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Vol. 10. Núm. 1.
Páginas 121-144 (enero - junio 2015)
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ACTITUDES LINGÜÍSTICAS HACIA LA MAYA Y LA ELECCIÓN DEL APRENDIZAJE DE UN IDIOMA EN UN SECTOR DE POBLACIÓN JOVEN DE LA CIUDAD DE MÉRIDA
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Eyder Gabriel Sima Lozanoa,
Autor para correspondencia
eyderg@gmail.com

Autor para correspondencia.
, Moisés Damián Perales Escuderob
a Universidad Autónoma de Baja California
b Universidad de Quintana Roo
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Resumen

La población juvenil monolingüe de español de la ciudad de Mérida afirma que actualmente la lengua maya tiene mucho valor y prestigio. A pesar de ello, cuando eligen aprender un segundo idioma, la preferencia se inclina hacia el inglés u otra lengua. Este estudio explora cuáles son las actitudes que inciden en las decisiones de los hablantes para valorar una lengua y estudiar otra.

Palabras clave:
jóvenes
monolingües de español
actitudes
maya
inglés
Mérida.
Abstract

Monolingual Spanish-Speaking youth in Merida currently state that the Mayan language is valuable and prestigious. Nevertheless, when they choose to learn a second language, preference leans towards English or another language. Motivated by this discrepancy, this study explores attitudes that influence the decisions of speakers to value one language and study another.

Keywords:
young
monolingual Spanish-Speaking
attitudes
Maya
English
Merida.
Texto completo
Introducción

La preferencia del aprendizaje de lenguas extranjeras por encima de las vernáculas es un tema de análisis a la luz de las actitudes lingüísticas, políticas del lenguaje y el mantenimiento o desplazamiento de lenguas (Sánchez 2009; Sima 2010, 2011, 2012; Sima et al. 2014; Terborg, 2006; Trujillo y Terborg 2009; Terborg y Velázquez 2005).

Desde la sociolingüística, vale la pena estudiar el porqué de la preferencia de ciertos idiomas preponderantes como el inglés, que es elegido por un sector de población, mientras que las lenguas indígenas entran en desequilibrio al perder hablantes potenciales ya que, como dice Terborg (2006), la ecología de presiones se inclina ventajosamente hacia un idioma. Así, el objetivo que planteamos en este estudio es analizar las actitudes de un sector de población juvenil —monolingüe de español de la ciudad de Mérida— hacia la lengua maya1 y las presiones que los inducen a preferir el aprendizaje de lenguas extranjeras como el inglés.

La capital del estado de Yucatán se ha constituido en un motor de formación de la identidad yucateca, sustentada en lo maya, en donde, en términos lingüísticos, la relación entre los hablantes de maya y de español es de bilingüismo (Sima et al. 2014). En términos sociales e históricos, la gente asume con orgullo ser portadora y descendiente de la cultura maya. Esto no implica, sin embargo, que las cuestiones raciales y contradictorias hacia los mayas actuales no se manifiesten; por el contrario, es notoria la discriminación actual hacia el mayahablante (Iturriaga 2011), aunque el discurso oficial asuma con mucha pompa el orgullo del pasado maya.

Los estudios previos que han tratado actitudes hacia el maya yucateco se han hecho en el estado de Yucatán lo mismo en contextos rurales (Jiménez 1982; Pfeiler, 1993; Álvarez 2008) que en contextos urbanos (Durán y Sauma 2003; Sima 2010, 2011, 2012; Sima et al. 2014), y también los hay para otras regiones de la península de Yucatán como Quintana Roo (Sánchez 2009). Hernández y Sima (en dictamen) desarrollaron un trabajo de las actitudes entre el español con la lengua maya y el inglés en tres contextos urbanos de la región. Éste probablemente sea el trabajo más cercano al nuestro, pues no se han reportado más estudios de actitudes entre el maya y el inglés que expliquen por qué se asignan a ambos idiomas distintos estatus y se les emplea en actividades diferenciadas.

El reporte de nuestros hallazgos contribuye a la descripción de cómo la elección del inglés por parte de un sector de población afecta2 indirectamente al desplazamiento de la lengua maya, pero también rescatamos —como veremos en el análisis— cuestiones valorativas hacia el maya en su relación con aquel idioma, lo cual permite un equilibro de valores hacia las dos lenguas cuando ambas se vinculan.

A partir de lo anterior, nuestra investigación se guía por dos preguntas fundamentales: ¿cuáles son las actitudes de algunos jóvenes hablantes monolingües de español hacia la maya? ¿Cuáles son las presiones que inducen a estos monolingües jóvenes de español de la ciudad de Mérida al aprendizaje del inglés como segunda lengua?

Elegimos la ciudad de Mérida como contexto de análisis, debido a que constituye un espacio que ha concentrado desde un 13% hasta un 8% de población bilingüe de maya y español, según los últimos reportes del inegi (2005, 2011). En términos simbólicos, la ciudad de Mérida construye imaginarios y elementos de fascinación hacia lo maya, desde la primera década del presente siglo, pero sobre todo a partir del nombramiento de Chichén Itzá como maravilla del mundo y el publicitado “fin del mundo según el calendario maya”, durante 2012, por lo que esta cultura y su lengua se pusieron de moda a nivel regional, nacional e internacional, según lo expresa Villanueva (2008).

Empero, es notorio que la elección del idioma inglés por parte de un sector de la población de la capital yucateca sea una realidad, probablemente debido a las oportunidades laborales y económicas y al prestigio social que conlleva, si bien estos señalamientos no son novedosos, pues es sabido que el inglés no solo es obligatorio en contextos educativos, sino también en el ámbito profesional.

En este estudio reportamos como categorías de análisis las actitudes hacia la lengua maya por parte de un sector juvenil de población de la ciudad de Mérida, la preferencia por el aprendizaje del idioma inglés y la relación entre la lengua maya y el inglés, como un detonador para el impulso de propuestas de políticas del lenguaje a favor de la lengua maya. Si bien es cierto que este estudio no se centra en el alcance de las actitudes hacia el español, es indudable que al ser la lengua dominante de la región, lo que suceda con la maya y el inglés incide también en la ecología del español en la península, por lo que es importante reflexionar en otro trabajo cómo un elemento del entorno afecta al resto de sus componentes.

Marco teórico

El estudio de actitudes abarca diversas perspectivas teóricas y metodológicas. Para comenzar, las definiciones de actitud lingüística varían dependiendo del enfoque del estudio, sea el análisis de una o dos lenguas o variantes de un idioma, incluso llama la atención que autores como Lastra (1992) aseguren que las actitudes no se definen, sino que se estudian directamente, lo cual implica que se trata de una definición muy variable, pues la situación por la que atraviesa la lengua en ese momento influye en gran manera. Desde esta perspectiva, vale la pena discutir algunas definiciones del concepto que han proporcionado ciertos autores.

