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Vol. 11. Núm. 2.
Páginas 143-159 (julio - diciembre 2016)
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DESIGUALDAD Y MARGINACIÓN EN CHIAPAS
INEQUALITY AND EXCLUSION IN CHIAPAS
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Teodoro Aguilar Ortega1
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RESUMEN

Históricamente, la pobreza en México se ha concentrado en algunas entidades, sobre todo en aquellas que conforman la región Sur Sureste del país. Tal es el caso de Chiapas, estado que registra elevados índices de pobreza y marginación, lo que ha derivado en tasas de analfabetismo y desnutrición infantil muy por encima del promedio nacional. En los últimos cuatro años, la pobreza se ha agudizado debido a las políticas neoliberales que han provocado un estancamiento sostenido de la economía nacional y con terribles consecuencias en el estado de bienestar de los mexicanos. En ese sentido, Chiapas ha quedado rezagada en cuanto a desarrollo económico. El objetivo de este trabajo es hacer un recuento sobre este aumento de la pobreza en dicho estado a partir de 1990, y revisar sus efectos en las familias chiapanecas, en especial a partir de los indicadores educativos, de salud y nutrición.

Palabras clave:
pobreza
estancamiento económico
región
marginación
ABSTRACT

Poverty has historically focused on some entities of our country, especially those that make up the South and Southeast regions of Mexico. Chiapas, a state with high rates of poverty and marginalization, has illiteracy and child malnutrition rates high above the national average. This poverty has been increasing in recent years due to neoliberal policies that have led to a sustained stagnation of the national economy, leading to terrible consequences for the welfare of ordinary Mexicans and leaving behind the economic development of Chiapas. The objective of this work is to detail the history of the state's poverty from the 1990s onward, and to review its effect on chiapanec families, from the point of view of indicators in education, health and nutrition.

Keywords:
poverty
economic stagnation
region
marginalization
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INTRODUCCIÓN

El desarrollo económico es un proceso de mejoramiento y cambio estructural que promueve el incremento gradual y continúo del bienestar humano, por lo que es un indicador clave de la calidad de vida de una sociedad (Aguilar 2012, 38); además, toda evolución en el desarrollo requiere de una base territorial pues es ahí donde se llevan a cabo los procesos sociales y económicos. El desarrollo abarca un conjunto de factores económicos, políticos y culturales que involucran la transformación social; por ello, puede estimarse a través del grado de mejoramiento de las condiciones de vida de la población.

Así, el desarrollo económico se asocia a cuestiones como el incremento de la producción, la distribución del ingreso y el progreso tecnológico, mientras que en el ámbito social tiene que ver con la disponibilidad de servicios. Históricamente el desarrollo en México se ha expresado en distorsiones territoriales producto de una excesiva concentración económica, centralidad de las decisiones políticas y desigual distribución de los beneficios.

Esta diferenciación espacial se hizo más evidente mediante la ubicación geográfica del aparato productivo, la inequitativa distribución del ingreso y la desigual calidad de vida de la población, elementos que favorecieron a algunas entidades del centro y el norte del país, quedando marginados el sur y sureste de nuestro país.

En el caso chiapaneco, la pobreza y la marginación son componentes de un mismo fenómeno que se expresa de manera territorial y social, y por ello aquí se parte de la hipótesis de que, durante los últimos veinte años, en Chiapas se han incrementado los índices de ambos fenómenos debido a su carácter multicausal y al paralelismo entre la marginación, la pobreza y la desigualdad. Chiapas es hoy la entidad con mayor porcentaje de pobres en el país: en 2012, el 75% de los chiapanecos estaban registrados como pobres, por delante de Oaxaca que reporta el 62%, y muy lejos del promedio nacional que es del 45% (cesop 2013, 4).

Por lo anterior, el objetivo de este trabajo es hacer una revisión del incremento de la pobreza y la marginación en Chiapas, resultado de la desigualdad a nivel nacional, y que se ha ido incrementando con el tiempo. Por facilidad, se utilizan datos de marginación del inegi de los años 1990, 2000 y 2010, debido a que en los registros para 1980 no aparecen las cifras sobre marginación y pobreza, aun cuando se considera que a partir de 1982, se instala el neoliberalismo en el país, lo que coincide con el aumento acelerado de la pobreza y desigualdad en México y Chiapas. Cabe señalar que no se incluyen gráficas o mapas en el artículo debido a los límites de extensión.

DESIGUALDAD Y POBREZA EN MÉXICO

Las desigualdades en el país son producto de un largo proceso que se ha fortalecido por el actual modelo neoliberal, que ha generado una dinámica de acelerado deterioro social y territorial, lo que a su vez ha llevado a un incremento en las desigualdades territoriales en México.2 Para el caso mexicano, el neoliberalismo ha ganado cada vez más y más espacio en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, pues se argumenta que el equilibrio en las finanzas públicas y el aumento en la productividad han logrado estabilidad macroeconómica, pero en los hechos se ha acentuado la concentración de la riqueza en detrimento del bienestar de millones de familias que se encuentran en pobreza extrema (Paz y Campos 2014, 10).

