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Vol. 36. Núm. 3.
Páginas 105-108 (julio 2000)
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la terapia ocupacional
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A. Jiménez Garcíaa, O M. Lorenzo Russella
a Centro de Salud San Roque. Badajoz.
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La terapia ocupacional es el uso terapéutico de las actividades de cuidado, trabajo y juego para incrementar la independencia funcional, aumentar el desarrollo y prevenir la incapacidad; puede incluir la adaptación de tareas o del entorno para alcanzar la máxima independencia y para aumentar la calidad de vida.

Se valora el grado de independencia, se potencian habilidades para las situaciones cotidianas y para mejorar la función general, dando importancia a las capacidades residuales.

El terapeuta ocupacional utiliza actividades terapéuticas, de cuidado personal, de cuidado del hogar y recreativas para facilitar

o aumentar al máximo el nivel de función del paciente. Se evalúan tanto los aspectos psicosociales como los aspectos físicos del estado del paciente en función del contexto total del tratamiento.

 

 

Según la definición que establece la American Occupational Therapy Association (AOTA) en 1986: «Terapia ocupacional (TO) es el uso terapéutico de las actividades de cuidado, trabajo y juego para incrementar la independencia funcional, aumentar el desarrollo y prevenir la incapacidad; puede incluir la adaptación de tareas o del entorno para alcanzar la máxima independencia y para aumentar la calidad de vida.»

También se puede decir que es una profesión sociosanitaria que a través de la valoración de las discapacidades y problemas físicos, psíquicos, sensoriales y sociales del individuo pretende, con un adecuado tratamiento, capacitarle para alcanzar el mayor grado de independencia posible en su vida diaria, contribuyendo a la recuperación de su enfermedad y/o facilitando la adaptación a su discapacidad, por esa razón se ve ligada a los campos de rehabilitación y readaptación.

Sus orígenes se sitúan hacia el año 1917, cuando en los hospitales militares canadienses se introdujeron ocupaciones para hombres confinados en salas de dichos hospitales (cestería, tejido, juegos de mesa, etc.); el propósito era proporcionar un estímulo mental y una situación intermedia entre la invalidez crónica y el ocio, así se crea la necesidad de un personal especializado y se forma la asociación canadiense de TO de Canadá.

Posteriormente los terapeutas estadounidenses especializados en discapacidades físicas otorgan gran importancia a los trabajos de médicos y auxiliares de TO de Canadá.

La TO en Gran Bretaña y Escocia inicia sus albores aproximadamente en la primera guerra mundial; en 1930 se abre la primera escuela de TO y en 1973 las asociaciones escocesa e inglesa se unen y forman una sola y crean la revista British Journal of Occupational Therapy.

Ya en la segunda guerra mundial Australia es la que introduce la TO al tratamiento de sus pacientes.

En España se implanta la profesión en 1964, y en 1967 da origen a la Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales (APETO).

A nivel internacional está representada la TO en la World Federation of Occupational Therapists (WFOT) y en el Committee of Occupational Therapists For The European Communities (COTEC), siendo ambos miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La filosofía que preside la TO se centra en la autonomía personal del individuo y en su entorno sociolaboral, lo que unido a su creciente demanda actual hace que esta disciplina tenga un especial interés en los actuales programas sociosanitarios, contribuyendo a economizar los servicios que tienen dichos programas.

Los objetivos más importantes que persigue la TO son los siguientes:

1) Prevenir y/o disminuir las discapacidades y obstáculos que aparecen como consecuencia de trastornos físicos, psíquicos, sensoriales o sociales, impidiendo que la persona se desenvuelva con independencia en su medio.

2) Restaurar la función perdida mejorando las capacidades residuales y realizando la adaptación del medio a las necesidades de la persona.

La TO pone en práctica sus funciones en lugares como hospitales generales, centros de día, residencias, mutuas laborales, clínicas de rehabilitación, asociaciones de afectados, instituciones penitenciarias, colegios, domicilios particulares, etc.

El terapeuta ocupacional trabaja integrado dentro de un equipo interdisciplinar, habilitando y/o rehabilitando al individuo para dotarlo de los recursos necesarios para integrarlo o reintegrarlo a su vida cotidiana.

El terapeuta ocupacional realiza una valoración de las capacidades del sujeto estableciendo los objetivos que desarrollará en el plan de tratamiento y continuamente irá evaluando los resultados, entonces: a) se valora el grado de independencia, y b) se potencian habilidades para las situaciones cotidianas y para mejorar la función general, dando importancia a las capacidades residuales.

