A pesar del gran orgullo personal por haber sido rector, mi punto emotivo nodal es la Facultad de Medicina y el Hospital Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que fueron la fuente de mis conocimientos y que representa la máxima nostalgia de la generosidad hecha ciencia, conocimiento y proyección social.
Las explosiones políticas de la universidad, las sufrió también el Hospital Universitario, en donde me tocó presenciar, participar y apoyar a heridos en una lucha violenta generada por las diferentes formas de buscar el poder universitario. De todo eso no me quiero acordar, porque mi hospital -como lo llamo siempre- es en la actualidad algo totalmente distinto a lo que fue en la época negativa a la que me referí previamente.
Prefiero recordar a mis buenos maestros como Mentor Tijerina, Tristán Garza, Ulises Martínez y muchos más; también hacer remembranza de que gracias a la formación que el hospital me permitió cursar en México y en el extranjero, se instaló el primer equipo de hemodiálisis con riñón artificial y se coordinó el primer trasplante renal hecho fuera de la ciudad de México, en el que participaron un brillante cirujano, Guillermo Treviño Cañamar, el maestro Marco Antonio Ugartechea, Bernardo Alanís Sepúlveda y Rogelio Flores Meléndez, nuestro residente en la unidad metabólica, misma que fue una de las primeras que hizo estudios científicos clínicos en esa área de la medicina interna. La unidad metabólica y un equipo médico motivado, permitió salvar muchas vidas y enseñar a los estudiantes el correcto uso de los líquidos y electrolitos en el tratamiento de muchas patologías y circunstancias médicas.
Posteriormente nos interesamos por la resonancia magnética nuclear, por lo que un colega estadounidense y a la vez amigo, inventor real del método de imagen, desarrolló una compañía para fabricar y comercializar estos equipos. Con el apoyo de Eliseo Mendoza, subsecretario de educación y Octavio Rocha, presidente del patronato de la UANL, compramos la segunda unidad que existía en el mundo clínico en 1981 y con orgullo veíamos que médicos de varios países, venían a experimentar en nuestro aparato.
Después Jaime Tacher y el profesor Héctor Mayagoitia Domínguez, director de CONACYT, nos dieron recursos: 800 mil dólares, para comprar el primer aparato de uso clínico real que existía en América Latina y que funcionó durante muchos años, a pesar de que mi compadre, el Dr. Alfredo Piñeyro, en aquella época director de la Facultad, dudaba que la resonancia fuera a tener el gran impacto que ha tenido en el mundo médico moderno.
Estamos orgullosos de haber colaborado a darle a nuestro hospital, primero como instructor de fisiología, un toque de ciencia básica aplicada a la medicina y después haber apoyado y coordinado múltiples actividades clínicas, incluyendo la Dirección de Escuela de Graduados, la Facultad de Enfermería y el Instituto de Investigación Científica de la Universidad, para al final permanecer seis años en la rectoría de la máxima casa de estudios, sin perder nunca la relación con el hospital y la facultad, pero mas que orgullosos de aquella época, estamos ahora admirados de lo que han hecho las nuevas generaciones con nuestra gran facultad, convertida gracias a múltiples profesores encabezados por los últimos directores, en el mejor hospital general por la calidad de sus maestros en el país.
Recordamos con nostalgia el viejo café que existía a la entrada del hospital, pero ahora estamos, reitero, impresionados ya que nuestro hospital es una institución moderna eficiente que se ha adaptado a las nuevas corrientes liberales y económicas, sin perder su conciencia social y en donde, como decían los griegos, si se puede se cura, si no, se alivia, y al final se comprende el humanismo hecho persona que la medicina representa siempre.
El Hospital Universitario José Eleuterio González, sigue siendo "mi hospital" y lo será hasta que algún día lo necesite para despedirme de el en la fugaz y etérea vivencia existencial que la vida representa.
Dr. Luis Eugenio Todd Pérez
Director General del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos (COCyTE) Andes No. 2722 Colonia Jardín Obispado, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64050
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