¿Es el sector extractivista una alternativa para el desarrollo de América Latina? Incumbe a los gobiernos de América Latina plantearse varias preguntas de fondo frente al reto del desarrollo para los próximos años. Es el momento de realizar una reflexión que corresponda al desempeño del sector extractivista que ha permitido grandes ganancias a las empresas mineras pero también retenciones que han dado la posibilidad de ampliar al menos en algunos países el gasto público, y, por ende, el gasto social. Mas se ha hipotecado el futuro de los recursos no renovables al percibirse que las ganancias financieras obtenidas de la actividad extractiva no han beneficiado ni a las comunidades donde se encuentran situadas las minas. Por tanto, es necesario realizar un cuestionamiento ante la preeminencia persistente entre desarrollo y el sector de los minerales no renovables y su relación con el capital rentista. No importando el orden de los factores es necesario abrir la discusión. ¿Hasta qué punto los gobiernos latinoamericanos han tomado en cuenta las fluctuaciones de los precios de los commoditiesdel sector extractivista en los mercados financieros?; ¿qué relación hay entre el ciclo económico, la volatilidad de los precios del sector extractivista y los mercados de futuros?; ¿quiénes encabezan las principales empresas del sector? y, por último, ¿cómo se han canalizado las ganancias en los países exportadores en beneficio de la sociedad y las familias?
Contestar a estas preguntas sólo sirve para debatir el modelo primarioextractivista del cuál se han beneficiado principalmente algunos gobiernos latinoamericanos. Por ejemplo, entre 2003-2012 los precios en escala mundial tuvieron el siguiente comportamiento: el oro aumentó 372% y en volumen 4%; el cobre 384% y su producción 5%; el hierro 302% y un volumen de 25%. Ahora el ciclo de estos precios va en descenso ante la caída del pibde los países emergentes quienes a pesar de que siguen creciendo tienen una tasa en descenso inferior a la alcanzada hasta antes del 2008. Las tasas de crecimiento global del pibse han reducido por el curso de la “gran crisis” y las efímeras recuperaciones tanto de Europa como de Estados Unidos al cierre de esta editorial persisten, son la secuela de la crisis que está amenazando el crecimiento de los bricsy del resto de los países subdesarrollados.
La caída de los precios del sector extractivista ya está en marcha; el valor de la minería ha caído 74% en la primera mitad del presente año.
Las principales minas de América Latina: el “Teniente” en Chile (cobre), “Yanacocha” en Perú (oro) y Cerrejón en Colombia (carbón) van por un camino incierto. Lo mismo sucede con los “países mineros” cuyas exportaciones en ese rubro tan sólo representan 48.9% para Perú y 33.3% para Bolivia.
Las grandes empresas mineras en escala mundial, bhpBilliton, Vale, Río Tinto, Shenhua, Anglo American, Suncor Sxtrata, Barrick, Freeport-McMo- Ran y ndmc, son las que controlan parte de la producción minera en América Latina y están reordenando sus planes de inversión frente a la caída de los precios de los minerales en los mercados financieros. Las empresas que dominan el mercado en América Latina son: Vale en Brasil; Coldeco, Escondida, Antofagasta plc, Collahuasi en Chile; Grupo México y Minera México en México; Minera Antamina y Southern Peru Copper Corp., en Perú.
Por tanto, la agenda del desarrollo basada en los commoditiesestá en riesgo para los países cuyas divisas provienen principalmente de la actividad extractiva. Un hecho importante a destacar es que al menos en la Comunidad Andina países como Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador, la industria extractiva de la minería se encuentra ubicada en gran parte en territorios indígenas u ocupados por minorías étnicas donde la relación entre comunidades, autoridades locales y gubernamentales, mineras y ambientales ocupan un lugar muy importante. Pero las necesidades básicas no han sido del todo atendidas.
El análisis del extractivismo como una alternativa para el desarrollo va más allá de la dependencia de las divisas que recibe el país por sus exportaciones. El reto a alcanzar de la política fiscal es canalizar estas divisas al gasto público en beneficio de mayor empleo, mejores condiciones de vida y de la disminución de la pobreza. Los recursos no renovables, incluyendo el petróleo, el gas y los minerales son de gran abundancia y riqueza en la región latinoamericana, por tanto, urge un mayor análisis económico, político y social. Ante la gran demanda de estos productos en el mercado mundial y su elevado precio en los financieros es necesario plantearse las siguientes preguntas: ¿los gobiernos han utilizado las retenciones fiscales de las exportaciones de la actividad extractivista en beneficio de la sociedad? o ¿quiénes usufructúan las grandes ganancias? o ¿las grandes compañías públicas, privadas o extranjeras han sido las beneficiadas?
En el apartado de artículos de esta edición de Problemas del Desarrollo, el trabajo de Guadalupe Mántey “¿Conviene flexibilizar el tipo de cambio para mejorar la competitividad?” pone en la mesa del debate el objetivo inflacionario en la conducción de la política macroeconómica frente al deseo de la sustitución por un tipo de cambio real competitivo para incrementar las exportaciones. La autora indica que una de las conclusiones más relevantes, resultado de la investigación, es que la devaluación en un país en desarrollo no es lo mismo que si se produce en un país desarrollado donde el endeudamiento se realiza en su propia moneda. Una devaluación tiene repercusiones negativas en las empresas y en los bancos ya que disminuye la competitividad. Un tipo de cambio real debe ser sustentado por el Estado a partir de una estrategia cuyos productos de exportación contengan un alto valor agregado.