Castillo (2007) señala que las actitudes son un aspecto psicosocial de variedades lingüísticas y el uso que se hace de ellas en la sociedad, el hablante manifiesta conductas subjetivas hacia el idioma. Si bien en general estamos de acuerdo con el autor, llama la atención el concepto de variacionismo, pues esto puede implicar una orientación exclusiva hacia las variedades, por lo que nosotros preferiríamos explicar que las actitudes se generan hacia una lengua y otra o las variantes de éstas.

Suárez (2000) por su parte, explica que una actitud es un constructo que media entre un estímulo y una respuesta, donde el estímulo se conforma a partir de las lenguas, los hablantes, o cualquier situación lingüística como una promoción, trasmisión del idioma en el hogar y en la escuela. Si bien el autor sintetiza en gran manera la base psicosocial fundamental que construye a las actitudes, estímulo y respuesta, creemos que hace falta explorar otros aspectos sociales como la identidad del hablante, que es determinante para la generación de actitudes.

En tanto, Moreno (1998) refiere que las actitudes son manifestaciones sociales de los individuos hacia la lengua, variantes, estilos, dialectos y el uso que hacen de estos elementos en la sociedad. Pero creemos que hace falta estudiar las partes no sociales de los hablantes, es decir, lo que no se dice, lo que no se expresa o lo que se cree sobre la lengua sin ser visible.

Otra definición es la que ofrecen Bouchard et al. (2000), quienes señalan que la actitud lingüística es, en un sentido amplio y flexible, cualquier indicio afectivo, cognitivo o de comportamiento evaluador hacia variedades de lenguas o sus hablantes. Si bien la definición ofrece lo que está ausente en Moreno (1998), hace falta explorar el término “uso de la lengua” como lo hace Castillo (2007).

Una última definición en discusión en torno a la actitud es la que ofrece Sima (2012, 34), quien la define como “un conjunto de valores que un sector de población le concede a una lengua o sus variantes, motivado por la situación temporal en la que se encuentra el idioma, ya que las actitudes cambian conforme a las diversas circunstancias por las que atraviesan las lenguas”. Si bien el autor rescata un elemento clave —la temporalidad de las actitudes, como una situación no fija (noción que se encuentra ya presente en Silva-Corvalán, 1984; Mackey, 2010)—, hace falta incorporar otros elementos, como los usos de la lengua, y explicar cómo surgen y qué son los valores que se mencionan.

Nosotros creemos que una actitud lingüística es una respuesta basada en un estímulo de un grupo de población hacia una lengua y sus hablantes, que está dada en cierta temporalidad. Ahora bien, las actitudes lingüísticas contienen diversas orientaciones de análisis como el uso, los valores, el contexto, el idioma y los hablantes, las relaciones entre una lengua y otra, además de situaciones complejas entre las que circulan la identidad social, cultural, étnica, entre otros aspectos que condicionan que las actitudes cambien conforme a diversos eventos.

Es así que en este trabajo, nuestro análisis se limita a la revisión de las actitudes hacia la lengua (caso del maya y del inglés) a través de estudios de caso de algunos jóvenes emeritenses. Otros aspectos de la definición de la actitud hacia los hablantes, la identidad, contexto, usos, entre otros, se podrían explorar en artículos posteriores, considerando que dichos elementos forman parte de un campo amplio y complejo.

El concepto de actitud lingüística está constituido por tres elementos: el componente cognitivo, el afectivo y el conductual. El primero se refiere al conocimiento de los hablantes sobre la lengua; el segundo, a las cuestiones afectivas o emotivas sobre el idioma, y el último, a la forma en que se conducen los hablantes en lo que se refiere a la lengua, lo que hacen y deciden a este respecto (ver, Baker 1992).

Vale la pena explicar la metodología para el estudio de las actitudes, que típicamente se divide en tres (Bouchard et al. 2000): en principio está el análisis de contenido del tratamiento social, y aborda el tratamiento público que recibe una lengua, por ejemplo, las políticas del lenguaje. La segunda postura, conductista, sostiene que las actitudes se observan en el medio, y para ello se emplean técnicas como la entrevista y el cuestionario. La tercera, la mentalista, asegura que las actitudes están en la mente de los informantes, y para identificarlas se usa la técnica del matched-guise, preferentemente, para encontrar las actitudes. Debemos señalar que, para el caso que nos ocupa, seleccionamos la postura conductista, por lo que en términos metodológicos recurrimos a la entrevista semidirigida, lo cual detallamos en la siguiente sección.

Para explicar las decisiones de los hablantes hacia un idioma y otro usamos algunos conceptos como el estado del mundo, facilidad compartida y presiones, desde el modelo de la ecología de presiones de Terborg (2006), esto con el fin de analizar cómo éstas determinan la elección de una segunda lengua.

El estado del mundo es el contexto, el espacio y el tiempo en el que se ubican los acontecimientos que ocurren en torno a la lengua y sus hablantes. Representa tanto el pasado como el presente de un idioma. En este elemento ocurren las acciones que son motivadas por las actitudes. Cuando sucede una acción, el estado del mundo se modifica. En el mismo estado del mundo existe una facilidad compartida, es decir, un conocimiento sobre la lengua que los hablantes de una comunidad dicen sobre ella.

Posteriormente, la facilidad compartida genera presión sobre la lengua, como lo dice Terborg (2006, 6) al señalar: “surge cuando hay diferentes lenguas en contacto y sus hablantes experimentan diferentes presiones que surgen a raíz de él”. En ese sentido, para entender la presión como tal debemos remitirnos a las acciones e intereses que mueven a los hablantes a decidir sobre el uso o no de una lengua y los valores que sobre ella proyectan, motivado en actitudes, de tal forma que el individuo se siente presionado bajo un interés a actuar de determinado modo. Como plantea Terborg (2006), el entendimiento de una presión de un individuo o un grupo que siente para actuar de una forma es el sentimiento de ser inducido hacia un acto o evitarlo. Así, todas las acciones humanas son el producto de una presión.

La metodología del trabajo

En este estudio de caso participaron personas que habitan en diversas colonias de la ciudad de Mérida. La muestra que se obtuvo durante el 2011 fue trabajada a partir de una entrevista semidirigida que se aplicó en hogares y lugares públicos como parques y plazas, en distintos rumbos de la urbe yucateca. Las variables sociales en los informantes fueron: edad (entre 15 y 30 años), monolingües de español o bilingües de español e inglés (con respecto al nivel de inglés, con cualquier nivel o competencia), pero no mayahablantes,35 clase social indistinta, género femenino y masculino, con niveles de estudios en curso, secundaria, bachillerato y universidad. En total participaron 16 informantes, ocho femeninos y ocho masculinos.