Además de lo anterior, el neoliberalismo ha provocado la desarticulación de muchas cadenas productivas por someterlas de manera abrupta a las reglas del mercado global que imponen pautas de consumo y presionan a los gobiernos a aceptar inversiones extranjeras en los sectores más rentables de su economía, que sólo benefician a los inversionistas. Sin embargo, esta dinámica del capital global favorece la concentración de la producción industrial en ciertos polos de desarrollo de algunas entidades, los cuales sirven de atracción, tanto del capital como de la fuerza de trabajo (aunque el capital sigue concentrado en unas cuantas manos y se disperse en el territorio y en algunas ciudades);3 esa concentración de capitales limita el crecimiento del resto de las regiones, las lleva a un empobrecimiento gradual y a un incremento en las desigualdades internas. En este sentido, existen tendencias a la concentración de las actividades económicas más rentables en ciertas localidades.4

Por lo anterior, algunas regiones pobres tienden a empeorar su situación en el largo plazo; además, esta localización geográfica de la actividad económica también es resultado del funcionamiento de los mercados y de la facilidad de transportar, importar o exportar materias primas y productos terminados, es decir, de la infraestructura económica y de transporte (estas condiciones generalmente se concentran en el centro y norte del país). Aunque en general las desigualdades territoriales son parte inherente del sistema capitalista y dichas desigualdades se reproducen en diferentes ámbitos, como el sectorial o territorial, así como en las diferentes esferas de la sociedad, la economía, la política, e incluso la cultura. En este sentido, la globalización sólo acentúa o refuerza esas diferencias o asimetrías (Ornelas 2002, 150).

Estas asimetrías existentes y palpables han propiciado un incremento significativo del rezago social entre las regiones más pobres: la marginación y extrema pobreza tienden a concentrarse en las más atrasadas, donde no existen las condiciones ni las oportunidades necesarias para que la población tenga un buen nivel de vida. Aunque se reconoce que algunas de las desigualdades del país son producto de las inequidades en la generación del Producto Interno Bruto y no sólo constituyen un problema de igualdad, sino que generan grandes trabas al desarrollo económico y social del agregado nacional. De hecho, la conjunción de procesos económicos, sociales y políticos del país ha dado lugar al surgimiento de una especie de regionalismos:

  • Ligados al creciente proceso de integración internacional y globalización económica (regiones industriales del norte y centro del país y la zona turística de la Riviera Maya).

  • Relacionados con la producción agrícola de alta tecnificación (valles agrícolas de Sonora, Sinaloa, Veracruz).

  • Vinculados a rezagos socio-económicos históricos (Michoacán, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo).

  • Incorporados al sistema económico mundial como reserva de mano de obra barata (Zacatecas, Hidalgo, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Nayarit).

Por lo anterior, se asume que la economía mexicana se ha transformado profundamente como resultado de las reformas neoliberales, de la misma manera como se han modificado diferentes ámbitos de la vida social, que han debido adaptarse a la dinámica que el libre mercado impone, a fin de maximizar las ganancias de algunas empresas. En ese sentido, los estados que conforman la región Sur Sureste de nuestro país han sido algunos de los que más daños han sufrido con la apertura externa: la escasa infraestructura con que cuentan no les permite competir con los nuevos requerimientos del mercado externo, al tiempo que los mantiene excluidos del proceso de crecimiento económico, por lo que esas entidades han sido las grandes perdedoras del nuevo contexto mundial en que México está inserto (Chamboux-Leroux 2002, 605).5

Todo ese proceso se vio fortalecido con la entrada en vigor del tlc: la diferencia económica entre el norte y sur del país se incrementó a resultas del modelo económico de apertura, que tiende a favorecer más a aquellos espacios que han acumulado a lo largo del tiempo las mejores condiciones de infraestructura productiva, ventajas en su ubicación geográfica y existencia de mano de obra calificada. Es por ello que la polarización en el desarrollo regional de México podría asociarse con los procesos de especialización económica adoptados en cada entidad, tomando ventaja los estados que han implementado el modelo maquilador y turístico, rezagándose aquellos en los que hay predominio de las actividades primarias.

En ese sentido, la región Sur de México ha quedado excluida del proceso de creación de infraestructura debido a que no tuvo importancia para el capital internacional (excepto Cancún y algunas otras zonas turísticas). Además, carece de capital propio y otros recursos que le permitan insertarse de manera más o menos aceptable al modelo de apertura externa que se viene desarrollando desde hace más de tres décadas en nuestro país. Aunque ello no significa que esta región deba seguir un modelo de desarrollo similar al norte o centro del país, sino un modelo de desarrollo acorde a los deseos de su población.

Otro de los factores involucrados es que, a partir de la implementación del modelo neoliberal en el país, el promedio de crecimiento económico ha sido del 2% anual, lo cual implica que en promedio se generan algo así como 250 000 empleos, los cuales no alcanzan para cubrir al millón de jóvenes que en promedio cada año buscan trabajo en nuestro país. Según datos del inegi, en los últimos años el 42% de la población menor de 25 años se ve obligado a aceptar las peores condiciones de trabajo; además, el 25% de los menores de 19 años no recibe pago monetario por su trabajo; finalmente, casi siete millones de jóvenes menores de 24 años trabajan en la economía informal, cifra que corresponde al 72% de los ocupados según ese rango de edad (Paz y Campos 2014, 12).

