Dos estudios recientes valoran el efecto de una atención más intensa y cercana en la calidad de vida y el estado de ánimo del enfermo oncológico. El primero, uno de los grandes avances de la oncología del año 20101, incluyó pacientes con cáncer de pulmón avanzado. Se estudió el efecto de unos Cuidados Paliativos tempranos que consistían en la atención de médico o enfermera de Cuidados Paliativos, prácticamente desde el diagnóstico, con periodicidad mínima mensual (y cuantas veces fueran necesarias a criterio de paciente, oncólogo o Equipo de Cuidados Paliativos). Entre los que recibieron esta atención la evaluación media de calidad de vida fue mejor (FACT-L; rango: 0-136: 98,0 vs. 91,5; p=0,03), con una proporción menor de pacientes con síntomas depresivos (16 vs. 38%; p=0,01)2. El segundo estudio incluyó enfermos con cáncer de pulmón, la mayoría en tratamiento paliativo, con criterios de depresión mayor (DSM-IV). En el brazo experimental los pacientes recibieron una atención integrada en que las enfermeras les informaban sobre la depresión y sus tratamientos, y durante 4 meses mantenían hasta 10 sesiones estructuradas seguidas de controles telefónicos mensuales (y más sesiones presenciales, si fueran precisas). Los que recibieron esta atención presentaron una intensidad media menor de depresión (SCL-20 rango: 0-4: 1,24 vs.1,61; p<0,001), refirieron mejor calidad de atención (escala de 5 puntos: 2,75 vs. 1,97; p<0,001), menores niveles de ansiedad (SCL-10 rango: 0-4: 0,73 vs. 0,98; p=0,046) y mejor calidad de vida (EORTC-QLQ-C30 rango: 0-100: 50,5 vs. 45,1; p=0,018)3.
En estos 2 estudios, los resultados fueron mejores en los que recibieron más y mejor atención. La cuestión es saber qué es lo que de verdad ayuda al paciente: ¿la técnica o el trato?, ¿que el paciente acceda a técnicas y profesionales de gran capacidad o, sencillamente, que perciba interés y continuidad en la atención? No es posible dar una respuesta. Pero los resultados de otro trabajo pueden aportar alguna clave. En 2006 se publicó que placebo y metilfenidato alcanzaban un efecto similar en el alivio del cansancio del enfermo oncológico avanzado. Los autores se plantearon que, tal vez, la atención telefónica diaria de una enfermera había influido en el efecto del placebo4. Así que este grupo presentó en 2013 un estudio comparativo (diseño 2×2) sobre cansancio en cáncer que comparaba el efecto de metilfenidato y placebo por una parte y, por otra, de la atención telefónica (4 a 6 llamadas telefónicas en 2 semanas para evaluar síntomas, medicación y efectos secundarios) de una enfermera experta, capaz de aconsejar y dar apoyo psicosocial, y de una persona sin cualificación específica y que no atendía preguntas específicas. El cansancio (FACIT-F; rango: 0-52) mejoró en todos los grupos, sin que se encontraran diferencias entre metilfenidato y placebo (5,5 vs. 6,0; p=0,69) o entre las llamadas de una enfermera cualificada o de personal no sanitario (6,0 vs. 5,5; p=0,27)5. Esto sugiere que el posible beneficio (¿efecto placebo6?) de la atención telefónica no depende tanto de la cualificación del profesional como de la atención en sí. La sistemática de trabajo en Cuidados Paliativos lleva a que un médico pueda dedicar a diario a cada paciente más tiempo que en otras especialidades cercanas (20,4 vs. 11,6min, en el caso del oncólogo)7. Lo que hace pensar que parte del beneficio (también en el control de síntomas) que aportan los Cuidados Paliativos proviene no solo de técnicas y fármacos sino del modo en que se presta esta atención: más frecuente, más intenso y con implicación de profesionales de perfiles diversos.