A propósito del artículo «Embarazo y epilepsia en Argentina», publicado en la Revista Neurología Argentina en 2011, en el cual se presenta el primer estudio prospectivo realizado en Argentina y América Latina que investiga una población de mujeres embarazadas con diagnóstico de epilepsia, nos pareció de interés elevar a su consideración un estudio llevado a cabo en el Centro de Epilepsia del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria en el período 2004-2011, orientado a conocer en qué factores se basa la elección de la vía de terminación del embarazo en pacientes epilépticas1.
Se decidió una cesárea como vía de terminación de embarazo en 12 de un total de 27 pacientes epilépticas controladas.
También se analizaron las causas por las cuales se decidió la intervención por cesárea si las pacientes habían tenido convulsiones durante el embarazo o en el período periparto, la medicación antiepiléptica que recibían y el estado del recién nacido.
Las 15 pacientes epilépticas controladas que culminaron su embarazo en un parto vaginal dieron a luz niños normales con un Apgar 9/10, salvo un caso con Apgar 6/9 y un caso 7/10, ambos con buena evolución.
Solo un recién nacido por parto vaginal, con Apgar 9/10 y 2,240kg de peso, quedó internado en observación en la Sala de Neonatología por el antecedente de epilepsia materna.
Del total de 12 cesáreas 9 recién nacidos presentaron un Apgar 9/10, 2 un Apgar 6/10 y un recién nacido con malformaciones fetales múltiples. Su madre, con antecedente de consumo de cocaína y alcohol, estaba en tratamiento antiepiléptico con lamotrigina y levetiracetam2,3.
En la mitad de los casos la indicación quirúrgica se recomendó por problemas ginecológicos (falta de progresión del trabajo de parto, presentación podálica y desprendimiento placentario).
En las restantes 6 pacientes la decisión de «cesárea electiva» se justificó por el antecedente de epilepsia activa de las pacientes, a pesar de que en los 4 casos que presentaron una crisis durante el embarazo fue causada por supresión de la medicación.
Dieciocho pacientes recibían monoterapia, 5 politerapia con 2 o más fármacos y 4 pacientes estaban sin medicación antiepiléptica. El fármaco más indicado fue la carbamacepina4,5.
Ya en una publicación del año 2000, Pautas de manejo en pacientes con epilepsia y embarazo, el Grupo de Trabajo de Epilepsia de la Sociedad Neurológica Argentina hacía hincapié en que padecer epilepsia no es una contraindicación para el embarazo.
Una cesárea es apropiada en pacientes que tuvieron crisis frecuentes en las últimas semanas, o si las crisis ocurren durante el trabajo de parto; en términos prácticos, cuando se necesita un tratamiento agresivo agudo con FAE es conveniente realizar una cesárea6.
A pesar de la modernización de las técnicas quirúrgicas y anestésicas, la morbimortalidad materna asociada a cesárea sigue siendo 3 veces superior a la de un parto vaginal.
No se discute la validez de la operación por cesárea cuando está de por medio una indicación absoluta; sin embargo, estas no superan el 20% del total.
En los casos estudiados se decidió una cesárea como vía de terminación del embarazo en 12 del total de 27 pacientes epilépticas controladas (44%).
En la mitad de los casos de pacientes epilépticas sometidas a cesárea, para decidir la vía de terminación del embarazo primó el antecedente de epilepsia en tratamiento, si bien el antecedente de epilepsia activa no es en sí mismo un factor de riesgo para desaconsejar el parto vaginal.
Es indispensable generar conciencia y un trabajo interdisciplinario entre los obstetras y neurólogos para que al ser consultados acerca de la vía sugerida de terminación del embarazo en pacientes epilépticas, si la paciente está bien controlada con la medicación, presenta una buena adherencia al tratamiento antiepiléptico, y no habiendo causas fetales que lo contraindiquen (sufrimiento fetal agudo, presencia de malformaciones) no duden en recomendar el parto vaginal.