La marcha de puntillas idiopática, considerada un diagnóstico de exclusión de alteraciones neurológicas y ortopédicas, se ha relacionado con alteraciones en diversas áreas del desarrollo neuromadurativo. La evaluación del neurodesarrollo en edades tempranas mediante un test específico podría mejorar el seguimiento y el abordaje terapéutico de estos niños. El objetivo de este trabajo es analizar las características neuromadurativas de los andadores de puntillas (AP) de edad preescolar en relación con un grupo control (GC).
MétodoMediante un estudio descriptivo transversal se han comparado los posibles factores de riesgo, las características del neurodesarrollo y los resultados del Cuestionario de Madurez Neuropsicológica Infantil (CUMANIN) de un grupo de 56 AP de entre 3 y 6 años con un GC de 40 niños.
ResultadosEntre los AP había un mayor porcentaje de varones (p=0,008) y este grupo presentaba un porcentaje significativamente mayor de antecedentes familiares (p=0,000) y de factores de riesgo biológico durante el período perinatal (p=0,032). Los padres manifestaron que los AP mostraban una torpeza motriz significativamente superior (59%; p=0,009). Los AP obtuvieron en el CUMANIN puntuaciones significativamente inferiores en las escalas de psicomotricidad (p=0,001) y memoria (p=0,001), y en el desarrollo verbal (p=0,000), no verbal (p=0,026) y total (p=0,004), además de una menor definición de la lateralidad podálica (p=0,047).
ConclusionesLos AP de la muestra estudiada presentan características neuromadurativas específicas que apoyan la consideración de la marcha de puntillas como marcador de problemas del desarrollo, aunque son necesarios más estudios.
Idiopathic toe walking, a differential diagnosis for neurological and orthopaedic disorders, has been associated with neurodevelopmental alterations. Neurodevelopmental assessment at early ages using specific tests may improve management and follow-up of these patients. The aim of our study is to analyse the neurodevelopmental characteristics of preschool idiopathic toe-walkers (ITW) by comparing them to a control group.
MethodOur descriptive cross-sectional study compared possible risk factors, neurodevelopmental characteristics, and scores on the Child Neuropsychological Maturity Questionnaire (CUMANIN) between a group of 56 ITWs aged 3 to 6 and a control group including 40 children.
ResultsThe proportion of males was significantly higher in the ITW group (P=.008). The percentage of patients with a family history (P=.000) and biological risk factors during the perinatal period (P=.032) was also higher in this group. According to the parents’ reports, motor coordination in ITWs was significantly poorer (59%; P=.009). ITWs scored significantly lower on CUMANIN subscales of psychomotricity (=0,001) and memory (P=.001), as well as in verbal development (P=.000), non-verbal development (P=.026), and overall development (P=.004). Foot preference was less marked in the ITW group (P=.047).
ConclusionsThe neurodevelopmental characteristics of our sample suggest that idiopathic toe walking is a marker of neurodevelopmental impairment. However, further studies are necessary to confirm these findings.
Los andadores de puntillas (AP) son los niños y niñas que caminan habitualmente sin apoyar el talón, de forma simétrica desde el inicio de la marcha1-6, pero son capaces de realizar una marcha con choque inicial del talón cuando se les pide o se concentran en su marcha6-8. La marcha de puntillas idiopática parece ser un patrón de marcha modificable voluntariamente siempre que no haya una retracción importante del complejo músculo-tendinoso gastrosóleo, en la que influyen factores emocionales y cognitivos6,7,9,10.
Aunque actualmente la marcha de puntillas idiopática se considera un diagnóstico de exclusión de patologías neurológicas u ortopédicas2,4,6,11, su asociación con alteraciones en varias áreas del desarrollo infantil ha sido reflejada en diversos trabajos3,5,6,9,12,13. Además, se ha referido la relación entre la marcha de puntillas idiopática y variados factores de riesgo (FR) durante la gestación, el parto y el período perinatal2,4,14 y la presencia una historia familiar positiva en el 10-88% de los niños, lo que sugiere un origen común en el sistema nervioso central (SNC)15,16.
