La hipertensión arterial constituye uno de los grandes retos de la medicina moderna en muy diferentes aspectos. Es un proceso que afecta eminentemente a las sociedades desarrolladas y es extraordinariamente prevalente, por lo que uno de cada cuatro ciudadanos de nuestro entorno presenta cifras elevadas de presión arterial, lo que se hace más patente entre los mayores de 65 años, entre los que uno de cada dos presenta hipertensión. Este incremento de las cifras de presión arterial determina un aumento del riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares, que constituyen la primera causa de mortalidad de nuestra población, y una de las más notables causas de incapacidades laborales transitorias y permanentes. Es, en suma, un problema sanitario real que afecta a múltiples estamentos implicados en la salud de la población.
En la consulta de un médico de atención primaria, medicina interna, nefrología, endocrinología o cardiología se asiste cada día a un notable número de pacientes con cifras elevadas de presión arterial. En ocasiones, no es más que un mero hallazgo exploratorio asociado a otra enfermedad preeminente que ha motivado la consulta. Sin embargo, es cada vez más frecuente que constituya el problema central de la visita médica de un individuo, habitualmente asintomático, al que en un examen rutinario se le ha detectado una elevación sostenida de las cifras de presión arterial. En cualesquiera de las situaciones mencionadas, al médico se le plantean problemas de muy diversa índole: la detección o confirmación de la existencia del síndrome hipertensivo, el estudio de su etiología, la evaluación del grado de repercusión orgánica por el exceso de presión, la detección de otros factores de riesgo asociados, la valoración del pronóstico y la toma de decisiones terapéuticas.
En este número monográfico de Medicina Integral tratamos de revisar y describir en un lenguaje sencillo, aunque no exento de rigor, los principales problemas a los que a diario nos enfrentamos al asistir a un paciente hipertenso. Unos versan sobre aspectos diagnósticos y suponen la valoración de los hallazgos de la historia clínica, el examen físico o las exploraciones complementarias. No obstante, ante la cronicidad del proceso los problemas más habituales serán los relacionados con el control de la enfermedad. Surgirán problemas de orden terapéutico, desde la necesidad de una medida no farmacológica en un determinado paciente, hasta los derivados del uso de los fármacos antihipertensivos, sus indicaciones y contraindicaciones, el dilema de la selección del primer antihipertensivo, la asociación o sustitución de fármacos o las posibles interacciones con las medidas no farmacológicas. A todo ello habrá que sumar los problemas derivados de la aparición de efectos indeseables ligados a la terapéutica.
En cualesquiera de tales situaciones, dar la respuesta adecuada al problema planteado y tomar la correcta decisión depende de la solidez de nuestra formación médica y de nuestro sentido común. En esta revisión hemos pretendido poner al alcance de los profesionales de la medicina aquellos conocimientos que, junto a la lógica clínica, contribuyan a consolidar una excelente formación en hipertensión arterial.