Todo esto se realiza por medio de la actividad, siendo ésta la esencia o la herramienta del tratamiento, entendiéndola no como fin, sino como medio para conseguir los objetivos generales planteados por el equipo terapéutico.

La actividad es importante en la vida cotidiana ya que forma parte de ésta, conlleva el proceso de hacer, es necesaria y característica de la existencia y supervivencia del ser humano, está controlada y/u orientada por la cultura y el entorno y sobre todo puede aprenderse. Algunas de sus características pueden ser:

1) Cada actividad debe tener su propósito, un objetivo específico, por ejemplo: ayudar al individuo a ganar confianza en sí mismo, al ser reforzado positivamente tras ser felicitado por sus compañeros si su tarea manual le quedó bien.

2) Debe ser significativa o relevante para el individuo. Exige del mismo un compromiso de participación y entrega en aras de conseguir un resultado positivo.

3) La actividad no sólo ha de incrementar y/o mantener el nivel funcional del usuario, sino que también debe prevenir posibles o futuras disfunciones.

4) Debe reflejar en mayor o menor medida las funciones y tareas que el individuo mantiene en su vida cotidiana y debe ajustarse a las necesidades de él y su entorno y de acuerdo con su edad.

5) La actividad es analizada o desglosada previamente por el terapeuta, debe conocerla y comprenderla desde el principio hasta el fin para saber cómo se ejecuta normalmente y cómo será ejecutada por el paciente teniendo en cuenta: la destreza requerida para ejecutarla, los aspectos ambientales (iluminación, temperatura, si es al aire libre, etc.), el tiempo en realizarla, que sea repetitiva, la terminología que se debe usar, los arcos de movimientos, la fuerza, la resistencia, los agarres, las herramientas de trabajo, las adaptaciones que se le tenga que hacer para que sean funcionales, la fatiga, el dolor y la creatividad.

Actividades terapéuticas

Están enfocadas en tres aspectos :

1) Actividades de la vida diaria (AVD), como: autocuidado: alimentación, higiene, vestido y deambulación; movilidad: por ejemplo, pasar de la cama a la silla de ruedas; habilidades sociales: relaciones paciente-familia, paciente-terapeuta, paciente-compañeros, etc., y habilidades instrumentales: entrenamiento de ortesis y ayudas técnicas, entrenamiento protésico.

2) Juego. Con el fin del esparcimiento tanto mental como físico, aliviando el estrés y utilizando menos medicamentos, por ejemplo, musicoterapia, relajación, gimnasia, juegos de salón, televisión, etc.

3) Trabajo. Se incluyen las tareas domésticas (regar plantas, limpiar el polvo, hacer camas), talleres protegidos (hacer un producto en serie), orientación y reorientación laboral.

Dentro de las tareas del autocuidado incluidas en las AVD con la alimentación se valorará el grado de independencia de esta actividad, analizará las acciones que implican llevar alimentos a la boca y se estudiará la posibilidad de coger objetos y el uso de los utensilios empleados para la comida y bebida, creando adaptaciones si es necesario para cada uno de ellos (platos, cubiertos, vasos); en el caso de tener sólo una mano funcional se emplearán soportes para inmovilizar y poder pelar o trocear con una sola mano (fruta, carne, etc.).

Con respecto a la higiene, considerada como una de las actividades más íntimas, se tendrá en cuenta como necesaria, puesto que ayuda a preservar la salud y elevar la autoestima. Se insiste en su entrenamiento y se utilizarán mangos y varillas para adaptar peines, se usarán manoplas de aseo en vez de esponjas, pastillas de jabón sujetas a gomas elásticas o el líquido, duchas de teléfono, grifos de empuje, agarraderas en la ducha, alfombras antideslizantes y en general en todo el baño, se adapta la altura del inodoro si es necesario, las actividades serán de pasar de la silla de ruedas al inodoro y a la silla de la ducha, también el lavarse las manos, cara, afeitarse o maquillarse, etc.

En cuanto a las actividades relacionadas con la vestimenta se entrenará al paciente a vestirse en posición supina, decúbito, sedestación y en bipedestación. En el caso de existir una extremidad inmóvil será ésta la primera en vestir y la última en desvestir. Se usará ropa amplia, cuellos y puños elásticos, prendas abiertas en la parte superior y los botones se sustituirán por velcro. Para subirse los calcetines se emplearán para ayudar se una pinzas y calzadores de mango largo para el calzado.