POBREZA Y MARGINACIÓN

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval), pobreza se define como la situación de una persona que tiene al menos una carencia social y cuyo ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios suficientes para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias, en factores como: educación, acceso a servicios de salud, servicios básicos en la vivienda, calidad y espacios básicos y suficientes en la vivienda, acceso a la alimentación y seguridad social (coneval 2012). En este sentido, la pobreza es la carencia de recursos, monetarios y no monetarios, necesarios para satisfacer las necesidades de una familia o un individuo, sin que se tenga la capacidad y oportunidad de producir u obtener esos recursos.6

La pobreza y la marginación son fenómenos relacionados entre sí y surgen principalmente por la falta de ingreso. Ambos fenómenos tienden a concentrarse en ciertas entidades donde no existe una dinámica económica que promueva la creación de empleos que la sociedad requiere.7 Esta falta de actividad económica limita la obtención de ingresos y coloca a las familias en situación de pobreza; de hecho, las áreas donde tradicionalmente se ha concentrado la pobreza han experimentado un incremento en la marginación y pobreza extrema.

Dicho de otro modo: una forma de medir la pobreza es a través de la marginación, la cual es un fenómeno asociado a la ausencia de satisfactores que permiten una buena calidad de vida y se expresa como la exclusión de grupos sociales de los beneficios del desarrollo y sus productos. La marginación agrupa a todos aquellos individuos que se han quedado fuera de los beneficios de la riqueza generada por el desarrollo nacional y que tienen insatisfechas sus necesidades esenciales; es decir, que carecen de los factores básicos del desarrollo (Torres 2009, 152).

  • La marginación se calcula mediante el porcentaje de población que no participa del disfrute de bienes y servicios esenciales para el desarrollo de sus capacidades básicas (conapo 2011, 11).

Para estudiar la evolución de la marginación se utiliza el índice establecido por el Consejo Nacional de Población (conapo), que permite medir en nuestro país la falta o carencia de los factores del desarrollo (vivienda adecuada, ingreso suficiente y educación de calidad). El índice se construye a partir de nueve indicadores socioeconómicos que señalan el rezago o déficit de las comunidades estudiadas y revelan el nivel relativo de privación en el que se encuentra la población en cada entidad federativa o municipio.8 A través de estos nueve indicadores, conapo considera que es posible medir el grado de marginación en que se encuentra una localidad. La carencia de alguno de estos indicadores es una muestra de que existe un cierto grado de atraso en el bienestar de la población.

En 2010, los tres estados mexicanos con mayor índice y grado de marginación son Guerrero, Chiapas y Oaxaca, con un valor superior a las dos unidades y un grado Muy alto (conapo 2011, 26). El 11% de la población nacional se distribuye en estos tres estados, donde las tasas de analfabetismo son las mayores del país —superan el 16%— y donde más del 32% de la población de 15 años o más no ha completado su educación primaria,9 lo que ha derivado en que más del 55% de su población ocupada registre ingresos reducidos. Esos tres estados se caracterizan por la existencia de un gran número de comunidades indígenas en extrema pobreza, que se concentra en gran medida en localidades rurales, dispersas y aisladas, carentes de servicios públicos y escasa comunicación (conapo 2011, 26-27).10

Otros ocho estados tienen un grado Alto de marginación, en el siguiente orden: Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí, Michoacán, Tabasco, Campeche y Yucatán. En ellos habita el 25% de la población nacional (además, el promedio de analfabetismo es del 9.4%, aunque cuatro de ellos tiene un porcentaje superior al 10.2, en el país el promedio es del 7%). Todo ello ha generado que México sea un país con crecientes contrastes, pues la pobreza ha ido en aumento. Esta pobreza, repetimos, no se distribuye equitativamente en todo el territorio nacional sino que existen algunas zonas que por sus características particulares han concentrado los mayores niveles de pobreza.

Para el caso chiapaneco, su inserción a la economía global ha sido como oferente de fuerza de trabajo y materia prima, y donde ésta es explotada por empresas extranjeras deja poco margen de ganancia a los locales. Estas compañías aprovechan el bajo costo de la mano de obra mexicana para tener elevados ingresos. Además, Chiapas se había mantenido como una región de reserva por parte del gran capital internacional debido a la abundancia de recursos naturales, entre ellos el agua, y a su posición estratégica de paso de migrantes. Es hasta fines del siglo pasado cuando esta entidad cobra mayor importancia debido a la escasez global de agua y a la abundancia de ésta en tierras chiapanecas.11

POBREZA EN CHIAPAS

Como consecuencia de la inequitativa distribución espacial de los servicios e infraestructura, la pobreza y la marginación se encuentran distribuidas de manera desigual en el territorio nacional, generando espacios de exclusión, como es el caso de Chiapas, lugar donde la pobreza se ha concentrado de forma histórica. Los chiapanecos habían quedado olvidados del proceso de desarrollo en nuestro país y no es sino hasta el levantamiento zapatista de 1994 que la mayoría de los mexicanos voltearon su vista hacia Chiapas, lo que provocó que el Estado mexicano comenzara a asignar mayores recursos a esa entidad; lamentablemente, también se acrecentó la presencia de empresas trasnacionales del sector turismo y agrícola que vieron una oportunidad de aumentar sus ganancias vía la explotación de los chiapanecos y sus recursos naturales.

