En relación con nuestro artículo publicado en junio de 20161, nos parece de suma importancia realizar algunas aclaraciones. En dicha comunicación comentábamos el caso de una paciente a la que asistimos en 2013, y que desarrolló cor pulmonale agudo y coma, finalmente atribuido a un embolismo aéreo venoso retrógrado desde una vía venosa periférica (VVP). El mecanismo de dicho embolismo no quedó aclarado, pero movidos por la singularidad y la importancia del caso decidimos comunicarlo. En el texto publicado figura: «Se trataba de una mujer de 79 años sin antecedentes de interés que, estando ingresada por una celulitis de miembros inferiores sufrió al incorporarse de la cama un cuadro brusco hipotensivo, precedido de la extracción fortuita de la VVP, consistente en taquipnea y ulteriormente bajo nivel de consciencia». En la forma en que está expresado, puede inferirse que se produjo una entrada «espontánea» de aire en el sistema venoso coincidiendo con la pérdida de la VVP. Sin embargo, el análisis pormenorizado del caso y los acontecimientos posteriores contradicen claramente esta idea, y en el momento actual el caso de esta paciente está incluido entre los investigados por embolismo gaseoso pulmonar (en concreto como delito de asesinato, ejecutado en grado de tentativa, al no consumarse el homicidio por causas ajenas a la voluntad del sujeto del delito), presuntamente llevado a cabo de forma intencionada por una auxiliar de enfermería de nuestro hospital, actualmente en prisión2.
Tras revisar el caso, es muy improbable que la entrada «espontánea» de aire a través de una VVP ocasionara una embolia gaseosa de tal magnitud en la paciente descrita, por los siguientes motivos, entre otros posibles: a) para que entre aire por una VVP, esta tiene que estar abierta. Las vías o catéteres periféricos por definición deben mantenerse en circuito cerrado (para evitar su contaminación/infección)3–5; b) si una VVP está abierta, o se ha salido del acceso venoso, lo primero que ocurre es que la sangre se derrama y en una cantidad apreciable que habitualmente llama la atención del enfermo, de los familiares y/o del personal sanitario. La paciente no tenía sangre en torno a la vía cuando fue atendida; c) el fenómeno de Valsalva es muy inusual que induzca una entrada tan importante de aire a través de una VVP. Como se especifica en el texto de nuestro artículo, para que se produzca embolismo gaseoso son necesarios flujos aéreos importantes (≥0,2 l/min)6, y d) la hipotética entrada espontánea de aire a través de una VVP no suele generar enfisema subcutáneo. La paciente descrita presentaba un enfisema subcutáneo importante hasta la raíz del miembro superior izquierdo en el que se encontraba canalizada la VVP, cuya causa más probable fue la inyección de aire o gas a alta presión que se extravasó del lecho venoso y penetró en el tejido celular subcutáneo7–9 (probablemente esto fue lo que le salvó la vida a la paciente).
Todo apunta, por tanto, a que la entrada de aire o gas en el sistema venoso de la paciente fue forzada y no espontánea, y que esta entrada forzada de aire provocó la pérdida de la VVP y no al revés.
Como conclusión, la entrada de aire o gas de forma espontánea en el sistema venoso a través de una VVP o por la pérdida de la misma, no suele originar un embolismo gaseoso sistémico grave. Si este se produce, se debe plantear la posibilidad de que la entrada de aire haya sido forzada.