Por todo ello, la marcha de puntillas se identifica como un marcador que señala la necesidad de una valoración exhaustiva de los problemas del neurodesarrollo1,2,17-19 y las características propias que muestran los AP han propiciado que se haya propuesto definir la marcha de puntillas idiopática como síndrome, en cuanto a que expresa un retardo de la adquisición y la maduración neuromotriz que se perpetúa con una retracción secundaria del tríceps sural17.
En esta misma línea, diversos autores han especulado con la posibilidad de que la marcha de puntillas idiopática sea una expresión motora de una disfunción cerebral mínima (DCM)2,5,6. Estudios previos han detectado en diversas series de AP alteraciones relacionadas con el control motor, la visuopercepción, la espacialidad y el lenguaje2,18,19. Accardo et al. demostraron, en una valoración de 163 niños que acudieron a las consultas pediátricas de un ambulatorio, menores coeficientes en el desarrollo del lenguaje en los AP que en los niños sin marcha de puntillas, de forma más acentuada en los preescolares19, y Shulman et al. hallaron en un grupo de 13 AP una elevada frecuencia de problemas atencionales y de hiper o hipoactividad, errores en la articulación y organización del lenguaje, déficits en el control motor fino y grueso y visuomotores2. En 2010, Williams et al. han sugerido la posibilidad de una disfunción del procesamiento sensorial, que se define como una alteración en «el proceso neurológico que organiza la sensación del propio cuerpo y del entorno y hace posible utilizar el cuerpo de manera efectiva en el mundo»15. Posteriormente, los mismos autores han hallado en un grupo de AP de entre 4 y 8 años presentaban peores coeficientes de integración sensorial y de realización de praxias en el Bruininks-Oseretsky Test of Motor Proficiency20.
Ante la ausencia de trabajos realizados en España, y considerando que una valoración precoz de las características del desarrollo de los AP podría mejorar su valoración, seguimiento y posible abordaje terapéutico, se planteó utilizar un test específicamente desarrollado en nuestro país para valorar la posible existencia de dificultades específicas en los AP de edades tempranas. Por ello, el objetivo del presente estudio es analizar las características neuromadurativas de los AP de edad preescolar en relación con un grupo control (GC).
Pacientes y métodosSe realizó un estudio descriptivo transversal, aprobado previamente por el Comité Ético de Investigación Clínica de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología (número de registro F[EFP]-001/2010). Se valoró a los niños y las niñas con edades comprendidas entre los 3 y los 6 años que acudieron ante la publicitación del estudio, en la que se exponían sus características en lenguaje divulgativo, a la Unidad de Fisioterapia de la Clínica Universitaria de Podología de la Universidad Complutense de Madrid, de febrero a julio del 2010.
Tras la firma del consentimiento informado por los padres, a todos los niños y las niñas se les realizaron una anamnesis y una valoración clínica, para seleccionar la muestra. Los criterios de inclusión fueron: edades comprendidas entre los 36 y los 83 meses, inclusive, y capacidad del niño o de la niña para colaborar en el protocolo de valoración. Como criterios de exclusión se consideraron: diagnóstico de lesión neurológica, síndrome genético, alteración psiquiátrica o del desarrollo; alteraciones congénitas o adquiridas del aparato locomotor; equinos de tobillo secundarios a cirugía, traumatismos o infecciones víricas; alteración unilateral de la marcha; haber recibido o estar recibiendo tratamiento por la misma alteración y alteraciones que impidan la comprensión por parte del niño o de la niña de las consignas verbales y/o visuales o que, por cualquier otra circunstancia asociada a su salud, desaconsejen su inclusión.
Así, de los 151 niños y niñas evaluados durante el período del estudio, se seleccionó a 96. En una segunda etapa, se aplicaron los criterios de selección de los grupos para calificar a los niños como AP o incluirlos en el GC. Se calificaron como AP los niños y las niñas que tenían un diagnóstico previo de AP realizado por un pediatra, traumatólogo o neurólogo y demostraron bajo observación su preferencia por la marcha de puntillas. Se incluyó en el GC a los niños y las niñas que demostraron un apoyo de talón claro durante la marcha espontánea. Finalmente, se estudió un grupo de 56 AP y 40 controles (fig. 1). Al ser mayoritariamente varones los sujetos de estudio, se continuará hablando de ellos en masculino.
