En la página 22 de su libro Las neuronas espejo1, Marco Iacoboni, su autor, cita un viejo sarcasmo que dice que «el progreso, en la ciencia, avanza de a un funeral por vez». Si intentáramos trasladar este pensamiento al desarrollo del mundo y su gente, agrupada en continentes, regiones, subregiones, países, estados nacionales, provinciales, municipales, ciudades, distritos, barrios, instituciones —gubernamentales o no— podríamos decir que cada uno de estos espacios avanza —o retrocede— enfrentando circunstancias que representan crisis de crecimiento. Y coincidir —entonces— con pensadores que sostienen que estas últimas comportan una oportunidad: dependiendo del modo como se las enfrente, se puede salir de ellas mejor o peor2,3.
Existen suficientes razones para coincidir en el siguiente punto: actualmente, y por razones diferentes (importancia del contexto histórico, influencia de la condición cambiante de la realidad, posturas ideológicas, o éticas, lecturas de la realidad, intereses u objetivos, capacidad de resistencia a los cambios o a las presiones, etc.), la mayor parte de los espacios que acabamos de mencionar se encuentran atravesando una crisis de crecimiento.
Bajo estas coyunturas, resulta auspicioso cuando cada uno, desde el humilde lugar que le toca ocupar, trabaja para promover los mejores esfuerzos que ayuden a salir beneficiados —y no dañados— de ellas.
A buen entendedor, pocas palabras.