El rango etario entre 15 a 30 años fue elegido a propósito, ya que se previó que en esta etapa los jóvenes son propensos a experimentar presiones para su formación académica y desarrollo de habilidades, entre ellas el aprendizaje de una segunda lengua, por lo que se manejó como hipótesis que las personas que forman parte de este rango de edad, habitantes de la ciudad de Mérida que tienen el español como primera lengua, seguramente elegirían el estudio del inglés u otra lengua, pero no la maya. Para corroborar este planteamiento la entrevista explora las causas de esta decisión de los informantes.

El análisis se enmarca en la investigación cualitativa. Los testimonios que exponen los informantes son analizados desde su punto de vista, de forma inductiva; se agrupan categorías a partir de que se observaron similitudes en las respuestas que proporcionan en las entrevistas, por lo que diversos vínculos semánticos unifican estas categorías de análisis (Barragán 2006).

Una entrevista representativa: el caso de un monolingüe de español, cuya familia es mayahablante

Entre el conjunto de hablantes que formaron parte de este estudio destaca el de un joven de 21 años, estudiante de la carrera de administración de empresas turísticas en una institución de la ciudad de Mérida. En su testimonio relata que su padre es hablante pasivo de la lengua maya, la entiende pero no la habla, mientras que sus abuelos hablan el idioma maya, por lo que representa el caso de alguien que como sujeto de tercera generación, descendiente de hablantes del maya, no adquirió el idioma, aunque es bilingüe de español e inglés, hablante de ésta última lengua por elección. Como notaremos en la entrevista, parece concederle al idioma maya ciertos valores de prestigio, pero después entra en algunas contradicciones que se evidencian en sus respuestas sobre la elección entre un idioma y otro, que es justamente el aspecto que queremos puntualizar en este estudio para explicar las actitudes hacia una lengua y otra, el maya y el inglés, y cómo a pesar de los valores y prestigio que dicen los informantes tiene la maya en la actualidad, al momento de decidir el aprendizaje de una segunda lengua, la elección se decanta por un idioma extranjero.4

  • E.—¿En tu familia, padres, abuelos, tíos, algún familiar habla maya?

  • J. — Sí, tengo, bueno, mi papá tiene conocimientos de la lengua maya, según él me ha contado que entre sus padres, o sea mis abuelos, hablaban la lengua maya, y él adquirió algunos este orígenes y conocimientos de esa cultura, o sea, que tiene un cierto grado de conocimientos y entiende la lengua maya.

  • E. —¿Tú qué lenguas hablas?

  • J. —Pues yo… mi lengua de nacimiento es el español, pero aparte hablo el inglés.

  • E. —¿Crees que la maya tiene valor, uso y prestigio actualmente?

  • J. —Pues, sí tiene, yo pienso que sí tiene, este… el valor o prestigio que necesita la sociedad, porque debido a esa cultura hoy somos lo que somos, es básico sobre todo para el turismo que entra aquí a México y sobre todo lo que es parte de Yucatán, la Riviera maya, o sea que, la cultura maya tiene un gran peso en sí para los turistas que llegan a esta ciudad.

  • E. —¿Qué crees que piensa la gente de Mérida sobre los mayahablantes, en tu opinión cómo ve la gente de Mérida a los que hablan maya?

  • J. —Ah, pues me parece algo fantástico, porque hoy en día se ha perdido la costumbre de la lengua maya, sobre todo entre los jóvenes. Hay generaciones que dejaron de hablar esa lengua para hablar lo que es hoy es español o, si no, inglés o cualquier otra lengua, pero en la actualidad hay poca gente que lo habla y entonces eso me parece fantástico porque esa gente aún se tiene la cultura antigua de los mayas y prevalece todavía en ciertas personas que lo hablan, o sea, es maravilloso.

  • E. —¿La gente de Mérida que habla español, crees que acepta bien y les da un buen trato de igualdad a los que son mayahablantes?

  • J. —Sí, exactamente pienso lo mismo, que sí le dan un buen uso, es de unas buenas costumbres que tienen las personas por decir de este siglo, porque la lengua maya es, este, una lengua que se ha perdido, pero hay todavía hay gente que sigue la costumbre y me parece muy bien por parte de las personas.

  • E.— Cuando tú ves un programa en maya si se da en la televisión o si de repente sale una radiodifusora en maya, ¿lo dejas o lo cambias?

  • J. —Pos, en realidad sí lo cambio, porque para empezar como que no lo entiendo y, este… mmh, a veces no me llama mucho la atención, sí, sí, sí he visto algunos programas así en maya, por ejemplo hay un noticiero que pasan en el canal local de acá de Yucatán y es puro hablar en lengua maya, todo es maya y, este… he escuchado hablarlo, pero como que no me llama mucho la atención la lengua, así que no me meto mucho.

  • E. —Si llegase una escuela muy prestigiada de idiomas, ya sea de Mérida o a nivel internacional y te ofreciese un curso gratuito para toda tu vida o te pagase muchos niveles gratis totalmente, pero te dice que solamente hay dos opciones, inglés o maya, ¿cuál eliges y por qué?

  • J. —Pues la verdad, si me ofreciese todo eso, yo creo que elegiría maya porque para empezar, no lo sé, no lo entiendo la lengua esa y aparte el inglés ya lo aprendí, lo práctico diariamente en mi vida cotidiana, lo escucho, lo leo, en cada, cada momento de mi vida, entonces sería una gran oportunidad el aprender y adquirir otro nuevo idioma que aparte es de mis raíces, de mi origen, de mi cultura, sería fantástico no desperdiciar esa oportunidad.

  • E. —¿Y si fuera entre maya o quizás francés y alemán, seguirías eligiendo la maya?

  • J. —No, en ese caso ya sería distinto, porque por lo mismo que la maya casi ya no se usa, pues yo pienso que agarraría francés o cualquier otro idioma que me ofrezcan además de maya, porque esos son idiomas que se usan en la actualidad en la vida cotidiana.

  • E. —¿Y la maya ya no se usa tanto?

  • J. —No, sí se usa, pero como te repito, o sea, ahorita en la actualidad, no, es muy rara la vez que veas ahorita por las calles hablando a las personas en maya, es muy, muy raro, normalmente se queda… ese idioma se ha ido quedado en generaciones pasadas, entre los abuelos, bisabuelos… y son las únicas personas que lo hablan, o si no, en los pueblos donde están muy alejados de la ciudad, aún prevalece y continúa hablando la maya.

Analizando de manera sucinta el contenido de la entrevista, notamos cómo en su discurso Josué presenta de forma destacable el valor del idioma maya, lo que supone la exposición de valores positivos, los cuales se pueden explicar a la luz del componente cognitivo de la teoría de las actitudes: “sí tiene […] debido a esa cultura hoy somos lo que somos” (6). Pero posteriormente agrega una idea de utilitarismo sobre la cultura maya al referir al final del mismo turno que aquella tiene un propósito práctico para el turismo, lo cual puede implicar que el valor de lo maya para el informante está basado en las cuestiones mercantiles turísticas. Esto nos lleva a plantear dos preguntas: ¿el valor de la cultura y lengua maya solo existe cuando el turismo se apropia de ella? ¿O es el turismo el generador de cuestiones valorativas hacia la lengua y cultura maya? Posteriormente, el informante resalta en sus propias palabras que es fantástico que la gente hable maya (8), dada la poca existencia de mayahablantes, desde su perspectiva, y evalúa como maravilloso el que la gente lo hable (8).