Tradicionalmente, los chiapanecos no se han visto favorecidos por la existencia de sus recursos debido a la mencionada inequitativa distribución del ingreso y a la explotación a que se ve sometida la población indígena. Hay que recordar también que es a partir del afamado y fracasado Plan Puebla Panamá que se intensifica la presencia de organismos multinacionales, que comenzaron a devastar y explotar la selva chiapaneca,12 así como hoteles trasnacionales que aprovechan las bellezas naturales y la existencia de gran cantidad de indígenas de Chiapas que ofrecen como otro tractivo turístico.

Todo lo anterior ha significado un aumento en la marginación en Chiapas, los datos oficiales muestran que ésta ha ido en aumento en los últimos 20 años. Aunque en algunos indicadores se ha visto mejoría; por ejemplo, en 1990, el 32% de los chiapanecos no sabían leer o escribir; para el año 2000, este porcentaje bajó al 23%. No obstante, para 2010 Chiapas sigue siendo el estado con mayor proporción de analfabetismo del país, el porcentaje de personas mayores de 15 años que no saben leer y escribir todavía es del 21%, muy por encima del promedio nacional del 9%, y de Guerrero y Oaxaca que tienen el 19 y 18% respectivamente.

Otro dato que corrobora el argumento de que Chiapas es la entidad más atrasada de nuestro país, es que en 1990 había 2.3 millones de pobres; 1.2 millones de personas sobrevivían sin agua potable, otros 1.5 millones sin piso firme y un millón de chiapanecos sin drenaje. Ese año Chiapas superó a todo el país en cuanto a concentración de indigentes y marginados; además, fue catalogado como el estado más pobre del país, pues tenía también el mayor grado de analfabetismo, el que contaba con el mayor porcentaje de población sin electricidad en sus hogares, donde se padecía una mayor proporción de hacinamiento y en el que más individuos ganaban dos o menos salarios mínimos (conapo 1990).

De hecho, los indicadores educativos han ido a la baja en Chiapas: mientras en 1990 el 34% de los chiapanecos mayores de quince años no habían terminado la primaria, para 2000 ese porcentaje se incrementó al 50% —aunque en 2010 se redujo al 37%, sólo detrás de Zacatecas, que tiene el 35%—. Aun con esas fluctuaciones, las cifras se encontraban muy lejos del promedio nacional, que es de 19%, y aún más de la entidad con el mejor indicador, el Distrito Federal, que apenas tiene el 8%.

Por otro lado, si bien en 1990 el 46.2% de los chiapanecos se encontraba en situación de pobreza alimentaria, para 2000 se habían incrementado hasta alcanzar el 53.3%; es decir, en 2000 más de la mitad de los chiapanecos no contaba con los ingresos suficientes para adquirir la canasta básica alimentaria. Esta condición no había variado significativamente en una década: según los datos de coneval para 2010, el 48.6% de los residentes de Chiapas no contaban con los recursos suficientes para alimentarse, lo que significa que en 20 años, uno de cada dos chiapanecos estaba desnutrido, de ahí la gravedad del caso chiapaneco, que se ubica como el grupo con el mayor porcentaje de población desnutrida y subalimentada de nuestro país, incluso por encima de Guerrero, que hace un lustro tenía el 38% de su población mal alimentada y que se encontraba en el segundo lugar nacional de este indicador.13

Lo anterior se debe a que uno de cada dos chiapanecos no cuenta con ingresos suficientes para adquirir una canasta básica alimentaria, por lo que se entiende que los porcentajes de desnutrición en Chiapas sean los más altos de todo el país.14

Sumado a ello, la pobreza muestra una más de sus caras en Chiapas, pues mientras en 1990 el 55.1% de sus habitantes se hallaba en situación de pobreza de capacidades, para el 2000 ya habían llegado al 61.5%. Diez años después, ese porcentaje bajó ligeramente y se ubicó en 58%. En otras palabras, dos de cada tres chiapanecos no alcanza a comprar los bienes y servicios necesarios para una vida digna como salud, educación, vestido.

En cuanto al desagregado de pobreza, respecto a la de patrimonio —es decir, aquellas personas que no cuentan con ingresos para adquirir bienes y servicios como esparcimiento, artículos que significan un patrimonio como una casa, un auto, incluso una lavadora, estufa o refrigerador—, en 1990, el 75.1% de su población se encontraba en esta condición. Para 2000, esa proporción se incrementó hasta llegar a 79.1% y, en 2010, se redujo levemente, alcanzando el 78.1%.

Bajo este panorama, la pobreza en el estado se ha ido incrementando año tras año. Entre los trabajadores asalariados el porcentaje de individuos económicamente activos con ingresos de dos o menos salarios mínimos era del 69% en 2010, aunque esto más bien responde a las condiciones generales del país, donde gran parte de la fuerza de trabajo se ha dirigido a la economía informal debido principalmente a las malas condiciones económicas de nuestro país y en donde la creación de empleos ha sido muy restringida en los últimos 30 años. Aun así, Chiapas es el estado con mayor número de individuos con estas condiciones de ingreso, tal y como lo era en 1990.

