Proporcionar un conjunto de recomendaciones actualizadas y basadas en la evidencia disponible para el manejo del ictus agudo. Nuestro objetivo es proporcionar una base para el desarrollo de los protocolos internos de cada centro, sirviendo de referencia para los cuidados de enfermería.
MétodosRevisión de evidencias disponibles sobre los cuidados del ictus agudo. Se han consultado las guías nacionales e internacionales más recientes. Los niveles de evidencia y grados de recomendación se han basado en la clasificación del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de Oxford.
ResultadosSe describen la atención y los cuidados del ictus agudo en la fase prehospitalaria, el funcionamiento de código ictus, la atención por el equipo de ictus a la llegada al hospital, los tratamientos de reperfusión y sus limitaciones, el ingreso en la Unidad de Ictus, los cuidados de enfermería en la Unidad de Ictus y el alta hospitalaria.
ConclusionesEstas pautas proporcionan recomendaciones generales basadas en la evidencia actualmente disponible para guiar a los profesionales que atienden a pacientes con ictus agudo. En algunos casos, sin embargo, existen datos limitados demostrando la necesidad de continuar investigando sobre el manejo del ictus agudo.
This study provides a series of updated, evidence-based recommendations for the management of acute stroke. We aim to lay a foundation for the development of individual centres’ internal protocols, serving as a reference for nursing care.
MethodsWe review the available evidence on acute stroke care. The most recent national and international guidelines were consulted. Levels of evidence and degrees of recommendation are based on the Oxford Centre for Evidence-Based Medicine classification.
ResultsThe study describes prehospital acute stroke care, the operation of the code stroke protocol, care provided by the stroke team upon the patient's arrival at hospital, reperfusion treatments and their limitations, admission to the stroke unit, nursing care in the stroke unit, and discharge from hospital.
ConclusionsThese guidelines provide general, evidence-based recommendations to guide professionals who care for patients with acute stroke. However, limited data are available on some aspects, showing the need for continued research on acute stroke management.
El ictus es la primera causa de discapacidad grave en el adulto, la principal causa de muerte entre las mujeres y la segunda en los varones en España1. Aunque esta patología supone un gran problema de salud y se manifiesta bruscamente, se puede prevenir, tratar y recuperar.
La atención al ictus agudo incluye el acceso a medidas terapéuticas que, aplicadas de forma precoz, mejoran de forma significativa el pronóstico funcional. En el caso del ictus isquémico, el tipo de ictus más frecuente (80-85% de los ictus), los tratamientos de reperfusión como la trombólisis endovenosa (ev)2 y el tratamiento endovascular con trombectomía mecánica3 han demostrado ser eficaces y seguros (nivel de evidencia I, A), siendo ambos tratamientos tiempo-dependientes. Por otro lado, los cuidados en una Unidad de Ictus (UI) y los planes de actuación multidisciplinar contribuyen a una menor morbimortalidad de todos los tipos de ictus4.
Ámbito prehospitalarioEl primer eslabón tiene por objetivo un reconocimiento rápido y eficaz de los síntomas de ictus por parte de los equipos prehospitalarios. Ante la sospecha de ictus agudo, se debe activar el Código Ictus (CI). El CI es un protocolo de atención rápida cuyo objetivo fundamental es facilitar el acceso, en el menor tiempo posible, a los tratamientos de reperfusión5. Por ello, se requiere una red de ictus que permita que todos los pacientes puedan ser atendidos en el centro más adecuado en función de su complejidad, mediante la colaboración entre hospitales de distintos niveles y los sistemas de emergencias extrahospitalarias.
Existen herramientas validadas en el medio prehospitalario que pueden facilitar la detección de ictus y su gravedad. La escala de Cincinnati valora de forma fácil y rápida la presencia de uno o varios síntomas de ictus6. La escala neurológica Rapid Arterial Occlusion Evaluation (RACE) predice con alta sensibilidad la oclusión arterial de gran vaso cuando su puntuación es superior a 4 puntos, de tal manera que permite detectar qué pacientes pueden ser candidatos a recibir tratamiento endovascular7.
Las nuevas tecnologías pueden facilitar la comunicación entre eslabones, alertando de la derivación de un paciente, el tiempo estimado de llegada y las características del mismo al hospital receptor. Asimismo, la telemedicina o teleictus permite la administración del tratamiento trombolítico en un hospital comarcal con la supervisión remota de un neurólogo vascular en un centro terciario de ictus (centro capacitado para realizar tratamientos de alta complejidad), con la derivación posterior del paciente para valorar tratamiento con trombectomía mecánica o ingreso en la UI.