En la entrevista a los padres o tutores se recogieron, además de la edad y el sexo, las variables referidas a los posibles FR y relacionados con la marcha de puntillas idiopática, los hitos del desarrollo neuromadurativo y las manifestaciones clínicas más frecuentes4,11-14,21:
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Antecedentes familiares de marcha de puntillas idiopática en padres, tíos, hermanos o primos.
- –
Riesgo biológico, presencia de FR neurológicos y sensoriales, visuales o auditivos.
- –
Peso al nacimiento, características del parto y posibles complicaciones.
- –
Edad de control vesical, diurno, nocturno y anal; de inicio del gateo, la marcha y de pronunciación de las primeras palabras.
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Gateo. Se registró si el niño o la niña había gateado en algún momento de su desarrollo o no y la forma de hacerlo.
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Uso de tacatá, andador o cualquier dispositivo para favorecer la marcha durante las primeras etapas de la misma.
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Torpeza, percepción de los padres de caídas frecuentes o apariencia torpe y descoordinada con respecto a los niños de su edad. Práctica habitual de ejercicio físico extraescolar.
La evaluación neuromadurativa se realizó mediante el Cuestionario de Madurez Neuropsicológica Infantil (CUMANIN), una prueba de cribado validada en España que evalúa las distintas áreas de desarrollo neuromadurativo del niño en relación con su edad cronológica y permite elaborar un perfil de resultados que valore su desarrollo de forma integral, pues evalúa las funciones cognitivas, perceptivas y motoras, el lenguaje y la lateralidad22-25. Este test, que ha sido validado en varios países26-28, ha demostrado su utilidad en la valoración del desarrollo de niños con y sin alteraciones del desarrollo29-35.
La valoración se realizó en una sala espaciosa, tranquila y con el material necesario dispuesto con anterioridad, siguiendo el orden de las pruebas, las instrucciones específicas para cada una y los criterios de corrección detallados en el cuestionario22. Cada una de las pruebas se planteó como un reto, de forma que se pudiesen valorar las capacidades y los límites de los niños y niñas ante la progresiva complejidad de las demandas, es decir, su comportamiento adaptativo voluntario36. Se realizaron las pruebas correspondientes a las 8 escalas principales (Psicomotricidad, Lenguaje articulatorio, expresivo y comprensivo, Estructuración espacial, Visuopercepción, Memoria y Ritmo) y 2 auxiliares (Fluidez verbal y Atención), expresados en centiles. Además, se obtuvieron resultados globales de desarrollo verbal, a partir de las escalas de Lenguaje articulatorio, expresivo y comprensivo; Desarrollo no verbal, que incluye las escalas de Psicomotricidad, Estructuración espacial, Visuopercepción, Memoria y Ritmo, y también el desarrollo total, suma de las puntuaciones directas de las 8 escalas principales. La anotación de la mano o el pie utilizados por el niño o niña permitió la evaluación de la organización de la lateralidad visual, manual y podálica y su homogeneidad o heterogeneidad22. Tras su corrección, se comentaron los resultados con los padres y se les entregó un informe por escrito.
El análisis estadístico se realizó con el Software SPSS v.19.0 para Windows. El primer análisis se refirió a las características y las regularidades del conjunto de los datos, con la descripción estadística de las variables cualitativas mediante la distribución de frecuencias y de las cuantitativas a través de la media y la desviación estándar. Para la comparación de los grupos se realizaron el test de la t de Student para las variables cuantitativas y el test de la chi al cuadrado para las variables cualitativas, considerando significación estadística con valores de p<0,05 para un intervalo de confianza del 95%.