Después de que Josué hace otras evaluaciones positivas hacia las cuestiones mayas, llama la atención las contradicciones que aparecen cuando se le interroga sobre su elección entre un curso de inglés y uno de maya, usando una situación imaginaria que trata sobre el ofrecimiento de un curso de idiomas. Salta a la vista que pareciera que su deseo de estudiar la lengua maya es una elección basada en valores positivos hacia el idioma, pero de inmediato notamos que la respuesta ofrecida en el turno 14 es sólo porque conoce el inglés, porque no le queda otra opción en la elección del aprendizaje de una lengua.

Lo anterior se confirma en el turno 16, al responder si el curso ofrecido gratuitamente para toda la vida fuera entre maya y francés, ¿cuál elegiría? El informante afirma que su elección sería hacia el francés, argumentando que esta lengua forma parte de los idiomas que se usan en la actualidad, lo cual parece implicar que desde el punto de vista de Josué, la lengua maya no se emplea en el tiempo presente, o bien, según lo que él sostiene en la entrevista, son personas de otras generaciones—que él llama abuelos, bisabuelos—, que habitan en las comunidades del interior, quienes siguen empleando el idioma maya.

Así, Josué, como sujeto de estudio de un sector de población juvenil, expone valoraciones diferenciadas hacia una lengua y otra, la maya y el inglés. Retomando el aspecto que trata sobre los componentes de las actitudes (cognitivo, afectivo y conductual), cuando se refiere al maya, el informante ubica a esta lengua con nociones que tienen que ver con la identidad, las raíces, los orígenes, la cultura, lo cual forma parte del componente afectivo. Por el lado adverso se evidencia el componente conductual cuando el entrevistado afirma su preferencia del francés sobre la maya. Para ilustrar lo anterior, el siguiente cuadro sintetiza a cuál de los componentes sea cognitivo, afectivo y conductual corresponden algunas de las respuestas del informante.

Desde la definición de actitud lingüística propuesta en el marco teórico, que la explica como una respuesta basada en un estímulo de un grupo de población hacia una lengua y sus hablantes, motivada en la temporalidad, podemos observar que las respuestas oscilan entre el presente y el pasado, pues como vimos en fragmentos de la entrevista, este joven afirma por una parte la existencia del idioma maya cuando habla del canal que trasmite noticias en dicha lengua, pero casi al final de la entrevista dijo que no es una lengua que se use.Cuadro 1

Componente cognitivo  Componente afectivo  Componente conductual 
No, sí se usa, pero como te repito, o sea, ahorita en la actualidad, no, es muy rara la vez que veas ahorita por las calles hablando a las personas en maya, es muy, muy raro, normalmente se queda, ese idioma, se ha ido quedado en generaciones pasadas, entre los abuelos, bisabuelos y son las únicas personas que lo hablan, o si no en los pueblos donde están muy alejados de la ciudad, aún prevalece y continúa hablando la maya.  Pues, sí tiene, yo pienso que sí tiene, este, el valor o prestigio que necesita la sociedad, porque debido a esa cultura hoy somos lo que somos, es básico sobre todo para el turismo que entra aquí a México y sobre todo lo que es parte de Yucatán, la Riviera maya, o sea que, la cultura maya tiene un gran peso en sí para los turistas que llegan a esta ciudad.  Pues la verdad si me ofreciese todo eso, creo que elegiría maya porque para empezar, no lo sé, no lo entiendo la lengua esa y aparte el inglés ya lo aprendí, lo práctico diariamente en mi vida cotidiana, lo escucho, lo leo, en cada, cada momento de mi vida.E. ¿Y si fuera entre maya o quizás francés y alemán, seguirías eligiendo la maya?J. No, en ese caso ya sería distinto, porque por lo mismo que la maya casi ya no se usa, pues yo pienso que agarraría francés o cualquier otro idioma que me ofrezcan además de maya, porque esos son idiomas que se usan en la actualidad en la vida cotidiana. 

Los diversos componentes del estudio de actitudes en la entrevista con Josué.

Así se observa una dicotomía de la noción del tiempo dentro de la visión del informante respecto al idioma maya y de acuerdo a la propuesta de actitud, la motivación de la temporalidad juega un papel protagónico dentro de las actitudes hacia la maya y el inglés para el participante de 21 años, pues sobre la primera lengua asegura que sólo los abuelos y bisabuelos la emplean —como si la maya representara al pasado—, mientras el idioma anglosajón y otras lenguas simbolizan el presente y la utilidad que puede tener un idioma en estos tiempos.

Deseo de aprender la lengua maya

Para responder a la pregunta de investigación, ¿cuáles son las actitudes de algunos jóvenes monolingües de español hacia la maya?, exponemos algunos testimonios, muy representativos, que detallan las actitudes hacia la maya, encontrando que los hablantes expresan un profundo deseo de conocer el idioma maya.

Masculino, 30 años

—Sí, claro, de hecho estoy empezando, anotando. […] mira en el extranjero tiene un prestigio impresionante. Consideran el idioma maya muy sofisticado porque es tonal. A nivel internacional tiene mucho prestigio.

Femenino, 19 años

—¿A ti te hubiera gustado aprender maya?

—La verdad sí, sí me hubiera gustado que en las escuelas se aprendiera tanto el inglés como la maya. Sí porque debemos aprender de los gringos, los gringos compran libros para aprender la maya.

Masculino, 19 años

—Es la lengua de aquí, es la raíz, pero como no hablar maya, es como decir, extranjero en tu propia tierra.

—¿Te hubiera gustado aprender maya?

—Sí, la verdad sí. […] En realidad yo sí los envidio porque hablan dos lenguas, el español y la maya, y yo solamente una.

—¿Crees que actualmente la maya tiene valor?

—Sí, demasiado […] Como que hablarla es saber la historia de nuestra tierra.

De los testimonios expresados rescatamos la importancia que se le concede a la lengua maya en las diversas relaciones que tienen que ver con la identidad regional, la historia, su fonética compleja de tipo tonal, por ejemplo. Al mismo tiempo, es destacable que, en dos de los informantes, la valoración propia de la lengua maya parece ser mediada por la valoración de la misma por parte de extranjeros (“en el extranjero tiene un prestigio impresionante”, “debemos aprender de los gringos”). Es decir, pareciera que para estos informantes, la valoración por grupos considerados prestigiosos dota, a su vez, de este prestigio a la lengua maya.