Existe cierta controversia sobre los distintos modelos de derivación de pacientes. Se plantean dos modelos, «drip-and-ship» que da prioridad a la trombólisis al recomendar el traslado del paciente al centro primario más próximo, y el modelo «mothership» que apoya la estrategia contraria y defiende el transporte directo al hospital terciario donde se puede llevar a cabo todo el proceso asistencial íntegro: desde el diagnóstico ultrarrápido hasta cualquier tipo de terapia de reperfusión. En el momento actual, no disponemos de la evidencia necesaria para determinar qué modelo ofrece mayor beneficio clínico a estos pacientes. Por ello, se están llevando a cabo estudios al respecto cuyos resultados podrían modificar los circuitos asistenciales del CI.
Ámbito hospitalarioEn la admisión hospitalaria del paciente con sospecha de ictus agudo, el circuito habitual consiste en la atención inmediata en un box de urgencias, preferentemente por un neurólogo vascular8. A continuación, y en el menor tiempo posible, se realiza la tomografía computarizada (TC) cerebral simple, sin contraste. Esta técnica rápida y eficiente para el diagnóstico de hemorragia cerebral permite el diagnóstico precoz del ictus isquémico y la decisión de si el paciente es candidato para la trombólisis ev. Además de la TC simple, en muchos centros que atienden ictus agudos se realiza una TC multimodal, que se compone además de la angiografía-TC y la TC de perfusión. Estas pruebas, complementadas con la clínica del paciente, ofrecen más información para la decisión terapéutica, especialmente en aquellos casos con inicio incierto de los síntomas de ictus y en pacientes candidatos a trombectomía9.
La atención directa del paciente en la sala de TC o sala de angiografía por el equipo de ictus (EI) ofrece importantes reducciones en los tiempos de tratamiento10,11. Esta medida se está implementando en los hospitales que organizativamente pueden incorporar una enfermera al EI (enfermera de urgencias, de la UI/neurología o radiología) para administrar el tratamiento in situ. De esta manera, tras la activación del CI, el EI se prepara para recibir al paciente en la puerta de urgencias y acompañarlo al TC junto al equipo prehospitalario, mientras intercambian información sobre el inicio de los síntomas, la clínica y los antecedentes patológicos del paciente. Se realiza una primera valoración del paciente y se inician los cuidados de enfermería con la normalización de los parámetros de glucosa y presión arterial. Se canaliza una vía venosa periférica y se obtiene una muestra sanguínea básica (hemograma, bioquímica y coagulación). Tras realizar la TC, si no hay contraindicación, se inicia la trombólisis ev (0,9mg/kg, dosis máxima de 90mg, el 10% en bolus el resto a infundir en 1h).
Si la neuroimagen multimodal confirma una oclusión arterial intracraneal, se plantea el tratamiento de reperfusión endovascular. Este se realiza sobre arterias de gran calibre, mediante un acceso habitualmente femoral que permite llegar a la arteria ocluida y extraer el trombo (trombectomía mecánica). En ocasiones, se puede combinar la trombectomía con otros procedimientos, como la administración local de fibrinolíticos (fibrinólisis intraarterial) o la realización de una angioplastia con balón, asociado o no a la implantación de un stent.
Hoy en día, la tasa de pacientes CI con ictus isquémico agudo que recibe fibrinólisis en Cataluña ronda el 33%, trombectomía un 20%, y terapia combinada un 8%12. Las limitaciones fundamentales de estos tratamientos son, en el caso de la trombólisis ev: la estrecha ventana terapéutica, la escasa eficacia en el caso de oclusiones de gran vaso (carótida interna, segmento inicial de arteria cerebral media, arteria basilar) y las contraindicaciones en aquellos pacientes con mayor riesgo de desarrollar complicaciones hemorrágicas (cirugía reciente o en tratamiento anticoagulante previo). La hemorragia intracerebral (HIC) sintomática, que oscila entre el 2-11% según las series, es la complicación más temida de este tratamiento. Otras complicaciones son la hemorragia sistémica y las reacciones alérgicas (1,3-5,1%)2. Por otro lado, el abordaje endovascular tiene el inconveniente de su mayor complejidad, por lo que solo puede ser realizado en centros experimentados, que dispongan de los recursos materiales, humanos y organizativos necesarios (Centros Terciarios de Ictus). Además, a pesar de que se alcanzan cifras de recanalización arterial próximas al 90%, en ocasiones un buen resultado radiológico no asocia un beneficio clínico (recanalización fútil). Por otra parte, existe un riesgo de complicaciones asociado al tratamiento endovascular: la tasa de HIC sintomática es de alrededor del 3%, y otras complicaciones derivadas de la técnica pueden ser la embolización a otros territorios (5-8%), la disección arterial (1-4%) y la perforación arterial (0,6-5%)3.