En resumen, lo datos evidencian que luego de 20 años, en Chiapas sigue aumentando la pobreza, pues si en 1990 el 75% de la población del estado no tenía ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas patrimoniales, en 2010 esa cifra asciende a 78% (mientras que a nivel nacional la pobreza ha disminuido de 53 a 51% en el mismo periodo).

Otro ejemplo del aumento de la pobreza en Chiapas es que si consideramos el Desarrollo Humano, la entidad se ubica en la última posición, tanto en 2000 como en 2010, sólo detrás de Oaxaca y Guerrero. El Índice de Desarrollo Humano en Chiapas fue de sólo 0.761 en 2010, lejos del promedio nacional de 0.832 para ese mismo año. El Distrito federal mostró un Índice de Desarrollo de 0.897, es decir, Chiapas está 136 centésimas por debajo del mejor pensionado en este indicador de bienestar; la cifra parece pequeña, sin embargo, deberán pasar varias décadas antes de que Chiapas alcance valores semejantes.

MARGINACIÓN EN CHIAPAS

Históricamente Chiapas ha sufrido graves problemas de pobreza y marginación: desde 1990, cuando se comenzó a medir la marginación, se ubicó en la primera posición (conapo 1994, 65).15 Ese mismo año, el grupo de entidades con Muy Alta marginación lo completaban Oaxaca y Guerrero (en ese orden). Para 2000, Chiapas continuó ocupando la primera posición en cuanto a marginación, seguida de Guerreo y Oaxaca, que intercambiaron posiciones. Los tres estados mantuvieron su estatus de Muy Alta marginación (conapo 2001, 21).

En cuanto al análisis municipal, en 1990 Chiapas no contaba con ningún municipio catalogado como de Muy Baja marginación (para ese año, el estado tenía 111 municipios). Sólo seis de ellos tenía un grado Bajo y 12, un grado Medio. Es decir, 93 municipios chiapanecos mostraban un grado Alto o Muy Alto de marginación. Ese año, de los 3.2 millones de chiapanecos, el 64% de ellos habitaba un municipio con un grado Alto o Muy Alto de marginación; es decir, dos de cada tres chiapanecos habitaba un municipio con graves carencias. En números absolutos el porcentaje representaba 2.1 millones de pobladores (conapo 1994, 70).

Para 2000, Chiapas contaba solamente con un municipio con un grado Muy Bajo de marginación: la capital del estado; además, sólo otro municipio tuvo un grado Bajo (en 1990 fueron seis), mientras en ese mismo año seis mostraban un grado Medio de marginación (había 12 en 1990).

Es decir, para el 2000, 110 municipios chiapanecos contaban con un grado Alto o Muy Alto de marginación (para ese momento ya había 118 municipios en Chiapas, cantidad que se mantiene hasta la fecha). En ese año, Chiapas ya era habitado por 3.9 millones de personas, de las cuales el 71.8% vivía en un municipio con graves carencias, en términos absolutos ese porcentaje representaba a 2.8 millones de chiapanecos (29).

Ya para 2010, de los 118 municipios chiapanecos, sólo uno de ellos era clasificado con un grado de muy baja marginación (conapo 2012, 26), tal como ocurrió en 2000, y 29 tenían un grado medio (en el 2000 fueron seis y en 1990 lo fueron 12). Eso significa que 97 municipios chiapanecos están catalogados como de Alta y Muy Alta marginación. Si para 2010 Chiapas contaba con 4.8 millones de habitantes, el 55% de su población habitaba municipios muy marginados, algo así como 2.6 millones de chiapanecos (conapo 2011, 27).

No obstante, también Chiapas tuvo adelantos en algunos de sus indicadores de bienestar social, como por ejemplo, un aumento en el porcentaje de población que habita vivienda con pisos de cemento, electricidad y drenaje; servicios que aumentaron 26, 18 y 22 puntos porcentuales de cobertura, respectivamente, aunque todavía presenta retrocesos en algunos de estos indicadores, pues en 2010 el 5% de la población carecía de drenaje y, 3.8%, de electricidad (a nivel nacional los porcentajes son 3.5 y 1.7%, respectivamente).

Además, si en 1990 dos de cada tres chiapanecos habitaban un municipio con un grado Muy Alto de marginación, en 2000 fue uno de cada cuatro, para finalmente situarse en un promedio de uno de cada dos, en 2010. Es decir, que en el año 2010 Chiapas se coloque por detrás de Guerrero como la entidad con mayor marginación en nuestro país no significa que haya habido un cambio significativo, pues de hecho su índice se incrementó de 2.36, en 1990, a 2.53 en 2010. En realidad, dicho retroceso se debió a que en Guerrero se intensificó más la marginación (conapo 2012, 28).