A la luz de la definición propuesta acerca de la temporalidad de las actitudes, el idioma maya tiene un valor trascendental para un grupo de jóvenes monolingües de español que habitan en la capital yucateca, porque en ella se halla el origen de la historia local, las raíces, las costumbres y toda práctica social y lingüística que identifica al yucateco; así, lo maya está en el pasado, pero también en el presente del que se asume como originario de esta urbe.

Burns (1993) sostiene la tesis de que Mérida es una ciudad mayanizada, es decir, de que las creencias y la forma de concebir el mundo desde los mayas influyen en la metrópoli yucateca. Para este autor, la ciudad de Mérida se ha construido como un espacio maya que al contrario de lo que podría pensarse —la ciudad cambiando a la gente—, es el pueblo, los mayas, quienes han transformado a la capital yucateca.

Retomando los testimonios de los informantes, el primero y la segunda señalan, como hemos dicho, el valor del idioma maya a la luz del reconocimiento internacional que se le otorga a la lengua. Además, la segunda participante presenta en su discurso la propuesta —como política del lenguaje— de que el idioma maya se hable en las escuelas junto con el inglés; empero, es importante tener presente que en su respuesta también afirma que se debiera imitar a los gringos que sí saben el idioma maya, quizás porque es común —como veremos más adelante— suponer una suerte de facilidad compartida en la relación entre las dos lenguas, y junto con ella, saberes que los hablantes intuyen acerca del vínculo entre estos dos idiomas.

Por otra parte, el discurso del participante masculino de 19 años abre un abanico de creencias y percepciones hacia diversas formas de tratar a la lengua maya. En principio, desde el punto de vista de los informantes, se reconoce que es la raíz, el origen de la cultura yucateca (Be 2011). Por una parte, el entrevistado dice que no hablar la maya le genera una sensación de extranjería en su propia tierra, al considerar que la lengua maya debería ser hablada por todos los sectores de población yucateca. Esto puede explicarse como una apropiación inventiva del ser yucateco, pues como expresa Be (2011), existen procesos de reinvención y apropiación de una identidad en la que se simbolizan aspectos como una forma de ser y sentirse en Yucatán, partiendo de una base cultural de lo maya yucateco. De ahí que el informante dice sentirse extranjero en su propia tierra por no hablar la maya, ya que ésta es una manera de retomar la base de la cultura local. Esto explicaría de forma simbólica lo que los yucatecos debieran hacer: usar la lengua maya como símbolo de la participación de la cultura vernácula.

Por otro lado, es importante saber qué refiere el informante al reconocer a la maya como una lengua, un idioma que tiene el mismo lugar que cualquier otra lengua y que no es un dialecto como popularmente se cree acerca de las otras lenguas mexicanas. Además, de manera implícita, refiere la noción del bilingüismo hacia los que hablan español y maya, amplio sector de población del estado de Yucatán,5 relación que para muchos causa admiración, por esto valdría la pena analizar en otro estudio las contradicciones, ideologías y percepciones históricas de la relación que ha tenido el maya en la región peninsular.

Así, para terminar de responder nuestra pregunta de investigación afirmaremos que para estos jóvenes monolingües de español que habitan en la ciudad de Mérida, la lengua maya es un idioma se siente necesario aprender. Es posible que esta revaloración se derive de las políticas que, como dice Villanueva (2008), generaron que la lengua maya se pusiera de moda a nivel local, nacional e internacional, lo que influyó en los ánimos de la población para crear actitudes positivas dentro de una temporalidad que no sabemos cuánto durará. Habría que investigar, tal como plantean Sima (2012) y Villanueva (2008), si las actitudes hacia el idioma maya forman parte de una configuración temporal, una moda o es parte de una identidad situada, noción que explica Be (2011) basándose en la noción de herencia cultural maya, que define como un conjunto de prácticas, discursos, normas, valores y costumbres y que se origina en la cultura maya. Entonces, si los jóvenes exponen actitudes positivas hacia la maya es porque es una forma de responder a esa herencia maya.

La elección entre maya e inglés

Esta sección responde a la pregunta de investigación: ¿cuáles son las presiones que inducen a los monolingües jóvenes de español de la ciudad de Mérida al aprendizaje del inglés como segunda lengua? Nuestro análisis, como vimos en la sección anterior, afirma que en el sector poblacional trabajado existen actitudes favorables hacia la lengua maya, pero aquí reportamos que, en el contexto del aprendizaje de una segunda lengua, la preferencia es hacia el inglés y no hacia el maya. Esta actitud la detectamos a partir de una situación imaginaria planteada en la entrevista que se les aplicó a los informantes: Si viniera una escuela de idiomas de alto prestigio y te dijera “te voy a regalar un curso de idiomas gratuito para toda tu vida, sin que pagues nada, pero solamente es entre maya e inglés, (maya o francés u otra lengua)6 ¿cuál elegirías y por qué?”

Si bien, asumimos que el contenido es irreal, dado que es difícil que una escuela ofrezca de por vida o regale cursos, al menos nos permite saber cómo en el ámbito de la elección7 de idiomas, cuál opción eligen los informantes y también el porqué de esa decisión. Al respecto del tema, Terborg y Velázquez (2005, 41) mencionan que: “la demanda en la enseñanza de lenguas extranjeras va en aumento desde hace varias décadas. […] en la actualidad se vuelve una necesidad para un sector cada vez más amplio de la población en general, no sólo en México”. De esa forma, en el estado del mundo de la ciudad de Mérida y en el ámbito de las presiones hacia el idioma maya en su relación con otros idiomas; la lengua vernácula yucateca encuentra fuertes desventajas. Veamos algunos testimonios que fortalecen este el argumento:

Masculino, 25 años

Yo elegiría inglés, porque es más probable que me sirva para mi carrera.

Femenino, 18 años

Pues ahorita, este… bueno, el que me hace falta ahorita, y sí me hace falta es el inglés, lo están exigiendo más que nada en la escuela, te piden cierto grado de nivel y ese es el que si me urgiría.

Masculino, 19 años

Solamente inglés y maya, pues la verdad sí está difícil, porque como te digo, ¡no!, ahorita para buscar trabajo y todo, por ejemplo, incluso desde mi carrera nos exigen aprender inglés, porque pues las máquinas, en mi caso estudiando Ingeniería Mecánica, las máquinas vienen del extranjero y están inglés, y pues, y te digo, como la maya debe ser muy bonito saberlo, te digo es historia de aquí, como que sí es de pensarlo mucho, en esta ocasión escogería inglés y, más adelante, maya.

Femenino, 27 años

Yo creo que el maya. Sí, pues yo soy una persona misionera y en el campo donde trabajamos muchas personas hablan el maya, entonces cómo el campo donde estamos es por aquí en Yucatán, en el interior del estado, entonces por eso me gustaría el maya. El inglés yo creo que en otra, en otra ocasión, podría ya aprender maya, pero si me interesaría más por el maya.