Tras la realización de dichos tratamientos, el paciente debe ingresar en una UI para recibir unos cuidados avanzados y especializados.
Ingreso en la Unidad de IctusLas UI son estructuras geográficamente delimitadas con monitorización continua no invasiva, con personal entrenado y coordinado por médicos expertos en ictus (habitualmente neurólogos), que dirigen un equipo multidisciplinario. Las UI constituyen el cuidado más efectivo del ictus y la intervención con mayor beneficio comunitario, habiendo demostrado su eficacia en términos de mortalidad (reducción 17%), recurrencia y dependencia (reducción 25%); Clase I; Nivel de evidencia A4. El beneficio es incluso mayor que el tratamiento de reperfusión en sí, pues un mayor número de pacientes se benefician de estos cuidados especializados. También son coste-eficaces, pues contribuyen a disminuir la estancia media hospitalaria, la institucionalización y la readmisión. En principio, todo paciente con ictus agudo debería ingresar en una UI, dado que la mejora ocurre en todos los subtipos y severidades de ictus, con la única excepción de pacientes con un nivel de conciencia muy bajo (que deben ir a una Unidad de Cuidados Intensivos) y pacientes con discapacidad funcional severa previa. La duración del ingreso dependerá de las características del paciente y el subtipo de ictus13.
Cuidados de enfermería en la Unidad de IctusLas UI deben tener enfermeras formadas y dedicadas a la atención del paciente con ictus. Para mantener unos cuidados adecuados, las UI deben cumplir con una ratio de una enfermera por cada 2 camas (cuidados semiintensivos) según la European Stroke Organization14, aunque en nuestro medio, se acepta el ratio de 1:4/1:6, según la complejidad de los pacientes ingresados15. El cuidado se enfoca en el manejo del paciente de acuerdo con los protocolos preestablecidos, en la prevención de complicaciones, en la identificación precoz de dichas complicaciones, así como en proporcionar un cuidado y/o tratamiento específico para las mismas.
Dentro de los cuidados en la UI, el control de la tensión arterial (TA) es esencial. La hipertensión arterial es frecuente; se relaciona con el propio ictus, estrés, dolor, hipertensión preexistente y respuestas fisiológicas a la hipoxia. La normalización de la TA en este contexto reduce el edema cerebral y el riesgo de transformación hemorrágica, aunque una excesiva disminución de la TA puede ser contraproducente al reducir la perfusión del área de penumbra e incrementar la zona de isquemia global. En muchos casos, la TA se controla de forma espontánea. La hipotensión arterial, sin embargo, es rara en este contexto y hay que investigar la causa y corregirla cuando sea preciso. Los valores óptimos son controvertidos; en las guías9,15,16 se recomienda su tratamiento según los valores expuestos en la tabla 1. Por el riesgo potencial de transformación hemorrágica asociada a hipertensión arterial, la monitorización de constantes vitales en pacientes que han recibido tratamientos de reperfusión debe realizarse de forma frecuente, especialmente en las primeras horas postratamiento. Una posible pauta de monitorización de la TA sería: cada 15min durante las primeras 2h, cada 30min las 6h siguientes y después cada hora hasta las 24h o hasta la realización del TC para estos pacientes. Para los pacientes con HIC aguda que se presentan con TA sistólica (TAS) entre 150 y 220mmHg y sin contraindicación para el tratamiento agudo de la TA, la reducción aguda de TAS a 140mmHg reduce el crecimiento de la HIC y puede ser efectiva para mejorar el resultado funcional17,18.
Objetivo tensional según el tipo de ictus o tratamiento recibido
Tipo de ictus | Objetivo TA | Clase y nivel de evidencia |
---|---|---|
Ictus isquémico agudo | Tratar si TA>220/120mmHg. En estos casos, es razonable reducir la TA un 15% las primeras 24h9 | Clase IIb, nivel C |
Ictus isquémico tratado con reperfusión | Pretratamiento reperfusión: TA <185/110mmHg9Postratamiento reperfusión: TA <180/105mmHg9 | Clase I, nivel B |
Ictus hemorrágico | TAS≤140mmHg17,18 | Clase I, nivel B |
Para conseguir estas reducciones de TA se recomienda el uso de fármacos antihipertensivos ev de duración corta (p.e., labetalol, urapidil), en bolus o en perfusión continua según las necesidades del paciente.