ResultadosLos niños estudiados tenían una edad media ± desviación estándar de 54,7±12,165 meses en los AP y de 56,55±14,229 meses en el GC, sin diferencias estadísticamente significativas entre los 2 grupos (p=0,495). El porcentaje de varones fue del 69,6% en los AP y del 57,7% en el GC, significativamente superior en los AP (p=0,008).
Las respuestas a la entrevista inicial sobre los posibles FR o relacionados con la marcha de puntillas idiopática solo desvelaron diferencias estadísticamente significativas entre los AP y el GC en la presencia de antecedentes familiares y de FR biológico durante el período perinatal (tabla 1). De forma complementaria, se estudiaron las circunstancias del parto y, aunque no se demostraron diferencias estadísticamente significativas entre los AP y los niños del GC, destaca la elevada presencia de cesáreas y otros FR relacionados con el parto en los 2 grupos de niños (fig. 2). Además, se preguntó a los padres por la forma de desplazamiento de sus hijos y, aunque el gateo fue la forma más frecuente de locomoción premarcha en ambos grupos, el arrastre y el «culeo» o desplazamiento en sedestación se presentaron en el 11,1 y el 4,4% de los AP, respectivamente, sin diferencias con el GC (p=0,432). El porcentaje de padres o tutores que habían percibido una cierta torpeza motriz en los AP (59%) resultó significativamente superior al del GC (28%; p=0,009). Solo un 7,1% de los AP no realizaba ninguna actividad física fuera del colegio, sin diferencias estadísticamente significativas con el CG (p=0,088).
Antecedentes familiares, personales y otros factores con posible relación con el patrón de marcha
Variable (unidad) | Grupo | Media | DE | p-valor |
---|---|---|---|---|
Antecedentes familiares de | Control | 0 | 0,000* | |
marcha de puntillas (%) | AP | 17 | ||
Presencia de factores de | Control | 0 | 0,032* | |
riesgo biológico | AP | 11,3 | ||
Bajo o muy bajo peso al | Control | 13,2 | 0,057 | |
nacimiento | AP | 3,8 | ||
Edad del control vesical | Control | 28,26 | 5,413 | 0,431 |
diurno (meses) | AP | 27,23 | 6,712 | |
Edad de control vesical | Control | 32,86 | 12,825 | 0,938 |
nocturno (meses) | AP | 33,1 | 8,949 | |
Edad de control anal | Control | 27,08 | 9,626 | 0,793 |
(meses) | AP | 27,53 | 6,707 | |
Edad de inicio del gateo | Control | 8,04 | 2,875 | 0,486 |
(meses) | AP | 8,51 | 2,475 | |
Edad de inicio de la marcha | Control | 12,62 | 2,135 | 0,262 |
(meses) | AP | 13,11 | 2,061 | |
Edad de pronunciación de | Control | 19,54 | 7,377 | 0,082 |
las primeras palabras (meses) AP | 16,88 | 6,707 | ||
Utilización del gateo para | Control | 71,8 | 0,969 | |
desplazarse (%) | AP | 71,4 | ||
Experiencia de marcha | Control | 43,82 | 15,398 | 0,501 |
(meses) | AP | 41,80 | 12,541 | |
Uso de tacatá o andador (%) | Control | 18,4 | 0,347 | |
AP | 26,8 |
AP: andadores de puntillas; DE: desviación estándar; GC: grupo control.
Las distintas pruebas del CUMANIN demostraron diferencias estadísticamente significativas entre los AP y los niños del GC en las escalas de Psicomotricidad y Memoria y en el Desarrollo verbal, No verbal y Total, con puntuaciones inferiores en los AP (tablas 2 y 3). Al evaluar la lateralidad visual, manual y podálica en los 2 grupos de niños, solo se demostraron diferencias estadísticamente significativas entre los AP y los niños del GC en la lateralidad podálica (fig. 3). Respecto a la lateralidad ocular y manual, el 59,6% (N=33) de los AP presentaba una dominancia ocular derecha (p=0,057) y el 92,6% (N=52) utilizaba preferentemente la mano derecha (p=0,342), sin diferencias estadísticamente significativas con el GC.