En aquellas situaciones que hagan necesario el desplazamiento o la deambulación cuando se carece de un cierto grado de independencia surge la necesidad de utilizar bastones, muletas, sillas de ruedas y caminadores; entonces la TO adiestrará los desplazamientos y la movilidad de cama-silla de ruedas, silla-muletas, etc., y viceversa, también el paso de puertas, el uso de ascensores y vehículos, marcha en interiores y exteriores, subir y bajar escaleras, etc. Asimismo se valora y entrena en las actividades domésticas, el uso de electrodomésticos, teléfonos, puertas, armarios y se enseñará a ahorrar energía y evitar la fatiga, se adaptarán los muebles al espacio para evitar caídas, etc.

Áreas de trabajo

Las principales son:

1) Incapacidades físicas y psíquicas (tabla 1):

 

2) Geriatría: se trata tanto al anciano sano como enfermo. En el anciano sano, con sus limitaciones y pérdidas progresivas y acumulativas propias de la senectud, la terapia deberá ser preventiva (prevención de accidentes y promoción de la ocupación), manteniendo un nivel de actividad y comunicación óptimos.

En el anciano discapacitado se ejercerá una terapia rehabilitadora integral para favorecer la reinserción en su ámbito sociofamiliar con la mejor calidad de vida posible (accidente cerebrovascular [ACV], enfermedad de Parkinson, depresión, demencias, etc.).

3) Pediatría: se busca potenciar la autonomía personal del niño en todos los ámbitos de su vida y apoyarle en su desarrollo evolutivo (tabla 2).

 

4) TO domiciliaria: el terapeuta ocupacional utiliza actividades terapéuticas de cuidado personal, de cuidado del hogar y recreativas para facilitar o aumentar al máximo el nivel de función del paciente. Se evalúan tanto los aspectos psicosociales como los aspectos físicos del estado del paciente en función del contexto total del tratamiento.

5) Educación: la TO capacita a los niños para participar más activamente en el proceso educativo.

La situación actual en este país de la TO queda reflejada en áreas dedicadas a esta actividad adscritas por lo general a los servicios hospitalarios de rehabilitación y asociaciones de discapacitados; escasamente están presentes en los de geriatría, psiquiatría, colegios, instituciones penitenciarias, etc.

Para derivar a aquellos pacientes que pudieran beneficiarse de la TO habría que indicar el diagnóstico y el déficit que presentan, con los objetivos que se desean conseguir, contemplando de antemano las posibles secuelas, con la finalidad de que el terapeuta pueda elaborar un programa de tratamiento eficaz e individualizado para conseguir el máximo de independencia y adaptación al entorno familiar, social y laboral.

Sería útil que el equipo de Atención Primaria visitara en la medida de lo posible el domicilio del paciente discapacitado, especialmente si es un anciano sano o enfermo y vive solo, para prevenirle de los posibles accidentes (caídas, quemaduras, etc.) y valorar posibles cambios en la situación laboral y familiar y el grado de dependencia que la nueva situación pueda crear, aportando recomendaciones, técnicas y sugiriendo ayudas a los pacientes.

El paciente se debería revisar frecuentemente por el médico que realice la derivación. Éste evaluará si se han conseguido los objetivos previstos y realizará los cambios necesarios. Advertirá al paciente de que la automatización de ciertos movimientos sólo la conseguirá si es constante y realiza la terapia una vez aprendida en su domicilio.

Para concluir decir que para la mayoría de los tratamientos sólo es necesaria la actividad/creatividad del terapeuta, una dotación poco costosa. Sería beneficioso, factible y deseable la integración de los terapeutas ocupacionales en los centros de salud; asimismo no habría tanta demanda en las consultas, ya que la mayoría de los pacientes buscan ocupar su «tiempo libre» o encontrar quien los escuche un momento, para ello nada mejor que ir al médico aunque sólo sea para que le tome la tensión o le recete algo para el dolor de cabeza, etc., mientras esperan el turno hablan y comparten con los demás. También el gasto de medicamentos disminuirá.

Bibliografía
[0]
Occupational therapy in the promotion of health and the prevention of disease and disability. Rockville: AOTA, 1998.
[0]
Terapia ocupacional en geriatría: principios y práctica. Barcelona: Masson, 1998.
[0]
Guía de ayudas técnicas para las actividades de la vida diaria y ocupacionales para las personas mayores. Barcelona: Generalitat de Catalunya. Departament de Sanitat i Seguritat Social, 1996.
[0]
Terapéutica ocupacional en rehabilitación. Barcelona: Salvat, 1972; 109-148
[0]
Terapia ocupacional (8.a ed). Madrid: Editorial Médica Panamericana, 1998.
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