Es conocido que, en los primeros días tras un ictus, la temperatura superior a 37,5°C se produce en un 20-50% de los pacientes, hasta el 50% presenta hiperglucemia y un 37-78% tienen disfagia; estos parámetros resultan en una mayor morbilidad y mortalidad19.
Durante las primeras 24h post-ictus, la fiebre duplica la probabilidad de muerte a corto plazo20. La fiebre ha de ser tratada precozmente con fármacos antitérmicos (p.e., paracetamol), identificando además, las posibles fuentes de infección. El personal de enfermería debe observar y prevenir infecciones relacionadas con la atención sanitaria (IRAS), incidiendo en la atención a la manipulación de catéteres, retirar dispositivos innecesarios, atención a la disfagia... Salvo que el paciente presente signos clínicos de infección, no se recomienda la administración empírica de tratamiento antibiótico9.
Es esencial y prioritario realizar un control correcto de la glucemia: la hipoglucemia puede imitar el ictus isquémico y ha de ser corregida de forma inmediata; la hiperglucemia es un factor de riesgo independiente de mal pronóstico. La evidencia indica que la hiperglucemia persistente las primeras 24h post-ictus se asocia con peores resultados que la normoglucemia y, por lo tanto, es razonable tratar la hiperglucemia para alcanzar unos niveles de glucosa en sangre en un rango inferior a 180mg/dl y monitorizarla estrechamente para prevenir hipoglucemia21.
La disfagia es una complicación común y su detección temprana puede ser efectiva para identificar los pacientes con mayor riesgo de aspiración. Es primordial asegurar una deglución segura y eficaz por parte del paciente y garantizar los requerimientos nutricionales e hídricos. Existen distintas pruebas para la detección de la disfagia, aunque no hay evidencia de cuál es más eficaz. Las más utilizadas en nuestro medio son el test del agua y el método de exploración clínica volumen-viscosidad (MECV-V). La prueba de elección deberá realizarse siempre antes de iniciar la medicación o la ingesta oral y reevaluarse si el paciente presenta cambios clínicos19,22,23.
El estudio QASC (Quality in Acute Stroke Care) puso de manifiesto que los cuidados de enfermería mediante los protocolos FeSS (Fiebre-Glucemia-Disfagia) reducen la mortalidad y dependencia del ictus en un 16%. Asimismo, este efecto se mantiene a largo plazo19. El manejo de estos 3 protocolos se muestra en la tabla 2.
Resumen de los elementos incluidos en los protocolos FeSS usados en el estudio QASC
Protocolo FeSS | Determinaciones | Manejo/tratamiento | Clase y nivel de evidencia |
---|---|---|---|
Temperatura (Ta) | Registro de Tª cada 4-6h las primeras 72h15 | ≥37,5°C tratamiento con antipirético en <1h de la detección15 | Clase I, nivel B |
Glucemia | Determinación de glucemia a la llegada a urgencias/UI. Registro cada 4-6h las primeras 72h (o 48h en no diabéticos normoglucémicos)15 | ≥180mg/dl tratamiento con insulina (según pauta) en <1h de la detección9 | Clase IIa, nivel C |
Disfagia | Realización de un test de disfagia en las primeras 24h, previo a la ingesta oral/medicación oral9,15 | Interconsultar a logopedia si la disfagia es severa15 | Clase I, nivel B |
Fuente: Middleton et al.19.
A continuación, se muestran una serie de recomendaciones sobre cuidados de enfermería en la UI para el manejo del paciente con ictus agudo y la prevención de complicaciones. En la tabla 3 se describen junto al nivel de evidencia científica de las mismas.