Valores medios de los centiles obtenidos en las diferentes escalas del CUMANIN
Variable | Grupo | Media | DE | p-valor |
---|---|---|---|---|
Psicomotricidad | GC | 71,50 | 15,772 | 0,001* |
AP | 29,81 | 24,946 | ||
Lenguaje articulatorio | GC | 60,00 | 13,578 | 0,556 |
AP | 46,11 | 23,243 | ||
Lenguaje expresivo | GC | 67,35 | 14,756 | 0,838 |
AP | 61,21 | 29,619 | ||
Lenguaje comprensivo | GC | 65,00 | 13,149 | 0,822 |
AP | 59,02 | 26,238 | ||
Estructuración espacial | GC | 52,78 | 10,062 | 0,158 |
AP | 61,88 | 29,313 | ||
Visuopercepción | GC | 70,75 | 16,192 | 0,193 |
AP | 55,04 | 26,036 | ||
Memoria | GC | 91,25 | 8,303 | 0,001* |
AP | 68,21 | 23,902 | ||
Ritmo | GC | 49,75 | 6,869 | 0,151 |
AP | 42,46 | 27,533 | ||
Fluidez verbal | GC | 97,00 | 20,435 | 0,475 |
AP | 78,00 | 26,162 | ||
Atención | GC | 52,67 | 18,656 | 0,644 |
AP | 37,19 | 20,951 |
AP: andadores de puntillas; DE: desviación estándar; GC: grupo control.
Valores medios de los centiles obtenidos en los diversos niveles de desarrollo evaluados por el CUMANIN y Cociente de Desarrollo, en valor absoluto
Variable | Grupo | Media | DE | p-valor |
---|---|---|---|---|
Desarrollo verbal | GC | 79,54 | 15,002 | 0,000* |
AP | 41,54 | 21,795 | ||
Desarrollo no verbal | GC | 81,70 | 16,185 | 0,026* |
AP | 51,92 | 28,560 | ||
Desarrollo total | GC | 77,44 | 19,575 | 0,004* |
AP | 43,13 | 24,692 | ||
Cociente de desarrollo | GC | 124,00 | 21,354 | 0,085 |
AP | 97,12 | 11,853 |
AP: andadores de puntillas; DE: desviación estándar; GC: grupo control.
Utilización de los pies en las distintas pruebas que se utilizan para evaluar la lateralidad podálica, en los 2 grupos de niños estudiados (p=0,047).
D+: utilización exclusiva del pie derecho; D–: utilización preferente del pie derecho; I+: utilización exclusiva del pie izquierdo; I–: utilización preferente del pie izquierdo; Mitad: realización de las pruebas con los 2 pies alternativamente, utilizando los 2 el mismo número de veces.
Se ha estudiado una amplia serie de niños, compuesta por 56 AP y 40 controles (fig. 1), considerando el limitado rango de edad de la muestra y la prevalencia estimada de la marcha de puntillas idiopática15,19,37. La edad mínima de la población de estudio se estableció en los 3 años, edad límite para calificar el patrón de marcha de puntillas como anómalo y recomendar la evaluación3,38, y se evaluó a niños hasta los 6 años, por el interés de detectar precozmente las alteraciones que pudiesen estar relacionadas con la adquisición de los aprendizajes escolares25,39. Hay que considerar que los criterios de exclusión establecidos aseguran que los AP estudiados no presentaban alteraciones del desarrollo que justificasen características específicas a nivel neuromadurativo. Entre las causas de exclusión destacó la presencia de pies planos valgos, marcha en aducción y problemas del desarrollo neuromadurativo, como retraso del crecimiento intrauterino o alteraciones cognitivas.
La entrevista clínica con los padres permitió, además de la identificación inicial de los AP y descartar criterios de exclusión2,21,37,40, realizar una anamnesis sobre los posibles FR relacionados con esta alteración, los hitos del desarrollo neuromadurativo y las manifestaciones clínicas más relevantes. También propició el complementar la información requerida por los padres2,4,5,11-14,21.
