La esclerosis múltiple (EM) en Centroamérica y el Caribe mantiene una baja prevalencia1, mientras que el impacto socioeconómico ejercido por esta enfermedad en los sistemas de salud de la región es severo considerando el nivel de crecimiento económico de estos países. A pesar de esta limitación, en años recientes la mayoría de los sistemas de seguridad social y algunos de atención pública en esta zona han dedicado una gran porción de sus presupuestos a la adquisición de las variadas y onerosas terapias aprobadas por agencias internacionales para el manejo de la EM2. Esta situación se ha desarrollado gradualmente en respuesta institucional al clamor público apoyado por la necesidad neurológica de una atención moderna y adecuada de los pacientes con EM.
Los primeros casos de infección por SARS-CoV-2 (incluyendo la primera fatalidad en la región) fueron reportados en Panamá en la primera semana de marzo de 2020. La pandemia había ya alcanzado cifras críticas en incidencia, mortalidad y daño social incomparables en Europa, particularmente en Italia, España, Francia y el Reino Unido. Los casos centroamericanos fueron inicialmente adjudicados a viajeros arribando a Panamá de zonas afectadas. Panamá es un notable centro de enlace internacional y destino final de viaje comercial y turístico. En tan solo 4 a 6 semanas las infecciones de SARS-CoV-2 evolucionaron a dispersión comunitaria y aparecieron rápidamente en toda la franja centroamericana y en islas del Caribe, afectando notoriamente a Panamá, Honduras y República Dominicana3. La teórica posibilidad de que pacientes con EM pudieran ser especialmente vulnerables a la infección por SARS-CoV-2, considerando presencia de discapacidad neurológica y uso de tratamientos que afectan al sistema inmune —varios medicamentos, de hecho, causando persistente depleción linfocitaria—, llevó al Foro Centroamericano y del Caribe de Esclerosis Múltiple (FOCEM) a explorar actitudes terapéuticas en la región hispanoparlante encarando la pandemia. FOCEM es una asociación neurológica formada por profesionales de 10 países, fundada y registrada oficialmente para promover educación, información, investigación en conjunto y asesoramiento a grupos de apoyo de pacientes en la zona. Se distribuyó una encuesta especialmente diseñada para estudiar actitudes y decisiones terapéuticas entre 93 profesionales identificados en la región. Se utilizó el sistema SuveyMonkey® on-line. El cuestionario consistió en 30 preguntas que inquirían sobre recaídas ocurridas desde febrero de 2020, uso de esteroides u otra modalidad en el tratamiento de la exacerbación, y si el paciente estaba infectado con coronavirus. También se exploró acerca del manejo del paciente no infectado y del diagnosticado (clínicamente o por prueba de laboratorio) con SARS-CoV-2. La encuesta clasificó terapias, siguiendo los conceptos internacionales actuales4,5 y en el contexto de riesgo teórico frente a la posibilidad de susceptibilidad a infección comunitaria. Dentro de las terapias de riesgo muy bajo se incluyeron interferones, acetato de glatirámero y teriflunomida. En la categoría de riesgo bajo se presentaron anticuerpos monoclonales anti-CD20; en riesgo medio, fumaratos y natalizumab; en riesgo medio alto, fingolimoides; y en riesgoalto, cladribina, alemtuzumab, mitoxantrona y trasplante de células madres. Los encuestados opinaron finalmente sobre la conducta terapéutica que siguen (o teóricamente seguirían) en el contexto del manejo de recaída, del paciente no infectado y del infectado, considerando el grado de riesgo de la terapia bajo la cual se encuentra el paciente. El acceso al cuestionario se cerró en 24h. Los participantes lo completaron en un promedio de 4min y 30s. Otros aspectos explorados incluyeron si la conducta terapéutica estaba supeditada a situaciones locales (acceso a tratamiento, a infusiones, etc.), y decisión individualizada para cada caso.
Los resultados se están analizando6, sin embargo, una muestra preliminar de los datos de contribuyentes que representan 9 países del grupo (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, República Dominicana y Aruba) indica que la inmensa mayoría son profesionales practicando en los sistemas de seguridad social, la mitad en salud pública concomitantemente, y el 9% ejerce también en práctica privada. De hecho, todos los pacientes con EM atendidos por estos profesionales se encontraban en confinamiento domiciliario por ordenanza gubernamental hasta la fecha de esta correspondencia emitida durante la segunda semana del mes de mayo de 2020. Interesantemente este grupo mostró una gran apertura a la continuación del uso teórico de tratamientos de todas las categorías, incluyendo las de riesgoalto. Seis pacientes fueron reportados con recaídas y todos fueron tratados con corticoesteroides. Otros comentarios del grupo sugieren tendencia a individualizar cada caso, mientras que las condiciones locales no son de consideración para decisiones de tratamiento. De interés también es que tan solo un caso documentado de SARS-CoV-2 fue reportado (Aruba) en este cuestionario. Esta paciente tiene diagnóstico de EM remitente/recurrente bajo tratamiento con interferón beta 1-a, 30μg por vía intramuscular semanalmente, el cual no se suspendió.
Este estudio refleja actitudes realistas y decisiones terapéuticas de neurólogos tratantes de EM en una región de Latinoamérica con bajas frecuencias de la enfermedad, pero encarando grandes desafíos en adquisición y acceso a terapias, y ahora confrontando un reto más en la forma de la pandemia de SARS-CoV-2, que continúa incrementándose en la zona.