La ética del desarrollo es un tema frecuentemente desdibujado del campo de la economía e incluso de la economía social. Nikos Astroulakis desarrolla a lo largo del trabajo “Desafiando a la economía convencional: un paradigma ético del desarrollo” un análisis de la importancia de la ética del desarrollo no sólo en la economía social, y como parte de la ciencia económica, sino que en sí hay tres objetivos necesarios para una ética del desarrollo. Satisfacer las necesidades materiales, culturales y espirituales; una justicia social entre la población y, por último, el balance ecológico y la sustentabilidad ambiental. El eje principal del artículo es sostener cómo en un mundo global, la ética del desarrollo es una realidad orientada por los individuos y la sociedad.
“Desempleo entre los jornaleros agrícolas, un fenómeno emergente” de Antonieta Barrón parte de las definiciones de empleo vulnerable y desempleo que utiliza la Organización Internacional del Trabajo para demostrar la vulnerabilidad del empleo en el área rural. La autora muestra cómo el desempleo alcanza niveles inusitados al incidir en la población rural y urbana, por lo que desempleo, empleo vulnerable y pobreza representan una relación muy estrecha. Para demostrar su hipótesis destaca tres regiones: Valle de Culiacán, Sinaloa, Valle de San Quintín, Baja California y Armería, Colima. En la medida en que la crisis ha afectado las condiciones de precarización del empleo y el ingreso se destacan dos fenómenos: la migración y el desempleo.
La “sojización”, más allá de la importancia que este cultivo tiene, a partir de su expansión en la región de la pampa húmeda a mediados de los noventa, la soja ha sido un commoditieque ha facilitado grandes retenciones para el gobierno en el poder y para los grupos empresariales agroexportadores. Alicia Puyana y Agostina Constantino en su artículo “Sojización y enfermedad holandesa en Argentina: ¿la maldición verde?” profundizan sobre la “enfermedad holandesa” como un efecto en el abandono de la ganadería para insertarse en el proceso de agriculturización de la economía, consecuencia de la apreciación del tipo de cambio real y el descenso en el superávit comercial. La recuperación del sector manufacturero a partir de la última década responde también a la sobrevaluación del real en Brasil que permitió una expansión del sector industrial argentino. Por tanto, la salida de capitales ha impedido un proceso de acumulación interno. Una situación que no puede seguir a largo plazo por lo que es necesaria la intervención del Estado.
A partir de una búsqueda por definir el espacio y el poder, tomando como referencia varios autores, Ariel García y Alejandro Rofman sostienen en su artículo “Poder y espacio. Hacia una revisión teórica de la cuestión regional en Argentina” cómo el espacio y el poder son inherentes a las relaciones sociales y, por tanto, se ven involucrados en un régimen de acumulación. Los aportes conceptuales aquí presentados se desarrollan desde el punto de vista de la economía política, la sociología y la geografía del excedente. Justo en esta interrelación “[...] la base económica de las relaciones de poder es el excedente”, los autores del presente texto se preguntan “si la incorporación de nueva tecnología implica una reformulación de las relaciones de poder en el espacio o si éstas continuarán basándose en la apropiación/gestión del excedente”. Cuestionan la diferencia necesaria entre una geografía de la producción y una del excedente.
A partir de la lectura sobre la globalización y la crisis financiera Susana Nudelsman analiza el papel de los desequilibrios globales y la crisis global a partir de una relación de causalidad. El exceso de intermediación bancaria mediante los “vehículos para fines especiales”, instrumentos financieros del shadow banking system, salieron de las manos de los reguladores. El epicentro de la crisis en Estados Unidos marcó las políticas macroeconómicas en los países europeos. En China y en América Latina, las políticas macroprudenciales, principalmente las instrumentadas en los países del Sur permitieron un desacoplamiento de la crisis. No obstante, la fragilidad financiera está latente.
En la sección de comentarios Carlos Rozo y Aleida Azamar en su artículo “El G20 en Los Cabos. Oportunidad perdida para el cambio necesario” destacan la importancia de la reunión del G20 misma que se dio en una coyuntura especial. A días antes de las elecciones de Grecia, el curso de la crisis europea ponía a las autoridades mexicanas ante un reto. La agenda del G20 se dictó para lograr reformas estructurales, el fortalecimiento del sistema financiero, la equidad en alimentos, el desarrollo sustentable y una economía verde frente al cambio climático, todo esto fue prioritario. Pero la realidad fue que la crisis fiscal y bancaria de Europa fueron una prioridad. El autor destaca en este breve comentario la importancia de las economías emergentes en la arena mundial.
En la sección de reseñas se presentan cinco libros: Avances revolucionarios en América Latinade Rémy Herrera escrita por Héctor González Lima. Potencialidades de desarrollo, políticas públicas y desarrollo territorial sustentablecoordinado por Carlos Bustamante, Baldemar Hernández y Adolfo Sánchez, reseñado por Irma Bernal. El libro La nueva macroeconomía global. Distribución del ingreso, empleo y crecimientocoordinado por Guadalupe Mántey y Teresa López, escrita por Patricia Rodríguez. Integración latinoamericana y caribeña. Política y economía, de José Briceño, Andrés Rivarola y Ángel Casas (eds.) cuya reseña fue asentada por Raúl Vázquez. Por último, Alma Chapoy reseña el libro de Alicia Girón y Marcia Solorza Europa, deudas soberanas y financiarización.