencia renal crónica, obesidad, síndrome de apnea obstructiva del sueño, estenosis aórtica y FA con respuesta ventricular controlada e hipertrofia severa de ventrículo izquierdo con función contráctil conservada, en revisión en consultas de Cardiología. Tratada desde hace años con quinapril 20 mg/día, clortalidona 50 mg/día, amlodipino 10 mg/día, lovastatina 20 mg/día y digoxina 1/2 comprimido/día. Dejó el acenocumarol por ser incómodo y toma 100 mg de ácido acetilsalicílico (AAS) desde hace meses.
Acudió a nuestra consulta de forma programada para control y revisión de su HTA. Ha estado asintomática desde la última vez. En la exploración encontramos: presión arterial de 160/86 mmHg, frecuencia cardíaca de 46 lpm, auscultación cardíaca rítmica con soplo sistólico de estenosis aórtica y resto dentro de los límites normales.
Se realizó electrocardiograma (ECG) (fig. 1) que presentaba un ritmo regular a 40 lpm con varias ondas P previas al complejo QRS; además de un eje derecho y bloqueo completo de rama derecha. Se solicitó una analítica urgente, con digoxinemia.
Figura 1. ECG de la paciente en el que podemos apreciar un ritmo regular de 42 lpm, con un eje del complejo QRS derecho, varias ondas P (señaladas con círculos) previas a éste y un bloqueo completo en rama derecha.
DISCUSION
Nos encontramos con una paciente en FA que presenta una bradicardia rítmica, lo que nos obliga a hacer un estudio etiológico8. En los pacientes con FA es aconsejable mantener frecuencias algo superiores a lo normal (70-90 lpm), puesto que una ligera taquicardia permite compensar la reducción del gasto cardíaco debida a la pérdida de la contracción auricular9. Dado que continúa asintomática tenemos margen para el estudio; si por el contrario hubiera presentado algún síntoma (mareo, síncope, etc.), sería criterio de valoración urgente hospitalaria.
Hemos de plantearnos tres grandes grupos nosológicos:
Reversión espontánea a ritmo sinusal. Se ha descrito hasta un 70% de los pacientes con menos de 72 horas de evolución de la FA10,11, pero es muy poco frecuente en FA crónicas10,12.
Intoxicación digitálica. La digital es el fármaco clásico para el control de la frecuencia ventricular6. Actúa bloqueando el paso de los impulsos auriculares a través del nodo AV, ya que ejerce un efecto vagotónico y disminuye la frecuencia de conducción13. Sin embargo, tiene limitaciones importantes derivadas de que su acción primaria es el aumento del tono parasimpático en el nodo AV, prolongando la repolarización nodal y aumentando el grado de bloquedo AV14. Se ha estimado que más del 15% de los pacientes admitidos en un hospital recibirá tratamiento con digoxina, y de éstos casi el 35% puede manifestar signos de toxicidad por dicho fármaco15. La causa más frecuente de intoxicación digitálica es la hipopotasemia, y como causas favorecedoras fundamentales la insuficiencia renal y la edad avanzada16. Se considera que la edad avanzada se asocia con mayor susceptibilidad a la toxicidad por digoxina, probablemente debido a cambios farmacodinámicos aún desconocidos17. Las manifestaciones clínicas de la intoxicación digitálica son alteraciones digestivas, neurológicas, visuales y de ritmo cardíaco16 (extrasístoles ventriculares, bloqueos, arritmia y parada sinusal, taquicardia de la unión, taquicardia ventricular multifocal, flutter, FA, fibrilación ventricular, etc.).
Alteración de la conducción. Bloqueo completo del nodo AV que bradicardice la frecuencia apareciendo un ritmo nodal como ocurre en la ablación terapéutica del
nodo18.
En nuestro caso, ante la posibilidad de intoxicación digitálica decidimos reducir la dosis de digoxina, pasándola de diaria a cada 48 horas y, siempre, especificando a la paciente que si presentaba algún tipo de mareo u otra clínica nueva consultara sin dilación. Los hallazgos del ECG (fig. 1) descartaron la reversión espontánea a ritmo sinusal. En cuanto al resultado de la analítica sólo llamaba la atención una creatinina de 1,3 mg/dl, con urea de 81 mg/dl, que a pesar de estar elevados se encontraban dentro de las cifras habituales de la paciente. La digoxinemia era de 0,36 nm/dl (0,8-1,2 nm/dl). Con estos datos descartamos la intoxicación digitálica y supusimos que la regularidad del ritmo ventricular era debida a un bloqueo AV con un ritmo de escape de la unión.
A los 15 días se citó para revisión en nuestra consulta de forma programada. Continuaba asintomática. Había variado el tratamiento a su voluntad: suspendió la digoxina y la lovastatina, y disminuyó el comprimido de AAS a la mitad, porque la paciente, desde que presentó la bradicardia, había mejorado clínicamente y consideraba que estando tan bien eran "muchas pastillas". La mejoría clínica se debió a la disminución de la frecuencia cardíaca por el bloqueo, lo que supuso un incremento de la capacidad cardíaca.
Aún sin tomar correctamente su tratamiento, a pesar de nuestra insistencia, hoy continúa asintomática. Mientras la paciente siga así es posible mantenerla sin marcapasos (como ella deseaba), controlando la frecuencia cardíaca y la tensión arterial en el Centro de Salud, y en sus revisiones en las consultas externas de Cardiología, hasta que su evolución recomiende la implantación de un marcapasos profiláctico19. Todo esto explicando siempre que si presenta mareo, pérdida de memoria o síncope acuda al Centro de Salud inmediatamente.
Los riesgos principales a los que nos enfrentamos en este tipo de pacientes son que se trate de una intoxicación digital, por la morbimortalidad a corto plazo que supone, o un bloqueo de la conducción que provoque una frecuencia ventricular excesivamente disminuida. De ahí que disminuyéramos la dosis de digital y realizáramos un ECG urgente. Si la paciente hubiera presentado signos o síntomas compatibles con cualquiera de estas situaciones hubiera sido indicación de valoración hospitalaria urgente. Como vemos, la presencia de una bradicardia asintomática en un paciente con FA, aunque nos deba alertar, es perfectamente manejable desde Atención Primaria, pero siempre explicando al paciente cuáles son los riesgos y cómo debe actuar ante la aparición de cualquier síntoma.