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Vol. 1. Núm. 2.
Páginas 148-149 (abril - junio 2021)
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IN MEMORIAM
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María Teresa García Gómez (1940-2021)
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A. Mínguez Castellanosa,
Autor para correspondencia
adolfo.minguez@sen.es

Autor para correspondencia.
, P.J. Serrano Castrob
a Servicio de Neurología, Hospital Universitario Virgen de las Nieves, Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA), Granada, España
b Servicio de Neurología, Hospital Universitario Regional, Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Málaga, España
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El pasado 14 de marzo de 2021 falleció en Granada la doctora Teresa García Gómez. Esa mañana la noticia nos sobrecogió a todos los que tuvimos la suerte de ser sus discípulos, compañeros y amigos, uniéndonos a sus familiares en tan dolorosa pérdida. Innumerables momentos, situaciones, vivencias comenzaron a agolparse en nuestra memoria, haciéndonos sentir ese vacío, tan difícil de aceptar, cuando se trata de alguien especial en nuestras vidas.

Teresa fue fundadora y primera jefa del Servicio de Neurología del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Sevillana de origen, llegó a Granada en el año 1977 como primera neuróloga del hospital, después de una sólida formación neurológica (primera promoción MIR) en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, bajo el liderazgo del dr. Román Alberca Serrano. Su formación y bagaje clínico eran ya destacados antes de comenzar la residencia; había trabajado durante varios años en el Reino Unido, donde conoció el desarrollo de la neurocirugía y la neurología de entonces, y donde creció su vocación neurológica.

Sus primeros años en Granada no fueron fáciles, como pionera en una disciplina por aquel entonces dependiente de medicina interna, y no siempre bien reconocida. En un mundo de responsables sanitarios ampliamente masculino, supo ocupar su sitio, y ganarse el respeto y la consideración de directivos y compañeros. Pronto consiguió la independencia plena de la unidad, la dotación de una segunda plaza (que ocupó en 1978 el dr. Ángel Ortega Moreno) y la aprobación de la Comisión Nacional de Neurología para iniciar la formación MIR, con la incorporación en 1978-1979 de los primeros médicos residentes, los dres. Antonio Espigares Molero y Eliana Pastor Milán. Este fue el germen de un servicio que, gracias a su decidido empeño y capacidad de liderazgo, fue creciendo y desarrollándose hasta constituir un referente autonómico y nacional en diferentes disciplinas.

En este desarrollo, Teresa fue una firme defensora de la asistencia neurológica continuada de presencia física, actividad que logró incorporar en Granada en los primeros años de los 80, y que, no sin dificultades en algunos momentos, ha estado asegurada de forma ininterrumpida desde entonces. En cuanto la plantilla lo hizo posible, impulsó la subespecialización en las diferentes áreas de conocimiento de la neurología, con la incorporación progresiva de las correspondientes consultas monográficas y técnicas diagnósticas. De esa forma, el servicio pudo implantar precozmente los principales avances que se iban produciendo en la especialidad, lo que también posibilitó el inicio de diferentes líneas de investigación clínica. Teresa siempre pensó que la neurología debía estar junto al resto de especialidades del área de las neurociencias y, de esta forma, promovió la creación de unidades multidisciplinares, dos de las cuales lograron acreditarse años después como unidades de referencia del Sistema Nacional de Salud (Unidades CSUR de epilepsia refractaria y de tratamiento quirúrgico de los trastornos del movimiento). Prueba de este convencimiento fue la constitución en 1997, junto al jefe del Servicio de Neurocirugía, el dr. Ventura Arjona Morón, del entonces denominado Instituto de Ciencias Neurológicas del Hospital Virgen de las Nieves, una de las primeras experiencias en abordar una gestión integrada de las neurociencias, que más tarde dirigiría su sucesor en la jefatura de servicio, el dr. Ángel Ortega Moreno.

Pero sin duda debemos destacar su liderazgo para constituir una auténtica escuela de neurólogos desde su llegada a Granada. Su forma de entender y ejercer la neurología tenía la virtud de no dejar indiferente a nadie. Fueron ingredientes de esta singularidad su extraordinaria habilidad clínica y su inconfundible personalidad, que impregnaba todo su quehacer profesional. Teresa fue una apasionada de la neurología, y logró inculcar a los que nos formamos a su lado ese mismo sentimiento. Además de otros muchos profesionales, más de una veintena de neurólogos fuimos sus discípulos más directos (ya son medio centenar los residentes formados en el servicio), y cada uno, desde nuestro puesto, hemos procurado transmitir los valores y práctica de la neurología que de ella aprendimos.

Para Teresa, el equipo humano era la auténtica «clave de bóveda» que sostenía el progreso del servicio, siempre atenta al desarrollo individual de cada profesional y a la incorporación de todas aquellas innovaciones que cada uno pudiera aportar. Este «sentido de equipo» quedó patente en sus propias palabras, pronunciadas en el acto de su jubilación (2006): «…pues cada uno de nosotros no solo es reflejo de sus propios conocimientos y experiencias, sino también de la influencia, el trabajo y los procesos de reflexión de otros. Y de esta forma nos fuimos encontrando uno a uno, paso a paso. Y en unos casos por vocación, en otros por azar o por necesidad, nos unimos trabajando, aprendimos y enseñamos codo a codo, y todos nos empeñamos en esta tarea de continuar el desarrollo de la Neurología». Sin duda, tenía una enorme capacidad para querer a sus compañeros, de quienes fue a su vez muy querida, y sobre todo a sus pacientes, que la adoraban. A pesar de los reveses de la vida, a los que no fue ajena, trató siempre de trasmitir a los demás una actitud positiva y cercana que la hacían tan especial.

Inquieta y curiosa como persona, como profesional fueron también múltiples los campos que despertaron su interés, siempre dispuesta a colaborar con compañeros de otras disciplinas y a poner en valor nuestra especialidad. Su dedicación profesional y su compromiso con la sanidad pública fueron extraordinarios. Contribuyó a la fundación de la Sociedad Andaluza de Neurología, de la que fue su tercera presidenta entre los años 1980-1983. En reconocimiento a su trayectoria, fue nombrada en 2007 miembro de honor de la Sociedad Española de Neurología, convirtiéndose en la primera mujer en recibir esta distinción.

Concluimos con dos frases que, a modo de resumen profesional, dedicó a sus compañeros el día de su jubilación: «Deciros que este oficio que ejercí me dio todo lo que pedí, o que sin pedir nada, me lo dio todo». «Quizá todo pudo ser o hacerse mejor, pero el resultado final ha sido bueno». Teresa: fue mucho más que bueno, la huella que dejas en Granada y en la neurología española será por siempre imborrable.

Descansa en paz.

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