María Nabal
Recuerdo muy bien la conversación mantenida con Josep Porta cuando me propuso tomar su relevo en la dirección de la revista. Recuerdo la sorpresa, el sentimiento de inseguridad, la ilusión por un nuevo reto… Recuerdo también la primera reunión con los profesionales de Aran para clarificar cuestiones en torno al cambio… Desde entonces hasta hoy han pasado 12 años.
Años en los que hemos caminado y crecido juntos, con una cita periódica, cada 2 o 3 meses según las épocas. Un periodo en el que nos hemos esforzado juntos por mejorar la calidad de los cuidados paliativos, desde el análisis de lo que hacemos y necesitamos, desde las prioridades de los pacientes y las preocupaciones de los familiares.
Juntos hemos ido mejorando en la forma de investigar y en la forma de estructurar y redactar lo investigado; juntos hemos sistematizado los procesos de revisión y juntos hemos sido autores en unas ocasiones, revisores en otras y lectores siempre. La fidelidad de todos hacia Medicina Paliativa ha hecho posible que nunca faltase a su cita, que nunca tuviéramos problemas para llenar de contenido sus páginas y que las experiencias de todas las disciplinas quedasen reflejadas a través de las cartas al director, los casos clínicos, los artículos originales, las revisiones y, cuando no sabíamos en qué apartado colocar un trabajo interesante, en la sección de artículos especiales.
Tal vez, el sentimiento que mejor refleja mi situación, ante este camino recorrido, es la gratitud. Debo dar las gracias a Josep Porta por creer en mí y acompañarme en todo este camino; a los diferentes Presidentes de SECPAL y sus juntas directivas por renovar su confianza en cada legislatura; a los miembros del Comité Directivo por su colaboración desinteresada, por asesorarme y compartir conmigo la toma de decisiones. Gracias también al Comité Asesor, al Comité Editorial y el Comité de Expertos Internacional por prestarnos su nombre y su prestigio y colaborar con la revista en labores de revisión. Mil gracias a los revisores por su trabajo discreto y anónimo que contribuye a la mejora y clarificación de los manuscritos recibidos. Un trabajo en ocasiones muy complejo que siempre han realizado con espíritu constructivo.
«Un gracias» muy especial para todos los lectores, los verdaderos protagonistas de todo este proceso. Gracias por dejarnos entrar en vuestras casas, vuestras mesas de estudio y vuestros ordenadores. Gracias por escuchar, desde la palabra impresa, lo que hacían otros, lo que otros encontraban o lo que otros concluían después de haber leído mucho sobre una materia concreta. Vuestras palabras de apoyo, vuestras preguntas ante los retrasos de la revista, vuestra inquietud cuando lo la recibíais han sido un estímulo constante.
También quiero daros a todos las gracias porque Medicina Paliativa me ha enseñado mucho: he aprendido lectura crítica de artículos para poder evaluar mejor los manuscritos recibidos; me ha enseñado estadística y metodología cualitativa (ni os imagináis las horas invertidas para tener un mínimo criterio sobre la materia); me ha aproximado a las normas internacionales de publicación así como a los criterios de Medline para la indexación de nuevas publicaciones. Medicina Paliativa ha estructurado mi cabeza a la hora de planificar mis proyectos de investigación y redactar mis propios manuscritos y soy mucho más ágil en la lectura de trabajos científicos.
Medicina Paliativa también me ha abierto puertas dentro y fuera de nuestro país. Acreditarme como directora de esta revista siempre ha sido valorado muy positivamente, por ello también gracias.
Me gustaría compartir con vosotros que nuestra revista fue un apoyo en los momentos más difíciles de mi vida. Abstraerme de mi propio dolor e intentar organizar los diferentes trabajos pendientes de publicar, pensando que había autores ilusionados con ver su manuscrito publicado y lectores esperando el siguiente número, me ayudó cuando todavía no me sentía capaz de volver al hospital. Por ello también gracias.
Ha llegado el momento de ceder el testigo y debo agradecer a Miguel Ángel Cuervo su colaboración como subdirector estos últimos años y su trabajo prácticamente en solitario durante el último año. Agradecer también su generosidad al aceptar el reto de dirigir esta publicación. La revista queda en muy buenas manos. Él conoce los cuidados paliativos desde dentro, es un gran curioso que no deja de hacerse preguntas, tiene un gran espíritu docente y es un trabajador incansable.
Culmino una etapa muy interesante de mi vida y de la revista. Soy consciente de que han quedado cosas pendientes: no conseguimos la indexación las veces que la solicitamos, nos quedamos cerca pero no nos la dieron; no hemos conseguido acuerdos estables de publicidad en la revista con lo cual resulta cara para nuestra sociedad. Hemos consolidado el paso a Elsevier y yo creo que ha sido muy importante porque facilita la gestión de los manuscritos aunque, por su precio, nos hemos visto obligados a reducir las páginas por número y los números al año. Ello hace que el tiempo entre la aceptación y la publicación se alargue. De momento yo no he encontrado solución para este tema.
Quisiera pediros perdón por los errores cometidos, por los retrasos en contestar, por los trabajos rechazados que han podido generar desilusión en los autores, por las reiteradas revisiones solicitadas para un mismo manuscrito que pudieran parecer caprichosas. Perdón si he ofendido a alguien al no contar con él/ella o haberlo hecho de forma inadecuada. En mi ánimo nunca ha estado el ofender o perjudicar.
Os animo a todos a seguir colaborando con Medicina Paliativa: a los autores, noveles y veteranos. A los primeros, desde la seguridad de que nuestra revista puede ser la mejor manera de comenzar a publicar. A los segundos, para que no se olviden de la revista cuando sus capacidades les permiten aspirar a cabeceras de mayor impacto, solo si seguimos avanzando en la calidad de nuestros originales y nos hacen faltan sus trabajos aunque solo cuenten con resultados preliminares. A los revisores, ya que sin la revisión rigurosa y por duplicado de los trabajos, no podremos garantizar su calidad e imparcialidad. Muchas veces, revisar un manuscrito es una tarea más en una agenda apretada; solo si somos muchos los implicados en ello quedará más repartida.
Este editorial no puede ser una despedida porque nos seguiremos encontrando en las páginas de esta revista, en los proyectos de investigación compartidos, en los congresos y jornadas y siempre que me necesitéis.
Gracias de todo corazón y hasta siempre