Recomendaciones generales de cuidados de enfermería en la UI
Recomendación | Clase y nivel de evidencia | |
---|---|---|
Posición del cabezal | El beneficio de una posición en decúbito 0° o elevada a 30° no está claramente establecida. La posición a 0° aumenta potencialmente la perfusión cerebral pudiendo ser beneficiosa para el ictus hiperagudo, sin incrementar las complicaciones respiratorias infecciosas9,24Podría ser adecuado mantener posición a 0° las primeras 24h o hasta que el paciente esté hemodinámicamente estable9,24 | Clase IIb, nivel C |
Función cardíaca | Se precisa la realización de un electrocardiograma al ingreso9 | Clase I, nivel B |
Se recomienda la monitorización cardíaca para detectar fibrilación auricular y otras arritmias cardíacas potencialmente graves que requerirían intervenciones cardíacas de emergencia. La monitorización cardíaca debe realizarse al menos durante las primeras 24h9 | Clase I, nivel B | |
La ecocardiografía puede considerarse en pacientes con sospecha de ictus de origen cardioembólico9 | Clase IIa, nivel C | |
La efectividad de la monitorización cardíaca prolongada Holter no está claramente establecida9 | Clase IIb, nivel C | |
Función respiratoria | Monitorizar la saturación de oxígeno (SatO2) mediante pulsioximetría cada 4h para controlar los niveles de oxígeno de manera individualizada y hacer un uso apropiado de la oxigenoterapia. No se debe, por lo tanto, administrar de manera rutinaria oxígeno a los pacientes con ictusEl objetivo de la SatO2 es del 94-98% en pacientes sin patología respiratoria y del 88-92% si el paciente tiene riesgo de insuficiencia respiratoria hipercápnica25 | Clase I, nivel C |
Función vesical y eliminación | No se deben realizar sondajes vesicales permanentes de rutina debido al riesgo asociado de infecciones del tracto urinario relacionadas con el catéter. El sondaje vesical está indicado únicamente cuando exista retención aguda de orina o un control estricto de la diuresis (p.e., insuficiencia cardíaca), y se debe mantener el menor tiempo posible9 | Clase III, nivel C |
Todos los pacientes deben ser examinados para detectar incontinencia urinaria y retención (con o sin desbordamiento), incontinencia fecal y estreñimiento15 | Clase I, nivel C | |
Seguridad | Evitar lesiones o caídas proporcionando un entorno seguro, con barandas y medidas de sujeción, si son necesarias23 | Clase IIb, nivel C |
Movilización precoz | La evaluación inicial de la rehabilitación precoz debe realizarse lo antes posible tras el ingreso (∼48h)15 | Clase I, nivel C |
A partir de las 24h, se deberá evaluar con el equipo multidisciplinar si el paciente presenta estabilidad clínica y hemodinámica, para iniciar la sedestación, según toleranciaTener precaución en pacientes con oclusión o estenosis arterial grave22 | Clase IIa, nivel C | |
Iniciar la movilización de forma ultraprecoz, antes de las 24h, y con un tiempo de duración prolongado, ha demostrado ser perjudicial9,26 | Clase III, nivel B | |
Evaluación neurológica | Las escalas neurológicas permiten detectar empeoramientos o mejorías del déficit neurológico del paciente y se deben aplicar de forma sistemática al ingreso, previo al tratamiento de reperfusión y en los intervalos establecidos9 | Clase I, nivel B |
Las escalas específicas para el ictus son: la National Institute of Health Stroke Scale (NIHSS) y la Escala Canadiense (EC). En pacientes en estupor o coma, se utiliza habitualmente la Escala de Coma de Glasgow15,16 | Clase IIb, nivel C | |
Se sugiere realizar la EC cada 4h las primeras 48h, cada 8h hasta las 72h y cada 24h hasta el alta por la enfermera de la UI16 | ||
Si se detecta empeoramiento (descenso de 1 punto EC o incremento 4 puntos NIHSS), se debe valorar la realización de un TC craneal urgente15,16 | Clase IIb, nivel C | |
Profilaxis trombosis venosa profunda | Se aconseja iniciar profilaxis con heparina de bajo peso molecular dentro de las primeras 24-48h del inicio de los síntomas en pacientes inmovilizados, salvo que exista contraindicación. Retrasar a las 24h en aquellos pacientes que hayan recibido tratamientos de reperfusión9 | Clase IIa, nivel A |
En pacientes en los que esté contraindicada la medicación antitrombótica, se deben emplear sistemas de compresión neumática intermitente27 | Clase I, nivel B | |
Alteraciones del ánimo | Se recomienda la detección y el tratamiento de la depresión post-ictus mediante el uso de escalas validadas y adaptadas9,15 | Clase I, nivel B |
Higiene y cuidado de la piel | Los protocolos intensivos de higiene oral podrían reducir el riesgo de neumonía por aspiración9 | Clase IIb, nivel B |
Se recomienda minimizar o eliminar la fricción de la piel. Se deben proporcionar superficies de soporte adecuadas, como colchones antiescaras, y uso de cojines para asientos o sillas de ruedas hasta que el paciente recupere la movilidad5 | Clase I, nivel C | |