DESIGUALDAD Y POBREZA EN CHIAPAS

De acuerdo con datos de coneval, en 2010 Chiapas se ubicaba como la entidad con mayor desigualdad en nuestro país de acuerdo con el índice de Gini:16 mientras en el estado dicho índice es del 0.541, el promedio nacional se mantiene en 0.509, muy lejos se coloca Colima con valores de 0.419; es decir, entre Chiapas y Colima hay una diferencia de 0.122 unidades; la misma diferencia que hay entre Noruega y Perú bajo este mismo indicador (Banco Mundial 2013).

De acuerdo con lo anterior, los chiapanecos sufren de mayores desventajas sociales debido a la mayor desigualdad en la distribución del ingreso, y ocupan las primeras posiciones en cuanto a marginación y a pobreza extrema. En ese sentido, las desventajas sociales se definen como “aquellas condiciones sociales que afectan negativamente el desempeño de comunidades, hogares y personas, corresponden a menores accesos (conocimiento y/o disponibilidad) y capacidades de gestión de los recursos y de las oportunidades que la sociedad entrega para el desarrollo de sus miembros” (conapo 2012).

Como símbolo de la desigualdad, Chiapas, Guerrero y Oaxaca se mantienen como los estados más pobres del país donde, en promedio, el 40% de la población carece de los ingresos necesarios para adquirir la canasta básica alimentaria, cuando en los años noventa se ubicaba en 42%. El nivel de rezago que comparten los tres estados es resultado de condiciones estructurales, como el hecho de que más del 40% su población carece también de los ingresos necesarios para efectuar gastos en salud y educación, y más del 60% no tiene los recursos necesarios para acceder a satisfactores como vestido, vivienda y transporte.

Para 2010, en México se registró un total de 52.1 millones de individuos en situación de pobreza y 12.8 millones en pobreza extrema, lo que representaba el 46.3 y el 11.4% del total de la población, respectivamente.17 Chiapas ocupó el primer lugar en ambos rubros con respecto a las demás entidades federativas. El estado tenía un total de 4819742 habitantes, de los cuales el 78.5% se encontraba en situación de pobreza, con un promedio de carencias de 3.2, o lo que es lo mismo, un total de 3 784 967 personas (coneval 2012, 12). En otras palabras, tres de cada cuatro chiapanecos es pobre.

Asimismo, en 2010 el 38.3% de los chiapanecos —un total de 1 846 87 personas— se encontraba en situación de extrema pobreza con un promedio de carencias de 4.0, por lo que el porcentaje de población en situación de pobreza moderada fue de 40.2% —es decir, 1 938 880 personas—, con un promedio de 2.4 carencias. Para 2010, el porcentaje de población vulnerable por carencia social fue de 13.2, lo que equivale a 638 168 personas, las cuales incluso si tuvieron un ingreso superior al necesario para cubrir sus necesidades presentaron una o más carencias sociales.

El 2.3% de la población —111 937 personas— entra en el rubro de vulnerable por ingreso, es decir, no tuvieron carencias sociales pero su ingreso fue inferior o igual al ingreso necesario para cubrir sus necesidades básicas. Por último, el porcentaje de población no pobre y no vulnerable fue de 5.9%, es decir, 284670 personas (coneval 2012, 12). De esta manera, los indicadores de pobreza e ingreso colocan a Chiapas como el lugar donde existe una mayor desigualdad social; la pésima distribución del ingreso, al igual que el resto del país, sigue siendo uno de sus graves problemas. Mientras en 1990 Chiapas estaba catalogado como el quinto estado con mayor desigualdad económica de México, ya en 2010 se coloca en la primera posición de peor distribución del ingreso, mayor porcentaje de población en pobreza extrema y primer lugar en desnutrición.

Un dato alarmante es que en 2010, en 117 municipios de los 118 que conforman Chiapas, más de la mitad de la población se encontraba en situación de pobreza. Aún más, en seis de ellos, el 95% de las personas se encuentran en situación de pobreza (coneval 2012a): Aldama (97.3%), San Juan Cancuc (97.3%), Chalchihuitán (96.8%), San Andrés Duraznal (96.5%), Santiago El Pinar (96.5%) y Sitalá (96.5%). Prácticamente en estos municipios todas las personas son pobres. Sumado a esto, en otros 17 municipios chiapanecos el porcentaje de pobreza se situó entre el 50 y el 75% de la población.18

Finalmente, en cien municipios chiapanecos el porcentaje de pobres supera el 75%, los cuales concentran tres cuartas partes de la población total (coneval 2012, 13). Lamentablemente, los datos anteriores dan cuenta que el 77% de los chiapanecos habitan municipios catalogados como pobres.

Uno de los rasgos característicos de la desigualdad y la pobreza es que en nuestro país lamentablemente estos indicadores se concentran entre la población indígena; es decir, ser indígena en México es sinónimo de pobreza y marginación. En 1990 había en Chiapas un poco más de 768 000 personas que se asumían como indígenas (inegi, 1990: s/p). Para 2010, se asumían como tales más de un millón de chiapanecos. Sin duda, este millón de indígenas en Chiapas son los que sufren mayores niveles de desigualdad y pobreza (conapo 2012, 54).