Haciendo uso de la metáfora de la ecología de presiones que propone Terborg (2006), encontramos que cuando se trata de elegir entre las lenguas indígenas y lenguas extranjeras, se generan fuertes presiones en contra de las vernáculas, pues la presencia del inglés en el ámbito nacional abarca áreas laborales, políticas, económicas, turísticas, sociales, educativas, entre otras.

El inglés ha generado una situación desfavorable para el idioma maya en el ámbito educativo yucateco. Esta elección, la de una lengua extranjera, es motivada por diversos valores e ideologías que se adjudican a los idiomas. En este punto concordamos con García (2006) que dice el estatus de una lengua, sea o no extranjera en la comunidad, permite el desarrollo de ciertas áreas.

En el discurso de los informantes referidos al principio de esta categoría, tres dijeron que entre estudiar maya e inglés optarían por ésta última lengua, pero no por la maya. Explicaron las causas, entre las que sobresalen el trabajo y los requerimientos escolares, sólo la última informante dijo que elegiría maya por las razones que proporcionó, ya que tiene utilidad para ella saber la lengua porque es misionera en comunidades del interior del estado.

A pesar de lo anterior, es notable que en el estado del mundo de los jóvenes de la ciudad de Mérida, la elección del inglés8 sobre la maya no implica un desprecio ni que las actitudes hacia este idioma sean negativas. Como vimos en la anterior sección, el valor hacia el idioma maya es positivo desde el punto de vista del componente afectivo de las actitudes, es decir, serían las condiciones laborales y educativas las que provocarían el detrimento de la lengua regional.

Si bien hay actitudes positivas hacia la lengua maya, y la misma tiene un fuerte valor y prestigio, como se ha referido en los testimonios de los informantes, ésta encuentra fuertes desventajas porque no es una lengua que genere expectativas profesionales, excepto para algunos ámbitos como el turístico y el religioso, por lo que es necesario crear políticas lingüísticas que permitan una competencia para el idioma maya.

Un proyecto aislacionista centrado en la lengua maya no es funcional, dado que en este caso haría a un lado el español yucateco y el inglés, que es aprendido por amplios sectores. Se debe crear un proyecto trilingüe integracionista9 a partir de una visión histórica, considerando la vitalidad que han tenido tanto el idioma maya y el español yucateco no sólo en Yucatán, sino en los estados10 circunvecinos de Quintana Roo y Campeche. Ante la globalización y la vocación turística de Yucatán, es vital la incorporación del inglés11 en muchos ámbitos de la vida actual de la región. Sin embargo, ésta debería hacerse de forma tal que la ecología de presiones en la que se encuentra la lengua maya no siga en desequilibrio a favor del inglés solamente.

Cabe decir que la desventaja del maya que aquí notamos está en el componente conductual de la posición mentalista de las actitudes, pero no en la parte afectiva. El inglés permite encontrar mejores trabajos y remuneraciones económicas, razón por la que los hablantes optan por aprender esta lengua extranjera,12 pero cuando se trata de la relación con la identidad, la historia, la cultura, lo regional, el idioma maya tiene ventajas. En este sentido, nuestros resultados contrastan con los de García y Cano (2011), cuyos informantes no atribuyeron un valor cultural o identitario a la lengua maya. Atendiendo a los tres componentes de las actitudes —cognitivo, afectivo y conductual—, en la comparación de los valores hacia una lengua y otra, lo cognitivo y afectivo se inclinan hacia la maya y lo conductual, hacia el inglés.

Así, siguiendo a Terborg y García (2011, 272), quienes han señalado que se debe diseñar una planificación del lenguaje para el mantenimiento de las lenguas indígenas con un plan que responda a todas las presiones, favorable para las lenguas indígenas y para lenguas dominantes como el español o el inglés, proponemos que en esta perspectiva el idioma maya se integre a las políticas del lenguaje junto con el inglés y el español, esto permitirá a largo plazo que estas lenguas en contacto reproduzcan valores afectivos y conductuales en conjunto. De esa forma, los hablantes monolingües de español elegirían estudiar tanto la maya y el inglés.

A partir de esta estrategia se generaría un estímulo para impulsar acciones de modo que el estado del mundo no se modifique solo a favor del idioma inglés, bajo presiones que lleven a cabo acciones en pro de los intereses de los informantes, generando un desplazamiento del maya. Si decidieran equilibradamente saber maya e inglés, los hablantes harían que las presiones no estuvieran en conflicto y crearían un marco de acciones favorables para los dos idiomas.

La relación entre maya e inglés

Así como tratamos la cuestión sobre la desventaja del idioma maya ante el inglés; también existe una contraparte que favorece a la lengua maya, pero dentro de un imaginario de la población, el cual consiste en que los hablantes creen que hablar maya facilita el aprendizaje del inglés o viceversa. Lo anterior puede deberse a que como señalan Terborg y Velázquez (2005, 47): “la facilidad compartida también podría basarse en una mezcla de lenguas o cualquier otra composición de signos, la cual esté desarrollada por los mismo hablantes y los conduzca al éxito en una conversación”.

Es común escuchar en los informantes jóvenes de la ciudad de Mérida las siguientes expresiones: “El que sabe la maya aprende rápidamente el inglés”, o a la inversa: “Si sabes inglés, más rápido puedes aprender la maya”, “Yo conozco muchas personas en los pueblos que saben la maya y dicen que se les facilitó mucho más aprender el inglés que el español”. Esta situación que supone la adquisición de una lengua, conociendo otra, se debe a que la gente ha creído que ciertos aspectos fonéticos que aparecen en los dos idiomas permite el conocimiento de la otra lengua.

En el presente trabajo nosotros no validamos que aspectos fonéticos y gramaticales coincidentes faciliten la adquisición de un segundo idioma como la maya y el inglés, lo que sí es rescatable es que dicha concepción popular genera una actitud positiva para dos lenguas en contacto. Si bien la estructura sintáctica entre ambas podría ser más flexible que entre la maya y el español, pues diversos mayahablantes sostienen con mucha seguridad que ha sido más fácil para ellos aprender el inglés que el idioma español.

Nuestro interés solo se centra, entonces, en reportar este imaginario de la población no sólo joven, sino también de otro grupos etarios que sostiene dicha creencia. Además, esta situación de contacto entre la maya y el inglés favorece la ecología lingüística al mostrar cómo la lengua inglesa es detonador de actitudes positivas hacia la maya en su relación con ella y en una situación de bilingüismo. En la sociedad yucateca existen fuertes motivaciones para aprender la lengua indígena, aunque ese deseo quede sin concretar, al menos la relación de ambos idiomas ocasiona entre ellos un equilibrio afectivo.

Ahora bien, aunque nuestro estudio no atiende propiamente la relación entre la maya, el español y el inglés, vale la pena mencionar que la relación entre los dos primeros es de mayor desequilibrio. El estado del mundo siempre se muestra a favor del español, sobre todo cuando los hablantes de maya relatan sus procesos migratorios a la ciudad de Mérida, donde en décadas pasadas muchos de ellos optaron por desplazar la lengua maya por el español.