Se aconsejan movilizaciones regulares, buena higiene de la piel, hidratación adecuada y evitar la humedad excesiva15 | Clase I, nivel C | |
Nutrición | Se debe desarrollar un plan de cuidados individualizados para abordar la disfagia, las necesidades nutricionales y los planes de nutrición especializados28 | Clase I, nivel B |
Se aconseja el sondaje nasogástrico en casos de disfagia severa y nutrición enteral, lo antes posible tras el ingreso/primeras 72h15 | Clase I, nivel C | |
Los suplementos nutricionales son razonables para los pacientes que están desnutridos o en riesgo de desnutrición9 | Clase IIa, nivel B | |
Balance hídrico | Se recomienda un control de entradas y salidas para mantener un correcto equilibrio hidroelectrolítico; especialmente las primeras 24h en que el paciente está en dieta absoluta, con sueroterapia y en pacientes con cardiopatías o insuficiencia renal22,27 | Clase I, nivel C |
En pacientes que hayan recibido un procedimiento endovascular, se requiere un control del punto de punción arterial y pulsos distales, puesto que se pueden desarrollar complicaciones locales asociadas como sangrado, hematoma, aumento del riesgo de infección, o complicaciones más graves como isquemia crítica de la extremidad, hematoma interno, disección, formación de pseudoaneurismas y hemorragia retroperitoneal29.
Alta hospitalariaEl alta hospitalaria se considerará en el paciente con fase aguda superada, que ya no precise tratamiento y seguimiento hospitalario. Se le prescribirá un tratamiento de prevención secundaria adecuado, tras un estudio etiológico completo y que incluya la rehabilitación, si la precisa. Se deben proporcionar consejos para la autonomía del paciente e involucrar a los familiares y/o al cuidador principal. Asimismo, se proporcionará información sobre el ictus, la recuperación y los servicios posteriores, incluido el acceso a organizaciones de apoyo para pacientes con ictus14. El desarrollo de programas de educación sanitaria durante la hospitalización ha demostrado ser eficaz para aumentar los conocimientos del paciente y la familia sobre la enfermedad. Las sesiones grupales favorecen la comunicación entre el profesional y el paciente y la familia, y contribuyen a aumentar el grado de satisfacción con la atención recibida30.
Mantener la coordinación asistencial en este punto del proceso es crucial. El informe de alta hospitalaria debe contener todos los aspectos relevantes para comprender la extensión, gravedad, limitaciones funcionales y pronóstico de la enfermedad, además de señalar el tratamiento farmacológico, la necesidad de cuidados de enfermería específicos (portador de sonda vesical, manejo de úlceras por presión, movilizaciones, necesidades nutricionales) y el plan de rehabilitación, si procede. Es importante que se recomiende un contacto inmediato con atención primaria para realizar una primera evaluación clínica. En esta, se pueden revisar y conciliar los tratamientos del paciente (no únicamente los relacionados con el ictus), reevaluar los objetivos de prevención secundaria, asegurar la comprensión de las medidas terapéuticas, comprobar los posibles efectos adversos de la medicación y la correcta adherencia. Asimismo, se podrá establecer un plan de cuidados y de rehabilitación (domiciliaria o ambulatoria) individualizado, principalmente en función de las secuelas neurológicas y complicaciones tras el ictus31. La neurorrehabilitación representa la única oportunidad de mejora para los pacientes que presentan una discapacidad residual tras el ictus.
El papel de la enfermera de práctica avanzada, internacionalmente en auge, es muy prometedor para el desarrollo de nuevos modelos de atención de enfermería tanto en la fase aguda como en el seguimiento especializado de estos pacientes.
ConclusionesEstas pautas proporcionan recomendaciones generales basadas en la evidencia que actualmente está disponible para guiar a los profesionales que atienden a pacientes con ictus agudo. En algunos casos, sin embargo, los datos son limitados, demostrando así la necesidad de continuar investigando sobre el manejo del ictus agudo.
Si bien las enfermeras desempeñan un papel crucial en el cuidado del ictus, la evidencia es insuficiente en las recomendaciones sobre estos cuidados. Futuras investigaciones con mayor rigor científico deben ser dirigidas por estos profesionales, en colaboración con el equipo multidisciplinar, para determinar qué cuidados se asocian con mejores resultados de salud.
FinanciaciónLa presente investigación no ha recibido ayudas específicas provenientes de agencias del sector público, sector comercial o entidades sin ánimo de lucro.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.