A lo anterior hay que agregarle que de 1990 a 2010 un porcentaje mayor de chiapanecos experimentó un retroceso en su nivel de vida que aquellos que vieron una mejora en esos indicadores. De esa manera, mientras 77 688 personas no indígenas mejoraron ligeramente su situación en ese periodo, 116 686 indígenas vieron empeorar su nivel de vida e incrementaron su marginación (conapo 2011, 50-52). Lo anterior tiene su origen en que los recursos de combate a la pobreza se han concentrado en algunas zonas y clases sociales chiapanecas, mientras los indígenas han visto retroceder sus condiciones de vida, otro signo claro de la desigualdad en Chiapas.

CONCLUSIONES

El neoliberalismo fue impuesto a nuestro país a partir de 1982 con la llegada de Miguel de la Madrid a la Presidencia de la República; dicho modelo tiene como base la reducción del gasto público, sobre todo en rubro social, lo que ha significado la disminución gradual y sostenida de los subsidios a la alimentación (sobre todo a la tortilla y la leche), a la educación, a los energéticos y a la producción de alimentos; ello ha derivado en un incremento en la pobreza. Esta condición, aunque generalizada —pues se reconoce que prácticamente el 50% de los mexicanos son pobres—, ha tendido a concentrarse en mayor medida en algunos estados, como en Chiapas, donde oficialmente el 75% de su población es pobre.

Otra de las características del neoliberalismo es la reducción del aparato del Estado mediante el despido masivo de burócratas y la privatización de los bienes públicos que han permitido que, gradualmente, los extranjeros se apoderen de las empresas que mayores beneficios generan, como las mineras, los bancos, refresqueras, las carreteras, puertos y aeropuertos, y próximamente el agua, el petróleo y el gas. Esto, junto con los topes salariales impuestos por dicho modelo, ha provocado un aumento en la pobreza de los mexicanos debido a la paulatina reducción del ingreso y a los altos precios que se deben pagar por los bienes y servicios que ofrecen esas empresas, como resultado de la limitación de todo tipo de control de precios, también regla del neoliberalismo.

Si bien Chiapas ha sido tradicionalmente uno de los estados más pobres de nuestro país, la desigualdad no había llegado a tales extremos como en la actualidad, cuando representa 25 puntos porcentuales por encima del promedio nacional. Lo que los datos revelan es que hay municipios chiapanecos, mayormente poblados por indígenas, donde el 95% de su población es pobre.

Los reportes de coneval, conapo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para 2010 ubican a Chiapas como la entidad más pobre, la segunda más marginada y la última en Desarrollo Humano. Es decir, los chiapanecos se encuentran en último lugar de bienestar humano en México. Lo lamentable es que la pobreza ha ido en aumento desde 1990 por lo que el futuro de Chiapas en nada es alentador.

La marginación —como la pobreza— es un fenómeno multicausal de carácter estructural, por lo que es deseable conformar un conjunto de acciones que promuevan la educación, mejoren la salud y la alimentación de la población más vulnerable. Se requiere además, de labores que incidan sobre los factores que desalientan la entrada y permanencia en las escuelas de esas zonas. Estas acciones deben evitar la diferenciación de la sociedad, porque hasta ahora las áreas indígenas son las que más han incrementado su marginación y pobreza y es en ellas donde deben llevarse a cabo más enérgicamente estas acciones de combate a la pobreza.

Y es que la marginación se ha incrementado en los municipios chiapanecos, pues en 2010, si bien el porcentaje de pobres ha disminuido ligeramente, en términos absolutos su número se ha incrementado, debido al crecimiento natural de la población. Aunque los indicadores han sido heterogéneos, pues por un lado ha ocurrido un retroceso en algunos indicadores de bienestar y, por el otro, ha habido una ligera mejora en otros. Lamentablemente, la leve mejora ha sido en los indicadores de bienestar urbanos, quedando rezagados los habitantes de las áreas rurales.

Finalmente, a pesar de que el movimiento zapatista hizo volver la vista al sur de nuestro país y se llevaron a cabo grandes proyectos para tratar de mejorar las condiciones de los chiapanecos, la verdad es que, al final, dichas acciones sirvieron para favorecer la llegada de empresas trasnacionales a esa entidad a fin de extraer sus recursos naturales y explotar a su población. En ese sentido, las políticas encaminadas a disminuir la desigualdad regional deben buscar la distribución más equitativa de la actividad económica y sobre todo, de los beneficios de dichas actividades; se debe también mejorar los servicios de educación y salud en Chiapas.

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Unidad Académica de Estudios Regionales (uaer), Coordinación de Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México (unam)

El neoliberalismo es un modelo económico cuya base fundamental es la no participación del Estado en la economía y cuyo papel se centra en mantener una disciplina fiscal encaminada a crear condiciones de confianza a favor de los mercados financieros internacionales. Para lograr lo anterior debe conservar la austeridad fiscal a fin de cumplir con los objetivos de estabilidad cambiaria y control de la inflación, siempre actuando en favor de los dueños del dinero (Huerta 2013, 95-96).

