En África, recientemente se han conducido tres estudios que han incluido a más de 10.000 varones que demuestran un destacado efecto protector de la circuncisión frente a la adquisición de la infección por VIH1-3. En cada uno de los tres ensayos el efecto protector fue del 60%. Además, los varones circuncidados no tuvieron mayores probabilidades que los no sometidos a la intervención de manifestar una conducta sexual de riesgo2-4. En los comentarios5,6 aparecidos en el mismo número de la revista que publicó los dos últimos ensayos sus autores sostienen firmemente que la circuncisión es un medio para prevenir la infección por VIH. En las revisiones de los estudios publicados7,8 se ha llegado a la conclusión de que se dispone de un número sustancial de pruebas de que este procedimiento reduce significativamente la tasa de infección por VIH, y, en una, se concluye que “la circuncisión en varones es la estrategia preventiva, basada en la evidencia, más convincente que emerge desde los resultados de los ensayos clínicos publicados sobre transmisión maternofilial”9. En 2005, en Estados Unidos se produjeron 1.434 casos nuevos de infección por VIH en niños y adultos jóvenes de 19 años de edad o menores10, y 453 casos nuevos de sífilis en el mismo grupo de edad11, mientras que, en 2003-2004, entre las mujeres encuestadas de 14-19 años de edad, la prevalencia de infección por virus del papiloma humano (VPH) fue del 24,5%12. A pesar de que en Estados Unidos la infección por VIH es mucho menos frecuente comparado con los países en desarrollo, sigue representando un problema sustancial.
La circuncisión también protege frente a otras enfermedades de transmisión sexual (ETS). En la primera revisión sistemática y un metaanálisis de la asociación de la circuncisión masculina con las ETS ulcerativas13 (sífilis, chancroide y herpes genital), sus autores concluyeron que los varones circuncidados corren menos riesgo de adquirir chancroide y sífilis que los no circuncidados. También se dispone de pruebas convincentes de que la circuncisión masculina protege frente a la infección por VPH y, en consecuencia, frente al cáncer cervical14-19 y de pene20.
La American Academy of Pediatrics (AAP) publicó su informe más reciente sobre circuncisión del recién nacido en 199921 y reafirmó su conclusión en el 200022 y 200523. En el informe más reciente concluye que, aunque “confiere beneficios médicos potenciales, estos datos no son suficientes para recomendar sistemáticamente este procedimiento en recién nacidos”22. Como se describe en los dos comentarios críticos con el informe de la AAP24,25, sus autores no han apreciado lo suficiente las pruebas de los efectos beneficiosos de este procedimiento. Los beneficios incluyen la práctica eliminación del cáncer de pene, al igual que una disminución destacada de balanopositis, fimosis, parafimosis y dermatosis peneana25. También se señalaba que la AAP citaba seis beneficios basados en la evidencia y sólo un riesgo menor25 (una tasa de complicación quirúrgica del 0,2-0,6%).
Está claro que la circuncisión reduce la incidencia de infecciones del tracto urinario (ITU) en lactantes21,25,26, el único problema es la magnitud del efecto beneficioso. Algunos investigadores sugieren que este beneficio sólo se aplica a niños de alto riesgo de infección27, mientras que otros indican que el coste/beneficio de prevenir la cicatrización renal, que afectaría al 18% de niños con ITU, haría rentable el procedimiento28.
En 2004, nuestros colegas especialistas en obstetricia y ginecología afirmaron que “se está alcanzando un consenso acerca de que la circuncisión confiere protección frente a las ITU, cáncer de pene, cervical, enfermedad ulcerosa genital, e infección por VIH”26. Al igual que otros21, los autores de este artículo describen los diversos medios por los que, en el recién nacido, durante el procedimiento, puede obtenerse el control del dolor y, como otros investigadores25, también concluyen que después del procedimiento no se observa una mayor disfunción sexual. Además, sugieren26 que, incluso después de proporcionar a los padres la información más actualizada sobre los beneficios y los riesgos de la circuncisión, con frecuencia, su decisión se basa en factores sociales, culturales, religiosos y raciales, al igual que la situación del procedimiento en el padre. También emitieron la opinión de que “algunos de los estudios publicados sobre el tema se resienten de que los autores anteponen la exaltación del debate a la ciencia”26. Sospecho que, más que datos basados en la evidencia, algunos investigadores de la comunidad médica que se oponen a la circuncisión neonatal utilizan factores similares en los que basan sus opiniones. Los padres siempre tienen el derecho a escoger si desean que su hijo se someta al procedimiento. No obstante, es necesario presentarles datos precisos, no sesgados, basados en la evidencia. Un informe revisado de la AAP que refleje los hallazgos recientes descritos previamente proporcionaría a médicos y padres un instrumento apropiado que les permitiría tomar una decisión informada.
Es alarmante observar que en Estados Unidos la prevalencia de la circuncisión ha disminuido desde el 91% en la década de los setenta hasta el 83% en la de los ochenta. Desde 1999 a 2000, fue del 79%7. En esta época, sin una vacuna anti-VIH y en la que muchos individuos, en particular adolescentes, practican una conducta sexual de riesgo y un número sustancial no utiliza preservativo debido a sus creencias religiosas, falta de educación apropiada, imposibilidad de costearlo o dificultades para adquirirlo, la circuncisión ofrece el mejor método de protección frente a determinadas ETS, en particular la infección por VIH.
Considero firmemente que en la actualidad disponemos de información nueva suficiente para propiciar un informe revisado de la AAP sobre la circuncisión neo-natal, que tenga en cuenta los efectos beneficiosos tan significativos y los escasos riesgos menores asociados.