En cuanto a las características descriptivas de la muestra evaluada, los AP tenían una edad media similar a la de los niños del GC y, aunque se encontró un mayor porcentaje de varones entre los AP (p=0,008), su proporción fue superior en los 2 grupos de estudio y los resultados se encuentran dentro del rango referido en otros trabajos consultados, situado entre un 50 y un 80%4,9,12-14.
En la entrevista clínica se recogió en primer lugar como factor predisponente para la marcha de puntillas idiopática la presencia de antecedentes familiares (tabla 1), que existían en el 17% de los AP de nuestra muestra (p=0,000), un porcentaje bajo con respecto al 30-60% descrito en diversos estudios4,11-14,21 y cuya alta variabilidad ha sido considerada como posible reflejo de la combinación de factores genéticos y externos en el origen de esta alteración en el SNC16. Los FR biológicos durante el período perinatal, recogidos por diversos autores en AP y posibles indicadores de un daño previo del SNC2,4 se presentaron en un 11,3% de los AP de la muestra estudiada y no fueron referidos en ningún niño del GC (p=0,032). Entre estos factores, el bajo o muy bajo peso al nacimiento no ha mostrado en el presente trabajo una relación con la marcha de puntillas idiopática (p=0,057), a diferencia de lo descrito por otros autores14. No se demostraron diferencias significativas entre los 2 grupos estudiados para otros FR evaluados por su relación frecuente con esta alteración de la marcha, como las circunstancias y las complicaciones del parto o la prematuridad41, si bien estos factores se presentaron en proporciones diferentes a las referidas por otros autores en AP (fig. 2), con mayores tasas de cesáreas e inferiores de prematuridad4,11,14. Además, un mismo niño podía presentar varios de los FR, con mayor riesgo de deficiencia22.
La entrevista a los padres informó también acerca de la edad de aparición de los distintos hitos del desarrollo neuromadurativo (control de esfínteres, gateo, marcha y primeras palabras), que reflejan factores comportamentales asociados a la maduración del SNC. Si bien Shulman et al. han referido un frecuente retraso en la aparición de algunos de estos hitos en AP2, en la muestra estudiada los AP presentaron valores similares a los del GC (tabla 2) y dentro del rango descrito por otros autores4,11,14.
La utilización de tacatá o andador, ampliamente desaconsejada por su asociación con accidentes y alteraciones del desarrollo músculo-esquelético y neuromadurativo42, ha sido también relacionada con la persistencia de la marcha de puntillas, al generar un patrón similar al que adoptan espontáneamente los AP4,14. En el presente trabajo, la utilización del tacatá no demostró diferencias significativas entre los 2 grupos estudiados (p=0,347) y estuvo presente en el 26,8% de los AP, un porcentaje inferior a los descritos en otras series de población infantil y de AP, superiores al 50%4,42.
Los signos referidos por los padres como indicadores de torpeza motora, como las caídas frecuentes o la menor habilidad que los niños de su edad11,14,21, se encontraron en el 59% de los AP, una proporción significativamente superior a la de los niños del GC y más elevada que la referida en otro estudio, en el cual el 45% de los AP presentaron un déficit de equilibrio4. A pesar de las menores habilidades motoras de los AP, no se demostró que estos niños realizasen menos ejercicio que el GC (p=0,088), lo que podría suponer un rechazo de las actividades físicas21.
Respecto a las características neuromadurativas, los niños del GC del presente estudio lograron unas puntuaciones dentro de los límites considerados normales en la población española y semejantes a las de los niños de los GC de los diversos trabajos publicados23-25. Los AP obtuvieron centiles significativamente inferiores a los del GC en las escalas de Psicomotricidad y Memoria, el Desarrollo verbal, el Desarrollo no verbal y el Desarrollo rotal (tablas 2 y 3), mostrando manifestaciones específicas y comunes a las encontradas por otros autores2,19. También obtuvieron una puntuación moderadamente baja en Atención y centiles ligeramente inferiores a la norma en Lenguaje articulatorio y Ritmo, y por debajo del 60 en Lenguaje comprensivo y Visuopercepción. Los déficits demostrados por los AP de nuestra muestra pueden relacionarse con su mayor torpeza motriz e implican áreas de gran importancia para el desarrollo de la marcha y el aprendizaje29,43-45. Por ello, apoyan la hipótesis de que la marcha de puntillas es una manifestación de una alteración en los procesos neurocognitivos que subyacen a la percepción y la organización motora y un marcador de los problemas del desarrollo1,15.