Aunque en general los movimientos del capital están determinados en gran medida por la existencia de una serie de factores como la subordinación política por parte de los gobiernos, por la seguridad jurídica del capital y de la propiedad, su entrada a un país también está determinada por las condiciones generales de explotación económica prevalecientes (como bajos salarios, alta productividad, nulas demandas laborales y mínimas condiciones generales de los trabajadores, entre otras) y que de no existir se convierten en demandas centrales de los inversionistas (Ornelas 2002, 140).

Si en el ámbito mundial existe una desigual distribución geográfica de la actividad económica, es el resultado de la nueva división internacional del trabajo, la cual tiende a ubicar plantas fabriles que requieren de grandes cantidades de mano de obra en las regiones que les otorguen mayor margen de ganancia y nulas regulaciones.

Los estados que forman parte de las regiones “perdedoras” de acuerdo a Chamboux-Leroux son: Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Yucatán, Aguascalientes, Durango, San Luis Potosí y Zacatecas (Chamboux 2002, 607).

El coneval señala que una persona se encuentra en situación de pobreza extrema cuando tiene tres o más carencias, de seis posibles, del Índice de Privación Social y que, además, se encuentra por debajo de la línea de bienestar mínimo. Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana (coneval 2012).

Los neoliberales argumentan que la globalización de la actividad económica y la apertura de los mercados llevan al establecimientos de precios sin distorsión y garantizan la asignación eficiente de recursos, por lo que el capital y la actividad económica tenderán a ubicarse en los espacios que le ofrezcan mayores ventajas como mano de obra barata, menos impuestos y otros incentivos; todo esto llevará, según esta teoría, a un sólido crecimiento económico. Sin embargo, la realidad demuestra que bajo el neoliberalismo se produce una tendencia al desequilibrio y a la divergencia del crecimiento económico, a la concentración del capital, de la actividad económica y de los niveles de bienestar en unas cuantas regiones, en detrimento de las otras.

Los nueve indicadores utilizados en la construcción del índice de marginación son los siguientes: Condición de alfabetismo; Nivel de instrucción; Vivienda con drenaje; Disponibilidad de electricidad; Disponibilidad de agua entubada; Viviendas con hacinamiento; Viviendas con piso de tierra; Población en localidades rurales; Ingreso por trabajo.

En contraste, el Distrito Federal y Nuevo León tienen apenas el 2 % de analfabetismo entre las personas mayores de 15 años (conapo, 2011: s/p). en: http://www.conapo.gob.mx/work/models/conapo/indices_margina/mf2010/CapitulosPDF/Anexo%20B2.pdf, [8-octubre-2014].

La población indígena se concentra principalmente en los estados de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, parte del estado de México, Hidalgo, Tlaxcala, toda la península de Yucatán, Michoacán, Nayarit, Durango, Chihuahua y Sonora. Prácticamente en todas las zonas donde habitan los pueblos indígenas se resienten de manera grave las consecuencias de la descapitalización del campo, la falta de inversión productiva, la baja productividad, los altos niveles de erosión del suelo y las escasas posibilidades de agregar valor a sus productos (Cordera 2001, 5).

Algunas empresas ya han señalado su interés en controlar este recurso en nuestro país, de ahí la necesidad de privatizar el vital líquido por parte de Peña Nieto, a fin de favorecer a estas empresas y asegurarles el dominio de otro recurso, tal como ocurre con el petróleo.

Por ejemplo, la biopiratería se ha incrementado en los últimos años en Chiapas, pues empresas como Monsanto y Nestlé, entre otras, han comenzado a patentar semillas y plantas que recolectan en ese y otros estados del sur del país y, luego de breves estudios, las registran como si ellos las hubieran creado en su laboratorio; de esa manera, derivados y mutaciones naturales del maíz, frijol y otras semillas ahora les pertenecen.

El promedio nacional de población que cuenta con ingresos por debajo del umbral de alimentación sana es del 18 %; es decir, la mayor cantidad de gente sin capacidad de alimentarse bien se encuentra en estas dos entidades.

Según datos de la Secretaría de Salud de Chiapas, por lo menos el 40 % de la población infantil rural en Chiapas sufre desnutrición en segundo o tercer grado, lo cual “en términos de salud pública tiene efectos similares a la guerra”, también señala que ese grave padecimiento es provocado por la extrema pobreza en la que viven las comunidades indígenas, sobre todo en las zonas Altos, Sierra y Selva, en: http://www.cimacnoticias.com.mx/node/39249, [18-octubre-2014].

Aunque este indicador se lee a la inversa, el primer lugar es el último en bienestar social y el último lugar en marginación es el estado donde se encuentran las mejores condiciones de bienestar humano. En este caso en 2010, el Distrito Federal se encuentra en la última aposición y Guerrero, en la primera.

El índice de Gini mide hasta qué punto la distribución del ingreso entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa. Así, un índice de Gini de cero representa una equidad perfecta, mientras que un índice de uno representa una inequidad perfecta (Banco Mundial 2013).

Cabe resaltar que el total de población en pobreza equivale a la suma de la población en pobreza extrema y pobreza moderada. De igual forma, el total de la población en situación de pobreza a nivel nacional equivale a la suma de la población en situación de pobreza en las 32 entidades federativas de nuestro país y el total de la población en pobreza en cada estado equivale a la suma de la población en pobreza de cada uno de sus municipios.

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