Pero la situación cambia cuando se trata de la percepción hacia los bilingües de maya y español e inglés y maya o trilingües de maya, español e inglés,13 dado que los hablantes juzgan un plus, como especiales y únicos a los que hablan estas tres lenguas, no importa si se habló primero maya o inglés como lengua nativa: quien conoce estas dos lenguas y además el español es altamente valorado entre los jóvenes monolingües de la ciudad de Mérida.

Retomando entonces la noción de temporalidad de las actitudes, vemos en este caso que las prácticas bilingües entre maya e inglés, particularmente, y las que son entre maya, español e inglés, estimulan las actitudes afectivas que favorecen a la lengua indígena y las presiones inducen a los hablantes a acciones favorables para los tres idiomas en contacto de la región. Por otra parte, el aprendizaje de una segunda lengua también está motivado por la noción que una población tiene sobre el idioma. En el caso de la población yucateca, los monolingües de español desean aprender como segunda lengua maya e inglés, mientras que los bilingües de maya y español quisieran aprender este último (Sima, 2012). Otro caso interesante es el de los hablantes pasivos que dicen saber la maya pero no hablarla. Ellos tienen la motivación, según reporta Sima (2012), para adquirir una competencia fluida en lengua maya.

La facilidad compartida, el conocimiento de los hablantes, el saber de las lenguas en contacto en el estado del mundo de la ciudad de Mérida, se debiera aprovechar para impulsar actitudes valorativas hacia el idioma maya y buscar alternativas para que el mantenimiento de dicha lengua no se estanque en actitudes positivas desde el componente afectivo, sino que exista la decisión concreta de aprender el idioma, creando espacios en pro de la maya, hechos por y para los mayahablantes.

En el ámbito del turismo, por ejemplo, ya se han creado en la región diversos espacios que de una forma u otra van ligados a la cultura vernácula como la Riviera Maya en Quintana Roo, y visitas a comunidades locales en las que se ofrece experimentar el exotismo (López y Marín, 2010). Pero esta forma no favorece a los mayas, pues los beneficios son para las grandes empresas hoteleras que muchas veces solo usan al mayahablate como un espectáculo para generar recursos económicos.

En los ámbitos educativos y de servicios en general, incluyendo los servicios gubernamentales, la promoción de la lengua maya puede generar muchos beneficios para su vitalidad y para sus hablantes si se sigue como ejemplo la política a favor del francés de la provincia canadiense de Quebec. Desde un punto de vista de planeación de estatus de la lengua (Haugen, 1983; Hamel 1993), la estrategia ha sido muy exitosa al requerir que todo ciudadano francófono pueda tener acceso a todos los servicios públicos y privados en su lengua materna. Además de la evidente justicia de tal medida y la consecuente revitalización del francés quebequense, se han creado numerosas fuentes de empleo para los hablantes y elevado el estatus de los mismos y no sólo de la lengua (Vaillancourt et al. 2012). Aunque la planeación lingüística en México y en Yucatán ya incluye la educación intercultural bilingüe, los resultados de su implementación tienden a ser pobres y hasta contraproducentes (Baronnet 2013), y es muy poco lo que se ha hecho para extender el uso de la maya a otros ámbitos de la vida pública y privada.

Actualmente, instituciones como Indemaya, la Secretaría de la Juventud del Estado de Yucatán, la Academia Municipal de la Lengua Maya, las Facultades de Ciencias Antropológicas y Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (uady) y el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales (cephcis) de la unam imparten clases de maya. A pesar de ello, las escuelas de maya no tienen una demanda significativa como sucede con la oferta de lenguas extranjeras como el inglés y el francés. En este caso se nota que la ecología de presiones ha sido favorable para los idiomas extranjeros. Aunque señalaremos que no todo es negativo en este ámbito para la lengua maya, ya que se está generando una nueva ecología de presiones hacia el idioma maya, es decir hacia una lengua indígena, ya que las actitudes positivas hacia el idioma maya se incrementaron notablemente (Sima 2012). En este caso, concordamos con Terborg y García (2011, 56) que dicen al respecto: “las presiones […] pueden afectar, tanto de manera positiva como negativa, a la lengua indígena, […] hay presiones a favor de la lengua indígena (li) y presiones a favor de la lengua española (le)”.

Cabe mencionar que en el ámbito religioso, diversas instituciones religiosas han usado los contextos mayas para propagar sus ideas, por lo que se debiera retomar sus modelos y observar qué puede servir o no para una política de planificación y mantenimiento del idioma maya. Ver por ejemplo lo que ha hecho el Instituto Lingüístico de Verano, grupo que aporta sus conocimientos lingüísticos a la traducción de la Biblia en todas las lenguas vernáculas, entre ellas el maya. Habría que revisar críticamente el papel de esta institución y de otras iglesias protestantes en Yucatán y la Península, como una forma de política del lenguaje relacionado a la planificación.

Por otra parte, si analizamos el problema de las actitudes lingüísticas desde el componente cognitivo de las actitudes, los monolingües jóvenes de español, sujetos del presente estudio, al igual que los bilingües de maya y español expresan en sus testimonios ideas que favorecen el valor y prestigio de la lengua maya, tales como: “es la lengua que todo yucateco debe saber”, es “un orgullo saber maya, no cualquiera sabe la maya”, entre otras (Sima et al. 2014). Estos hallazgos contrastan con otros estudios en los cuales no se encontró esta valoración cultural de la lengua maya (García y Cano 2011).

Así, notamos un factor de presión hacia amplios sectores de población monolingüe de español de cualquier grupo etario yucateco de la ciudad de Mérida, pues dichos sujetos sienten la necesidad de saber el idioma maya. Si bien, existen también fines monetarios y económicos, al menos debe reconocerse que las políticas lingüísticas que han emprendido los gobiernos estatales de Yucatán han creado esa atmósfera de presión hacia la población. En este caso, encontramos un eco con lo que señala Velázquez (2011, 255), en el contexto de la lengua matlazinca, de acuerdo al modelo de ecología de presiones se deben crear “presiones a favor de la lengua [...] a través de la implementación de estrategias que deben estar vinculados con estas presiones”.

Conclusiones

Retomando nuestra pregunta de investigación —¿cuáles son las actitudes de algunos jóvenes hablantes monolingües de español hacia la maya?—, respondemos que la indagación de las actitudes en informantes jóvenes, con las características descritas a lo largo del trabajo, nos lleva a plantear que si bien la situación temporal de la lengua maya encuentra un cobijo desde el punto de vista afectivo al ser valorada como la lengua de la cultura y la historia de la región, y que en palabras de los informantes es un idioma que debería ser hablado por los yucatecos, desafortunadamente encuentra desventajas ante el idioma inglés, pues éste genera atracciones e incentivos monetarios o profesionales en el mundo actual de la globalización.