Dificultades similares se han hallado en niños con trastornos de hiperactividad y DCM, en los cuales el déficit observado suele ser mayor y abarcar más dominios22, y también en niños que habían presentado un muy bajo peso al nacimiento24, de un entorno socioeconómico desfavorecido34 y con dificultades escolares31. Las características que mostraron estos niños y los AP del presente trabajo configuran un perfil neuropsicológico heterogéneo, también llamado «en dientes de sierra», en el cual el rendimiento satisfactorio en algunas áreas indica buenas posibilidades de compensación, aunque los aspectos problemáticos podrían ser trabajados en un programa específico de intervención22,24,25. Este perfil orienta hacia un cuadro de inmadurez neuroevolutiva e indica la necesidad de un seguimiento y un eventual entrenamiento neuropsicológico en el caso de mantenerse o acentuarse las dificultades encontradas. No obstante, al ser el CUMANIN una prueba de cribado, la probable existencia de alteraciones en el desarrollo y la necesidad de tratamiento deben ser valoradas mediante instrumentos específicos aplicados por profesionales especializados22.
En cuanto a la lateralidad, reflejo de la organización cerebral23,46, el porcentaje de niños con lateralidad ocular y manual derechas era similar en ambos grupos, se encontraba en el rango referido por otros autores23,24, mientras que el pie derecho era el dominante en un porcentaje de AP significativamente inferior al del GC (fig. 3) y al hallado en niños sin alteraciones de la misma edad23. Aunque la lateralización no se encuentra aún completamente definida en las edades estudiadas46, los porcentajes de dextrismo podálico inferiores al manual podrían ser indicativos del retraso en los AP del progresivo control y la definición funcional derivados de la maduración céfalo-caudal del SNC46 y condicionar su realización de un patrón de marcha inmaduro. De forma complementaria, se estudió la homogeneidad de la lateralización visual, manual y podálica, pues se ha descrito que los niños con un desarrollo neuropsicológico satisfactorio tienen preferentemente fórmulas de lateralidad homogéneas y los que padecen DCM presentan una tendencia al cruce o al ambidextrismo, lo que implica un mayor riesgo de trastornos del lenguaje, dificultades de aprendizaje, etc.22. El 59,6% de los AP mostró una lateralidad homogénea, una proporción inferior al 67,5% de los niños del GC pero sin diferencias significativas entre los 2 grupos (p=0,068).
ConclusionesEntre los andadores de puntillas de la muestra estudiada destaca la presencia de una historia familiar positiva y de FR biológico durante el período perinatal. Los andadores de puntillas presentaron valores significativamente inferiores en la evaluación neuromadurativa para las escalas de Psicomotricidad, Memoria, Desarrollo verbal, Desarrollo no verbal y Desarrollo total, además de una menor definición de la lateralidad podálica. Estos resultados muestran que los AP presentan características neuromadurativas específicas y apoyan la consideración de la marcha de puntillas como marcador de problemas del desarrollo. Son necesarios estudios longitudinales con muestras amplias que permitan valorar la evolución de las dificultades y establecer criterios de indicación terapéutica en los AP, en el marco de una valoración interdisciplinar. Además, se requiere investigar la interrelación entre las diversas alteraciones que presentan los AP para optimizar su manejo clínico.
FinanciaciónNinguno de los autores mantiene ninguna relación con personas u organizaciones que pudiesen influir de forma inapropiada su trabajo. Este estudio no recibió financiación externa.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
La Clínica Universitaria de Podología de la Universidad Complutense de Madrid prestó su apoyo personal y material. Santiago Cano colaboró en el análisis estadístico. Este trabajo no hubiese sido posible sin la participación de los niños y sus padres.