Hemos leído con gran interés la Carta al Editor «Temblor ortostático secundario al uso recreativo de disolventes», donde Cruz Tabuenca et al. nos llaman la atención sobre un efecto secundario poco conocido, como es el temblor ortostático, del uso recreativos de disolventes orgánicos1.
En la pasada Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología2 presentamos a 3 pacientes que sufrían temblor ortostático (TO) secundario a tratamiento con bloqueantes dopaminérgicos (el primer y segundo caso por levosulpirida, y el tercero por risperidona), con buena respuesta a la retirada del tratamiento, junto al tratamiento con clonacepam y gabapentina y con registros de temblor típicos y confirmatorios del mismo. Pero lo que realmente queríamos con esa comunicación era elevar el grado de sospecha de esta rara entidad, ya que los pacientes no acuden por temblor, sino por inestabilidad de la marcha, que es agradecida al tratamiento sintomático. Otros autores también han remarcado que los pacientes con TO se quejan de sensación de mareo3 o inestabilidad de la marcha4, al igual que el paciente de este trabajo, que acudió por alteración de la marcha y caídas frecuentes de 2 años de evolución.
También es llamativo el retraso diagnóstico en el TO. En enero del 2016 se ha publicado en Neurology5 la serie más extensa de TO. En esta serie de 184 pacientes de la Clínica Mayo lo que llama la atención es el retraso diagnóstico, con una media de 7,2 años, y la alta frecuencia de caídas (24,1%).
Queremos felicitar a los autores, ya que su trabajo ayuda a la práctica clínica, al elevar el índice de sospecha del TO, en pacientes que refieren alteración de la marcha.
FinanciaciónDeclaramos no haber recibido ningún tipo de financiación pública y/o privada para la realización del presente trabajo.
Conflicto de interesesLos autores no presentan conflicto de intereses. Este trabajo no se encuentra en revisión en otra publicación.