Con respecto a la segunda pregunta de investigación —¿Cuáles son las presiones que inducen a los monolingües jóvenes de español de la ciudad de Mérida al aprendizaje del inglés como segunda lengua?—, hemos de señalar que nuestros hallazgos indican que de nada sirve realizar esfuerzos a favor de la preservación de la lengua maya y crear proyectos para que se siga hablando, si no se generan propuestas para atraer los mismos valores por los que sectores de población como el monolingüe de español juvenil elige ser bilingüe estudiando inglés, idioma que no necesita promocionarse, pues las circunstancias mundiales por sí solas generan una amplia perspectiva para su estudio y expansión. Si la gente joven de Mérida supone que el aprendizaje del maya permite adquirir el inglés o viceversa, recomendamos que se aliente en las escuelas de inglés la incorporación de ideas favorables hacia el idioma maya o la suscripción de convenios entre las instituciones educativas de idiomas. Recomendamos asimismo una planeación de estatus más contundente, como la de Quebec, que favorezca el uso de la lengua en todos los ámbitos de la vida pública y en la prestación de servicios privados, con el fin de generar presiones en el ecosistema lingüístico local comparables a las que goza el inglés.

Sin embargo, la diferencia de la lengua maya con otras lenguas indígenas en el resto del país, es que al menos en la zona peninsular, en el estado de Yucatán y la ciudad de Mérida, se reconoce al idioma como una lengua que ostenta una aportación al modo de ser y a la identidad de los yucatecos, esto entra en consonancia con lo que dice Be (2011) acerca de la herencia cultural maya.

Cabe decir que la lengua inglesa, si bien es un factor que está generando el desplazamiento del idioma maya junto con el español, también puede verse como el salvaguarda en algunos ámbitos, pues la misma población, en su expresión popular, vincula a esto dos idiomas en una fuerte relación afectiva que no existe entre el español y la lengua maya. La relación entre estas dos últimas lenguas por cuestiones históricas ha sido de sometimiento y discriminación hacia los mayahablantes, pero el inglés guarda una postura en términos metafóricos maravillosa para ellos, quizá porque el idioma anglosajón llegó a Yucatán para desplazar no sólo a la maya sino también al español. Sin embargo, resalta que la revaloración del maya por los locales pasa por la percepción de una valoración de esta lengua por los extranjeros, en particular por los “gringos” anglófonos. Es decir, no se percibe la llegada del inglés como opresiva, sino que llega vistiendo un traje de actitud cortés, educado y elegante que, en la mente de los yucatecos, es como el príncipe que rescata a la cenicienta (la maya) de la madrastra que durante siglos ha representado el idioma español dentro de esta ecología de lenguas en contacto.

Bibliografía recomendada
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Bibliografía

Diversas formas existen para referirse a la lengua maya por parte de los hablantes y las academias—“lengua maya”, “la maya”, “el maya”, “maya yucateco”, “idioma maya”—, asunto que se proponer ser tratado en otro estudio. En este trabajo preferimos usar indistintamente estas formas, por lo que damos voz a las diversas expresiones sobre ésta.

Aunque nuestro trabajo se específicamente en la lengua maya y el inglés, en el caso del español fue evidente la escasez de expresión de valores y actitudes de prestigio, contrario a lo que se refiere a las dos primeras lenguas.

¿Por qué no mayahablantes? El estudio trata de inquirir sobre la elección entre la lengua maya y una extranjera como el inglés. Si participara un bilingüe de maya y español sería incongruente con el objetivo del trabajo porque ya habla la maya.

Claves de la entrevista: entre paréntesis se señala el turno de intervención del entrevistador (E.) y Josué (J.), el entrevistado. En el análisis que sigue a la transcripción, los números entre paréntesis remiten al turno de intervención de los interlocutores.

Pfeiler (1997) afirmó en 1997 que de los tres estados peninsulares, Yucatán manifestaba el mayor grado de bilingüismo con 44 % y con respecto a la población indígena de México el número de hablantes de maya se ubicó en segundo lugar, después del náhuatl. Pero el inegi (2010) reportó que el 27.5 % de la población es hablante de maya y español en el estado de Yucatán.

Al informante nombrado Josué, cuya entrevista aparece al principio, se le preguntó acerca de la elección entre maya y francés, debido a que él mencionó que ya sabía el idioma inglés, por lo que no tenía sentido suponer que tomaría un curso de inglés.

“Debemos tomar en cuenta sin embargo, que la libertad de elección no es ajena a la jerarquía de las lenguas legitimadas por el estado o por expresiones imperialistas. Los hablantes o grupos de hablantes se forman juicios lingüísticos de acuerdo con la interpretación que hacen de las funciones sociales de la lenguas […] es difícil concebir un territorio nacional donde una lengua que marca su estándar, en un volumen significativo de comunicaciones institucionalizadas, no incida en el ecosistema de convivencia lingüística” en Pellicer (1999, 6).

León-Portilla (2004, 66) se pregunta: “¿Los llamados idiomas ecuménicos —en particular, el inglés y en menor grado, otros como el castellano— acabarán por relegar al olvido a las lenguas de las minorías, como es el caso de las habladas por lo indígenas de México y de otros países?”.

Tal como lo mencionan Trujillo y Terborg (2009, 129) se propone un modelo de análisis de las presiones que experimentan los hablantes a favor y en contra del uso de la lengua.

Como dice Aubage (1985, 41) “Desde hace algunos años, los estados del sur de México han visto surgir una efervescencia que muestra una toma de conciencia respecto del peso de la identidad étnica. Los grupos precolombinos de regiones como las de Chiapas, Oaxaca o Yucatán están en vías de revisar las medidas necesarias para defender sus culturas y para inscribir esta defensa en una visión no tributaria del pasado, sino todo lo contrario, arraigada profundamente en los cambios sociales y culturales contemporáneos del país”.

Según Pfeiler et al (1990, 53) en Mérida “las actitudes hacia el inglés son muy positivas y la mayoría piensa que es el idioma del futuro y una lengua indispensable, internacional e importantísima para el comercio. […] Sin excepción, todos los entrevistados que aún no lo saben hablar demostraron gran interés por aprenderlo”.

A partir de lo registrado en un trabajo de campo que Terborg y Velázquez (2005, 49) realizaron en las comunidades de Dzitás y Xocen, los autores advierten: “Entre la gente no sólo existía el fuerte deseo de que sus hijos hablaran bien el español. También se demostraba admiración por el inglés”.

“One aspect of inequality that necessarily occurs is language shift in non-English-speaking research groups, which may be an aspect of language rights as well. We suppose that those speakers who suffer more pressure in a given situation, non-native speakers for example, are less powerful. Their action does not lead to a state of the world which will be completely favorable for them or the actual state of the world may make their action more difficult”, en García (2006, 67).

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